Las flores rojas me recuerdan a ti
Cualquier persona dentro de la Agencia Armada de Detectives sabe que algo extraño está sucediendo en uno de sus miembros, especialmente en Osamu Dazai.
Incluso él lo sabe. Sabe lo extraño que puede resultar que esté frente a la pantalla de la computadora sin que se haya quejado primero o que no esté acostado en el sillón leyendo un libro o con los audífonos puestos, ignorando el trabajo que tiene que hacer y los reproches de sus compañeros. En la oficina solo se escucha el sonido de los teclados y de las hojas que son revisadas por Kunikida. Debe estar asegurándose de que los informes estén bien redactados.
Se trata de un día tranquilo en la Agencia donde cada integrante está en sus propias actividades, y quizás para mantener esa tranquilidad, es que ninguno menciona nada de lo extraño que está siendo el suceso que nunca imaginaron que pasaría. Puede ser que estén pensando en que está haciendo el reporte que le pidió anteriormente Kunikida, pero la verdad es que no está haciendo nada.
Está fingiendo estar concentrado en el reporte cuando en realidad solo escribió dos líneas y después se detuvo. Para no levantar ninguna sospecha siguió con la mirada fija en la pantalla para actuar como si estuviera leyendo algo, solo que no está seguro de cuánto tiempo más podrá mantener la farsa. Ya siente su vista cansada; quiere levantarse, tomar el libro que tiene a un lado, buscar sus audífonos y decirle a Kunikida que haga el resto por él, aún sabiendo que se negaría diciendo: "hacer la parte del trabajo de un maniático suicida no está escrito en mis ideales".
Al final lo que hace es recorrer la silla hacia atrás, alza los brazos y los sacude a los lados mientras suelta un gran suspiro que puede resultar en la interrupción de la atmósfera tranquila de la oficina, pero es que está aburrido y no quiere regresar su vista a la pantalla.
—Dazai, ¿te encuentras bien?
La pregunta hecha por Atsushi, su subordinado, hace que se reincorpore en la silla y lo mire. Lo primero que piensa es que no entiende el porqué de su expresión preocupada. No es como si en Yokohama hubiera una organización enemiga y tuviera que decirle que haría equipo con Akutagawa con el fin de preservar la paz de la ciudad porque eso no es algo que vaya a pasar en este momento, más bien tendría que disfrutar estos momentos en los que todo está con mucha normalidad, pero sabe que esa no es la razón de su pregunta.
En lo segundo que piensa es que no se encuentra bien, desde la mañana tiene un dolor en la garganta que le da el presentimiento de que va a enfermarse de gripe, lo que sería muy extraño para él porque el clima no es nublado, más bien es soleado y no ha habido ningún cambio brusco en la temperatura. Luego recuerda las veces que tosió y encontró pétalos de una flor roja en su ropa, así que no logra comprender bien lo que le está pasando, pero decirle eso hará que aumente su preocupación y no es algo que quiera.
—¿Eh? ¿Por qué la pregunta, Atsushi?
Sabe que si se queda callado mucho tiempo aumentará las sospechas, es por eso que tiene que fingir que no sabe a lo que se refiere y que para él no está pasando nada extraño. Para convencer a Atsushi termina por cerrar la laptop en la que estaba trabajando. No importa si pierde el progreso del reporte, no es como si hubiera hecho un avance significativo.
—Es que… —Atsushi se detiene, parece nervioso, sus ojos miran a otro lado—. Es que te vi tan concentrado que se me hizo raro.
—Oh, ¿en serio?
—¡Sí! —responde asintiendo y luego dirige la mirada hacia la persona de enfrente—, ¿no piensas lo mismo, Kunikida?
—Para mí sigue siendo el mismo holgazán de siempre.
Kunikida no aleja la vista de la pantalla, sigue escribiendo y leyendo las hojas que tiene a un lado. Por un momento creyó que los callaría por estar hablando en vez de seguir avanzando en el trabajo.
—P-pero Kunikida…
—No dejes que te engañe, mocoso.
Esa respuesta es algo que ya se esperaba de Kunikida. Él no se creería la farsa de verlo tan concentrado en su trabajo, pero se pregunta si de verdad no sospecha de algo extraño. Tal vez tiene la mente tan ocupada en los reportes que no puede pensar en otra cosa y a la mente de Dazai comienzan a venir miles de formas en las que puede molestarlo solo para entretenerse, podría esperar a que la conversación termine o hacerlo ahora, le serviría para no enfocarse en el dolor de garganta que tiene desde la mañana.
Es por eso que aprovecha que la agencia vuelve a estar en silencio para tomar una de las hojas que están apiladas para realizar un avión de papel y molestar a Kunikida. Sin embargo, cuando está realizando los dobleces, se lleva una mano a la boca cuando su garganta comienza a picar y tiene ganas de toser, aunque solo es algo que se quedó como una sensación.
Eso lo calma un poco porque no quiere tener varias miradas fijas en él o que piensen en que está actuando estar enfermo cuando no es así. Cuando mira de reojo a Ranpo comiendo dulces, está seguro de que él sabe qué es lo que tiene y por qué. Lo mejor sería que fuera a la cafetería Uzumaki del piso de abajo para tratar de mantener su mente despejada y considera la idea de llevarse la laptop bajo la excusa de que será para hacer su reporte cuando será para realizar una búsqueda, a decir verdad no cree que vaya a encontrar algo que le resuelva sus dudas.
Abandona la idea de hacer un avión de papel. Irse de repente también es una forma en la que puede molestarlo. Antes de ir hacia la salida, mira a su subordinado para decirle algo muy importante.
—Atsushi, te encargo mi reporte
—¡¿Qué?! —Kunikida ahora es quien se levanta de su lugar—. ¿Te vas a ir cuando tenemos mucho trabajo?
—No te enojes, Kunikida. Te hará daño.
Eso no hace nada para cambiar su estado de ánimo. Nota en su rostro lo molesto que está, pero ahora no tiene ganas de discutir. Atsushi está mirando a los dos, debe estar pensando en una forma de evitar una pelea dentro de la agencia, pero este tipo de situaciones suelen ocurrir entre los dos y no es nada de lo que se tenga que preocupar.
—¡¿Cómo quieres que no me enoje?! Tú, desperdicio de vendajes…
Ignora la forma en la que lo llamó y empieza a caminar hacia la salida de la oficina. No va a desaparecer, solo estará en la cafetería Uzumaki, tal vez su garganta necesita algo caliente para disminuir el dolor.
…
Acaba de darse cuenta de algo.
En el silencio de la cafetería y mientras observa el líquido de la taza, acaba de descubrir algo que le acaba de arruinar la tarde. Hay alguien en quien está pensando y es cuando sus síntomas se hacen más fuertes, aquello lo puede considerar como un castigo de un ser superior.
Hay tantas personas en el mundo y tiene que ser él, pero espera que esto sea solo una coincidencia porque no podría soportar que fuera verdad lo que está pensando. Prefiere escupir flores enteras que le obstruyan el paso del aire antes que estar con él. Su mente está hecha un desastre que está pensando en esa persona y desea que no sea verdad, desea que solo sea algo creado por su cabeza para molestarlo.
Cuando le da el primer sorbo al café, ve a Atsushi bajar y acercarse a su mesa.
—Kunikida me pidió venir a verte —explica antes de que él le pregunte la razón por la que salió de la oficina.
Sonríe, deja la taza sobre la mesa. Se debió haber imaginado que su farsa por actuar como si no tuviera nada no iba a funcionar cuando no está teniendo el mismo comportamiento de siempre.
—¿Ah, si?
—Sí —contesta—. Quiero preguntarte si te puedo ayudar en algo.
¿Ayudar en algo? No le responde de forma inmediata al pensar en lo que le puede decir. No está seguro si puede comentarle sobre uno de sus recuerdos en la mafia, sobre su "compañero" que conoció a los quince años y sobre lo que ocurrió esta mañana porque no tiene dudas de que esas tres cosas se relacionan con su malestar de la mañana.
—¿Lo dices en serio?
Atsushi sonríe y asiente. No hay forma de que le esté mintiendo, su mirada demuestra una sinceridad y preocupación.
—Bien, Atsushi, ¿crees que existan las enfermedades por un amor no correspondido?
Los ojos de Atsushi se abren por la sorpresa. No duda de que debió resultar muy inesperado que le haya hecho esa pregunta, sabe que desde el tiempo en el que se conocen no había mencionado esa palabra antes. Entiende su reacción, para él también es raro, así que entenderá si no le responde. Sin embargo, comienza a arrepentirse de haberle hecho la pregunta, es mejor decir que no se preocupe, que no está hablando en serio y que desconoce el motivo por el que acaba de decir algo así.
—¿Hay… hay alguien de quién estés enamorado?
La pregunta lo distrae de sus pensamientos, ahora es Dazai quien no logra asimilar lo que ha dicho Atsushi.
¿Enamorado? Prefiere evitar la pregunta antes que responder porque no se le ocurre algo nada para decir y no quiere mentirle a Atsushi, esto es tan extraño porque siempre sabe cómo actuar en cada situación. Menos en los que tengan que ver con él amor y de mostrar un lado vulnerable.
—Así que ese es un tema del qué Atsushi tiene curiosidad. —No lo mira al responder, toma la cuchara que está sobre la mesa para echarle azúcar al café.
—¡Prometo no decirle a nadie!
No duda de su afirmación. Si le revela información de su pasado, sabe que ninguna palabra saldrá de su boca, él guardaría el secreto. Alza su mirada y vuelve a sonreír. Empieza a resolver el café y suspira. El tema quedará entre los dos, entonces no hay ningún problema con decirle todo lo que está pasando. .
—En la mañana tosí pétalos de flores.
Eso es lo primero que dice como una forma de iniciar el tema. Atsushi parece no entender nada, no sabe en qué se relaciona la respuesta con su pregunta. Solo tiene que ser paciente para que sus dudas sean aclaradas.
«Los pétalos de una flor roja» añade en su mente. No le gusta para nada que el color le recuerde a él, ni siquiera puede mencionar su nombre sin molestarse y daría lo que fuera por no tener que recordarlo. Sin embargo, si es incapaz de olvidarlo es porque tuvo una relevancia en su vida, no guardaría los nombres de todas las personas que ha conocido si no fuera así
—En un libro leí sobre una enfermedad en la que los afectados tosen flores cuando tienen un amor no correspondido.
No sabía que en los libros se podría encontrar ese tipo de información. Se pregunta si algo no ha afectado la cabeza de Atsushi como para haber dicho eso, no tiene sentido para él.
«Un amor no correspondido». Sin duda esto debe ser el castigo divino de un ser superior, pero a decir verdad, él no cree en ese tipo de cosas; más bien se trata de las consecuencias de sus acciones, de haberlo ilusionado y luego irse de la organización, fingiendo que nada pasó entre ellos.
—No estoy enamorado de nadie, Atsushi.
Atsushi parece no creerle y lo entiende, aún cuando usó un tono de voz que pudiera mostrar lo seguro que está. Tal vez tiene enterrado sus sentimientos en una parte muy escondida dentro de él y no los quiere aceptar.
—P-pero… no creo que eso sea posible…
No termina su frase y no es necesario porque entendió lo que quiso decir. Si no está enamorado no es posible que esté tosiendo flores.
—Atsushi, ¿estás dispuesto a escuchar una historia?
Vuelve a dirigir su vista hacia el café mientras espera que le responda. Si se quedan en silencio está bien porque le va a permitir prepararse para hablar del tema que no le ha dicho a nadie.
—Si puede ayudar a saber lo que te está pasando, está bien.
Los dos sonríen. No tiene ni idea de cómo puede empezar la historia, pero le hace sentir bien que Atsushi lo vaya a escuchar, espera que su forma de verlo no cambie con lo que dirá. No es algo en lo que pueda mentir y en este tipo de situaciones la verdad es más efectiva.
—Hay alguien en quien estoy pensando y siento que mi estado empeora.
Atsushi ladea la cabeza. Sabe que está diciendo cosas extrañas y que lo está haciendo sentir confundido.
—¿Se trata de alguien importante para ti?
Si hubiera tomado café cuando hizo esa pregunta, está muy seguro de que hubiera volteado su rostro hacia un lado para terminar escupiendo por la impresión y porque pensar en algo así le causa mucho desagrado.
—Atsushi —dice en un tono serio.
—¿Sí?
—Como tu mentor, te pido que no vuelvas a decir algo así.
Y no es que esté molesto, solo que pensar en que Chuuya sea su persona importante es algo que nunca hubiera imaginado, ni siquiera cuando está en el bar con la mente nublada por el alcohol ha pensado en eso y le resulta tan extraño. Es que todo ha ocurrido de una forma tan repentina, él también se encuentra confundido. ¿Qué amor no correspondido? Puede ser que su cabeza haya bloqueado todos los momentos que pasó junto a quien era su compañero.
—Pero no es nada malo —se apresura a decir. Para él es fácil decirlo porque no es quien está enfermo.
—Lo dices porque no lo conoces.
—Yo creo que necesitas reencontrarte con esa persona, quizás sea la razón por la que estás tosiendo flores.
Sin decir nada, deja caer la cabeza sobre la mesa. No quiere que vea la expresión de fastidio que está haciendo, pero no puede negar que esa es la solución más posible: reencontrarse con Chuuya.
—Eso me ha arruinado el resto de la tarde… —murmura todavía fastidiado—. No, espera, la semana entera.
Tiene ganas de decirle a Atsushi que lo deje solo para pensar en las posibles soluciones. Vuelve a recordar el dolor de garganta y las flores de la mañana, si puede dejar de sentir esa sensación desagradable, entonces le haría caso y lo llamaría, esperando que no cuelgue al ver su nombre.
—No creo que sea tan terrible.
—Lo conozco desde hace siete años y solo nos la hemos pasado peleando, aunque…
Dazai es ahora quien no termina de hablar. Su mente acaba de volver al pasado; se transportó al día en el que conoció a Chuuya cuando ambos tenían quince años, de cómo se hicieron compañeros desde entonces, de sus discusiones que le eran entretenidas, de las veces en las que tomaba su sombrero ridículo para molestarlo porque era divertido, de todas las misiones que hicieron juntos y el jefe los llamó «doble negro», de las veces en las que anulaba su poder Corrupción para evitar una tragedia, de cómo lo consideró su perro y luego dejó de verlo de esa manera…
Alza su vista hacia el techo, es como si de repente hubiera olvidado que no está solo. Está pensando en esos sentimientos que no sabía que podía tener, aparecen cuando recuerda los momentos felices entre Chuuya y él. Le dejan una sensación tan agradable, un poco diferente a cuando visita su bar favorito y comparte una copa junto a uno de sus conocidos. Esto es realmente diferente porque siente como el malestar pasa a ser casi imperceptible, pero todavía tiene la picazón en la garganta. En cambio, si recuerda la ocasión en la que decidió dejar la organización sin decirle a nadie es cuando vuelve a sentirse mal y termina tapándose para toser y ver los pétalos de las flores en su ropa.
Hay varias cosas que está odiando en este momento. La primera es que las flores pueden ser visibles si presta mucha atención a su brazo; la segunda es que las flores rojas le recuerdan a él, y la tercera es el malestar físico y emocional.
—Eh, Dazai —lo llama Atsushi, mueve su mano a los lados para intentar hacer que vuelva a la realidad—, ¿pasa algo?
—Nada —responde, y vuelve a beber el resto del café antes de dejar la taza vacía sobre la mesa para convencerlo de que está bien y de que no hay nada de qué preocuparse, ni siquiera de que acaba de toser—. Estaba pensando…
«Nada relacionado con el trabajo», dice en su mente. Atsushi está interesado en escuchar la frase que ha dejado incompleta.
—¿Puedo saber qué es?
Antes de responder, bebe el café de la taza. Llevan un rato hablando y en ningún momento le preguntó a Atsushi si quería algo,
—Creo que es momento de que me vaya, tengo algunas cosas que hacer.
Eso es lo que dice en cuanto deja la taza sobre la mesa. Ha evadido la pregunta. Aunque le va a hacer caso a su subordinado y se reencontrará con Chuuya, a pesar de que sigue prefiriendo asfixiarse por las flores, pero con tal de evitar el dolor, lo llamará.
Se levanta de la mesa para ir hacia la salida. Otro café que irá a su cuenta de lo que tiene que pagar. Atsushi va detrás de él, los dos terminan saliendo de la cafetería, se despide de su subordinado con la mano y le sonríe. Le tiene que agradecer por lo que le dijo y por escucharlo. Sabía que era alguien con quien podía contar. Incluso si Dazai está tratando de actuar como siempre, eso no hace que Atsushi no lo haya mirado confundido cuando volteó.
…
Con cada día que pasa, siente que su estado empeora porque su orgullo es más fuerte que las ganas de arreglar las cosas con Chuuya. Ahora siente el dolor en el pecho y le confirma las sospechas de que una flor debe estar creciendo entre sus pulmones cuando la tos se hizo más frecuente.
Fue por Atsushi que supo que su enfermedad tiene el nombre de «Hanahaki» y es una enfermedad en la que la persona que la padece empieza a toser pétalos de flores cuando tiene un amor no correspondido por una persona.
Recargado en la puerta de su habitación, sonríe cuando piensa en que existen las enfermedades por un amor no correspondido, aquello que pensó que era falso y al hacerle la pregunta a Atsushi no estaba completamente hablando en serio, lo dijo sin detenerse a pensarlo.
Sin embargo, en este momento eso no es algo que importe. Lo que es importante es que deje su orgullo para tomar el teléfono que está a un lado de él y llamar a Chuuya, pero ahora no está seguro si puede soltar frases largas ante el dolor tan molesto de garganta y porque teme ser interrumpido por la tos que, sin duda, llamará su atención. Pero si lo ve por el lado positivo, estará bien porque le hará venir a su apartamento. También pensó en la posibilidad de ir a visitarlo con el fin de que hablen y se sorprende de sí mismo porque una parte de él tiene miedo de lo que puede pasar.
Si Chuuya lo viera, le diría que está actuando de una forma tan extraña y le preguntaría el motivo por el que su seguridad desapareció. Pensar en eso es una razón suficiente como para ignorar todo lo que está pasando por su cabeza, toma su teléfono y abre la aplicación de contactos para buscar su número.
¿Es porque no ha olvidado a Chuuya la razón por la que contrajo la enfermedad? No lo sabe. Se pregunta si las cosas hubieran sido diferentes si no se hubiera ido y si hubiera reconocido que estaba empezando a sentir algo por él. Ya le queda claro que se estaba engañando a sí mismo cuando estaba actuando como si lo odiara.
No es tiempo de lamentarse. Vuelve a concentrarse en la pantalla de su celular para buscar su número, han pasado siete años y no lo ha borrado. Había pensado en la posibilidad de que algún día lo volvería a llamar, pero odia que sea en una situación en la que su estado no es el mejor. Sigue tosiendo, la diferencia es que
ahora los pétalos tienen sangre y el dolor en su pecho aumenta mucho cuando piensa en sus momentos juntos, antes no era así.
«No me quiero confesar». Eso es algo que no hará ni aunque su vida dependa de ello, lo que quiere hacer es hablar con Chuuya y echarle la culpa porque siente mucho dolor.
Está pensando en muchas cosas para tener su mente ocupada y no llamarlo. Vuelve a dejar el celular en el piso, ve la pantalla de reojo y presiona su nombre de contacto. Nunca imaginó que lo llamaría después de tanto tiempo, algo que no le dijo Atsushi fue la manera en la que la enfermedad desaparecería, pero quizás sí reconoce sus sentimientos por Chuuya sin confesarse, no tiene dudas de que se sentirá mejor y podrá olvidar el sufrimiento de los días anteriores.
—¿Dazai?
«Sí que tardó en responder» piensa, pero no puede decir ninguna broma. Se lleva la mano a su oído.
—Chuuya, es bueno saber que todavía te acuerdas de mí —responde, espera que el tono alegre resulte convincente.
—Dime la razón por la que me llamaste.
—Me está pasando algo muy extraño y creo que es por ti.
En el otro lado de la línea hay silencio. ¿Por qué será? No cree que él también esté con la misma enfermedad, está hablando con mucha normalidad, aunque él también lo está haciendo pero está esforzándose para mostrar que todo está bien con él.
—¿Y no querías morir?
¿Se quedó varios segundos en silencio para que dijera eso? ¿Es en serio?
—No te responderé eso, te llamo porque quiero que vengas. Quiero hablar contigo.
Dazai termina la llamada al presionar el botón rojo. No está seguro si Chuuya vendrá, quizás piense en que quizás solo está jugando con él. En el pasado varias veces fue así, pero en esta ocasión fue muy en serio y lo pudo asegurar por el tono de voz que utilizó.
Lo siguiente que hace mientras espera que llegue es limpiar la habitación para que no vea el desastre que hay en el suelo. Tal vez una flor pueda servir de evidencia, aunque no considera agradable mostrarle eso cuando es algo que salió de su boca. Termina por deshacerse de cualquier evidencia, a la mitad del proceso de pregunta por qué está tan ocupado limpiando, no es como si lo fuera a invitar a entrar a su habitación. Quizás para dar una impresión de que no está viviendo en malas condiciones.
Los toques de la puerta lo distraen. Siente cómo su corazón empieza a latir rápido. Ha pasado el tiempo y aún recuerda el lugar donde vive. Sale de su habitación para abrir.
—Pequeño mafioso, cuánto tiempo —dice extendiendo los brazos. Por su acción solo recibe una mirada de extrañeza de Chuuya quien lo ignora y camina hacia la sala.
—¿Me vas a decir por qué me llamaste?
—Te dije que algo extraño me está pasando.
Se aleja de la puerta para estar en la sala y sentarse en el sillón de enfrente. De ninguna manera se va a sentar al lado de Chuuya, además de que si lo hiciera solo recibiría una patada para que se aleje, pero por el tiempo en el que se conocen y por memorizar varias cosas, Dazai podría esquivarlo. Sin embargo, no quiere pelear ni discutir, sino arreglar las cosas.
—No es algo que me importe.
—Pero viniste.
—Porque sabía que me llamarías a cada rato si me negaba.
Se ríe. Al parecer ha olvidado algo.
—Creo que eras tú quien me llamaba a cada rato cuando estaba ebrio.
—Eso no es cierto.
—¡Claro que sí! —dice muy seguro.
—No lo es.
Con esta escena se puede crear una pequeña discusión en la que Dazai afirma y Chuuya niega. Si es honesto, le resulta divertido y lo deja en claro por la sonrisa de su rostro. Volviendo al tema de las llamadas, no respondió ninguna vez. Solo con ver el nombre de quién llamaba, colgaba inmediatamente, pero eso no es algo que venga al caso. Para evitar que responda que sí de nuevo, Chuuya le lanza un cojín del sillón que Dazai pudo atrapar sin ningún problema.
—Supongo que me lo merezco, te he hecho tanto daño.
—¿Ah? —pregunta Chuuya. La expresión de su rostro se suaviza, si antes lucía molesto por ser llamado por él, ahora está sorprendido—, ¿de qué estás hablando?
Ni siquiera él tiene la respuesta. Está pensando en lo que dirá, se desconoce a sí mismo por mostrar sus emociones cuando la mayoría de veces prefiere mantenerlas ocultas.
—Te ilusioné y me fui, ¿no estás enojado conmigo por eso? —pregunta con una sonrisa—, pero no te preocupes, estoy pagando las consecuencias.
No lo mira al hablar porque se siente tan ridículo. No puede creer que le esté diciendo ese tipo de cosas a la persona con la que solo se la pasaba peleando.
—Es parte de tu personalidad, ¿y no pudiste dejar una nota?
—Preferí salirme lo más pronto posible.
No profundiza porque las razones por las que se salió de la mafia no es algo de lo que quiere hablar con él y no es la razón por la que pidió que viniera.
—¿Es en serio que estás pagando las consecuencias?
Asiente. Agradece que haya cambiado el tema, pero ya no quiere hablar y quisiera que estuvieran bebiendo algo para su garganta reseca, además de que esté hablando con mucha normalidad no quiere decir que los síntomas de la enfermedad no estén presentes.
—No sé otro motivo por el que haya empezado a toser pétalos de flores y cuando pensaba en ti me sentía mejor.
Lo dijo en pasado porque ahora su estado no mejora. Quiere saber si un beso, un abrazo, crear nuevos recuerdos juntos o perder todo contacto haría que la flor dentro de su pecho deje de crecer. Con tal de ya no sentir dolor, estaría dispuesto a cualquier cosa.
—Yo creo que las flores también se pasaron a tu cabeza.
—Si fuera así, mis recuerdos contigo los habría perdido.
En realidad no descarta la posibilidad de que las flores se hayan pasado a su cabeza, está diciendo cosas que nunca imaginó y que no son propias de él. Lo que tiene que aceptar es que está siendo honesto, pero cuando mira a Chuuya no parece creerle, como que está esperando lo que dirá a continuación o que solo está jugando.
Es extraño como antes veía con horror el reencontrarse con Chuuya, y en este momento en que están juntos después de cuatro años, olvidó el miedo y la molestia que tenía antes. Se siente bien al tenerlo cerca, así que se levanta y se sienta a un lado. Antes de acercarse demasiado, un cojín es utilizado como barrera.
—Ya veo que no estás feliz de verme.
—Es porque estás diciendo tonterías, idiota.
Con esa respuesta, Dazai se dirige hacia el extremo del sillón y se lleva la mano hacia el pecho. Está actuando de forma dramática.
—No puedo creer que me acabas de decir eso, me rompiste el corazón.
—No sabía que tenías un corazón.
«Chuuya, eres malo», pero no le responderá eso. Permanece en silencio y se da cuenta de que, en el rato que llevan juntos, Dazai se siente mejor. Parece como si la flor en sus pulmones y el dolor de su garganta hubieran desaparecido. Se siente tan bien que lo podría besar, eso lo mantiene solo en su imaginación.
—Supongo que de esa manera te desquitas por el daño que te hice —empieza a hablar, dispuesto a decir aquello que nunca imaginó, solo quiero arreglar las cosas y dejar a un lado las bromas—. Me alejé porque empecé a sentir cosas extrañas al estar contigo y pensé en que si dejaba de hablarte, desaparecerían. No pasó, aunque estemos en organizaciones diferentes había días en los que me preguntaba: ¿qué estará haciendo el pequeño mafioso? ¿estará bien? ¿Algún día nos volveremos a ver?
»Y cuando empecé a toser flores, pensaba en ti por una razón que todavía no logro comprender. Mi subordinado me dijo que eso ocurre por un amor no correspondido y no te mentí cuando te dije que al pensar en ti me sentía mejor, incluso ahora que nos volvemos a ver, me siento bien…
Se detiene. ¿De dónde sacó el valor para decir algo así? Se siente ridículo, por eso se lleva la mano a la boca porque está sorprendido, hasta Chuuya tiene la misma reacción que él. Está perplejo, tiene sus ojos azules sobre él y eso aumenta el arrepentimiento por decir algo como eso.
¿Por qué no pudo mantener la boca cerrada?
—O-olvida lo que dije…
—Nunca imaginé a Osamu Dazai tan sentimental. Gran discurso.
Espera que esté siendo sarcástico, no está tan seguro porque la sonrisa que tiene en el rostro parece sincera. Hay que agregar que lo conoce desde hace años como para ya identificar cada tipo de sonrisa que tiene, pero cuando intenta descifrar el motivo de su expresión, se le hace difícil porque su mente se pone en blanco.
—No necesitas mentir. Con lo que dije se me acaba de revolver el estómago.
—Entiendo por qué querías verme —comenta—. Conociéndote, pensé que preferirías morir por asfixia antes que confesarte.
"Conociéndote" y sin duda lo conoce bien. Se siente un poco avergonzado cuando recuerda que hace unos días sí prefería morir por asfixia, pero ahora que ya no se siente mal, no es algo en lo que piense. Es algo que dejaría pasar si no fuera porque acaba de decir que se confesó. Entrecierra los ojos unos segundos por la molestia de que haya mencionado esa palabra.
—¿Sabes? Me he dado cuenta de algo.
—¿De qué?
—De que estar contigo no es tan malo como pensaba —confiesa Dazai.
El silencio está entre los dos. Hay un intercambio de miradas antes de que escuche el suspiro que suelta Chuuya y responda:
—Pienso lo mismo.
—Al parecer estamos de acuerdo en algo por primera vez.
Su conversación ha ido bien. No conoce los sentimientos de Chuuya, pero con la enfermedad que ya está desapareciendo poco a poco, no tiene dudas de que el amor, aquella palabra que se le hacía tan lejana, se volvió correspondido… o eso es algo que espera. Quizás con el tiempo lo sabrá.
Si es honesto, lo podría besar. Eso sí que no lo diría, ya le es suficiente lo que dijo y lo tomó como una confesión, a pesar de que eso era lo que quiso evitar. Le salió algo muy diferente a lo que había planeado en un principio.
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