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Gon estaba desesperado, no, desquiciado. Nunca se había sentido tan frustrado en su vida como ahora.

Todas sus insinuaciones hacia Killua para acostarse con él eran ignoradas. No temía en decir que era un urgido pero realmente le gustaba mucho y nunca había sentido algo así antes.

Que lo rechazara era lo extraño y más cuando claramente sentía la excitación del otro le llevó a hablar con Kurapika y desahogarse como un niño pequeño.

—¡Es que no lo entiendo! Algo debo estar haciendo mal... —se sujetó las orejas de conejo entre sus manos, a punto de arrancarlas de su cabeza.

A lo mejor no se lo ha dicho... Es lo más probable. Pensaba el rubio observando a su mejor amigo, cruzado de brazos y buscando la manera de calmarlo.

—¿Por qué no simplemente le preguntas?

Parecía una solución simple y eficaz. Pero era como estar hablando con una pared.

—¡Lo tengo! ¡Usar la ropa de tu pareja siempre ayuda con la seducción!

Las orejas de can se bajaron con decepción. No pudo evitar suspirar y taparse el rostro con una mano para no golpearse.

Realmente no había manera de hacerlo reaccionar, a lo mejor su celo estaba cerca y eso le nublaba la mente. Normalmente los conejos tenían sus ciclos bastante seguidos y era algo que todo el mundo sabía.

Y cómo actuaba el moreno con clara hiperactividad parecía estar en lo cierto. Después de tanto tiempo, él estuvo a su lado en esos momentos y para no decir que eran vergonzosos, le parecía tierno lo meloso que se podía volver.

Lo dejó ser y volvieron a tocar otros temas hasta que se hizo tarde y se despidieron.

Killua no regresaba a casa todavía. Estaba a punto de hacer un viaje de negocios y eso le pareció perfecto a Gon.

Pudo pasearse por el apartamento hasta la habitación que compartían, aunque muy pocas veces habían dormido juntos.

Buscó en el closet la ropa que normalmente usaba el albino para dormir y se encontraba limpia. Escogió una camisa larga y se fue al baño.

Estuvo a punto de caerse al momento de salir de la bañera cuando escuchó el sonido reconocible de la puerta abrirse y se apresuró en terminar, sus orejas y cola se mantenían bastante húmedas por el apuro pero no le importó.

—¡Killua! —el más alto estaba en la cocina dejando unas bolsas, lo abrazó por la espalda.

—Dame un momento... —escuchó pensando que le estaba hablando a él, pero notó que mantenía el celular en su oreja. —Hola, cariño.

Gon por un momento se asustó, ya que hubo un silencio tras su saludo.

—Te llamaré después. —el sonido sordo del aparato siendo dejado en la mesa hizo que moviera las orejas y de un momento a otro fue alzado por la cintura para ser colocado contra la encimera.

Claramente no se lo esperaba y su reacción fue chillar cuando su espalda estaba recostada en la fría superficie. Sus grandes ojos avellana miraron con sorpresa al que estaba encima suyo entre sus piernas y juró emocionarse simplemente con la mirada depredadora de los ojos azules.

—Hueles diferente hoy... —no pudo evitar sentir cosquillas cuando el albino pegó su nariz a su cuello y se retorció por completo sintiendo las mejillas dolerle por la vergüenza.

—E-eh... bueno, es que acabo de tomar un baño... —dijo inocentemente, Killua lo miró completamente serio a la cara y después se rió.

—No me refiero a eso, debes estar en tu ciclo de celo.

Abrió su boca con incredulidad, estaba tan enfocado de tener relaciones con Killua que se había olvidado por completo de eso.

Antes de poder decir algo, los dientes filosos trazaron líneas en su piel antes de morder de manera superficial. Siempre se sorprendía de cómo era capaz de manejar su fuerza para no lastimarlo.

Aquella sensación no era desagradable, su punto sensible del cuello siempre le provocaba escalofríos y una sensación placentera por todo su cuerpo.

—¡Ah! —se retorció cuando dejaron marcas por varias partes y Killua bajó hasta sus piernas para separarlas.

Inmediatamente buscó cerrarlas por la vergüenza, siendo la primera vez que lo tiene tan cerca de su intimidad y claramente estaba mojado. Siempre la lubricación natural le había resultado algo raro, pero su cuerpo simplemente se lubricaba más al sentir el aliento en sus muslos haciéndolo jadear.

En cuestión de un movimiento le retiró la ropa interior observando su miembro despierto y la entrada llena de esa sustancia natural.

Gon abrió los ojos con impresión cuando el albino abrió la boca mostrando su lengua bífida y larga, nunca la había visto pero sí sentido contra su piel y en el momento que se besaban.

Este se acercó sin pensarlo dos veces a su entrada para estimularla, lamiendo la superficie y saboreando para forzarse dentro. Un fuerte gemido salió del mayor para arquear la espalda cuando la lengua llegó a su punto más sensible y tuvo que retorcerse por la sensación.

Simplemente persistió en la acción, entrando y saliendo mientras el moreno buscaba aferrarse a algo por las sensaciones tan placenteras que lo llegaban a enloquecer. Estaba tocando sus puntos sensibles mientras la movía en diferentes ángulos probando sus fluidos que salían más por la estimulación.

Cuando su vista se nubló por la sensación, el orgasmo terminó de acumularse y salir sin oportunidad de avisar mientras gritaba a medias al morderse el labio y curvar la espalda. Sujetó el cabello blanco con fuerza mientras temblaba y sufría una sobreestimulación.

—Ki-Kill... —dijo sin aliento al sentir como se retiraba, con la mandíbula cansada y fluidos en su mentón.

Su cuerpo no dejaba de temblar y las piernas las sentía débiles por la posición que estaban. Killua pasó su antebrazo por su rostro para limpiarse.

—Sabes muy bien. —Gon se rió de la pena y estiró los brazos para que se acercara.

—Ah, um... Si quieres podemos seguir en el cuarto...

Los ojos azules le miraron en silencio, le dejó un beso en la frente. Estando tan cerca podía sentir la erección de Killua entre sus piernas.

—Quizás mañana, cariño. Tengo cosas que hacer.

El conejo se sintió desconcertado pero se dejó cargar hasta la habitación.


Corto pero picantozo. Saben que me gusta hacer a Gon como un urgido JAJA

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