Apenas eran alrededor de las 8:00 de la mañana, el clima de la ciudad era algo "deprimente"; casi todo el día el cielo estaba gris, aunque suponían que era por la época del año ya que aún se sentía algo de frío.

El capitán tomaba su café estando en el comedor, se notaba con una mirada cansada y con sueño llevando aun su pijama que eran unos bóxers y una camisa blanca. Al poco rato bajo su pareja dirigiendose con el abrazándolo por atrás mostrándose igual aún con sueño.

– Buenos días mi limoncito. — dijo Tim acorrucandose en su espalda —.

– Hola... ¿Es necesario llamarme "limoncito"?. — preguntó medio dormido dándole un trago a su café —.

– Si, por qué es mi limón amargado pero que amo. Además allá no le podía decir así, le daba pena.

– Yo te llamo "solecito", creo que puede haber un apodo más lindo, sabes?.

– ¿Entonces como quiere que lo llame? Puedo llamarlo "amor", "cariño", "honey", "bombón". ¿Cuál le gusta más?. — levantó su cabeza de su espalda dirigiendose a el sin dejar de abrazarlo —.

– Prefiero que me digas "cariño" solamente.

– ¡Oh ya se! — se acercó a su oído hablándole con un tono suave y coqueto a la vez — ¿Y si lo llamo... Papi?.

— al escucharlo y la manera como lo dijo, se enchino su piel poniéndose todo rojo de la vergüenza —.

– ¿Te gusta papi?. — pregunto con tono provocador —.

– N-no... ¿P-puede ser otro?. — dijo todo rojo y avergonzado —.

– ¿Fortachón? Y le queda perfectamente ese apodo. — dijo con tono juguetón colocando sus manos en el pecho de su capitán —.

– S-sabes... Prefiero "limoncito".

– Je je lo sabía. Ese es mi limoncito, todo amargadito pero lindo. — se volvió acorrucar en el, hundiendo su cabeza en su espalda —.