Capítulo 18. Visita sorpresa.
Ha pasado una semana.
Hace una semana que no veo a Zack en el estudio ni en ninguna parte y eso me lleva a admitir dos cosas. La primera es que, a pesar de que esto era lo que necesitaba para poder mantener mis sentimientos a raya, no puedo evitar echarle de menos. No puedo hacerlo y eso me lleva a lo siguiente a admitir; y es el miedo que tengo de no volver a verle.
Pensar que que no volveré a ver a Zack en el estudio me lleva a creer que no volveré a verle jamás, y es entonces cuando una extraña e incómoda sensación se apodera de mí. Es como si una estúpida esperanza de seguir en contacto con él se hubiera forjado en mi interior. Y entonces, eso me hace recordar algo que había olvidado por completo...
Tengo su número de teléfono...
¿Tal vez debería llamarle y preguntar como está?
No. Solo hace una semana que no nos cruzamos y eso sería como demostrar lo desesperada que estoy por verle.
Aunque realmente lo estoy.
La semana pasada después de la fiesta, me quedé dormida con él en la habitación. Sé que me arropó y luego Kelly me contó que se quedó conmigo hasta que ella llegó. También me contó que cuando ella llegó al hotel, unas cuantas horas más tarde, se encontró a Zack dormido a mi lado encima de las sábanas que a mí me cubrían. Según ella, yo tenía mi cabeza y mi mano apoyadas sobre su pecho y hombro. Yo por mi parte no soy capaz de imaginar una escena más tierna e irreal, teniendo en cuenta que es Zack Valley con quien Kelly se supone que me encontró así. Y cada vez que lo imagino, un escalofrío recorre mi cuerpo entero.
Escucho la risa de Marlin y eso me saca de mis pensamientos. Me encuentro bajando las escaleras del estudio con él y con Hunter mientras ellos dos hablan de lo contentos que están con la sesión de hoy. Yo por mi parte no he escuchado nada de lo que han estado hablando. Siento que cada vez que estoy aquí estoy más metida en mis pensamientos sobre Adam y Zack que pendiente a las conversaciones que se forjan a mi alrededor y eso, de alguna forma, me hace sentir mal.
—¿Has oído eso, Eve? —pregunta Marlin, sin dejar de reír.
—¿Qué? —digo, volviendo en sí.
—Me da la sensación de que Eve lleva un buen rato sin escuchar absolutamente nada —responde Hunter.
—Lo siento, chicos. —Suspiro—. Estoy un poco perdida...
—Ya lo vemos.
—¿Estás bien, Eve? —pregunta Marlin—. Llevas unos días un poco... rara.
—¿Rara? Es posible. Tal vez sea porque... estoy echando mucho de menos a alguien últimamente —confieso.
—Uhhhhh —dice Hunter.
—Oh, ya. Echas de menos a tu novio... —Marlin parece pensar—. ¿Adam? Si no recuerdo mal.
Mierda. Eso habría sido lo normal, ¿verdad? Estar pensando en Adam. Echarle de menos a él.
—Exacto... —digo, incómoda—. Es por Adam... —Me río nerviosa y ellos dos intercambian una mirada.
—Mira, ¿esa no es Luna Valley? —Marlin señala la puerta principal del estudio, justo por donde Luna acaba de llegar.
Tanto ella como Michelle y Zeta han estado rondando por aquí estos últimos días. Según tengo entendido, han estado dando los últimos retoques a la entrevista. Sin embargo Zack... no se ha dejado ver. Es por eso mismo que no entiendo anda. ¿Es que él al final ha decidido no participar en la entrevista con su banda de música?
Algo raro está pasando y me preocupa.
Luna me saluda con su mano y una sonrisa cuando me ve y yo le devuelvo el gesto.
—¡Luna! —Escucho exclamar al señor Lennox desde justo detrás de nosotros.
—Señor Noe —responde ella, acercándose a él—. Vengo a informarle sobre la parte de Zack en el reportaje de la revista.
—Sí, ya lo sé todo. Valeria me ha llamado esta mañana para informarme.
«¿¡Informarle de qué!?», pienso, nerviosa. La ansiedad de respuestas me consume. Todo lo que tiene que ver con Zack, estos últimos días que llevo sin verle, ha pasado inevitablemente a importarme demasiado.
—¿Entonces he venido para nada? —pregunta ella, y su voz suena un poco molesta.
—No, querida —responde Lennox—. Sé que Zack piensa hacer la entrevista mañana. Lo que no me ha contado Valeria es como se encuentra ella respecto al accidente.
¿Accidente? ¿Qué accidente? ¿Zack estará bien? ¿Les habrá pasado algo a los dos mientras iban en la moto?
La cabeza se me llena de ideas terribles, me pongo nerviosa y me comienzo a emparanoiar.
Pero escucho como Hunter y Marlin siguen hablando entre risas. Y yo solo asiento con la cabeza de vez en cuando como si les estuviera prestando atención, cuando en realidad a lo que estoy más pendiente es a la conversación a nuestras espaldas.
—Valeria está bien. Acabo de llegar de su casa y al parecer en una semana le quitan la escayola del brazo. Todavía tiene un poco de dolor en el hombro pero Zack me ha contado que el médico les ha informado de que con la rehabilitación, se le quitarán pronto todas las molestias.
—Eso es genial. Esta mañana mismo me pasaré a verlos. Sé que tu hermano Zack ha estado muy pendiente de mi querida niña estos días y no sé como agradecerselo.
Es cierto... recuerdo que Zack me contó que el señor Lennox es el padrastro de Valeria desde hace muchos años atrás. Y unas horas más tarde dijo algo así como que ellos dos se conocen desde hace tanto tiempo y se llevan tan bien, que es como si realmente fueran padre e hija.
—De acuerdo, señor Noe. Entonces creo que debería irme ya. Michelle y Zeta me esperan para ir a comer.
—Estupendo. Que aproveche la comida, Luna. Hasta el próximo día.
Cuando escucho que ella se acerca a donde estamos nosotros, yo comienzo a reírme para que ella crea que estoy involucrada en la conversación con Marlin y Hunter y no piense que más bien he estado pendiente de obtener noticias sobre su hermano.
—Hola, Eve —me saluda ella una vez que se encuentra junto a nosotros—. Hola, chicos —dice con una sonrisa y puedo ver como los dos chicos a mis lados la miran embobados. Yo les doy un codazo a cada uno para que reaccionen.
—Hola, Luna —sonrío—. ¿Qué tal va todo?
—Pues diría que bien, pero te estaría mintiendo. —Ella rueda los ojos y suspira. Me he dado cuenta en más de una ocasión que ella no es de las que esconden sus sentimientos o emociones. Al revés, es completamente expresiva incluso cuando algo le molesta y eso me gusta porque quiere decir que no oculta nada.
—¿Y eso? —pregunto con el ceño fruncido—. ¿Ha pasado algo?
—Ha pasado... —murmura Hunter—, ha pasado un ángel, por lo que se ve —dice atontado, señalándola. Y ella se ríe.
—Gracias —le dice y luego me mira a mí de nuevo—. Y... lo que ha pasado es que la entrevista que deberíamos de haber acabado hace unos días se está retrasando de más por culpa de un accidente.
—¿Un accidente? —pregunto, por fin, lo que lleva un rato rondándome la cabeza—. ¿Es que le ha pasado algo a tu hermano? Porque hace unos días que no le veo por aquí.
Noto como Marlin hace un gesto de comprender. Y entiendo que lo que ha entendido exactamente es que la persona de la que antes hablábamos no era Adam precisamente...
—No, a mi hermano no, por suerte. Es Valeria. Hace una semana se cayó escaleras abajo mientras patinaba por la ciudad y eso le ha provocado una contusión en el hombro y dos huesos rotos del brazo. Así que Zack lleva estos días sin poder estar pendiente de nada más que no sea ella.
Recuerdo que la noche de la fiesta de los '80 en el Moonlight, hace justo una semana, Valeria se fue a patinar por la ciudad.
—Entiendo... —murmuro.
«Así que es eso... lleva toda la semana con ella», pienso, sin poder evitar estar un poco molesta.
Vamos, deja los celos de una jodida vez. Ella está accidentada y es normal que Zack tenga que estar pendiente de ella.
—¿Y ella cómo está?
—Está un poco mejor. Lleva toda la semana de reposo, sin poder mover el brazo. Zack ha estado ocupándose de absolutamente todo en su casa. Y nosotros hemos estado llevándoles la compra y más cosas que han ido necesitando.
—¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudaros? —pregunto, sin poder controlar las palabras que salen de mi boca. Pero si algo tengo claro, es que lo que quiero es ver a Zack.
—Oh, eres muy amable —dice ella con una sonrisa y colocando una de sus manos sobre la mía—. Pero no creo que sea necesario. Nosotros ya podemos con todo y Valeria pronto estará mejor.
El gesto de Luna cambia de repente a uno pensativo, como si justo en ese instante, se le acabara de ocurrir algo.
—Aunque espera un momento... tal vez si hay algo que puedas hacer.
—Por supuesto —asiento—, lo que sea. Sólo dime que hacer y lo haré.
—Podrías pasarte a ver a Zack. Tal vez eso le anime.
—¿Animarle? —pregunto con el ceño fruncido—. ¿Es que está deprimido?
—No... bueno... no lo sé. Pero la verdad es que llevar una semana sin a penas salir a tomar el aire le está pasando factura. Además de... —Ella gira la cabeza y cuando ve que no hay nadie detrás nuestra, continúa en un susurro—. Además de aguantar a Valeria, que, aunque siento mucho que no lo esté pasando bien con todo esto, no es muy buena enferma que digamos. Y tiene a mi hermano un poco absorbido... —dice, incómoda.
—Ya... —contesto—. Y... no sé, ¿qué piensas que podría hacer yo para animarle?
—Tú no te preocupes por eso. Tan solo ve a verle. Solo con eso, se sentirá más relajado.
—¿Pero cómo estás tan segura de eso?
Marlin carraspea y yo le doy otro codazo, porque sé que él es del mismo pensamiento que Kelly y Madison, quienes le han comido la cabeza con sus teorías sobre porque le gusto a Zack.
Ella sonríe de lado.
—Lo estoy —dice sin más—. Es mi hermano, le conozco bien.
—Esta bien... —murmuro—. Entonces... ¿Crees que debería pasarme esta tarde?
—Cuando tú quieras. Bueno, no sé si habrás estado ya en el apartamento de Zack y Valeria. Pero si no es así, yo puedo llevarte si quieres. Quedamos y yo te recojo.
—Pues no, a decir verdad no he estado allí todavía.
—Vale. Esta tarde paso por ti entonces. A las cuatro y media me paso a buscarte.
—Está bien. —Asiento con mi cabeza—. Y otra cosa.
—Sí, dime.
—¿A Valeria no le molestará que me presente en su casa cuando a penas me conoce?
Ella se encoge de hombros.
—No lo sé. Pero de todas formas Valeria no estará hoy. Unos amigos suyos la quieren sacar a pasear para despejarla.
¿Así que Luna quiere dejarme sola con Zack en su apartamento?
Esto tira para extraño, pero me gusta.
—Nos vemos luego entonces —digo sonriendo.
—¡Genial! —exclama ella—. Hasta luego, guapa. ¡Adiós, chicos!
—Adiós, adiós... —dice uno de ellos, sin salir del aturdimiento.
—Ya nos vemos por ahí —dice otro de ellos mientras la ven marcharse.
—Creo que tengo una nueva crush desbloqueada —comenta Marlin.
—Sí, lo mismo digo —le contesta Hunter.
Yo los miro a los dos y me río.
—Wow, que rápido has superado a Kelly, Marlin.
—¿Qué? ¿Crees que la he superado? Ni si quiera yo creo ser capaz de superar a la gente. Mi lista de crushes ahora mismo debe de ser de unas 172 personas como mínimo.
Hunter lo mira con el ceño fruncido y en su mente parece haber omitido lo de la larga lista de crushes.
—¿Has tenido algo con Kelly?
—Han tenido su historia —respondo yo—. Extraña y fugaz...
Hunter sigue extrañado y su curiosidad por saber que ha tenido Marlin con mi mejor amiga, solo me lleva a shippear más a los dos chicos que tengo delante. Más aún después de lo bien que se están llevando últimamente.
Marlin llama a Madison para que vayamos los cuatro juntos a comer. Con Kelly ya ni si quiera contamos, ya que pasa más tiempo con Zeta que en el hotel o con cualquiera de nosotros. Esos dos sí que están afianzando bien la relación que sea que tengan, de la cual Kelly no quiere hablar mucho para no gafar nada. Pero nosotros tenemos nuestras teorías sobre eso.
—Entonces ¿creéis que hay algo entre ellos? —pregunta Hunter, con la boca abierta.
—No lo creo, estoy segura —respondo yo, usando las mismas palabras que usó Zack cuando le pregunté si creía que Kelly le gustaba a Zeta.
—Ella está loquita por él. Y él parece sentir una gran, loca y fuerte atracción fatal hacia ella... —dice Madison con voz suave y suspira—, así que sí, yo también creo que están liados.
—Hablando de la reina de Roma... —murmuro, agarrando mi teléfono que comienza a sonar sobre la mesa, descuelgo la llamada y pongo el altavoz—. ¿Kelly?
—Eve, te llamo para decirte que no me esperéis para comer.
Cuando dice eso, Madison y yo nos reímos y ella continúa.
—¿Por qué os reís?
—Kelly, nosotros hemos comido ya. De hecho acabamos de terminar.
—¿Cómo? —dice, pareciendo ofendida—. ¿Y por qué no me habéis esperado?
—Perdónanos, querida. Pero era obvio que no podíamos contar contigo —comenta Madison—. ¿Cómo está tu novio? —pregunta y yo me río.
—¿Novio? —dice ella.
—Está hablando de Zeta —respondo yo.
—Ah, Zeta, ya, bueno... Creo que tengo que colgar. Después hablamos.
—¡Adiós! —exclaman Madison y Marlin antes de que ella cuelgue el teléfono.
Un momento después todos nos encontramos en un taxi de camino a nuestros destinos. Madison al estudio de moda para acabar unos diseños que en los que está trabajando, Marlin a descansar y Hunter a su hotel a cambiarse para otra sesión fotográfica que tiene por la noche para otra revista. Yo llego al hotel y me arreglo un poco el pelo y el maquillaje y un rato después, llega Luna a buscarme.
—Oh, sí que son grandes las habitaciones de este piso —menciona ella cuando la invito a pasar.
—Sí, eso parece. ¿Vosotros habéis estado ya en este hotel?
Ella parece sonrojarse de un momento a otro.
—Sí... bueno, alguna noche suelta con...
—¿Con Ron? —pregunto en una risa y ella ladea la cabeza.
—Sí... ¿Cómo lo sabes?
—Tu hermano me habló de él cuando estuvimos en Thousand Sunny.
—Oh, ya. Zack no puede estarse callado. —Ella rueda los ojos—. Y dime, Eve, ¿qué es eso que tienes que darme?
—Esto... —Saco con cuidado y en una percha el conjunto rosa repleto de brillo formado por un pantalón de campana y un top precioso.
—¡Wow! —exclama ella, con sus ojos muy abiertos y brillantes—. ¿Pero y esta preciosidad?
—Es tuyo, ¿no? —digo, frunciendo el ceño—. Zack me lo dejó hace una semana para la fiesta del Moonlight.
—¿Mío? —pregunta ella—. Créeme cuando te digo que si este conjunto tan precioso fuera mío lo tendría guardado en una caja fuerte bajo siete candados.
¿Cómo? ¿Si no es de Luna de dónde demonios lo ha sacado Zack? ¿Y por qué me mintió sobre eso?
—No estoy entendiendo nada... —murmuro y ella, al ver mis dudas, trata de darle una explicación a todo.
—Es normal que no entiendas nada. Yo tampoco sé porque mi hermano te dijo que es mío. Si así hubiera sido no habría tenido problema en dejartelo, aunque es cierto que eres más alta que yo y si fuera mío el pantalón te habría quedado un poco corto, pero... probablemente la cosa no sea tan simple.
—¿A qué te refieres? —pregunto arqueando una ceja.
—Puede que sea de Valeria. Ella es... un poco posesiva con sus cosas. Bueno... con todo en genera —carraspea—. Es posible que Zack te lo dejara sin que ella lo supiera y te contara que es mío para que me lo devolvieras a mí y así ella no se entera.
Eso tiene sentido... como ha dicho Luna, el pantalón me quedaba perfecto y Valeria y yo si que somos casi de la misma altura.
—Entiendo... Creería que así no se lo llevaría a ella directamente, ¿verdad?
—Es posible.
—Ya... —digo, molesta. Porque no entiendo porque tendría que dejarme ropa de ella. Y mucho menos sin que ella misma lo sepa. Eso sería de muy mal gusto por las dos partes. Y esto puede sonar un poco estúpido y tóxico por mi parte, pero saber que el conjunto podría ser de Valeria me produce una extraña sensación de incomodidad.
Luna y yo nos marchamos un momento después. Nos subimos en su coche negro, que hace unas pocas semanas era de su hermano y después de traspasar el centro de la ciudad, llegar cerca de las afueras y atravesar un gran y concurrido túnel, llegamos al gran edificio donde Zack vive con Valeria. Una vez que subimos en el ascensor hasta el ático, nos encontramos con una enorme terraza decorada con mesas y sillas, sombrillas modernas, luces decorativas, plantas colgando, candelabros con velas (que justo ahora por ser de día se encuentran apagadas) y hamacas con cojines redondos. La terraza tiene unas vistas increíbles de la ciudad y al fondo se encuentra una puerta negra de la que proviene el sonido del piano.
Cuando Luna y yo nos encontramos delante de la puerta, escuchamos un ladrido y mi corazón se encoge de ternura al pensar que voy a ver a Electra; la perrita de Zack, a la cual he visto tantas veces tanto en sus redes sociales como en las de Luna.
—Ahí está mi pequeña —dice ella sonriendo y luego toca a la puerta repetidas veces. Cuando lo hace, el piano deja de sonar.
Zack abre la puerta y puedo ver lo cansado que parece. Él lleva una camiseta roja algo desgastada y un pantalón de pijama de cuadros del mismo color. Su pelo está despeinado y tiene sutiles ojeras bajo sus azules ojos.
—Hey —dice Luna—. Sigues hecho un desastre —le reprocha—. Te dije que te arreglaras.
Pero él no le hace ni el más mínimo caso.
—Hola, Eve —me saluda y mi corazón se acelera. Solo hace una semana que no le veo y he estado echando tanto de menos sus brillantes ojos y su bonita sonrisa...
—Hola, ¿cómo te encuentras?
—¡Se encuentra hecho un asco! —exclama Luna—. ¿Te has duchado? También te dije que te ducharas. —Le señala de forma acusatoria con su dedo índice.
—Tranquila, Luna. Justo acabo de salir de la ducha hace un momento.
Ella parece pensar y le mira con ojos entrecerrados.
—Te creo porque te has cambiado el pijama. —Se cruza de brazos—. Y porque te brilla el pelo al sol.
Yo me río por su actitud, pero a Zack parece darle igual.
—¿Queréis pasar o preferís quedaros ahí? —bromea, echándose hacia un lado para dejarnos paso.
—Yo tengo que irme —dice Luna—, pero te dejo bien acompañado, hermano. —Le guiña un ojo de forma sutil y finaliza diciendo—: Intenta no fastidiarla.
Zack niega con la cabeza y Luna desaparece de nuestra vista en dirección al ascensor. Luego me mira, vuelve ha moverse hacia un lado y me hace un gesto con su mano para que entre.
—Gracias —le digo con una sonrisa—. ¿Estabas tocando el piano?
Veo como Electra se acerca y comienza a olisquearme, y yo, emocionada, me agacho para acariciarla. Ella se tumba boca abajo para que le toque la barriguita y yo comienzo a reír.
—Le encanta que la acaricien por todas partes, así que siento decirte que ya no te la podrás quitar de encima con facilidad —dice Zack en una risa—. Y respondiendo a tu pregunta... sí, estaba... intentando componer algo.
—¡Oh! —exclamo—. ¿Estabas componiendo una canción?
—Intentándolo. No es... ninguna de las que te enseñé el otro día. Esas las estoy terminando de rematar con Zeta y Michelle y ya hemos intentado grabar alguna en el estudio.
—Entonces ¿estás escribiendo algo nuevo?
—Sí. Anoche... anoche se me vino algo a la cabeza y estoy intentando darle forma.
—Y... ¿puedo ver cómo lo llevas?
—Claro. Adelante. —El me hace un gesto para que le siga hasta el interior de la casa y cuando aparto mi vista de él y Electra, me doy cuenta de que es muy moderna, bonita y tiene un estilo muy parecido a la casa de la colina.
—Iba a traerte el conjunto rosa de Valeria —le digo—, pero no quería arrugarlo y he pensado que es mejor que vayas tú a buscarlo cuando puedas.
—El conjunto... —susurra y se ríe—. El conjunto no es de Valeria.
—¿Qué? Pero si Luna me ha dicho que no es suyo...
—El conjunto lo compré yo... para que pudieras acompañarme a la fiesta. Es tuyo, Eve.
Yo le miro, completamente sorprendida y con mi corazón dando tumbos.
—¿Pero por qué?
Él se encoge de hombros.
—¿Y por qué me dijiste que era de tu hermana?
—Fue lo primero que se me ocurrió para que no lo rechazaras.
Yo me quedo parada, completamente alucinada y él se adentra en la casa, dándome a entender que le siga. Entra en una habitación donde tiene bastantes instrumentos de música al rededor y se sienta frente a un piano que en principio me parece de color negro, pero cuando la luz del sol que entra por la ventana se refleja en él, puedo ver como su color cambia a una especie de morado precioso y brillante.
—Como te he dicho, esta canción comencé a escribirla justo anoche. Ahora solo estoy probando algunas notas sobre el piano, pero mi idea es que sea bastante más cañera.
Me hace una señal para que me siente a su lado junto al piano y eso hago.
—¿Y sabes ya como se va a llamar?
Él suelta una carcajada.
—Eso parece lo más fácil, ¿verdad?
—Bueno... sé que no lo es, pero supongo que depende de como de avanzada sea tu idea sobre esta canción.
—Mi idea sobre la canción, como de todas las demás, es ponerle un nombre cuando ya está finiquitada y aún así, a veces nos cuesta mucho encontrarle a las canciones el nombre perfecto.
—Pero siempre encontráis el nombre perfecto.
—Eso quiero creer —dice sonriendo.
Zack comienza a tocar el piano y yo siento como mis oídos se llenan de felicidad.
—Este sería el comienzo... —Zack sigue tocando el piano y con voz dulce y melodiosa, empieza a cantar...
»Go on, go on.
»Tell me why, tell me why don't you feel alright.
»If I'm here, I'm here like you always dream.
»If you heart and my heart are together finally...
Zack da una nota más fuerte, luego suspira y me mira.
—Y... hasta ahí.
—Suena genial... —digo en un susurro.
Y no sé porque pero mi corazón va a mil y no soy capaz de controlarlo.
«Venga, venga. Dime por qué, dime por qué no te sientes bien. Si estoy aquí, estoy aquí como siempre soñaste. Si tu corazón y mi corazón están juntos finalmente».
—Gracias. —Sonríe y vuelve a colocar sus dedos sobre el piano—. ¿Crees que podrías ayudarme a continuarla? —pregunta, sorprendiéndome.
—¿Yo? —digo, señalándome a mí misma.
—Sí —contesta en una risa.
—Bueno... supongo que puedo intentarlo. Yo nunca he escrito una canción pero me gusta escribir poesía.
—¿Escribes poemas? —pregunta él, mirándome con fascinación. Yo asiento—. Bien, porque esto es muy parecido.
—¿En serio?
Zack comienza a tocar de nuevo el piano.
—Completamente. —Él me mira—. ¿Crees que tienes suficiente imaginación e inspiración? —Yo asiento con mi cabeza y él sonríe—. Entonces eres la indicada.
La melodía del piano resuena por toda la casa y Zack comienza a cantar otra vez.
—Go on, go on... —Me indica con la vista que cante con él y riendo nerviosa, comienzo a cantar tímidamente junto a él.
—Tell me why, tell me why don't you feel alright...
Zack no aparta sus dedos del piano ni su mirada de la mía.
—If I'm here, I'm here like you always dream...
Zack y yo cantamos juntos el comienzo de la canción sin acabar, hasta que conseguimos la suficiente inspiración para continuar con la letra.
—En relación a la última frase —digo yo— se me ocurre algo que puede ser parecido, pero...
—Nada de peros —me corta él—. Todo lo que vayas a decir puede ser valido en este momento. Tú no te cortes. Cuéntame todo lo que se te venga a la cabecita.
—Está bien —digo, riendo—. Se me ha ocurrido una frase que dice... «¿Quema tan intensamente por mi el latido de tu corazón?»
Zack se queda mirándome sin decir nada, parece como si estuviera pensando y yo trago nerviosa. ¿Será que no le ha gustado o terminado de convencer?
—Me gusta... —dice en un susurro—. Es perfecto.
Yo le miro, sorprendida.
—¿Es en serio?
—Sí... —Vuelve a susurrar con las manos de nuevo sobre el piano—. Puede ser una frase perfecta para colocar en el estribillo... —Él rueda los ojos y suspira—. Pero todavía no tenemos estribillo.
—Estoy segura de que con la ayuda de Zeta, Luna y Michelle acabareis haciendo el mejor estribillo.
—Pues no sé porque... pero yo tengo la sensación de que está canción, precisamente, me va a ser bastante difícil de terminar...
—¿Y eso por qué?
Él se encoge de hombros.
—Llámalo intuición.
Y la intuición nunca falla...
—Zack —le llamo y él deja de tocar el piano y me mira—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Adelante.
—Esta canción... ¿La has empezado a escribir pensando en Valeria?
No sé a qué ha venido la pregunta, ni si soy tan masoquista como para realmente querer saber la respuesta, pero una sensación de necesidad estaba obligándome a despejar esa duda.
Zack se ríe y me contesta con otra pregunta.
—¿Tú en quién piensas cuando escribes poemas?
«En Adam...» —me respondo a mí misma—. «Aunque no siempre es así. Muchas otras veces mis pensamientos suelen llevarme hacia lo platónico. Y ahí es donde se encuentra Zack».
—Es una respuesta complicada —digo finalmente, riendo nerviosa.
Zack se ríe y mi corazón se acelera de nuevo.
—Estoy completamente de acuerdo.
Me he quedado sin respuesta y eso es obvio. Siempre es obvio con él que nunca contesta a mis preguntas. Ya debería haberme acostumbrado.
Un rato después decido que es momento de marcharme. Es hora de cenar y quién sabe, tal vez tenga suerte y Kelly me esté esperando en el hotel para bajar a cenar.
—¿Estás segura de que no quieres quedarte? Tengo entendido que Kelly no se separa de Zeta... ni él de ella —dice riendo.
—Sí, eso creo. Pero me muero de hambre y... Valeria debe de estar al llegar y no quiero que se sienta incómoda con una desconocida invadiendo su casa.
—No te preocupes por eso. Ella lleva toda la tarde en casa de uno de sus compañeros de teatro y probablemente también se quede a cenar allí junto a todos los demás.
—Aún así, no quiero molestarte más —bromeo y él se ríe.
—No me molestas, Eve.
Yo tuerzo los labios, pensativa.
—Esta bien... me quedaré solo si me cuentas todo lo que sepas sobre Kelly y Zeta.
Él alza una ceja.
—¿Es que no sabes nada sobre eso?
—Nada —confieso en un suspiro—. Kelly quiere ser discreta esta vez.
Él me mira, entrecerrando los ojos y con una sonrisa ladeada. Ese gesto en su mirada y sonrisa vuelven locas todas mis emociones y siento que me derrito como si fuera un helado en el pleno sol de verano.
—Trato hecho —dice extendiendo su mano y yo la tomo, asintiendo.
Zack y yo cenamos mientras él me cuenta suposiciones sobre lo que sea que tienen nuestros mejores amigos. Y digo «suposiciones» porque, al parecer, Zeta a él tampoco le ha contado mucho más y todos tenemos las mismas teorías sobre ellos.
La noche pasa demasiado rápido y aunque Zack para traerme de vuelta al hotel, al final acabamos dando una vuelta en su coche a través de la ciudad para que así él pueda despejarse. El aire fresco le sienta bien y parece mucho más despejado de lo que estaba por la tarde.
Luego vamos a tomar un helado y le siento mucho más relajado y destensado.
Después de una semana sin verle, me doy cuenta de porque le había echado tanto de menos. Y no es solo porque me guste, porque me gusta muchísimo y eso salta a la vista, pero además de eso, con él siempre todo es improvisado, increíble y mágico.
Con él siento que vivo en un sueño. En mi propio sueño. Y aunque a día de hoy sé que es imposible, desearía que este sueño con él nunca se acabe.
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