Capítulo 30

Jazmín Anderson

Dos semanas después

Hoy es el día, hoy es mi boda con Julián y me siento muy emocionada. Estamos en acapulco desde ayer en la noche y mi mamá, junto con Azucena no paran de dar vueltas preparando y viendo que todo esté en orden

—¿No te sientes nerviosa? —pregunta Adela.

Niego con la cabeza.

—Me siento muy segura del paso que voy dar. Estoy emocionada más que todo —ella sonríe.

Me mira fijamente y luego habla.

—Creo que debo decir esto... Desde niña tengo un enamoramiento por Julián... —Sam la interrumpe.

—No sé a que viene eso, pero ya lo sabíamos, cariño. Se te nota —ella baja la cabeza apenada y yo le doy una mirada a mi hermana.

Motivo a Adela para que siga hablando.

—En un principio me fue muy difícil acostumbrarme a que tuviera novia y mucho más porque no podría odiarte, siempre me caíste muy bien. Quería decirte que de todo corazón les deseo que sean muy felices. Yo sé que contigo él va a ser muy feliz —sonrío.

Le doy un abrazo.

—Eres una gran chica, Adela... ¿Sabes? Cuando yo muera quiero que no lo dejes solo, me gustaría que si otra mujer va a entrar en su vida, seas tú. Porque sé que contigo también sería feliz —ella me abraza más fuerte.

Siento que Sam se une a nuestro abrazo.

—Hoy no es un día para hablar de muerte. Cada vez que lo haces mi bello se eriza —comenta Sam y nos separamos.

Acaricio el cabello de mi hermana.

—Sam tiene razón, hoy es un día para celebrar que sus vidas se van a unir para siempre —sonrío.

Comenzamos a arreglarnos. Primero lo hacen ellas, para después enfocarse en ayudarme a mí. Todos van a usar ropa de playa, así que los atuendos no son muy elegantes. Cuando terminan me ayudan a peinarme y maquillarme. Me hacen un recogido con mi cabello y lo adornan con una pequeña corona. El maquillaje es bastante suave, pero bonito, resalta mis ojos. En mis orejas pongo unos lindos pendientes que hacen juego con la corona. Me pongo el vestido, es espalda afuera, se abrocha en mi cuello y tiene unos lindos encajes. Me pongo el velo que tiene unos bordes muy lindos en encaje. Por último, pongo en mis pies unas zapatillas de tacón, no tan altos.

—Estás hermosa, hermana —dice Sam emocionada.

—Concuerdo con ella —sonrío.

—Muchas gracias, chicas.

Tocan la puerta y mi hermana va a abrir. Mi mamá y mi papá sonríen al verme.

—Aún no puedo creer que vayas a dar este paso, hija —suspira mi mamá.

—¿Nos pueden dejar solos con ella? —pregunta papá y las chicas asienten.

—Nos vemos en la ceremonia —dice Sam y salen de la habitación.

Miro a mis padres y alzo una ceja.

—¿Por qué me miran así? —pregunto al ver que mi mamá tiene lágrimas en los ojos.

Papá acaricia su brazo y la apega a su cuerpo.

—Porque estamos muy orgullosos de ti, cariño. Eres una mujer fuerte, decidida y valiente. Cuando nos enteramos que estabas enferma fue muy duro para todos y pensamos que te deprimirías, sin embargo, siempre mantuviste esa sonrisa y las ganas de recuperarte intactas —comienza a decir papá.

—Eres una guerrera, mi pequeña. Y estamos muy felices de que puedas vivir esta experiencia. Gozatela y disfrutala al máximo —sonrío con lágrimas en los ojos.

Yo sé que para ellos lo de mi enfermedad siempre ha sido muy desalentador.

—Gracias por sus palabras, quiero decirles que estoy feliz, muy feliz —me abrazan.

Mi mamá acaricia mi espalda y yo me aferro más al abrazo. Nos separamos y ella limpia una lágrima traviesa que rodó por su mejilla.

—Ya debemos irnos, no hay que hacer esperar a Julián —asiento.

Salimos del hotel y los tres nos subimos al auto. Al llegar, mamá se baja y camina a sentarse en su lugar. Papá me abre la puerta y yo tomo su mano para salir, escucho los aplausos y no puedo evitar sonreír. Tomo el brazo de mi padre y la marcha nupcial se hace presente. Mis ojos se encuentran con los de Julian y no puedo dejar pasar lo hermoso que se ve con su traje alzul claro, que hace juego con el hermoso mar que hay frente a nosotros y con el azul de sus ojos. Me sonríe y mi corazón se acelera. No cabe duda de que mi corazón no se equivocó al elegirlo a él.

Llego a su lado y besa mi mano, le sonrío mostrando mis dientes y la ceremonia inicia.

* * *

Oficialmente ya soy la señora Clifford. No puedo dejar de ver a mi ahora esposo, ni yo misma me lo creo, siento que estoy es un sueño.

Me lanza un beso y yo le guiño un ojo. Está bailando con Azucena en la pista y se ve muy entretenido.

La canción termina y él se acerca a mí. Besa mis labios y me hace poner en pie.

—Ya es hora de lanzar el ramo. Ya quiero que estemos solos tú y yo —susurraen mi oído.

—Que impaciente eres, mi florecito —se ríe y sonrío.

Le hago caso y vamos a la pista de baile. Las chicas se ponen en sus lugares.

—A la cuenta de tres —me volteo —. Uno, dos y... ¡tres! —lanzo el ramo.

Me giro y para mi sorpresa lo atrapó Adela. Julián llega a mi lado y le sonríe, ella se sonroja. Miro a Julián y lo beso en los labios.

—Es hora de irnos, señora Clifford —asiento.

Nos despedimos de todos y nosotros comenzamos a caminar en busca de la sorpresa de Julián.

—¿Está muy lejos de aquí? —pregunto.

—Que perezosa eres, florecita —ruedo los ojos.

Miro el mar y me adentro un poco en el.

—Ven, mi amor —lo llamo con la mirada.

Cuando está cerca a mí le hecho agua y comenzamos a jugar entre risas. En un descuido me abraza y besa mis labios.

—Te amo, florecita —lo miro a los ojos.

Acaricia mi espalda.

—Y yo a ti, Julián, mucho —se muerde los labios y yo beso su nariz.

Toma mi cintura y con un pequeño salto enrollo mis piernas en sus caderas. Me agarra de los muslos y me besa. Comienza a darme vueltas y no páramos de reír.

Sin duda alguna, este recuerdo quedará grabado como uno de mis favoritos.


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