1. Primer día de novios

—Déjame ver si entiendo... ¿Me estás diciendo que tú y... bueno, ustedes son pareja? ¿Eso cómo pasó?

El intranquilo latir de mi corazón no había amilanado desde que entré al lujoso departamento. En retrospectiva, sentí la ansiedad como un escalofrío en la nuca, apenas llegué al condominio, «quizás no debí acceder a su petición».

A pesar de la increíble sorpresa reflejada en su mirada, el alivio también resultaba notorio; no era para menos. Después de más de un año de contacto cero, tener al fin noticias le quitaba un gigantesco peso de encima y por ese lado, debía concederle la razón a Kevin. Su padre merecía saber algo de él, aunque lo dejase impresionado en el proceso.

A pesar de todo, la expresión relajada con que me recibió cambió, se inclinó hacia adelante con el ceño fruncido, mucho más interesado en la conversación.

Quizás hubiese sido un poco más fácil, si ese chico se encontrase físicamente a mi lado, pero sabía que por motivos de seguridad era imposible. Al menos, él se encargaba de contarle un resumen de los hechos desde la videollamada, mientras que yo Inhalé hondo y cerré los ojos un instante, buscando dentro de mí aquel valor que Kevin solía inyectarme. Sin embargo, lo que retornó fue la escena acontecida, la mañana del día en que partí de viaje.

—Buenos días, Bombón.

La dulce voz de Kevin sonó desde mis memorias. También recordé, aunque no debería, su juguetona mano, desplazándose despacio hasta mi ingle. Tal caricia me obligó a despertar con una nimia sonrisa. La luz del día se colaba desde la ventana y ofuscó mi vista algunos segundos.

—¿Qué se te antoja de desayuno, Bomboncito? —me dijo con ese típico tono grave y coqueto.

—No lo sé, quizás huevos, salchicha...

Kevin se soltó a reír y sentí arder la cara al ser consciente de cómo sonó mi respuesta.

—Chi-chico, quise decir, digo...

—Ya, Bombón, tus deseos son órdenes —interrumpió en tono galante.

El día recién iniciaba, pero su ropa interior y la mía terminaron en alguna parte de la habitación. Con increíble premura, su erección se abría espacio entre mis labios. Me perdí en la melodía erótica emanada desde lo más profundo de su garganta, como una fanfarria que me motivó a ir por más.

Apreté sus glúteos para acercar su ingle mucho más a mi cara e intensifiqué el oral.

—¡Maldición, Bombón! Me harás acabar así.

Mentiría al decir que no fue esa mi intención, en realidad, disfrutaba adueñarme de su placer, ver cómo la tersa y blanca piel de su rostro se tornaba roja.

—Omar, detente...

Suplicó en medio de gemidos, pero aferrado a la raíz de mis cabellos mientras su cadera hacía un vaivén. Sí, me pedía parar, solo para ser él quien llevase el control de la situación. No puse objeción, le permití seguir hasta percibir atisbos del sabor salado en mi lengua.

En ese momento, Kevin detuvo todo movimiento, sin extraer su miembro de mi boca. Su respiración era errática, la excitación hizo estragos con la mía y provocaba que su cuerpo, que permanecía a horcajadas sobre mi pecho, se meciera de una sugerente manera.

Cuidadosamente extrajo su miembro, se acomodó con premura sobre mi vientre y llenó el vacío que dejó en mis labios con los suyos. El fuego en sus besos se tornó más ardiente cuando envolvió con su mano nuestros penes.

—Kev...

—Te encantan los huevos con salchicha, ¿cierto, cielito?

—Tonto... —Apenas pude decir entre gemidos, escuché su risita baja antes de volver a besarme.

Teníamos días juntos y así solía ser el pre-desayuno. Bueno, ya habíamos pasado demasiado tiempo lejos, sin poder sentirnos, cuando le tocó partir de nuestro país de origen. Disfrutaba despertar de esa manera, a su lado, con el ardor de su cuerpo engullendo la dureza del mío. Sentir el calor de su piel extenderse como flamas, en volverme con ese olor único que de él emanaba y me hacía sentir vivo.

El vaivén de sus caderas resultaba hipnótico, las perlas de sudor que corrían por su desnudez, a la luz del día, le daban el aspecto de una joya hermosa y fina; justo eso era él para mí. Nuestras miradas se encontraron, estaba seguro de que él era capaz de ver en lo más profundo de mi alma. Su mano buscó mi mejilla y sonrió, le gustaba acariciarme la barba; a mí, sentir cada una de sus muestras de afecto.

Amaba con locura a ese chico y por eso me sentí completamente seguro de mi decisión: mudarme a España para tener una vida juntos. Cerré los ojos cuando el vaivén de su cuerpo se tornó descontrolado, el clímax se anunció entre potentes gemidos y gruñidos. Mi cuerpo se entumeció por lacónicos segundos hasta alcanzar el anhelado orgasmo en su interior, mientras sus fluidos me empaparon el vientre.

—Te amo, chico... —susurré en sus labios en cuanto reposó su frente sobre la mía.

—Y yo a ti, Bombón.

Un nuevo y larguísimo beso compartimos, abrazados con mucha fuerza, como intentando grabar en nuestras pieles el calor, olor y tacto del otro. La suavidad de su respiración, conforme alcanzábamos la calma, resultaba un susurro a mi oído.

—De verdad, voy a extrañarte, cielito.

—Yo a ti más, Kev.

Mi chico sonrió, nervioso. A pesar de todo, para Kevin seguía siendo raro enamorarse y que, encima, fuese recíproco; pero yo, ya no veía mi vida sin tenerlo a mi lado. Por eso, aquel sería el último día que pasaríamos juntos previo a mi regreso a nuestro país de origen para oficializar mi retiro y luego volver con él, a construir nuestra nueva vida.

—Omar, necesito preguntarlo de nuevo. ¿Estás seguro de esto? —preguntó en tono bajo, observándome de costado, con su cabeza reposada sobre su mano.

Contemplé el precioso tono avellana de su mirada y sonreí, todavía quedaba duda en sus ojos, por eso besé su frente y lo acomodé sobre mi pecho.

—Por supuesto que sí, chico. Quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Sentí el movimiento de su cabeza como una afirmación silenciosa. Le besé la coronilla.

—En ese caso... Bombón, ya que yo no puedo, por favor, visita a Lio —suplicó casi en un murmuro—. Es como mi padre y sé que debe estar preocupado por no saber de mí.

—Dalo por hecho. Chico.

Y así había acabado en esa singular situación, removiéndome incómodo en el mullido sofá de piel blanca del fino salón con luz tenue. Aquel mueble resultaba un oasis en medio de la tensión. Kevin terminó el resumen y Lio volcó su atención en mí.

—Entonces... ¿viniste a renunciar a tu buró para regresar a España con mi hijo? —habló con notoria incredulidad.

Pese a ser amigos desde hace mucho, la voz de Lio me puso los pelos de punta. Sonó más profunda y rasposa, con palabras lentas y medidas, como si pesara cada sílaba. Parecía un susurro, uno que me hizo sentir que revelaba un secreto peligroso. Aunque hablaba español a la perfección, su ligero acento italiano, en ese instante, le dio un aire aún más intimidante, como si en lugar de estar frente a él me hallara en presencia del mismísimo Don Corlione.

Percibí gotas de sudor que comenzaban a formarse en mi frente. Mis manos temblaron un poco y me aferré con mayor fuerza a la tablet reposada sobre mis piernas, en un desesperado intento por mantener la compostura. Sentí tremendo ardor en el rostro ante su mirada de sorpresa.

—Bá-básicamente —apenas respondí con un hilo de voz.

—¡Uuuuy, desde aquí puedo sentir tensión!

La voz de Kevin emergió desde la tablet que yo portaba en manos y Lio bajó la mirada hacia ella. Yo estaba nervioso, él, en cambio, sonó risueño como si toda la situación le hiciera gracia.

—Pa, conoces a Omar hace mucho, fue tu abogado durante décadas, creo que puedes estar tranqui...

—¡Kevin! —le interrumpió Lio, consternado, sentí tremendo golpe en el pecho ante su reacción. Sin embargo, una sonrisa nerviosa apareció en su rostro mientras contemplaba al chico con ojos cargados de lágrimas— Me llamaste pa...

«¡Oh!, así que era eso», me dije.

—Eres mi papá, ¿no? —dijo Kevin y su risita baja me aportó un poco de alivio—. Perdón por no decirte así antes; pero, pa, si le pedí a Omar visitarte y contarte nuestra situación es porque eres demasiado importante para mí.

Una risa baja se me escapó, también ganó fuerza la sensación de alivio, lo mismo noté en la expresión de Lio que permanecía de cuclillas, hablando con su hijo. Una escena más que enternecedora.

—Ahora que tienes un resumen de los hechos, con tu aprobación, este sería oficialmente nuestro primer día de novios. ¿Qué dices, pa?

Lio levantó la vista hacia mí y sonrió, luego volvió a mirar a Kevin.

—Mi hijo y mi abogado... —hizo una pausa, sorprendido, después rio junto a Kevin.

—Lo sé, es emocionante, ¿verdad, pa?

Lio sonrió, negando con la cabeza, vi anhelo en su mirada.

—Quisiera tenerte aquí para decírtelo en persona, pero te mandaré el mensaje con tu novio.

Se puso de pie. Su mirada se suavizó al mismo tiempo que su rostro adquirió un brillo renovado, enseguida me abrazó con mucha fuerza. Me tomó desprevenido, pero apaciguó por completo cada uno de mis nervios. La tensión se liberó de inmediato. Al relajarse mis músculos, pude respirar profundamente y corresponder a su gesto.

—Che Dio vi benedica e vi dia tanta felicito.  





♡⁀➷♡⁀➷♡
Bueno mis corazones, espero que lo hayan disfrutado. Les comento, según mi lista armada en septiembre, se suponía que el primer día de novios trabajaría en base a una pareja GL: Azucena (sobrina mayor de Floris) y su novia Jaen (hermana menor de Johan). Quería mostrar cómo rayos se ennoviaron, but, anoche cuando casi creí que no llegaría porque no había escrito ni madres, este relato apareció como una epifanía. 🤣😂 Así que, esperemos fluyan así de bien los demás.

Gracias por estar a bordo y nos leemos lueguito. ❤️💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top