.Capítulo 1.

"Cerrar la ventana"

Aquel edificio se imponía frente a él, sólo era eso, un edificio. No tan grande ni muy pequeño, pero si lo suficiente intimidante como para hacerlo sentir pequeño.
Cierta parte de él se negaba a entrar y no sabía porque.
Tal vez era por el pequeño callejón entre medio en aquel edificio y el de al lado, tal vez era por la escasa luz del sol que llegaba allí o tal vez era por que el otro edificio era un maldito hospital.
Si, sin duda era por eso. La última vez que estuvo en uno había perdido a una persona muy importante y desde entonces jamás pudo volver a entrar a uno.

Viendo el lado positivo, según su hermano, el departamento era nuevo y el hospital sólo estaba a su lado pero el característico a olor a hospital podía sentirse fuera de él.

Sus nervios le estaban jugando en contra, sentía que en cualquier momento podría salir corriendo de allí, sentía su corazón latir con demasiada fuerza, sus pulmones quedándose sin aire y su respiración ser por completo irregular, hasta que sintio una mano posarse en su hombro tratando de transmitir tranquilidad, cosa que no tardó en llegar.

-Creo que es hora de entrar tsumu- su hermano a pesar de ser alguien bastante inexpresivo ahí estaba, con una leve sonrisa animandolo.

Sin más que decir, osamu le entregó una de las cajas y sosteniendo otra él, ingresaron al edificio. Sólo tomo unos minutos subir al décimo piso en el elevador y encontrar la habitación fue aún más rápido.

Era la número 107, bastante espaciosa, tenía una pequeña cocina que de por sí, sabía que no usaría, un living con un sofá grande y dos pequeños con una mesa en el centro, noto que había una ventana que daba justo al callejón y por obviedad al hospital. Por último su habitación, con una cama de media plaza, un armario y un pequeño espacio donde pondría su escritorio, también había una ventana, con la diferencia de que está daba a la calle y a los edificios del frente.

El lugar no le disgustaba, pero tampoco lo amaba, era un buen departamento, bastante bueno a decir verdad, la renta era barata y el tenía un buen empleo como entrenador de Volleyball de un equipo de renombre en Tokio, pero al estar ayudando a su hermano con su tienda de onigiri y pagar sus propios consumos, estaba un poco justo con el tema de pagar la renta de su departamento anterior, por eso había decidido mudarse allí, hasta que vio aquel hospital a su lado.

Fue entonces cuando empezó a dudar si realmente valía la pena mudarse allí, su pasado podría volver y atormentarlo en cualquier momento y, cuando eso pasará volvería a sentirse como un chico de 17 años perdido, sólo que ahora ya no tendría a osamu cerca.

-Atsumu, has estado muy callado desde antes de llegar- en la voz de su hermano podía notarse un deje de preocupación- ¿Hay algo que te preocupe? Sabes que puedes decirme lo que sea.

-Estoy bien- vio como su hermano lo miraba con duda- Realmente estoy bien.

Mentiroso

-¿Seguro?- hubo un breve silencio en ambos- si es así, entonces cuál es la razón por la que te quedaste tanto tiempo aquí como para no darte cuenta de que ya subí todas tus cosas.

En efecto, el se había hundido en sus pensamientos y en las posibles contras que traería vivir a partir de ahora en ese lugar, tanto que no había notado como su hermano trajo las pocas cajas llenas de su también escasas pertenencias, podría apostar que sólo había ropa, algunos cuadros y decorados que su abuela le había regalo, también su escritorio y como no, su pelota de voley.

-Lo siento, me quedé pensando en que me gusta mucho este lugar - sonrió con tanta naturalidad que su hermano terminó creyéndoselo, hacía un tiempo que se había vuelto un experto en fingir- Estaba pensado en donde poner algunas de mis cosas, lamento no haberte ayudado.

Otra vez, mentiroso.

-No hay problema tsumu, vamos a sacar las cosas de las cajas.

Y así fue, empezaron a limpiar el lugar, ordenar los muebles al gusto del rubio, mientras charlaban de tonterías del pasado que habían vivido en la preparatoria Inarizaki, sobre Suna y sobre la actual pareja de Osamu, Kita. De esta relación no se podía esperar no más que las constantes burlas de Atsumu.

Una vez pasada las siete de la tarde terminaron de desempacar, el de cabello grisáceo fue el primero en reclamar una ducha.

Y entonces nuevamente Atsumu se quedó sólo con sus pensamientos. Posando su mirada en la ventana de su habitación se dirigió hacia ella para ver como la gente pasaba y pasaba, algunas solas y otras en pareja, era impresionante como en Tokio a pesar de ser tarde las parejas seguían paseando por ahí. El podía ver como se tomaban de las manos, como se miraban demostrando su "amor" sin siquiera decir una palabra, era envidiable, el jamás había podido sentir algo como eso, ni aún intentándolo.

Comenzó a salir con chicas en la secundaria, tratando de sentir algo por ellas pero no funcionó, fue entonces que pensó que había una posibilidad que le gustarán los chicos, pero eso tampoco funcionó.

"No es una cuestión de género tsumu, algún día encontras a una persona que mueva por completo tu mundo y hasta ese momento no sabrás si se trata de un hombre o mujer. No es necesario amar un género, sólo debes amar a la persona."

Esas fueron las palabras dichas por su Obaasan cuando el tenía dudas sobre sus gustó y la falta de interés en las chicas e incluso en chicos.

-Oye- Osamu ya había terminado de bañarse y ahí estaba frente a él con una caja bastante grande - Kita dijo que cuando una persona se muda es normal que se le regalé algo, así que esto es para ti, cuidalo bien.

Atsumu con cuidado comenzó a abrir aquella caja y con ver su contenido por primera vez en el día sonrió verdaderamente y sus ojos comenzaron a brillar como si de un niño pequeño se tratase.

-Es-esto es- mucho antes de poder gritar de emoción fue cortado por su hermano.

-Es el tocadiscos de Obaasan, se que tu y ella compartían que la música suena mejor en discos de vinilo, por eso en el fondo están todos sus discos incluyendo las-

- Las francesas- gritó de emoción Atsumu al ver la música favorita de abuela allí.

-Bien, haré la cena mientras tu te bañas, no tardes mucho idiota.

Luego de encontrar un lugar apropiado para el tocadiscos y bañarse, tuvieron una cena tranquila, donde el rubio no paraba de repetir lo agradecido que estaba con Kita por haberle dado la idea, mientras que en el fondo estaba en extremo feliz.
Ahora podía verle el lado positivo al lugar, justo en medio de su departamento, en el living y cerca de la ventana podía apreciar el mayor recuerdo de su abuela, incluso si a partir de ahora estaba sólo, sabía que una parte de su abuela estaba con él.

Después de la cena y una breve discusión con su hermano por quien dormía en la cama y quien el sofá, ganando Osamu que había sacado a relucir su argumento de haber subido el sólo sus cosas, se fueron a dormir, tal vez el sofá no era tan incómodo.

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Al día siguente, se despertó con un gran dolor de espalda, haciendo una nota mental de jamás volver a dormir en el sofá.
Fue a despertar a su hermano pero sólo se encontró con una nota.

"Tuve que irme por asuntos de la tienda, deje el desayuno preparado, ponlo en el microondas y prepárate un café, vago.
Si necesitas algo no dudes en llamarme"

-¿Vago?- se pregunto y al mirar la hora pudo ver que eran las dos de la tarde, tuvo suerte de ser sábado y no quedarse dormido para el trabajo.

Dirigiendo hacía la cocina comenzó a calentar el desayuno y a preparar su café, mientras esperaba tomo uno de los vinilos favoritos de su abuela, uno que él mismo le había regalo : "Dernière Danse", y lo colocó en el tocadiscos dejando que la música inundara el departamento.

Una vez terminado su desayuno y de haber lavado lo que uso, decidió que tenía que abrir las ventanas para dejar ventilar un poco, comenzado con la ventana de su habitación la cual no le costó mucho hacerlo.
Pero una vez llegando a la ventana del living tuvo que tomarse unos minutos para prepararse, cerró los ojos y la abrió, esperando que el olor del hospital llegará a su nariz, al contrario, lo que llegó fue un fuerte olor a lavanda.

Sorprendido abrió los ojos y frente a él, estaba un chico igual de sorprendido mirándole mientras regaba las flores en su ventana, cabello anaranjado, piel blanca y ojos café, que tan idiota debía ser para no notar que había otra ventana en frente al mismo nivel que la suya y la distancia suficiente como para saltar de una habitación a la otra.

-¡Hola! Tu debes ser nuevo, soy Hinata Shouyou, un placer- aquel chico ahora parecía muy feliz de verlo, mostrándole una gran sonrisa y extendiéndole la mano para saludarlo.- ¿Tu como te llamas?

- Yo am..esto- Dios, si su abuela lo viera ya lo estaría golpeando por no demostrar buenos modales, pero aún más por estar así de nervioso, ¿Acaso eso que sentía en su rostro era calor?

-Supongo que acabas de mudarte. Bien déjame ver...- mientras intentaba calmarse vio como el de cabello naranja buscaba algo y saco un ramo de flores azules- Ten, son para ti, un presente por tu mudanza, espero que nos llevemos bien.

Otra vez esa sonrisa, y ahora acompañada por un ramo de flores, que era eso que estaba sintiendo, porque le daba tanta vergüenza.
Quería decir su nombre, presentarse adecuadamente, tomar el ramo y agradecerle, y poder ver aún más esa sonrisa.
Pero siendo el idiota que es, lo único que pudo hacer, fue
"Cerrar la ventana".

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