꒷꩜໋᪶˒꒰❛ 31❜𖦹̫ꪳ𝆃

La hora acordada estaba por llegar y Xiao se sentía nervioso. Se arrepentía de haber citado a Venti en su casa, de verdad, pero temía hablar con él fuera y que se sintiera incómodo, por eso pensó que lo mejor era dar algo de privacidad.

— Buenas tardes.— El de trenzas entró tímidamente a su casa.— ¿Está Childe por ahí?

— No te preocupes, lo dejé con Tartaglia.— Sabía bien que era alérgico a los gatos, así que cada vez que iba preparaba todo con antelación para que no tuviera problemas.

— ¿Iremos a tu habitación?— Quiso saber el de mechas celestes. De reojo vio el cuadro que había pintado en el salón, lo que llenó de regocijo su apenado corazón.

— Sí. ¿Jugamos un rato?— Sugirió. El contrario sonrió y asintió, ya acostumbrado a que hicieran eso siempre que iba a visitarlo.

Como era costumbre, él llevaba su Switch encima. Aprovecharon para jugar al Animal Crossing, y, por primera vez, Xiao pudo visitar el pueblo de su mejor amigo.

— ¿Sabes?— Había pasado una hora y el de orbes ámbar ni siquiera sabía cómo había sido capaz de mantener una conversación con Venti, pues su cabeza solo pensaba en una cosa: “suéltalo ya”.— Ayer leí el cuaderno.— El de trenzas pareció tensarse.

— ¿Entero?— Preguntó con nerviosismo, dejando su Switch en el suelo.

— Hasta la última página.— Respiró profundamente mientras cerraba sus ojos y dejaba la Switch a un lado.— Venti, realmente me sorprendió leer todo eso, y, antes de nada, quería decirte que no debías temer por mí.

— No podía evitarlo...— Murmuró, desviando su mirada.

— Lo sé,— Xiao se acercó y se sentó a su lado.— pero tenía que aclararlo. Porque después de todo, yo te acepto tal y como eres,— con una de sus manos tomó al contrario por el rostro y lo movió suavemente hasta poder verlo a los ojos.— me da igual que hayas pasado tanto tiempo tras mí porque te daba miedo acercarte, me da igual que nadie te quisiera, me da igual todo lo que dijeran de ti. Bueno, te miento, desde luego que no me da igual, más bien, me molesta. Pero me refiero a que te aprecio muchísimo y jamás te juzgaría por algo de lo que no eres culpable.— No le extrañó ver a Venti llorar. Sus mejillas y su nariz estaban coloradas y ya había empezado a sorber su nariz en un intento de contener los mocos que siempre acompañaban al llanto.— Gracias por haber tenido el valor de abrirte ante mí, aunque no fuera directamente. Esto fue más que suficiente.

— ¿E-Entonces...?

— Entonces, seguiré a tu lado. Lo lamento si esperabas que me alejase, pero yo no puedo hacer eso.— Se acercó a él para abrazarlo y esperó hasta que el contrario rompiera la distancia, cosa que no tardó en hacer.— Porque yo también te amo, Venti.— Su rostro también había enrojecido ahora.

— ¿De verdad?

— Claro que sí, bobo. ¿Por qué lo diría si no?— Rio suavemente y acarició la espalda ajena, tratando de calmarlo un poco.— No dudes de mí. Lo que te digo es verdad.

— Así que por esto me citaste en tu casa.— Susurró. El de ojos ámbar asintió.

— Cuando terminé de leer el cuaderno, lo decidí. Imaginé que acabarías llorando y supuse que no querrías que fuera en público.

— Pues acertaste.— Rio y se separó de él para poder verlo a la cara.— Soy bastante sensible. Lo lamento.

— No te disculpes.— Pidió.— Lo comprendo.

Ambos se observaron en silencio. Los nervios que sentían eran indescriptibles, sus extremidades parecían haber entumecido a causa de esto y no se atrevían a moverse más. Simplemente disfrutaban, a pesar de la inquietud, de la cercanía del otro mientras buscaban qué más decir.

— Venti.— Lo llamó Xiao.— Lamento tus malas experiencias. Déjame compensarte todo, ¿está bien?— Acercó su mano al rostro ajeno y limpió algunas de sus lágrimas.— ¿Me permitirías acercarme más a ti?

— Los nervios no me permiten distinguir de qué distancia hablas, pero me da igual. Simplemente hazlo. Estoy cansado de huir.— El de mechas verdes sonrió.

— Entonces, ¿me harías el honor de ser tu novio?— El de orbes esmeralda se tensó.

— ¿T-Tu novio?— Tartamudeó sin querer.— C-Claro que sí, pero...— Desvió la mirada avergonzado, sintiendo casi al instante la mano ajena sobre su cintura, logrando que se sobresaltara.

— Lo lamento.— Alejó su mano.— ¿Te molestó?

— En absoluto.— Venti tomó su mano y volvió a colocarla donde estaba.

— Está bien. Pero si algo te incomoda dímelo, por favor.— Pidió.— Quiero que haya confianza entre nosotros.— El de orbes esmeralda asintió y cerró sus ojos.

— No te recomiendo mucho mover esa mano. Soy un poco sensible y no quiero echarme a reír aquí en medio.— Xiao sonrió y acercó su rostro al contrario.

— Me gustaría verte reír, pero está bien. Mejor déjame hacer algo.— Besó su frente con suavidad y luego lo miró a los ojos.— Por lo que leí en el cuaderno, te lo debía. Y ahora haré que tú me debas muchos más.— A Venti no le dio tiempo a reaccionar, cuando su rostro empezó a ser atacado por los labios ajenos.

Por cada roce, por cada beso sentía que iba a derretirse. Su corazón latía inquieto y nervioso, acompañando al todavía más inquieto corazón de su ahora novio.

— X-Xiao.— Lo llamó, sintiendo su espalda chocar contra el borde de la cama. Ambos seguían en el suelo, aunque ahora el de orbes esmeralda se encontraba más bien sobre las piernas ajenas.

— ¿Sí?— El susodicho se separó de él para mirarlo a los ojos. El de trenzas desvió la mirada y murmuró.

— Te amo.— El de orbes ámbar sonrió.

— Yo también te amo.

Ambos no eran más que un par de jóvenes llenos de nervios, pero aun así debían atreverse a seguir avanzando. No podían quedarse ahí por siempre, no ahora que por fin sabían lo que sentían.

¿Por qué temer a besar sus labios, entonces? ¿Qué los detenía?

Ambos unieron sus labios en un suave y casto beso, completamente alejado de la lascivia. En ese momento simplemente querían demostrarse su amor de una forma pura e inocente, sin querer llegar a nada más.

Simplemente eran ellos amándose después de la espera. Eran ambos abrazados sobre la cama de Xiao mientras se daban cariños con timidez y algo de inseguridad.

— Gracias por todo, Xiao.— El contrario sonrió y besó su frente.

— Gracias a ti por todo lo que hiciste por mí.— Hizo una corta pausa.— Por cierto, un día debes cantar frente a mí.— Venti rio.

— Sigue soñando, cielo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top