𝑭𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒊́𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒇𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂

Se vislumbró cuando era pequeño, en aquellos amplios jardines japoneses que tanto le gustaban visitar. Sintió el suave tacto de una mano sobre su rostro, la única mano que podía tocarlo sin pedir permiso.

Un ligero aroma inundó sus fosas nasales, suave, amoroso y delicado. La primera vez que lo olfateó fue en esos jardines en donde jugaba con su madre y recogía las flores que conformaban esa fragancia.

Infinite era alguien que tenía un gusto muy peculiar por las flores. Las adoraba como nadie más, pero para su mala suerte no tenía una buena mano para cultivarlas. Dentro de sus recuerdos, rememoró a su madre, ella usaba fragancias de ese tipo, de las flores que le gustaban.

Y cuando era pequeño su fantasía era siempre olfatear su cabello para hacerle saber que estaba siento protegido y cuidado por alguien que le amaba.

[…]

Abrió con pesadez sus ojos, y se topó con el techo de su nuevo hogar. Habían pasado tres meses desde que se casó. Infinite parpadeo hasta aclarar su visión, soltó un bostezo mientras con una de sus manos restregó sus ojos.

Sus fosas nasales se llenaron de un delicado aroma a dulce, tan dulce como el que una vez pudo oler en el cabello de su madre. Infinite sonrió enternecido cuando sintió el peso del ser que más amaba sobre su pecho.

Aquel erizo azul se encontraba profundamente dormido mientras lo abrazaba. Su respiración era tan sublime y tan rítmica que Infinite no quiso despertarlo para apreciar su descansar.

Sonic poseía ese aroma que le gustaba, tan delicado y sutil, desde que comenzó a salir le atrajo su loción. Muchas veces le preguntó que usaba y Sonic no le respondía o evadía la cuestión.

No fue hasta después de su boda que se enteró de que su amado esposo utilizaba jabones orientales pues tenía problemas para mantener controladas sus púas y es que una mañana que se despertó muy temprano vio las plumas de Sonic rebeldes.

Claro que Sonic se sintió fatal cuando Infinite se enteró de su problema, pero el chacal se ofreció a ayudarlo.

Infinite sonríe de tan solo imaginar todo el tiempo que tuvo que pasar para poder tener a Sonic de esa manera y lo afortunado que era de poder despertar todos los días a su lado.

Sin que Sonic lo supiera, cumplía una de sus fantasías de la infancia.

Olfatear el cabello de la persona en la que más confiaba.

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