.Capitulo 8.

"Primera vez"

Todos hemos pasado por esas circunstancias donde siempre algo por primera vez causa impresión, fascinación, admiración, en si te deja marcado. 
Nada es como la primera vez en algo, nada se compara con el primer chiste que te hace reir a carcajadas al punto de dolerte el estomago, nada se compara con el desagrado que un insecto te pueda provocar y nada se compara con la cosa que más temas a la primera vez que lo veas.
Sin embargo, todo esto llega a un punto en que estas situaciones se vuelven repetitivas y ya no causa el mismo sentimiento que la primera vez, un chiste que se cuenta reiteradas veces ya ni siquiera puede sacarte una sonrisa, solo queda el recuerdo de cómo te has reido la primera vez que lo escuchas, aquello que tanto desagrado te causa en primer lugar simplemente deja de ser relevante ante tus ojos y lo que una vez te causó tanto temor deja de ser horripilante y solo deja un vago recuerdo en tu memoria.  

Pero esto no es así para él, claro que no. Si algo le causaba impresión, no importa cuantas veces en su vida pasaran, el sentimiento sería el mismo que la primera vez. 

Y esta situación lo confirmaba.

Frente a él aquel rubio y alto, ex compañero de escuela y equipo le observaba con una mirada tan severa, tan calculadora, intentando buscar las palabras para responder a lo dicho por el más bajo en la habitación. 

¿Podían verse los ojos mucho más afilados a través de unos lentes? La respuesta era sí.

A su lado, en el sofá se encontraban sus otros dos amigos, al igual que él temblando por la actitud que su amigo estaba tomando frente a la situación. Y junto a la puerta estaba Sugawara, como siempre son esa cálida sonrisa y su actitud “refrescante” y a su lado Kageyama, observando cualquier punto de la habitación con un aire de incomodidad, de por sí ya el tema de conversación no era su favorito y menos el protagonista de esta.

Como siempre todo se resumía a una persona específica, desagradable para él, Miya Atsumu.

-Entonces..dime, repite todo otra vez pero resumido.- habló nuevamente el más alto con una voz horriblemente calmada.

-Yo..puede ser que discutimos y que le haya gritado- comenzó Shouyou evitando la mirada del rubio.

-¿Y la razón es?- preguntó enseguida el de lentes.

El pelinaranja observó a Kageyama por un momento buscando las palabras y la manera de decirle a Tsukishima del porque su discusión con Atsumu, no quería incomodar más al pelinegro y recordarle los sucesos vividos en el pasado. Suga notando esto decidió intervenir por el bien de todos sus antiguos Kohais.

-¡Vaya! Está comenzando a helar ¿No creen?- los menores los observaban sin entender muy bien el cambio de actitud del mayor. El peligris soltó un gran suspiro, a veces esos chicos parecía que solo habían crecido de cuerpo, después de todo aún les costaba entender las indirectas y percibir la incomodidad entre las personas, que en estos momentos eran Hinata y Kageyama.- La temperatura es perfecta para un buen café, ¡Si, así es! Kageyama acompáñame, ayúdame a traer café para todos.

-¿Q-que? ¿Yo? Pero yo..-

-Pero nada, no serias capaz de hacerme bajar y subir escaleras  solo y con seis tazas de café, que barbaridad. ¡Y a esta edad!  Ya no soy tan joven como antes.- exclamó exageradamente mientras empujaba al pelinegro fuera de la habitación. Luego volteo hacia la dirección de Hinata y hablo en un tono en el que solo los que estaban dentro de la habitación lo escucharan.- Luego me lo cuentas todo.- mencionó para luego guiñar un ojo y largarse.

-Si Daichi-san lo viera.- suspiro rendido el de lentes y volvió a mirar al pelinaranja.- Ahora si, no hay nada que te retenga, habla.

-Él había recibido una propuesta para audicionar y entrar a un equipo de Voley profesional, de hecho es el mismo en donde está Bokuto-san. Pero él la rechazó y yo me enoje.- dirigió su mirada hacia la ventana y comenzó a rascar su brazo, sabía lo que se venia, despues de todo es Tsukishima.

-No estas contándome todo, no creo que te enojaras solamente por eso, sé sincero esta vez Hinata.

-El rechazo eso por mi, bueno en realidad no se si lo hizo por mi o solo me usó de excusa pero es su futuro, su sueño, no quería que abandonara todo por mi como casi lo hace Kageyama, yo solo quiero que sea feliz y por eso yo…

-Hinata, ¿Qué le dijiste?- hablo esta vez Tadashi con preocupación.

-Le dije que no me quedaba mucho tiempo y que por eso debía de seguir sin que yo sea una distracción.- cerró con fuerzas sus ojos esperando lo peor.

-Hinata-kun como pudiste- esta vez fue Yachi quien hablo- Eso no es cierto.

-Claro que lo es y todos lo saben y siempre tratan de ocultarlo, incluso yo lo se. Nadie nunca me dice nada pero puedo saberlo por cómo me miran, por cómo hablan. ¿Crees que no se que me pasara? ¿Cuál es mi destino? Morir Yachi, simplemente morir. He pasado años dentro de este lugar, nunca han intentado explicarme la razón por la que estoy aquí, pero he visto como mi madre tan pálida y ojerosa llora en el hombro de mi padre cada noche en su oficina, él como mi hermana llora en las madrugadas sin conciliar el sueño cuando viene a visitarme y aun tienen el descaro de decir que no es verdad. Puede que no quieran que sepa que es lo que tengo, ni cuanto tiempo me queda pero se muy bien, mi cuerpo sabe muy bien que no es el mismo de antes, no puedo caminar bien, tengo desmayos, colapsos, siempre estoy cansado y con sueño, mis extremidades duelen y cuando no están completamente entumecidas, me cuesta respirar y ya no tengo tanta hambre como antes.- su voz comenzó a quebrarse y sus manos estaban temblando, dejando salir todo levantó la vista hacia la rubia y la observó fijamente con sus ojos cristalinos mostrando una vez más el dolor en ellos.- Y con todo esto aun asi le quitan las etiquetas a los medicamentos que debo tomar, quitan los carteles de las salas que debo visitar, están dejandome morir sin quiera decirme cuándo lo haré, me despierto cada mañana viviendo mi día como el último y me  voy a dormir pensando que tal vez nunca más vuelva a despertar, así que por favor Yachi, no te atrevas a decirme que no es cierto.

-Hinata yo..nosotros- Yamaguchi ya no sabia que decir y Hitoka temblaba en su lugar intentando con todas sus fuerzas no llorar, ¿Cuánto tiempo tardaría Suga y Kageyama?

-Callate ¡Por dios solo callate! Haces lo mismo cada vez, hiciste lo mismo con Kageyama, lo alejaste y pensaste en su felicidad antes que en la tuya porque lo amabas y ahora haces lo mismo con Miya, ¿Crees que haces lo correcto? Por supuesto que no. Hablas de que quieres que seamos felices pero aun así te has descuidado, ya no tomas tus medicamentos a los horarios correspondientes, evitas asistir a tus estudios semanales, no consumes la cantidad necesaria de alimentos, posee sintomas de deshidratacion, ¿Deseas que continúe?- cuestionó el más alto leyendo aquel documento que le había enviado Suga hace una semana- Como te atreves, cómo puedes ser así y pensar que de esa forma puedes hacernos felices, por el amor de dios se mas egoísta, no puedes quedarte ahí sentado y poner las vidas de todos los demás por delante de la tuya y pensar que eso cuenta como amor. ¿Quieres hacernos felices y demostrar cuanto nos quieres? ¡Entonces lucha! Lucha por ti, por tu salud, por tu felicidad y por vivir, el Hinata Shouyou que conocí hace años me provocaba nauseas de tanta fuerza de voluntad y energía que poseía, de que no importara la situación y cuán pocos creían en él jamás se rendía y seguía esforzándose por alcanzar su meta. El Hinata de ahora solo me causa decepción.

-Tsukki.-

-Callate Yamaguchi, justo ahora que todos creemos en ti, cuanto más te apoyamos parece que más deseas rendirte. ¿Y qué es eso de rendirte con la persona que amas? Solo porque decidió algo en base a ti, esta bien que te enojes por que te consideres una carga para los demás, pero por ni un segundo pienses que nosotros te consideramos una carga y mucho menos que el lo hace. 

-Tsukishima yo..

-Ni te atrevas a decir algo lindo o vomitaré.- volteo los ojos hacia la venta evitando observar la cara de felicidad de Hinata.

-No pensaba decir nada lindo, como podría decirle algo lindo a alguien tan feo como tu.- replicó el más bajo.

-Ara Ara~ Ni siquiera un “Gracias por ser un buen amigo” ne chibi-chan.- su voz denotaba el característico tono de voz de Tsukki lleno de burla.

-Chicos no empiecen por favor, apenas es de día.- hablo con cansancio Tadashi.

-¡Suga-san acaba de enviar un mensaje! Dice que mejor vayamos al comedor y desayunemos juntos.-dijo Yachi con una sonrisa que ni parecía haber estado a punto de llorar hace algunos momentos.- Yamaguchi ¿Puedes llevar a Hinata en la silla de ruedas?

-Oigan, les recuerdo que aun puedo caminar.- sin embargo sus dos amigos no le hicieron caso y ya se lo estaban llevando- ¡Hey! Esperen, Tsukishima ¿No vienes?

-En un momento, ordenare las cosas que te trajimos.- señaló la gran bolsa blanca llena de regalos enviados no solo por ellos, si no también por sus antiguos compañeros de equipo.

-Okey, no tardes Tsukki.- dijo Yamaguchi y salió de la habitación junto a los otros dos. Una vez asegurado de que ya no estaban pudo hablar con más tranquilidad.

-No creas que no note que has estado oculto como un cobarde detrás de esa cortina desde el principio, en vez de afrontar tus problemas escuchas conversaciones ajenas, que patético.- comenzó a caminar hacia la puerta para seguir a  sus amigos.- Pero ahora que lo has escuchado todo ¿Que planeas hacer, Miya-san?

Dirijo su vista a la ventana del edificio de al lado y allí estaba ahora Atsumu observandolo. Sin mas que decir solo salió de la habitación.

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Ya era de noche y estaba por completo exhausto. Sin duda se había divertido mucho con todos hoy y comió como hace mucho no hacia. Amaba a cada uno de sus amigos, incluyendo a Kageyama. Y Tsukishima tenía razón, no podía dejar que su salud le quitara toda su felicidad, debía de hablar con Atsumu pronto y arreglar las cosas. Después de que él le dijera que no le quedaba mucho tiempo el rubio simplemente se fue sin decir una sola palabra.

Lentamente se acercó levemente a la ventana y la observó por un rato, tenía la pequeña esperanza de que Miya saliera y que nuevamente le regalara otra de esas increíbles sonrisas que podrían durar en tu mente todo el día, o aunque sea su gemelo, pues tenía la seguridad de que este arrastraría a su hermano hasta allí con tal de verlo sufrir.

Pero no pasó, desde ese día ya había pasado una semana y hasta el presente las luces se mantienen apagadas, la cortina no había sido abierta y ni siquiera escuchaba las canciones que el rubio reproducía en su tocadiscos a la misma hora de la mañana. ¿Y si se había mudado? No, tenía la certeza de si eso pasara Atsumu le diría algo o al menos le escribiría, sino su hermano lo haría, incluso Suna.

Abandonando toda esperanza de verlo esa noche decidió acostarse y dormir, volteo dándole la espalda a la puerta, adivinando que por el horario pasaría lo siguiente, Suga pasaría con su carrito de medicamentos y al encontrarlo dormido lo dejaría allí y se iría. 

Y así fue, oyó como la puerta fue abierta y las ruedas del carrito adentrarse a la habitación, los pasos se dirigieron hacia la puerta y esta se cerró, tal como había predicho. Pero lo que no advirtió fue aquel peso que hundía el lado contrario de la cama. Volteando para preguntarle al peligris del porqué esa extraña intromisión se llevó la sorpresa de que quien se encontraba allí no era su antiguo senpai, sino aquel individuo que no dejaba de estar en sus pensamientos, Atsumu Miya.

Atsumu Miya se encontraba en su habitación, en su cama, acostado, a su lado, de noche, solos. Oh por dios. 

Debía de ser un sueño, claro que lo era, no podía estar pasando realmente.

-¿M-miya-san?- preguntó suavemente el más pequeño orando que aquello no fuera un sueño.

-Hola Shouyou-kun- susurro el rubio acercándose levemente al otro- Perdón que hable tan bajo pero no quiero que nos descubran. Y qué es eso de Miya, ya te dije que es At-su-mu.

-¿Q-que? Atsumu-san eso es lo de menos, ¿Que hace aquí? ¿Cómo entro?- el nerviosismo del pelinaranja se estaba llendo de sus manos, si alguien los descubre seguramente Miya no podría volver a entrar a ese hospital.

-Tengo que hablar contigo de algo importante y pues como entre, es obvio- con sus ojos señaló el carrito. Suga.

-¿Tenías que elegir este horario para hablar? Ha pasado una seman-

-Por favor, se que no tengo justificación para desaparecer por una semana y no decir nada luego de lo que me dijiste, pero quiero que me escuches- por primera vez desde que lo conocía, Atsumu lo estaba mirando a los ojos.- ¿Me escucharás, Shou?

Ante todo, sin poder emitir ni una sola palabra frente a la mirada tan sincera que le regalaba MIya, solo asintió.

- Veras, cuando era pequeño, mi madre enfermó. Estuvo mucho tiempo en el hospital. Ella era fanática del voley y por eso mi hermano y yo decidimos entrar a ese mundo del deporte. Cada día  íbamos a verla y cada vez empeoraba más, hasta el punto de que su imagen era algo insoportable de observar. Entonces mi padre decidió que debíamos ir a vivir con mi abuela, de esa forma evitaba que la viéramos. Poco tiempo después ella falleció y mi padre no nos dejó ir al funeral, el último recuerdo que tengo de ella es en una camilla de un hospital, fue en ese entonces que comencé a odiar los hospitales, su olor y su color no dejaban de marearme. Al entrar al secundario, Osamu y yo decidimos vivir con mi abuela permanentemente o hasta que ella decidiera echarnos. Pero mi abuela era una mujer increíble, dulce y amable, ella nos crió de la mejor manera que pudo y ella fue la primera mujer en la vida que amamos. A ella jamás le molestó que a mi hermano le gustaran los hombres, incluso llegó a conocer a Kita-san, y siempre me apoyó en mi búsqueda de la persona que tanto debía amar. Jamás se perdía nuestros partidos, incluso gritaba. Pero un dia ella..- sus manos comenzaron a temblar, estaba recordando algo que no quería.

-Atsumu-san, tomate tu tiempo.- tomo sus manos entre las suyas mostrando todo su apoyo.

-Ella enfermó y terminó en el hospital, a pesar de lo que esos edificios provocan en mi jamas deje de ir, ni un solo dia. Entonces en mi último año de preparatoria, durante un partido de práctica recibí una llamada. Debía de ir a verla de inmediato, ella no pasaría de esa tarde. Osamu y yo estuvimos todo el día con ella, sostuve sus manos todo el tiempo, ellas no dejaban de temblar y estaban heladas, ni siquiera noté en qué momento se quedó dormida. Tiempo después en mi último partido cuando quise levantar el balón, mis manos comenzaron a temblar y a su vez se sentían tan frías, yo no podía armar para nadie. Esa fue la última vez que jugué y luego dejé de buscar a alguien a quien amar. Estudie y trabaje, hice todo lo posible para que Osamu fuera feliz como Obachan lo hubiera querido y entonces te encontré.

-¿Que? ¿A..a mi?

-Si, justo frente a mi ventana había un edificio que odiaba, resignado a que el olor estaría siempre  allí abrí mi ventana. Pero para mi sorpresa eso jamas paso, todo mi departamento se llenó de un delicioso olor a lavanda y frente a mi, el ser más brillante y hermoso del planeta, tu. Puedes llamarme loco y apresurado, se que solo han pasado ocho meses desde que nos conocimos, pero puedo asegurarte Shouyou que la persona a la que tanto he buscado, eres tú. Te amo.

-Y-yo..

-No tienes que contestar, se que es muy rápido pero algo en mi no deja de repetirme cada día, cada vez que te veo, cuanto te amo y cuanto puedo amarte.

Esta era la primera vez que sentía algo como eso, era la primera vez que alguien se le confesaba. ¿Que se debía de hacer en esos momentos? ¿Cómo se respiraba? Atsumu, alguien de quien había comenzado a desarrollar sentimientos se le estaba confesando, ¿Es así como debía de sentirse el primer amor? ¿Cómo buscar las palabras adecuadas para tan maravillosa confesión? 

Pero es obvio, las acciones dicen más que mil palabras. 

Se levantó levemente y se acostó un poco más arriba del colchón, con sus manos, suavemente tomó el rostro de Atsumu y lo colocó de forma lenta sobre su pecho, asegurándose de que este escuchara sus fuertes latidos.

-¿Lo escuchas Atsumu-san? Es la primera vez que alguien me hace sentir de esta manera, la primera vez que mi corazón late tan fuerte. Y es por ti, solo por ti.  

El más alto pasó sus brazos por el cuerpo de Shouyou acurrucandose aún más en su pecho.
La posición sin dudas era cómoda para ambos, más aún cuando está ayudaba a ocultar el enrojecido rostro de ambos.

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