5. Coffee shop (Chusston)
Desde que leí el prompt, pensé en la OC Rosie de cutesycallie. Porque trabaja en una cafetería. Vayan a darle amor a su arte (si son del fandom seguramente ya lo hacen).
Ahora sí:
-*-*-*-*-
Lo había visto tantas veces, que podría recitarlo de memoria: dos personas que llaman la atención desde que cruzan la puerta, porque uno o ambos están hablando y riendo con el volumen que necesitarías en un anfiteatro.
Esta vez se trataba de una lechuza blanca y un pato café. Le pareció una combinación de plumajes adorable.
Era ella quien hacía ruído. Él trataba de imitar su volumen, sin éxito.
De manual...
—¿Qué vas a querer, Patito?
—Eh... eh...
Él la mira inseguro, ella sonríe traviesa.
—No tengas miedo, ya sé que los americanos destrozan el café. Puedes pedir alguna aberrazione como ponerle crema batida y jalea. No te juzgaré por eso.
El pato no pudo evitar reír... su risa era cristalina e infantil.
—¡No, no!— agitó las manos —¡Estamos aquí porque se supone que aquí sirven café en el verdadero estilo italiano. Tú podrás decirme si mienten.
—¡Adorable Patito! ¡Pidiendo mi experta opinión!— sonrió la chica. Yo sonreí también: el chico se estaba arriesgando demasiado. Y ella lo estaba apreciando.
Lo había visto tantas veces... él trataba de conquistarla. Ella fingía no darse cuenta.
Él sonríe nervioso, rascándose la nuca. —Espero que no me odies si mienten sobre el café.
—No será tu culpa, amiguito. ¡Te seguiré queriendo igual!
Auch. Ahí estaba: hacerse la difícil con la palabra "amigo". Y él siendo tan inocente que tras un segundo de que se le cayera el pico de decepción, volvió a esforzarse en sonreír y fingir que estaba tranquilo.
Ella desvía la mirada hacia los menús en la pared. Con cierta desaprobación ante las opciones del menú menos tradicionales.
Y pude verlo: esa mirada furtiva, lista para desaparecer en cuanto ella se gire hacia él; esa mirada de alguien enamorado contemplando el perfil del objeto de su deseo, preguntándose cuándo podrá, por fin, tomarla entre sus manos.
—¿Tú lo has probado, Patito? ¿Crees que es bueno?— La mirada se esfumó, él trató de recomponerse y sonreír.
—No, nunca había venido— explicó —. Es muy lejos de casa y del laboratorio, costaría más llegar que solo un café.
—Oh, Patito, sin duda hay cosas más importantes en qué usar tu dinero, pudimos ir a otro lugar más cercano— sonríe ella, conmovida por su esfuerzo.
—No te preocupes, que no pueda pagarlo diario no significa que no pueda pagarlo nunca. Además quería conocer el rumbo, dicen que hay un parque muy lindo por aquí– trata de minimizarlo agitando la mano en el aire —. Tu amigo debe darte el trato de dama que mereces, como todo un Cavalieri... ¿así se dice?
Ella lo mira con sorpresa, antes de soltar una de esas risas de puro gozo —Sí, aunque se escribe Cavaliere. ¡Mírate! ¡Todo un signore! ¡Pidiendo expressos y usando correctamente palabras en italiano!
Él sonríe, ilusionado. Pude ver sus manos debatiéndose en acercarse a las de ella.
Ella voltea nuevamente hacia el mostrador.
—¡Buenos días!— saludo, cuando por fin llegaron a mi caja — Bienvenidos. ¿Qué desean hoy?
—¡Hola!— me saluda enérgicamente el pato, perdiendo la confianza en medio segundo —Eeeeeh... ¿dos expressos?
—Con gusto, ¿alguna otra cosa?
—¿Algo más, Chussa?— le pregunta apenado. Así que ese era su nombre.
—Ese panini se ve muy interesante. ¿Pueden calentarlo?— pregunta con los ojos brillando.
Noté cómo él fruncía un poco el pico, fijándose disimuladamente en el precio.
—Seguro, se sirve caliente. ¿Desean alguna otra cosa?— pregunto por protocolo aunque me sentí un poco mal. ¿Cuánto le estaría costando esta salida al chico? Estábamos cerca de fin de mes.
—No, gracias, nada más para mi— sonríe, sin duda se estaba portando como un caballero para ella.
—Muy bien— tomo uno de los vasitos para el expresso —. ¿Tu nombre, por favor?
—Fenton— sonreí al escuchar por fin cómo se llama el pato. Fenton y Chussa, hasta sus nombres sonaban lindos juntos. Les indiqué la cuenta y él sacó su cartera, pero ella le detuvo el brazo
—Oh, no, Cavaliere Patito, hoy pagaré yo— sonrió —. Así que espero que la promesa de un café verdaderamente italiano sea verdad o me quejaré muy duramente— bromea, guiñándome un ojo.
—Le aseguro que quedará satisfecha— asevero mientras terminaba de anotar en el otro vaso y ella sacaba una tarjeta de crédito.
El pobre chico trata de tomarlo con calma, quería impresionarla y sentía que había fracasado.
Van a sentarse y ella empieza a hablar, en pocos segundos él se olvida de su bochorno y la escucha sonriendo.
—¡Orden de Fenton!— llama mi compañero, y tal como esperaba fue él quien se levantó a recoger. Vi cómo se inclinaba a susurrarle algo, lo que le había pedido.
Con una linda expresión de confusión, baja la manga del vaso que le pasó primero y lee lo que le había escrito mientras no me miraban.
Le gustas mucho a ella.
Él dio un sobresalto y se sonrojó, mirando hacia mi caja. Yo compuse mi mejor sonrisa saludándolo con mi mano.
—¿Qué pasa, Cavaliere Patito?— lo recibió con los codos en la mesa y las manos sosteniendo su cabeza ladeada —¿Le gustaste a la barista? ¡Es una bella ragazza!
—No, solo es amable— respondió con una sonrisa nerviosa, pasándole su café.
La lechuza sonríe. Olfatea el café, y lo prueba cuidando no quemarse.
—Te salvaste de que ponga una queja, el café si está bueno.
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