4. Curar heridas - ItaFushi

No llores

''Desde que admire tu rostro por primera vez, fue como que, si el Dios que me tenía abandonado, se me acercara por primera y única vez, diciéndome al oído que tú has sido creado para estar a mi lado''

-- Neh Fushiguro, ¿Estas molesto? -- tararea esa risueña voz mientras el contrario le limpia las heridas en el rostro.

-- Cállate... no... me dejas concentrarme -- murmura, remojando el algodón en alcohol.

Sonriendo mientras el contrario estaba curándolo, disfruto de ese dulce gesto, anteponiéndose al ligero ardor de las heridas que aún estaban algo frescas.

Brazos, espalda, manos, rostro, había varias heridas que debían sanarse lo más rápido posible antes de que se infectara.

Pero no parecía importarle el hecho de que esas heridas podrían quedar marcadas de por vida en su piel y mucho menos parecía importarle que se infectaran, ya que su brillante mirada solo estaba centrada en ese hermoso chico de cabello negro.

-- Fushiguro...

-- ¿Qué pasa ahora?

-- Me gusta verte...

Soltó un pequeño quejido de dolor cuando sintió que el chico presionaba de más el algodón en su herida abierta.

-- No digas cosas tan vergonzosas -- riñe, bajando la cabeza para que no note sus pómulos tintados de cereza.

La vista fue magnifica, sus propias mejillas se tiñeron al ver lo hermoso que se veía Fushiguro avergonzado.

Era una imagen que quería ver una y otra vez durante toda su vida, pero a la vez es algo que quiere resguardar para sí mismo, la idea de que alguien más viera esa carita sonrojada... lo vuelve loco.

''Cuando vine al mundo la moneda cayo en el lado de la locura, nací para destacar en el mundo de la peor manera, pero eso no me impidió el volverme un desesperado enamorado que busca que aquel que ama solo lo miré a él''

Mientras el chico sigue limpiando, los recuerdos de cómo se conocieron llegan a su mente, recuerdos vividos, recuerdos que nunca se desvanecerían de su cabeza.

Recuerda como estaba oculto en un callejón, solo pasando el rato mientras miraba a la gente pasar.

-- Que aburrido...

Odiaba el aburrirse, le habían enseñado que el aburrimiento era el primer paso a la mediocridad, a lo mundano.

-- Tal vez golpee a la próxima persona que pase por aquí -- murmuro mientras sentía como su cabello se movía debido al viento invernal.

No tenía dudas, golpearía a la siguiente persona que pasara por ahí, o... pero claro, no conto con que su otra naranja seria el afortunado que recibiría un puñetazo de su parte.

Pero sorpresa, su alma gemela era de reflejos rápidos, esquivando con maestría su puño y dándole la cara.

Tan hermoso...

-- ¿Quién mierda eres? -- inquiere bastante molesto -- ¿Acaso eres un estúpido que le gusta golpear a las personas porque sí?

Es tan hermoso que lo único que recuerda en ese momento es que admiro esos ojos esmeraldas todo el tiempo que estuvo siendo insultado por ese chico.

-- Neh, neh, ¿Y si me dices tu nombre?

''Cuando llegué a este mundo mi madre me recibió con palabras de amor, creía que dios me bendijo con una familia que me ama, amigos confiables y un aparente futuro brillante, pero cuando te vi ese día, supe que en realidad todo este tiempo estuve condenado''

Recuerda que cuando vio a Itadori Yuuji por primera vez fue cuando este intento golpearlo en la cara, luego se presentó como si fuera un chico normal.

-- Este bastardo está mal de la cabeza.

Y el también lo estaba aquella ocasión que no indago más en el repentino puño ni él porque estaba solo en un callejón de mala muerte que apestaba a cigarro y alcohol.

Sin darse cuenta ya estaba enganchada a ese antiguo desconocido, esperándolo siempre en su habitación para curar sus heridas.

-- ¿Qué paso esta vez? -- se atreve a preguntar, viendo que las heridas estaban limpias.

-- Uhm~, los mismos de siempre, tuve que encargarme de ellos yo mismo.

-- ¿Por qué tú?

-- Porque no hay nadie más -- respondió con simpleza.

Un chico del que sabe todo y a la vez nada de su vida.

Sabe que vive solo, sabe que consigue dinero como puede, sabe que ese chico es obligado a pagar deudas que nunca pidió, pero hasta ahora se pregunta cómo ese chico sigue sonriendo como si nada.

Desde que tomo confianza a ese chico, este no dejo de aparecerse en su ventana cual gato sin hogar, esperando recibir algo de cariño de su parte.

-- Itadori... ¿Y si hablo con mis padres? Al menos por un tiempo, podrías estar aquí, sin tener que estar peleando todo el tiem-

-- Fushiguro.

La seriedad con la que lo llamo le dejo los pelos de punta, además de que su mirada le indicaba que no quería que se metiera.

Para Yuuji, era impensable que Fushiguro se involucrara en sus problemas, pensando que en algún momento saldría herida él o su familia por su culpa, debía ganarse a la familia de su chico y metiéndolos en problemas no era el camino.

-- Solo yo puedo revolver esto, así que por favor...

Hubo un pequeño movimiento en los labios pálidos del pelinegro, pero no logro entender lo que decía.

Vio como soltaba el algodón, como esas manos que se mancharon de su sangre se acercaban a él y lo abrazaban con cariño.

-- Eres un estúpido, me obligas a conocerte y ahora me dices que debo mantenerme alejado... ¿No te das cuenta que te estas contradiciendo mucho?

Su abrazo no fue correspondido, en su lugar el pelirosa veía sus propias manos, que estaban manchadas de sangre, sabiendo lo estúpido que era, pero aun así se negaba a dejarlo ir.

No cuando perdidamente enamorado de ese chico que nació para él.

-- Con que cures mis heridas es suficiente, no necesitas hacer más -- le juro -- además que no falta mucho, veras que dentro de poco vendré de nuevo a darte buenas noticias.

No le quedaba de otra que confiar.

-- ¿Lo prometes?

-- Lo juro -- murmuro -- quiero estar mucho tiempo contigo, pero primero debo volverme alguien digno de ti.

''El diablo amaba tanto al ángel que era capaz de renunciar a la oscuridad y someterse a la purificación solo para poder sostener esa mano perteneciente a su amado''

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