Los tres amigos estaban recostados en la sala discutiendo sobre ninguna cosa en particular, esperaban con ansias el comienzo del partido de fútbol.

Debieron levantarse temprano para poder ver el juego, su equipo jugaba en otro país y sus horarios eran diferentes. Aun así, no les molesto levantarse a las 7:00 AM por su equipo favorito.

-¿Recibiste más flores? -Connor recién se había sentado en el gran sillón, cuando el rubio le había preguntado sobre el extraño acontecimiento.

-No son para mi, seguro es una equivocación. -Abrió una lata de cerveza a la vez que el más alto reía, miró para otro lado evitando que se burlara del leve sonrojo que crecía en sus mejillas.

-Yo creo que tienes una admiradora secreta. -Movió sus cejas y sonrió dejando a la vista su blanca dentadura, el castaño rodó los ojos ignorando al rubio a su lado.

-Deja de molestarlo Tris. -El de cabellos ondulados, Bradley, empujó suavemente al mayor mientras se sentaba a su otro lado. -Presta atención al partido o te castigare. -Amenazo señalando al nombrado y tomando algunas papas del paquete en sus manos.

-Ustedes saben que amo a mis dos bebés. -Tristan paso su brazo derecho por el hombro de Bradley y el izquierdo por los de Connor a la vez que sonreía, haciendo reír a sus amigos.

En el momento que el partido comenzó, las risas cesaron pero, en su lugar, el golpeteo en la puerta se escuchó por toda la casa.

Luego de una pelea por quien iba a abrir, el castaño de ojos azules se levantó molesto dirigiéndose a la entrada. Al abrir la puerta, ya estaba preparado para maldecir a quién halla interrumpido su partido. Sin embargo, un ramo de tulipanes amarillos decoraban el suelo.

Se quedó inmóvil, con la vista fija en las flores frente a él. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero puede decir que fue bastante, ya que el rubio se acercó para verificar que todo estuviera bien.

-Parece que alguien quiere robarme a uno de mis bebes. -Comentó tomando el ramo, las inspeccionó antes de qué el menor se las quitara sonrojado.