Parecía que ya todo estaba bien, por fin la guerra había acabado y podían ya tener una vida normal después de todo. Decidieron vivir lejos de aquella isla, tomaron un barco, trenes, entre tantos vehículos para llegar a lo que sería su nuevo hogar. 

Ambos decidieron vivir en una gran ciudad, todo era totalmente nuevo para ellos, caminaban por las calles de aquel lugar y admiraban todo, la gente del lugar solo los veía ya que además de verse estos asombrados por la belleza del lugar en ningún momento se soltaban de la mano. Tim parecía literalmente un niño pequeño, solo le señalaba todo a su capitán: los anuncios, los grandes edificios, entre todas las cosas del lugar.

Llevaban su equipaje en todo momento cargandolo, después de viajar por días y caminar por horas en el lugar llegaron a lo que sería su nueva casa; era una linda casa de dos pisos, era de esas típicas casas que se veían en las películas donde todas se encontraban juntas y a simple vista se notaba algo pequeña. El lugar ya tenía muebles pero solo los básicos: una pequeña sala, comedor, recámara y uno que otro más. Esa casa ya la habían comprado desde que saliendo de la isla, apenas salieron de ahí se quedaban en moteles y buscaban por internet un hogar encontrándose esa pequeña casita.

Apenas llegaron empezaron a sacar todas sus cosas de las maletas que llevaban, el capitán aún tenía su brazo vendado pero no le impedía acomodar todo. En cuando a Tim el se estaba paseando por toda la casa admirandola.

– ¡Señor! ¿Ya vio todo esto?. — grito desde el segundo piso Tim escuchandose solo que estaba de un lado a otro —.

– No cariño, no he tenido tiempo ya que estoy desempacando todo. Y creo que también deberías ayudarme. — mencionó el capitán desde abajo en la sala sacando la ropa de las maletas dejándola en el sillón —.

— bajo las escaleras lo más rápido dirigiendose con el rápidamente notandose una gran emoción en sus ojos — ¡Es increíble aquí! ¡Nuestro cuarto tiene vista a la calle y se ve hermoso!.

– Me alegra que te guste la idea de vivir aquí, pero me encantaría que me ayudarás. ¿Por qué no llevas esas dos maletas a nuestro cuarto?.

– ¡Venga!. — tomo su mano llevandoselo al segundo piso corriendo las escaleras a duras penas alcanzandolo el capitán, para llevarlo a su habitación soltandolo apenas entró —.

La habitación donde lo había llevado era algo pequeña, en esta se encontraba una cama donde cabían perfectamente dos personas, con uno que otro mueble como burros en cada lado de la cama, un pequeño clóset y un tocador que tenía un espejo.

– Pensaba poner luego unos cuadros por ahí, pintar las paredes o ponerles un tapiz muy bonito como...¡Rosa!. También ponerle a la cama un cobertor más lindo, que opina?. — dijo señalando las paredes para luego voltear a ver a su pareja —.

– Te dejo poner lo que quieras, mientras no quede el lugar todo como cuarto de princesa.

– Claro que no, todo rosa no se vería tan lindo, debo obvio de contrastar. Tengo sentido de la moda, capitán.

– Ya veo. — contesto un tanto cansado para luego sentarse en la cama dando un suspiro mostrándose agotado —.

— viéndolo con preocupación se sentó al lado de el sin quitarle la mirada de encima — ¿Sucede algo?.

– Nada, solo estoy un poco cansado, además... Me alivia por fin estar así...

El capitán, tenía su mirada perdida en el techo mientras solo era visto por su pareja, que al poco rato este se acostó al lado suyo tomó su mano entrelazandola, con esta pequeña acción volteo a verlo, teniendo Tim aun su mirada aún al techo.

– Por fin lo logramos... — comento Tim aún con su mirada hacia arriba —.

– Si...  — también entrelazó su mano volviendo a ver el techo — Finalmente... También ya somos... Una pareja de casados.

– Je je si, aún no puedo creer que me lo propuso en el barco.

– No encontraba otro mejor momento, aparte no quería que se me olvidará.

Siguieron platicando y bromeando con el otro, al rato continuaron de acomodar todas sus cosas en el lugar no tardó gran tiempo. No tardaron mucho y fueron ya al caer la noche a su cuarto a descansar y disfrutar por fin de todo.