{1}
Gon tenía mucha hiperactividad desde pequeño. Parte de su naturaleza significaba que normalmente, por ser parte de una especie débil, se mostraban frágiles, y sin capacidades de sobrevivir ante los depredadores que poseían una gran ventaja.
Pero desde siempre mostraba una gran fortaleza física al prepararse siempre a recorrer grandes distancias. Aunque era objeto de burlas en ocasiones por su estatura pequeña, sin contar sus adorables orejas oscuras y la linda bolita de algodón que se asomaba en medio de su proporcionada retaguardia.
Todo lo que describía al moreno resultaba sumamente adorable. Apachurrable, señal de subestimar solo por su apariencia inofensiva.
Aunque muchos estuvieron equivocados. Siempre pudo meterse en peleas por ciertas injusticias de discriminación hacia otros híbridos.
Resultó en una de esas con un ojo morado y el regaño de su vida por tía Mito, aun asi nunca se arrepentiría de eso.
Tampoco de las veces que curioso, ciertas personas buscaron aprovecharse de él. Mintiendo, diciendo que le mostrarían algo afuera o que irían a una fiesta y lo estaban invitando.
Por suerte, se hizo amigo de Kurapika. Un chico que era mestizo de un chihuahua. Le partió la cara a más de uno y aunque resultaba bastante desconfiado, a veces dejaba que Gon tuviera su círculo social.
Con su supervisión, claro. No le iba impedir relacionarse con los demás.
—Gon, debes dejar de confiar en cualquiera. Muchos solo tienen dobles intenciones contigo por ser de una especie débil por naturaleza, ¿entiendes?
—¡Kurapika, tu siempre estás conmigo para protegerme! Por eso no tengo que temer a que pase algo.
Se quería golpear su propia cara por el comentario. Cuando al Freecss se le metía algo en la cabeza no había forma ni manera de hacerlo cambiar de opinión.
Aunque las preocupaciones del sabueso no duraron mucho. En una de sus matutinas reuniones, conoció al que fue excepción de sus malas experiencias (junto a Leorio, claro)
Gon conoció a un espécimen raro en todo el sentido. Un joven mitad serpiente bastante callado y reservado, que automáticamente llamó la atención del moreno.
Hablaron durante horas, o al menos… El mayor llevaba gran parte de los temas a conversar.
Kurapika observaba la situación divertido en la mesa de al frente. Notando los rasgos filosos y aspecto reptil del albino que asentía con la cabeza o tomaba de su trago de vez en cuando sin apartarle la mirada al pequeño al lado suyo.
—Entonces Kurapika y yo nos enfrentamos a unos busca problemas que parecían una banda de rock… aunque nunca entendí porque… tal vez porque tenían el cabello de colores llamativos. —el puchero y mirada pensativa del conejo permaneció hasta continuar con el relato.
De un momento a otro los perdió de vista. El bar se llenó de gente como si llegara hora pico en el transporte público.
Se frustró al no poder siquiera ver un mechón del cabello revoltoso de su mejor amigo y en cuestión de segundos ya no estaban.
El rubio estaba que se arrancaba los cabellos de su cabeza. Ni siquiera sus oídos desarrollados pudieron deducir a donde se fueron, hubo demasiado ruido de repente y eso le aturdió.
Nervioso y con el corazón en la boca, escribió y por el desespero buscó llamar alado azabache tratando de no comerse las uñas en el proceso.
—Santa mierda. ¡Lo dejé solo con un maldito depredador, se lo va a comer vivo! ¡Carajo, no debí confiarme! —el tono de la llamada seguía sonando, pero nadie contestaba.
Sin opción, revisó por los alrededores. El baño, preguntó si alguien los había visto pero nada obtuvo resultado.
Con el cerebro creando escenarios peores que el anterior por que sus temores se hicieran realidad, salió afuera agitado.
Volvió a llamar pero esta vez escuchó el sonido de un celular sonar muy cerca de su posición, y sin dudarlo agudizó sus sentidos para llegar a donde estaba.
—¡Kurapika! —paró en seco, viendo al mismo chico que acompañaba a Gon al lado suyo. Pero el rostro fruncido del moreno le preocupó.
—¡¿Dónde estabas?! ¡Te estaba llamando!
—Per-perdón, Kurapika… Me sentía mareado porque la bebida que me cayó mal y… —era vergonzoso, pero habían salido afuera debido a las náuseas que le provocó.
Gon nunca se acostumbró a beber. Y normalmente cuando tomaba más de lo usual no lo procesaba de la mejor manera.
Kurapika olía el aire. Buscando algún olor extraño que contradijera lo que su amigo decía, pero solamente captaba el olor a basura. Además del alcohol emanando de Gon en baja medida y al pálido que estaba al lado suyo.
Si tuviera intenciones maliciosas se hubiera dado cuenta al instante.
Apenado, observó con algo de culpa el rostro algo serio del albino que veía al moreno con preocupación.
Los ojos azules le regresaron la mirada como sí intuyera su desconfianza.
—Deberías tomar agua y regresar con él. Es algo tarde y debería irme a casa. —su voz tranquila apenas se escuchaba en el callejón en medio de la noche. Buscó ayudar a Gon que se irguió por tener una postura encorvada por el estado de su cuerpo.
—¡Pero…! ¡Aún no te contaba cuando fui al veterinario con Kurapika y entonces…!
—¡Gon, no cuentes eso! —le tapó la boca. Mal error. El hedor de lo que devolvió le pegó en la nariz. —Será mejor que vayas al baño…
Se lavaría la mano también. Aunque no le daba asco por tratarse de su amigo y él cuando se emborrachaba era peor.
El conejo se despidió con balbuceos y perdiendo el equilibrio en su caminata, a cambio del rubio que no tenía cara para verle después de desconfiar así.
Después de esa ocasión, se volvieron a ver los tres nuevamente. Aunque el Kurta evitaba quedarse tanto tiempo con ellos, por respetar su tiempo a solas y porque poco a poco fue cuestión de tiempo para darse cuenta de algo que pasó al menos una vez por mente.
A Gon le empezaba a gustar el reptil.
De una manera tierna y envidiable, las orejas de conejo se bajaban por completo cuando estaban juntos. También su colita se movía cuando se encontraban después de días y la sonrisa grande en su rostro además de su lenguaje corporal delataba nervios por la presencia del de sangre fría.
Su hiperactividad aumentaban cuando hablaba de Killua. Cosa que por fin pudo conocer su nombre después de tantos relatos sobre el chico.
—Killua me compró un perfume caro que vimos una vez en un centro comercial… aunque le dije que no era necesario, me lo terminó dando cuando salimos la otra vez y me dijo que no tenía permitido devolverlo…
Los regalos también se hicieron presentes. Cosa que dejaba los ojos grises de Kurapika como platos al ver el precio de casualidad de uno de los tantos obsequios que veía en sus salidas matutinas.
Aunque Gon insistía que no le gustaba que le dieran regalos tan costosos, su felicidad se notaba a kilómetros usando su ropa acorde con sus gustos y la modelada en su cuarto frente al espejo.
Hasta que lo que tanto esperó pasó:
—Me invitó a salir de manera formal. Aunque lo acepté igual, pensaba que ya lo hacíamos desde que nos conocimos… —rascaba su mejilla regordeta. Ilusionado por contarle a su cómplice lo que acontecía.
—Espero que uses condones. Porque puede que lo haya aprobado pero cuídate. Es primordial.
—¡N-no vamos a hacer esas cosas! —tomó sus orejas para taparse el rostro con ellas. —Apenas y lo he tocado, es raro pero cuando vamos a llegar a eso se detiene. Creo que no quiere hacerlo…
Los balanceos desanimados de Gon le hicieron fruncir las cejas.
—Oye, eso no tiene nada de malo. A lo mejor no está listo, o puede que sienta que te está forzando. Son muy diferentes y… Honradas tortillas de queso. Es mucho más alto que tú y las proporciones son…
—¡Ya lo sé, es raro hablar contigo de esto! ¡Es como si fueras mi mamá y es vergonzoso!
No tuvo otra opción que reírse de la situación y del sonrojado rostro del moreno. Nunca lo vio tan nervioso con ningún otro de sus pretendientes.
—Yo siendo tú me prepararía muy bien. —insinúa pero se aleja al recibir los cuestionamientos de su amigo. Mejor no le diría nada hasta que lo viera por sí mismo.
Gon no siguió insistiendo. Se fue a alistar ya que faltaba poco para salir. Esta vez no iba a permitir que Killua pagará la cuenta solo. Iba a ser lo posible aunque no le iba a alcanzar para un lugar de lujo como lo llevaba a él.
A veces le preocupaba que gastará demasiado en complacerlo.
Se encontraron en una plaza y no podía evitar sentirse nervioso por verlo. Sus manos transpiraban.
Killua siempre quería buscarlo en su auto y eso le avergonzaba. Quería también dar de su parte en verse, que se viera su interés aunque eso significaba pasar por el metro y tratar con gente desagradable.
Porque aun muchos lo subestimaban por su parte animal.
Pensando, salió de su ensoñación cuando el olor peculiar del pálido lo reconoció entre la muchedumbre. Era leve pero el perfume que usaba resultaba irreconocible y lo guió hasta donde estaba.
Sus orejas se bajaron y su colita se movió de la emoción al verlo buscarlo con la mirada, usando una camisa negra abierta. Junto a un pantalón azul oscuro y unos zapatos deportivos blancos.
Gon babea por la hermosa vista pero sin dudarlo se abalanza hacia él. Sus brazos lo rodean tomándolo desprevenido.
—¡Gon! —el cabello negro es acariciado hacia atrás como si pudiera arreglarlo. La pequeña nariz se pega al más alto. —¿No esperaste mucho?
—Acabo de llegar… —miente un poco, llegó hasta antes de la hora por apurarse demasiado. Quería verlo.
Como era usual se tomaron de la mano. Inmediatamente recibieron miradas de desaprobación o de sorpresa por su cita, pero ambos lo ignoraron para charlar.
La temperatura helada de Killua no era incómoda para el conejo. Le gustaba calentarla con la suya, mientras el albino disfrutaba eso en silencio.
—Déjame llevarte a un sitio para comer.
—¿Estás seguro? —no se escuchaba muy convencido, no es que no le gustara la idea. No quería que Gon gastará de sus ingresos, sabía que apenas le alcanzaba para lo básico y por eso le daba regalos de lo que no podía disfrutar.
—¡Moo! ~ ¡Siempre me llevas a sitios exclusivos donde apenas y tengo ropa para eso! ¡Y me terminas comprando también lo que voy a usar!
Por eso, usaría la misma ropa todos los días. Pero Killua se encargó de cambiar eso.
Fueron a un sitio callejero bastante barato. Donde se sentaron en medio de la acera para comer.
Resultó muy diferente a lo que estaba habituado. Pero al ver las mejillas regordetas llenas de migajas de su acompañante siguió la corriente.
El chef hablando de su vida, de cómo empezó su emprendimiento y deseaba abrir su primer local hizo que el moreno se concentrará en escucharlo. Los clientes contando anécdotas y riendo por cosas pasadas, era un ambiente agradable y que nunca había experimentado.
No hubo comentarios sobre su relación. Solo risas y buenos deseos de que volvieran algún día.
Eso nunca pasaba en los sitios de lujo. Donde en su mayoría las personas miraban el estatus y el valor de lo que llevabas puesto.
Killua sonríe cuando ve a Gon suspirar por lo lleno que quedó. Tocando su panza abultada.
—Es la primera vez que veo cómo hacen la comida frente a los clientes. —le pareció divertido.
—¡Así es mejor! Puedes pedirle cualquier ingrediente o decir cual no.
El albino asiente tomando la pequeña mano en un apretón. Esas cosas que no experimentaba en su entorno y si con Gon las apreciaba muchísimo. Era como ver la vida de otra manera.
—Déjame al menos invitarte a comer el postre. No será nada costoso, lo juro.
Gon inflaba sus mejillas. Pero tampoco se iba a reusar.
De alguna forma disfrutaba también que invirtiera en su relación, de hacerlo sentir amado y atendido.
—Lo acepto si escojo el lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top