Feria

La feria con temática de terror estaba en pleno apogeo. Luces titilantes teñidas de rojo y naranja adornaban el horizonte, mientras el sonido de risas nerviosas y gritos repentinos llenaba el aire. Deathmask, con una sonrisa amplia y satisfecha, se pavoneaba por los pasillos, disfrutando de la atmósfera sombría. A su lado, Aioria caminaba con los brazos cruzados, el ceño ligeramente fruncido.

—Vamos, Aioria, no puedes decir que esto no es divertido —dijo Deathmask, dándole un suave empujón en el brazo.

Aioria suspiró, mirando a su alrededor. Había actores disfrazados de fantasmas y monstruos, saltando inesperadamente sobre los visitantes. Cada vez que alguien gritaba, Deathmask reía con gusto.

—Es… algo —murmuró Aioria, con la vista fija en un payaso con un hacha que se acercaba lentamente.

Deathmask, sin embargo, se acercó al actor, le dio una palmadita en el hombro y le susurró algo que hizo que el payaso saliera corriendo hacia otra dirección. Aioria lo miró de reojo, sin poder evitar sonreír. Era tan propio de Deathmask disfrutar del caos y aún así asegurarse de que Aioria estuviera cómodo, aunque jamás lo admitiría.

—Sabes, no tenías que venir si no querías —dijo Deathmask de repente, mientras se detenían frente a una casa embrujada.

Aioria lo miró. Deathmask se lo estaba diciendo en serio y él sabía que tenía la opción de negarse, pero había algo en la forma en que sus ojos brillaban, en la sonrisa suave que asomaba tras su habitual arrogancia, que Aioria simplemente era incapaz de decirle que no.

—No podía dejar que te divirtieras tanto sin mí —respondió finalmente, su voz llena de un sarcasmo afectuoso—. No sé cómo te puede gustar esto —hizo un mohín de disgusto, pero se daba cuenta que esos momentos compartidos, era de los pocos que Deathmask realmente parecía apreciar y eso era suficiente.

Deathmask rió, de esa manera escandalosa que siempre lo hacía parecer más despreocupado de lo que realmente era. Luego, sin previo aviso, tomó la mano de Aioria y lo arrastró hacia la casa embrujada.

—Vamos, el verdadero terror empieza aquí.

—Por favor —Aioria rodó los ojos—, Cáncer da más miedo que esto —Deathmask soltó una risa sincera.

—Tal vez —aceptó—, pero todavía le podemos dar una oportunidad.

Aioria soltó una risa sincera y lo siguió. Mientras sentía el calor de la mano de Deathmask contra la suya y sus dedos entrelazados supo que no importaba el sitio en el que estuvieran, ni cuanto lo detestara, si él estaba a su lado, no necesitaba más.

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