.Capitulo 2.

"Hermoso"

Para él, el día había comenzado de forma pésima.
Para empezar, lo habían levantado muy temprano, odiaba los miércoles por eso.
Era tedioso escuchar a las enfermeras entrar y decirle "Hinata-kun tienes que tomar tus médicamentos", "Hinata debemos hacerte nuevos estudios" y el peor de todos, "Hinata, tu padre quiere hablar contigo".
El hecho de su padre fuera el dueño de ese hospital era lo más tortuoso, ya había olvidado cuántos años había estado encerrado dentro de esas cuatro paredes.

Su enfermero personal, Sugawara, era increíblemente amable y dulce, tanto que siempre quería sacarle alguna sonrisa, cosa que no era tan difícil.
Siempre le traía cosas para decorar su habitación y entretenerlo, póster, discos, libros y de todo, pero lo que más adoraba  que le trajera, eran las flores.

Shouyou había desarrollado un increíble amor por las flores, tanto que pidió libros acerca de sus significados y de sus cuidados. Si fuera por él, tendría toda la habitación llena de flores y todo tipo de plantas, de la maceta más pequeña a la más grande.

Pero no, su padre odiaba la plantas, odiaba la tierra, practicante no le gustaba nada de lo que tuviera que ver con la naturaleza, por lo que sólo le permitía tener flores en su ventana.

Dos veces a la semana, Suga, su amigo Tadashi y su hermana menor Natsu, le traían algún tipo de flor, las más hermosas y delicadas flores para poner en jarrones en su ventana.
Incluso el amargado de Tsukishima le traía al menos una flor. Claro que siempre dejando en claro que justo paso por una Floreria y la compro acordándose tarde que le tenía que llevar flores.
Pero Tadashi le había confesado que Tsukki las pedia al menos una semana antes de ir a verlo y que siempre las pedia en el mejor estado.
Tal vez ese era el problema, demasiada delicadas = Demasiados cuidados. El tener un gran edificio al lado era una contra, no había luz del sol que le llegarán a sus flores por lo que morían muy pronto.

Sin embargo, las flores que más adoraba eran aquellas que eran traídas por su mejor amigo, Kageyama. Nunca eran igual a la otra, además siempre eran difíciles de conseguir.
Sabía que eran caras y siempre le hizo saber al pelinegro que no era necesario, que unas flores sencillas era suficiente, pero él insistía en que le gustaba verlo feliz por un presente como esos.

Eso también lo adoraba, el como un simple ramo de flores puede hacer sonreír a una persona, incluso en su peor momento.
El hecho de que alguien te regalé un ramo, te sonría y te diga cosas bonitas, era algo que te llena de calidez.

Bueno, al menos para él era así, lastima que jamás recibió un ramo con otras intenciones que amistad.

Bien, como íbamos diciendo, no había tenido el mejor día, las enfermeras lo levantaron temprano, su padre quiso hablar con él, Suga estaba enfermo, Tadashi y Tsukishima tenían trabajo, su hermana Natsu tenía que cuidar a su madre y Kageyama tenía entrenamiento.

Todo iba mal, hasta ese momento.
El momento en que alguien abrió la ventana del frente mientras el regaba las flores.
Y ahora se encontraba con un ramo de flores en sus manos extendiéndolas y frente a él, la ventana cerrada.

Cualquier otro se hubiera ofendido, pero no Shouyou.
El había notado como aquel rubio frente a él estaba nervioso y que sus intenciones no eran cerrarle la ventana en la cara, solo pudo tomarlo como alguien que no acostumbraba a hablar con gente desconocida.

Tal vez también era su culpa, el le había hablado demasiado rápido y quizás era mucha información que procesar para el otro chico que parecía recién levantado.

Se quedó un buen rato esperando a que él otro abriera la ventana para darle las flores, era un regalo de bienvenida.
Si bien las flores azules tienen muchos significados, para él en esté momento era sólo de amistad.

Volvió a contar unos minutos  y nadie abrió la ventana, suponiendo que él no volvería, entró a su propia habitación junto con el ramo en sus manos.
¿Acaso había echo algo mal? Sabía por obvias razones que era muy parlanchin, energético y según las palabras de Tsukishima, insoportable.
No recordaba muy bien que le había dicho, estaba muy emocionado, por fin tenía un vecino.
Si hacía memoria sólo podía encontrarse a sí mismo diciendo su propio nombre gritando, extendiendo primero su mano, aquel rubio primero serio y por último muy nervioso, después la ventana cerrándose en su cara.

Bueno, ahora sabía que había algunas cosas que podían poner nervioso al otro y que a la próxima no haría.
Menos mal que no le mencionó lo apuesto que era, ni lo tierno que se veía con la cara roja.

Pero su nuevo vecino acababa de verlo, no era posible que pudiera pensar todo eso sobre él.

Siendo optimista, tomo una de sus agendas y arrancó con cuidado una de sus hojas para escribir en ella.

"Perdón por haberte sorprendido está mañana, espero que podamos ser amigos.
Por favor acepta las flores como regalo de bienvenida y también como disculpas"

Satisfecho de que la nota fuera común como para no ponerlo nervioso, tomo una cinta azul para amarrar todas las flores juntas y pego la nota en ella.

En el momento justo en que pondría el ramo en la ventana del contrario, está se abrió ante a el mostrando a alguien que no conocía.

-¿Quién eres y que estabas por hacer en la ventana?

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Volviendo de su trabajo, Atsumu no podía pensar en otra cosa más que tirarse a su cama y dormir.
Si bien ser el entrenador de un equipo de voley de un colegio prestigioso en Tokio no era un trabajo de tanto desgaste, los mocosos podían con él.
Si pudiera encontrarse con el yo de su pasado lo golpearia por ser como esos chicos insoportables.

Subiendo por el elevador de su edificio hasta su habitación, escucho una carcajada saliendo de ella junto a una ¿risa? De su hermano.

- El siempre decía: El que no pueda golpear mis colocaciones  es una basura- escucho a su hermano hablar obviamente sobre él.

-Kageyama una vez dijo: Desearia poder recibir, levantar y rematar yo solo- está vez hablo el otro chico haciendo una cara rara y aplastandose el cabello- Era un arrogante, ahora es mi amigo.

Dio un paso más y el primero en notarlo fue el de cabellos anaranjados Que le sonrió como esa mañana haciéndole perder otra vez la seguridad en hablar.
Luego fue su hermano que volteó a mirarlo como si estuviera regañandolo, quizás el otro le había contado como le había cerrado la ventana en la cara quedando como un maleducado.

-Tsumu, bienvenido a casa. Bueno, yo debo irme a trabajar, un placer conocerte Hinata.

-Igualmente Osamu-san.

¿Osamu? Acaso ese chico acaba de llamar a su hermano por su nombre.
Como es que su gemelo podía hablar tan tranquilamente con ese chico sin sentirse tan nervioso.

Su hermano paso por su lado mirándole y luego salió del lugar dejándole sólo con aquel chico que ahora lo miraba atento.
Cuando estaba a punto de decidir irse del lugar para evitar hacer el ridículo frente al otro, recibió un mensaje de su hermano.

"Si tu no lo quieres, se lo presentaré a Suna"

Claro que no, Suna podía ser un buen amigo pero no una buena pareja, como dejar que aquel chico que parecía un ángel saliera con alguien como Suna.

Un poco más seguro se acercó a la ventana y vio como el otro chico le tendía aquel ramo nuevamente.
Al tomarlo vio la nota y la leyó.
Cierto que no se había presentado correctamente.

-Em...Soy Atsumu Miya-

Otra vez se habían notado sus nervios al hablar.

-Un placer conocerlo Miya-san.

¿Miya-san? Como es que él era Miya y su hermano era Osamu.

-Por favor, dime sólo Atsumu- incluso el mismo se había sorprendido con la seguridad que lo había dicho.

-Entonces Atsumu, dime Shouyou.

Mierda, él era lindo, su cara, sus ojos, su sonrisa, su cabello y ahora su nombre.
No, no podía tacharlo como lindo. El era hermoso.

-Muy hermoso...

-¿Que?

Ahora Atsumu no era el único nervioso en el lugar.

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