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Obviamente, las cosas podían estar peor de lo que estaban, y aunque Xiao agradeció que solo hubieran tenido una discusión, la verdad es que le hubiera gustado que, en primer lugar, esta no hubiera existido.

— Venti.— Lo llamó nuevamente. No recibió respuesta.— Veeeeenti. Ya te dije que lo lamento. ¿Podrías hablar conmigo?— Ladeó su cabeza para poder ver el rostro de su novio, quien se ocultaba tras su cabello.

— Si tanto lo lamentas, ¿por qué no me dices de una vez qué pasa? ¿Por qué pasas tan poco tiempo conmigo?— Alzó su mirada, con sus ojos bañados en lágrimas. El de orbes ámbar suspiró y lo tomó por los hombros para mirarlo a los ojos.

— Sal conmigo este sábado y te lo contaré todo. ¿Está bien?— El corazón del de mechas celestes dio un vuelco.

— ¿Por qué... No me lo dices ahora?— Preguntó, sintiendo un nudo formarse en su garganta.

— Porque es una sorpresa, cielo.— Besó su frente con cariño.— Ya deja de preocuparte. Sigo amándote.— El de orbes esmeralda lo agarró de los brazos, con su vista fija en el suelo.

— Está... Está bien.— Y se tragó sus propias palabras. Jamás hizo su petición, pero su novio, como si supiera lo que pensaba, buscó sus labios, aunque algo inseguro.

— Te prometo que todo estará bien. Así que deja de tener miedo conmigo.— Dijo tras besarlo, acariciando su cabeza con cuidado. El de mechas celestes permaneció en silencio.— Cielo, mírame.— Pidió. El contrario accedió, pero ante esa mirada su novio solo pudo pensar una cosa.— ¿Quieres que me vaya?

— ¡No, no! ¡Quédate aquí!— Pidió casi al instante mientras se abrazaba de él con fuerza.— Simplemente quiero pensar... Déjame permanecer aquí mientras tanto.

Xiao rio suavemente.— Está bien. Puedes permanecer todo el tiempo que quieras.— Lo atrajo a su cuerpo con su brazo.— Y puedes volver siempre que lo necesites.


Dejaron a Sayu al cuidado de Ganyu y Keqing, quienes aceptaron encantadas hacerse cargo de ella. Tras eso, fueron hacia el primer lugar que Xiao tenía planeado, en un silencio algo incómodo pese a que las cosas se habían relajado recientemente (pues Xiao había pasado mucho más tiempo con él).

Al llegar al campo, Venti pareció olvidar todas sus preocupaciones, pasando a adoptar una actitud animada y ligeramente infantil, emocionándose por todo lo que veía y jugueteando constantemente con los animales, arrastrando a su novio consigo.

Cuando llegó la hora de almorzar se dirigieron a un restaurante en el que el de mechas azules había reservado una mesa para ambos. Tras haber hecho sus pedidos permanecieron en silencio, silencio durante el cual Venti estuvo pensando en la posible relación entre el distanciamiento de Xiao y aquella cita.

— ¡Cierto! Aether me contó que en su vecindario hay una chiquilla que se ha encariñado con Ayaka y él. Por lo visto se llama Paimon y va a visitarlos bastante seguido.— Contó él de orbes esmeralda, dándole un sorbo al vino que había pedido.— Es como su hija.— Comentó divertido.

— Entonces ¿no crees que estaría bien conocerla?— Preguntó el de mechas azules.

— La verdad es que sí... Aunque dicen que es algo prepotente.— Suspiró.

— Bueno, es una niña. Qué se le va a hacer.— El de orbes esmeralda sonrió.

La conversación seguía fluyendo. Ambos se sentían cómodos junto al otro, no mencionaron nada sobre su distanciamiento y disfrutaron de un almuerzo ameno, tras el cual decidieron dar un pequeño paseo antes de pasarse por la playa.

Les recordaba al lugar que habían visitado en antaño, allí donde se “entregaron” por primera vez al otro. Ante tal recuerdo, Venti apretó la mano del contrario que sostenía la suya, llamando su atención. Pero Xiao no comentó nada, simplemente sacó un tema de conversación y ambos charlaron durante un buen rato mientras caminaban sin rumbo fijo.

Por el camino se entretuvieron varias veces, especialmente porque Venti quería jugar con todos los animales con los que se cruzaban y se entretenía con ellos. Su novio simplemente lo observaba con una suave sonrisa.

Entonces, antes de darse cuenta, ya había oscurecido. Llevaban ya un rato caminando en silencio. No sabían en qué momento el ambiente se había vuelto tan tenso, o al menos, eso pensaba Venti, porque la cabeza de Xiao aún no podía dejar de darle vueltas a algo.

— Venti.— Lo llamó tras un rato armándose de valor para finalmente hablar.— Creo que ya va siendo momento de que te explique todo.

Su pareja lo miró con cierto miedo.— ¿Sí?— Fue lo único que pudo proferir.

Su tono inseguro hizo suspirar a Xiao, quien detuvo de repente su caminar y permaneció allí, observando justo frente a ellos, sin querer girarse a ver a su novio.

— ¿Cuántas veces has dudado de mis sentimientos?— Aquella pregunta desconcertó completamente al de orbes esmeralda, quien enmudeció ante aquellas palabras.— Siempre que algo así sucede, lo noto. Soy consciente de que eres una persona muy insegura, y mi amor no haría cambiar esto. Porque no puede obrar milagros. Después de nuestra discusión noté que hay miedo en tus actos, en tus palabras. Y que hace tiempo que están ahí. ¿De verdad temes que no siga amándote?— Finalmente se dio la vuelta para encarar a su novio. Este parecía no saber cómo reaccionar.— Porque si fuera el caso, créeme, ya no seguiría contigo.

— ¿Entonces...?

— Pensaba decirte esto y tomarte desprevenido, pero nuestra discusión me cortó un poco el rollo. Bueno, el caso es que estás asustado de nuestro distanciamiento.— El contrario asintió lentamente.— Porque últimamente he estado trabajando horas extras, y al llegar a casa me encerraba en aquella habitación... Pero todo tiene una explicación, después de todo.— Respiró profundamente, pensando nuevamente en sus siguientes palabras. Debía decirlo sin miedo. No podía meter la pata ahora.— No puedo decirte sobre la habitación, no por ahora. Sin embargo, puedo explicarte sobre mis horas extras y mis constantes robos de tu sueldo.— Su novio frunció el ceño, sacándole una risita nerviosa.— Bueno, ya... La verdad es que llevo mucho tiempo dándole vueltas a algo. ¿Cómo es que llevamos catorce años de relación...— sus miradas conectaron.— y nos hemos quedado “estancados”?

— ¿“Estancados...”? ¿Quieres decir...?— Su novio lo interrumpió.

— Vivimos juntos, tenemos una hija, y sin embargo hay algo que falta.— Al ver los ojos brillantes de Venti sonrió.— Y ya sé que te has dado cuenta de qué.

— Espera un momento. ¿Acaso esto es...?— Xiao rio suavemente y asintió. El pecho de Venti se sintió más ligero.

— Llevo un buen tiempo ahorrando para esto. Te robaba con excusas tontas para dar pequeños empujones.— Admitió, metiendo una mano en su bolsillo.— Eres muy inseguro, y sin embargo, desde que he empezado a hablar, me he dado cuenta de que has notado que este momento iba a ser importante en nuestra relación. Para bien, o para mal.— El de orbes ámbar se arrodilló, viendo los ojos bañados en lágrimas de su pareja.— Y creo que ya has llegado a una conclusión.

— Xiao, yo... Agh, me haces sentir mal por haber dudado de ti.— Se quejó, cubriendo su rostro con sus manos. Su novio rio con cierto nerviosismo. El momento decisivo estaba llegando.

— No te cubras el rostro y mírame.— Pidió. Venti retiró sus manos lentamente para poder verlo.— A lo largo de todos estos años me has hecho ver y sentir muchas cosas. Eres mi primer gran amor, y también espero que seas el último. Porque permanecer lejos de ti, ahora me parece un infierno.— El de orbes esmeralda no podía creer lo que estaba viviendo.— Venti... ¿Quieres casarte conmigo?

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