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Faltando un día para año nuevo, las calles de la ciudad rebosaban de felicidad. Algunos ciudadanos salían a hacer las compras de la cena a últimas horas y otros, solamente, paseaban disfrutando de los alegres villancicos. La nieve bañaba las calles de la ciudad, haciendo que las caminas y los trayectos se alargaran un poco más de lo planeado.

La nieve se había cruzado en el camino de la familia Evans, el rubio los fue a buscar en su camioneta, pero le fue imposible volver sin toparse con un larga fila de autos. Estaban atrapados por el tráfico y, a la vez, encerrados por la nieve. Le comunicó a sus amigos, que llegaría más tarde de lo que pensaba y que tendrían que pasar el resto del día solos.

Hubiera sido muy incómodo si los padres de Brad no se hubieran ido a comprar algunas bebidas para la cena del día de mañana. Claramente, ni al rizado ni al castaño les gustaría tener una conversación sobre sus pequeños problemas financieros.

Connor semi dormía sobre el sillón de la sala, observaba con cansancio y lástima los pétalos rosados de la flor, que poco a poco se iban marchitando. Su corazón estaba de igual manera, roto, destrozado y desecho. Los ojos azules que algún día mostraron ese brillo tan peculiar de el joven, ahora sólo eran un azul opaco. Se sentía tan aturdido, no sólo por sus pensamientos sino también por sus compañeros. Las preguntas no faltaron en cada cena, almuerzo o desayuno, aprovechaban cualquier oportunidad para sacarle una mínima respuesta.

No le había dicho nada a nadie, sólo se había ahogado en sus errores.

-Hola Conn. -El rizado se sentó a su lado, con una taza blanca con las escrituras marcadas en toda ella. Le sonría con los labios cerrados, como si no encontrara las palabras justas para comenzar una conversación.

Dirigió sus manos a su rostro antes de mirar a su amigo, odiaba que lo vieran llorar y odiaba el hecho de que los ojos rojos lo delataran.

-Hola Brad. -Se enderezó en su lugar y cubrió sus piernas con la manta que antes lo ocultaba, recostó su cabeza en el hombro de su compañero, incapaz de mantenerla en alto. -Soy un idiota.

-Lo sé. -No le sorprendieron esas palabras, tampoco que el mayor suspirara con decepción. -Sé que no eres un idiota, sólo nos ha tomado una buena decisión. -Connor lo miró algo confundido y antes de que pudiera hablar, el rizado continuó. -También sé que James te ama y que tú también lo haces, pero te niegas a aceptarlo.

Un silencio se instaló en la sala. Ni siquiera el pequeño repiqueteo de los dedos del menor ayudaban a sacar la tensión que rondaba.

-Ya lo he aceptado. -Tragó en seco, tratando de sacar aquella pesadez de su garganta. Toda la noche y toda la mañana reflexionando sobre lo mismo. ¿Qué sentía por James? Se lo había preguntado unas mil veces antes de conseguir una respuesta certera, unas palabras que si sentía. -«Amo a James como nunca amé a nadie, él se ganó mi cariño con el simple detalle de unas flores. Sin embargo, no puedo aceptar que lo he perdido, que perdí a la única persona que lograba hacerme sentir de una manera especial. No quiero aceptar eso, me niego a renunciar a él, pero ya es demasiado tarde para decir adiós»

Y nuevamente, el silencio reinó entre ambos jóvenes. Un silencio repleto de sentimientos, dolor y angustia eran los principales. Un dolor que se expandía por el pecho del menor, cerrándole los pulmones y negándole el oxígeno.

-Al principio, Tris sólo me veía como un amigo. -El castaño levantó la cabeza sorprendido; él pensaba, no, el sabía que el rubio le tenía un gran amor al rizado, lo miraba como si no existiera nadie más hermoso que él. -Discutimos porque yo me le había declarado y, parece, que él no podía soportar el hecho que lo amara.

«Me odió durante unos días, hasta que nos encerraste en la cocina y le prometí que dejaría de amarlo, le prometí algo que no podía cumplir. Tristan aceptó y volvimos a ser amigos, pero ¿sabes qué? no me di por vencido. Me di cuenta que la frase "si amas algo dejalo ir" no tiene sentido, porque si no podía tener de forma amorosa a Tris, tenía la oportunidad de tenerlo de forma amistosa. Y aún que me destrozara el alma, no quería dejarlo ir.

Así que, no lo dejé ir, ni tampoco luche por él. Simplemente, me resigne a la idea de que lo nuestro nunca se daría. Y no sé como sucedió, tampoco sé la razón, pero parece que ocupaba un lugar especial en el corazón de Evans sin saberlo. Él me amaba, pero se negaba a aceptarlo»

-¿En qué me ayuda esto a mi? -No quiso sonar grosero, le importaba la vida de sus amigos, pero le desesperaba el hecho que un reloj de arena marcara sus posibilidades de recuperar a McVey.

-Yo estuve días junto al chico que amaba evitando besarlo y usando todas mis fuerzas para sólo verlo como un amigo y... -Las voz del rizado se ahogó y tuvo que tomar aire para continuar. -Y ese chico, estuvo un mes al lado tuyo, regalándote flores, animándote cuando lo necesitabas, fue tu mayor apoyo al llorar, estuvo contigo en las buenas y en las malas y jamás se aprovechó de ti. Nadie, escuchame bien, nadie va amarte tanto como lo hace James. -Sonrió levemente y paso los brazos por le cuerpo del castaño, abrazándolo. -Buscalo mañana y recuperalo.

Los sollozos llenaron el pacífico silencio, derrochando lágrimas sobre la zona lateral del sillón, lágrimas que sólo cesaron al abrirse una puerta.

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