Epílogo

7 años después...

Julián Clifford

Acomodo mi camisa mirándome en el espejo. Salgo del baño y me siento en el borde de la cama, miro el retrato que reposa en mi mesa de noche. Es el dibujo que me regaló Jazmín el día de navidad. En mi boca se dibuja una sonrisa llena de nostalgia. Cada día que pasa la extraño mucho más.

El día se su muerte lloré y me derrumbé. Recordé los días posteriores a la muerte de mi mamá. El dolor fue muy parecido, Jazmín se había convertido en lo más bonito que yo tenía en este mundo, a parte de nuestra hija. Gracias a esa pequeña sigo estando en pie, me da las fuerzas que necesito para vivir. Cada día se parece más a su mamá y eso me hace feliz. Ella estaría orgullosa de ver a Fiorella.

—Te amo —acaricio el retrato.

Tocan la puerta y doy permiso para que entren. Mi hija corre hasta mí entre risas, Primrose la está persiguiendo. Acaricio a nuestra bola de pelos.

—Ya estoy lista, papá —le sonrío.

—Hermosa como siempre.

Mi suegra entra.

—Gracias. ¿Ya nos vamos a ver a mi mamá? —acaricio su mejilla.

—Sí, cariño. Ya nos vamos —miro a mi suegra.

—Me gustaría acompañarlos, pero este es un momento en familia. Quiero darles privacidad.

Me pongo en pie, ella se acerca y me abraza. Acaricia mi espalda.

—Nos vemos mañana —asiento.

—Muchas gracias, Arely —sonríe tenue.

Ella viene todos los días. Me ayuda a cuidar a Fiorella y a Primrose.

—Chao, abuela, te amo —abraza sus piernas y mi suegra se agacha.

Besa su cabeza y acaricia sus mejillas.

—Yo te amo mucho más, mi niña hermosa.

—Saludos a mi suegro —asiente.

—Y a mi prima Estrella —agrega mi hija.

Sale de la habitación y luego escucho la puerta principal cerrarse.

Cuando ella habla de Estrella, se refiere a la pequeña hija de San. Fue una niña y tiene 6 años actualmente; ella y mi hija se llevan muy bien, se tratan casi como hermanas. Mi suegra dice que le recuerdan a sus hijas.

Samantha se convirtió en una mujer fuerte y muy responsable; su hermana estaría orgullosa. Se casó con Elliot hace dos años y viven junto a su hija como la familia que son.

Mi papá aún sigue viviendo con Azucena y me alegra saber que nunca está solo. Adela, por su parte vive actualmente con su novio y están pensando en casarse pronto, lo cual, me alegra mucho.

—Papá, ¿Primrose viene con nosotros? —asiento.

—Ayúdame a ponerle la correa —asiente.

Buscamos la correa y salimos de la casa. Las acomodo en el auto y emprendemos viaje hasta el cementerio. Al llegar, tomo la correa de Primrose y la mano de mi hija.

Nos detenemos frente a la tumba de Jazmín y trago en seco.

Jazmín Clifford Anderson
1999 – 2021

—¿Aquí está mamá? —me pregunta Fiorella.

Es la primera vez que la traigo aquí. No me parece que sea un bonito lugar para niños, pero insistió en venir.

—Sí, pequeña, está aquí —ella se agacha y acaricia la lápida.

—Hola, mamita, te amo mucho. Eres muy bonita y quisiera abrazarte muy fuerte todos días —mis ojos se llenan de lágrimas.

Me pongo al mismo nivel que mi hija.

—Ella también te ama mucho, Fiore. Y está muy orgullosa de ti —sonríe.

—¿Nunca la voy a abrazar? —esa pregunta me parte el alma.

Trago el nudo en mi garganta. Niego con la cabeza. Ella derrama una lágrima.

—Tu mamá no está físicamente con nosotros, pero ten presente que siempre te amó y te amará. Además, siempre estará en tu corazón. Ella te cuida desde el cielo —asiente.

La abrazo.

Mi hija no deja de acariciar la foto que reposa en la lápida de su madre.

—Mamá, un día yo voy a ser muy bonita como tú —dice sin más y sonrío.

—Ya eres muy hermosa como ella, pequeña —sonríe.

—Gracias por traerme, papá —me abraza.

Beso su cabello y le respondo el abrazo. Primrose ladra y ella se ríe.

Amo verla sonreír. Desearía que nunca creciera para que siempre tenga esa inocencia de la niñez.

Gracias, Jazmín, por regalarme este hermoso angelito. Siempre te amaré, mi florecita de primavera.

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