Shouyou había vivido muchos años en ese edificio, donde lo único bueno de estar ahí era recibir la visitas de sus amigos. Odiaba tanto el color blanco y el olor a desinfectante que comenzó a pedirle a su antiguo equipo que les trajeran flores, flores que puso en jarrones en su ventana y cuidaba con mucho esmero, pero la falta de sol hacía que se marchitaran demasiado pronto.
Hasta que del otro lado de su ventana apareció un nuevo sol, su sol.

Atsumu odio por completo al edificio ante él, no por como era, sino por el otro edificio a su lado, no tenía opción, era lo más accesible que podía costear si quería seguir ayudando a su hermano, ya sabía lo que haría, evitaría abrir la ventana para que ese "olor a hospital" no entrará.
Pero él no contó con que se encontraría con unas llamativas flores en la ventana del frente y que, aún más llamativo era quien las había puesto ahí.