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Xiao había descubierto que Venti amaba hablar, y el contrario había descubierto que su nuevo amigo no era bueno con las palabras.

Sus mensajes eran bastante secos, haciendo contraste con los suyos, mensajes en los que abundaban palabras, letras mayúsculas y caritas que hacía con los símbolos.

El de ojos ámbar se sentía bastante cómodo hablando con ese nuevo chico que había llegado a su vida, era alguien muy animado y que siempre tenía algo sobre lo que hablar.

Si bien él era una persona muy selectiva con sus amistades y raramente tomaba decisiones precipitadas, aquella vez se había atrevido a considerar a Venti su amigo un par de días después de que empezaran a hablar. De hecho, ahora que habían pasado seis días, el de mechas celestes lo había invitado a salir un rato, y, curiosamente, Xiao había aceptado sin dudar (pidiéndole, por favor, que no llevara a Luther).

— ¡Hasta luego!— Se despidió cuando iba a salir de casa, recibiendo una respuesta por parte de Ganyu.

— ¡Que te diviertas!— Le dijo desde el salón, asomándose para poder dedicarle una sonrisa.

— Eso haré.— Y dicho eso, se fue, cerrando la puerta tras él.

La verdad es que Xiao no era alguien que estaba acostumbrado a salir. Generalmente, cada vez que alguno de sus amigos se lo pedía, él se negaba. Su grupo ya consideraba un milagro que aceptara un solo día.

Lumine solía ser la que más insistía, tratando de llevarlo a todos los lados a los que iban. Hoy, de hecho, pensaban salir todos juntos y ella le había pedido que por favor fuera, pero él se negó rotundamente, diciendo que ya tenía otros planes.

Por culpa de eso, ese mismo sábado ya tenía una quedada a la que asistir, una a la que irían los mellizos (obviamente Lumine no podía faltar), Chongyun, Xinqiu, Xiangling, Xinyan y un amigo de Aether que se llamaba Kazuha. Él se quejó, pero su mejor amiga ignoró deliberadamente su molestia y lo obligó a ir, diciendo que ella misma pasaría por él para recogerlo.

Pese a todo, en el fondo no le molestaba. Porque él sabía que sus amigos se preocupaban por él y lo apreciaban, y lo obligaban a salir porque querían estar con él y también para que le diera un poco el aire.

Se alegró de tenerlos junto a él. Sabía que siempre podía confiar en ellos, y que si pasaba algo, siempre podría acudir en busca de ayuda.

— ¡Hey, Xiao!— Aquella voz lo sacó de su ensimismamiento. Alzó la mirada y se encontró con Venti, observándolo con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Vestía casualmente, y, para fortuna de su amigo, no había llevado a su perro.— Debes agradecerme por no haber traído a Luther. En cuanto me ha visto en la entrada se ha lanzado a mí, queriendo que lo sacara a dar un paseo. Me ha roto el alma dejarlo ahí solito.— Se quejó.— Pero bueno, mi hermano es un ser de luz y me ha prometido llevarlo a dar un paseo por mí.

— Así que tienes hermano.— Comentó Xiao. La verdad es que, pese a haber hablado mucho por el móvil, no habían contado nada acerca de ellos mismos, pues habían descubierto algo que tenían el común: el gusto por los videojuegos. Así que, bueno, sus conversaciones hasta ahora habían sido solo sobre eso.

— Y una hermana.— Añadió.— Pero bueno, dejando eso de lado. ¿Quieres que demos un paseo? También podemos pasarnos a comprar algo para comer.— El de mechas verdes aceptó. Estaba tan poco acostumbrado a salir que simplemente dejaría que el contrario decidiera qué harían.— Y... ¿Tú tienes alguna mascota?— Preguntó, queriendo sacar algún tema de conversación.

— Tengo un gato.— Venti hizo una mueca que no pasó desapercibida para Xiao.— ¿No te gustan?

— De hecho, es todo lo contrario, pero... Soy alérgico.— Dijo algo nervioso.

— Entonces debería tener cuidado. Mi gato es muy cariñoso cuando está de buen humor y me suele llenar toda la ropa de pelo.— Comentó, revisando la ropa que llevaba ahora puesta, aunque hoy apenas había tenido la oportunidad de estar cerca de su pequeño.

— ¿Cómo se llama?— Quiso saber Venti.

— Se llama Childe. Era el mote de mi padre Tartaglia hace tiempo, y como mi gato es de pelaje naranja se lo puse en su honor.— El de mechas celestes soltó una risita.

— Yo le puse Luther a mi niño para molestar a mis hermanos. Ellos tuvieron un ratón hace tiempo y le pusieron mi nombre, así que cada vez que lo llamaban era como si me llamaran a mí.— Contó él, despegando su vista de Xiao para prestar atención al camino.— Entonces yo uní sus nombres y lo llamé así. Dependiendo de la situación le digo por un nombre distinto: a veces lo llamo por el nombre de mi hermana, otras veces por el de mi hermano, y casi siempre por su propio nombre. Él ya los reconoce todos.— Se encogió de hombros. El de ojos ámbar sonrió.

— Eres bastante creativo. Por cierto, para ser la unión de los nombres de tus hermanos, Luther es un nombre muy bonito.— Venti asintió.

— Además es un nombre que ya existe. Fue una casualidad.— Comentó Venti. Ambos se quedaron en silencio, pero para evitar que su nuevo amigo se sintiera incómodo, Venti decidió seguir hablando.— Cierto, ¿cómo fueron tus notas?— Quiso saber.

— La verdad es que bastante bien. Fue un alivio.— Respondió.— ¿Qué hay de ti?

— Suspendí mates.— Contestó algo nervioso.— La verdad es que no son mi punto fuerte...

— Si quieres puedo ayudarte. ¿De qué curso eres?— Preguntó.

— Descuida, estamos en el mismo curso. Alguien que conozco me habló de ti.— Le hizo saber, metiendo ambas manos en los bolsillos de la sudadera que llevaba puesta.— Hablando de eso, ¿cuándo es tu cumpleaños? Me gusta aprenderme los cumpleaños de mis amigos.

— El diecisiete de abril.— Respondió, dirigiendo su mirada a su acompañante.— ¿Y el tuyo es...?

— Dieciséis de junio.— Xiao asintió.

— Trataré de no olvidarlo.

— Yo ya creo saber el tuyo.— Le dedicó una sonrisa.— Soy bueno para esas cosas. Y además da la casualidad de que es pronto.

El de ojos ámbar asintió.— ¿Quieres tomar algo?— Preguntó, señalando una tienda que había cerca. Venti asintió y se encaminó a aquel lugar junto a Xiao.

— ¿Sabes? Hace un par de años vi a un niño chupándose un pie ahí dentro.— Comentó, aguantándose la risa.

— Qué asco.— Dijo, pero no pudo evitar soltar una carcajada.— ¿Estás hablando en serio?

— ¡Y tanto que lo hago! De verdad lo vi. Mi hermano y yo lo vimos. No podíamos dejar de reírnos.— El de mechas verdes sonrió.

— Espero que no lo encontremos hoy.— El de trenzas se encogió de hombros.

— Ya no recuerdo cómo era. Estaba demasiado concentrado en intentar que no nos escuchara.— Dijo, entrando en el lugar.— Esto... ¿tú quieres tomar algo?— Xiao se negó.

— No, estoy bien así.— Aclaró. Venti asintió.

— Intentaré no hacerte esperar mucho.

— Descuida, no me molesta. Estoy acostumbrado a que me tengan dando vueltas por aquí como un perro persiguiendo a su dueño.— Comentó el de mechas verde, viendo al contrario observar detenidamente las estanterías y decidiéndose por una bolsa de patatas. Tras eso se dirigió a un frigorífico que había por allí y tomó un zumo de melocotón.

— Ya está. A veces tardo mil años en escoger y otras no tardo nada.— Dijo, yendo a pagar. Xiao fue tras él en silencio, sin saber qué decir.— ¿Qué podemos hacer ahora?

— La verdad es que no tengo ni idea.

— ¿Vamos al parque y nos sentamos para hablar un rato? Aún hay muchas cosas que no sabemos del otro.— Sugirió, terminado de pagar por las cosas y agradeciendo suavemente antes de irse.

— Por mí está bien.— Se encogió de hombros.— La verdad es que salgo poco y siempre que lo hago tienen que ser los demás los que decidan qué hacer, yo simplemente los sigo. Estoy tan acostumbrado a estar solo que me cuesta saber con qué cosas se divertirán los demás.— Venti sonrió.

— Conmigo no tienes que preocuparte, me conformo con cualquier cosa.— Hizo una corta pausa.— De todos modos, si no sabes qué hacer, siempre estaré yo para decidir. Es raro que que me quede sin ideas.

— Ya, veo que eres alguien extrovertido.— Comentó.— Eres el tipo de persona que arrastra a las personas como yo a todos sitios. Me recuerdas a mi mejor amiga.— El de trenzas soltó una risilla, y aunque Xiao no lo notó, su nuevo amigo pareció incómodo por un momento.

— Suena a que ella es una buena persona.— Una suave sonrisa adornó el rostro de su acompañante.

— Lo es.

Ambos llegaron en silencio al parque y tomaron asiento sobre el césped. Venti abrió la bolsa y le ofreció algunas patatas a Xiao, quien acabó aceptando tomar alguna de ellas.

— Acabo de darme cuenta de que tienes brackets.— Comentó el de mechas verdes mientras cruzaba sus piernas.

— Ah, sí. Ya llevo poco más de un año con ellos.

— ¿Cuánto tiempo más tienes que estar?— Quiso saber.

— Eran dos años, así que ya me queda uno.— Respondió mientras le daba un sorbo a su zumo.— Espero que se pase rápido, tener esto es un horror.— Se quejó.

— Mi hermana menor también tiene. Se queja mucho de ellos, especialmente siempre que vuelve del odontólogo.— El de trenzas soltó una risa.

— A mí me pasa lo mismo. No puedo comer bien durante un par de días porque me duele la boca.— Comentó.

— Ella a veces babea por las noches.— El de ojos esmeralda soltó una carcajada.

— ¿Y esa confianza?— Preguntó.— Aunque admito que es verdad, a mí también me ha pasado a veces.

— Igual que un perro.— Se burló, recibiendo un pequeño golpe por parte de Venti.

— ¡Oye, vamos a calmarnos un poco con esta confianza!— Se quejó, avergonzado.

— Sí, mejor.— Xiao asintió con su cabeza.— Cierto, ¿te parece si mañana jugamos juntos a algo?— Inquirió.

— Hmmm... Tengo la noche libre. Si puedes, podemos jugar sobre las diez.

— Sí, no te preocupes, me viene bien.

— ¿Te apetece hacer llamada? Para no estar escribiendo.— El de mechas verdes pareció pensarlo. Nunca había hecho llamadas con sus amigos para jugar, ellos siempre se comunicaban con él escribiendo o simplemente hablando porque habían quedado para jugar y se tenían cerca.

— Ah... Sí, puedo intentarlo. Aunque no aseguro que vaya a hablar mucho.— El de trenzas negó.

— No te preocupes, yo intentaré... Intentaré hablar por ti.

Y ellos siguieron hablando hasta que comenzó a anochecer, cuando decidieron que era hora de retirarse. Xiao dejó a Venti en su casa, otra vez, antes de regresar a la suya.

La verdad es que había sido una tarde increíblemente agradable.

El de ojos ámbar se sintió afortunado de haber conocido a este chico. Aunque hubiera sido de una forma algo extraña: Xiao estaba seguro de que ambos se iban a llevar muy bien.



Dejo esto por aquí porque lo vi ayer y me recordó a ellos ldndkdnd

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