꒷꩜໋᪶˒꒰❛ 27❜𖦹̫ꪳ𝆃

Ambos pasarían el día junto a Razor y Bennett, quienes habían sugerido ir a algún parque de atracciones abierto a pasar el rato después de almorzar. Los otros dos aceptaron sin dudar, sabiendo que no se les ocurriría nada mejor que eso.

— Saldremos temprano para aprovechar y dar un paseo.— Comentó Bennett al terminar con lo último de comida que quedaba en su plato.— Aunque bueno, con este tiempo frío apetece de todo menos eso. ¿Queréis hacer otra cosa?

— Podríamos pasarnos por alguna cafetería.— Sugirió el de mechas celestes.— Es bueno para pasar el rato.

— Es cierto.— El rubio cenizo asintió con su cabeza reiteradas veces.— ¡Está bien, decidido!

— ¿Cenaremos fuera?— Quiso saber Razor. Su novio negó.

— No, no. Regresaremos antes.

— Cierto, Venti, hoy te acompañaré hasta casa.— Habló Xiao. El contrario asintió en silencio mientras bebía su agua.

Al terminar, pagaron la cuenta y fueron directos al lugar consabido. La nieve era mucho más escasa comparada con unos días antes, siendo así menos molesta a la hora de caminar.

Los cuatro estuvieron hablando y discutieron acerca de las atracciones a las que irían. Esperaban pacientemente en las colas, donde la pareja aprovechaba para darse cariños, ganándose quejas por parte del primo de Bennett, quien gracias a esa tontería logró darle la mano (nuevamente, después de una semana) a Xiao.

A una hora algo temprana comenzó a oscurecer. Las farolas no tardaron en ser encendidas, siendo la señal de que debían retirarse y visitar alguna cafetería, tal y como habían acordado con anterioridad.

Por el camino, los cuatro mantenían una animada conversación, aunque bueno, Xiao y Razor quedaban algo excluidos al ser acompañantes taciturnos de dos jóvenes habladores.

Al llegar a la cafetería tomaron asiento cerca de un ventanal, donde Venti y Razor permanecieron sentados mientras esperaban a que los otros dos regresaran.

— Venti.— Lo llamó el de cabello largo.

— ¿Sucede algo?— El de orbes esmeralda dirigió su mirada al contrario.

— ¿Cuándo le dirás a Xiao lo que sientes?— Preguntó con genuina curiosidad. Su amigo suspiró.

— No lo sé.

— ¿Por qué lo atrasas tanto? Se ve que Xiao te quiere. Incluso si no te corresponde, él probablemente seguirá junto a ti.— Trató de convencerlo de que finalmente fuera sincero. Y aunque el de trenzas se lo planteó, aún tenía miedo. Mucho miedo.

— Ya veré qué hacer.— Respondió, desviando su mirada. El de cabello gris suspiró y asintió, sin saber qué más decir. Su novio le había contado la situación del contrario, así que quería ayudarlo aunque fuera un poco.

— ¡Tras el mostrador había una niña muy graciosa! Se acercó a Xiao y le dio un caramelo.— Bennett llegó y tomó asiento junto Venti. El de mechas verdes fue junto a Razor.

— Ten.— Xiao le extendió el caramelo a su mejor amigo, quien lo aceptó algo avergonzado.— No me gustan los dulces, así que.

— Oh...— El de orbes jade sonrió pícaramente y golpeó suavemente a su primo bajo la mesa, ganándose un pisotón.— ¡Ay, perdón!— Susurró.

— Gracias, Xiao.— El chico abrió el caramelo y lo observó en silencio, inspeccionándolo minuciosamente, antes de comérselo de golpe.— Está muy bueno.— Comentó al terminar con él. El de orbes ámbar sonreía.

— Xiao, para seguir mirando así a Venti bésalo de una vez.— Le dijo Bennett, logrando avergonzar a ambos.

— ¡Y-Yo no...!— Trató de responderle, pero su mente había quedado en blanco. No obstante, en ese momento llegó uno de los camareros a dejar sus pedidos sobre la mesa, salvándolo por completo.

— No pasa nada por que mire, así como dato.— Dijo esta vez Venti, dándole un sorbo a su batido de chocolate.

— Joder Venti, aún me pregunto cómo te has pedido eso con el frío que hace.— Comentó el rubio cenizo.— Te vas a helar.

— Qué importa.— Se encogió de hombros.— Simplemente tenía ganas de tomarlo.

— No le pasará nada, de todas formas.— Habló Razor, dándole un bocado a un trozo de su pastel.— Benny, Benny, prueba esto.— Le extendió un poco a su novio, quien abrió la boca y lo recibió con emoción.

— ¡Está delicioso! ¿Me das un poquito más?— Rogó. El contrario asintió y movió su plato para que quedara al alcance de ambos.

“Par de tortolitos” pensó Xiao, desviando su mirada a su plato, “cómo los envidio”. Observó de soslayo a Venti, quien comía en silencio.

No se atrevió a hablarle, así que simplemente bajó la mirada y se centró en su comida. La conversación pronto resurgió, animando el ambiente que parecía haberse vuelto algo incómodo entre los mejores amigos.

Cuando finalmente anocheció, las parejas se despidieron en la entrada de la cafetería, tomando caminos distintos para regresar a sus respectivos hogares.

Venti y Xiao caminaban en silencio, uno junto al otro. La unión en sus manos era firme. No sabían en qué momento habían tomado la mano contraria, pero ninguno se atrevía a soltarla.

Llegaron a la casa del de orbes esmeralda y se detuvieron frente a la puerta. No querían separarse, querían permanecer junto al otro durante más tiempo. Ambos se miraron en silencio, transmitiendo con sus miradas todo lo que no decían.

— Puede sonar ridículo, pero realmente quiero permanecer más tiempo junto a ti.— Admitió Xiao, aún sin soltar su mano.— ¿Puedo quedarme un poco más aquí?— El rostro de ambos estaba enrojecido debido a la vergüenza. Venti asintió en silencio y se acercó al contrario con obvias intenciones.

— ¿Puedo abrazarte?— Preguntó.

— No hace falta que lo preguntes.— Ambos se sonrieron antes de abrazarse.

Era como estar en el cielo. Los brazos ajenos eran cálidos y cómodos. Ambos sintieron un suave sentimiento de regocijo en su interior al haber cumplido una de sus metas: poder abrazarse.

Porque por muy simple que sonara, en el tiempo que llevaban conociéndose no se habían abrazado ni una sola vez.

Probablemente pasaron minutos así. Pero el tiempo no les importaba en lo más mínimo.

Fue doloroso separarse. Ambos se observaron en silencio antes de alejarse por completo del otro.

Venti abrió su puerta y fue a entrar.— Venti.— Lo llamó el contrario.

— ¿Sí?

Quiso decir algo, pero se arrepintió. Así que inventó algo nuevo rápidamente para encubrir su error.— Buenas noches.— El de mechas celestes rio suavemente.

— Buenas noches, Xiao.— Se detuvo junto a su puerta.— Por cierto, aún me debes una cosa.

— ¿El qué?— Su mejor amigo caminó hasta quedar frente a él y besó una de sus mejillas.

— Un beso.— Respondió tras haberlo dado. Y entonces se despidió rápidamente, cerrando de un portazo la puerta de su hogar.

Dos corazones nerviosos latiendo desenfrenados, dos rostros ruborizados y dos mentes funcionando como locomotoras. Eso eran ahora mismo ambos enamorados.

Ambos sin ser conscientes de que se encontraban en la misma situación.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top