Capítulo 28
4 días después...
Hace dos días salí del hospital y no me han dejado mover de la cama, Primrose no se separa de mi lado por nada del mundo, al igual que Julián. Él, pasa todo el día en mi casa, pero en la noche no le queda más remedio que irse.
Antes de salir del hospital el doctor Riquelme me recetó un tratamiento paliativo que me ayudará a que este tiempo que me queda sea más llevadero. Este tratamiento me ayudará a controlar los síntomas y los efectos secundarios de mi enfermedad.
—¿En qué piensas? —me pregunta Sam.
Ella tiene en las manos unos globos. Hoy es la celebración de fin de año y se hará en nuestra casa esta vez. Puede que este sea el último 31 de diciembre que pase con mi familia, así que lo voy a disfrutar al 100%.
—En que posiblemente este sea nuestro último fin de año juntas —ella sonríe triste.
Toma mi mano y yo suspiro, Primrose siente la tensión y comienza a ladrar.
—¿Qué pasó, hermosa? Eres la bolita de pelos más linda del mundo —comienzo a acariciarla y se mueve enérgicamente .
Los globos comienzan a caerse de la cama y Sam protesta.
—No, se pueden estallar... —uno de los globos se estalla y Sam mira mal a Primrose.
No puedo evitar reír al ver la reacción de mi bebé. Sam rueda los ojos y Primrose lame su mano, intenta subirsele encima hasta que la tumba en la cama y comienza a lamer su cara.
—¡Ya! Vale, te perdono —se ríe y la acaricia.
—Eres la bola de pelos más inteligente —beso su cabeza.
Ella ladra y mi hermana y yo reímos.
* * *
Termino de subir el cierre de mi vestido y me miro al espejo. Tengo mi corto cabello recogido en un moño, con algunos mechones afuera, el maquillaje es suave. Mi vestido es vinotinto mangas largas, pegado al cuerpo, tiene un pequeño escote en la espalda y me llaga varios dedos por encima de la rodilla. Mis zapatos son de tacón, negros.
Primrose ladra y la miro, sonrío. A ella le pusimos un lindo atuendo perruno, lo que la hace ver tierna.
—Tú también estás hermosa, bebé —la acaricio.
Mi puerta se abre y por ella entra mamá.
—Hermosa como siempre —sonreímos.
—¿Ya llegaron todos? —pregunto.
—Sí, quise subir a ver porqué estabas demorando. ¿Segura que te sientes bien? —me acerco a ella y la abrazo.
—Estoy bien, tranquila —besa mi cabeza y luego limpia el lugar donde estoy segura que me dejó su lápiz labial.
Bajamos las tres y saludo a todos en la planta baja. Julián besa mis labios y nos quedamos abrazados por un tiempo.
—Mi lugar favorito en el mundo —susurra en mi oído y sonrío.
—Lo mismo digo, mi amor —nos separamos y beso su mejilla.
—Llegamos justo a tiempo —dice Azucena —. Si fuera por el joven Julián y el señor Alexander llegabamos pasadas las 12:00 —los mira mal.
Intento no reírme.
—Mi mamá tiene razón, demoran arreglándose más que nosotras —Adela le da un trago a su copa de vino y sonríe.
—Son unas exageradas —se defiende mi suegro.
—Papá todos sabemos que fue por tu culpa, ellas me echan en el saco para no hacerte quedar tan mal —Alexander lo mira con una ceja alzada y yo rio por lo bajo.
—Ninguno de ustedes dos se puede demorar más que las tres mujeres más importantes en mi vida.
Mi mamá le da un codazo disimulado o al menos eso quiso hacer, porque fue muy evidente. Sam suelta una carcajada.
—Mamá, serás la culpable de que papá muera asfixiado —mi mamá rueda los ojos.
—Cierra la boca, Samantha —la mira mal.
—¿Viste como me tratan? Deberías llevarme contigo, aquí nadie me quiere —le hace una mueca de perrito atropellado a Elliot.
—Que lo intente y veremos como termina —dice mi papá tratando de recuperar el aire.
El señor Alexander se ríe.
—Ves porqué no puedo hacerlo, princesa. Tengo que conservar mi vida para que podamos disfrutar juntos —ella lo mira sonriendo.
—Está bien, me toca quedarme, entonces.
Ellliot besa su cabeza. Se nota que quiere mucho a mi hermana. Me alegra mucho por ella, porque al fin alguien conquistó su corazoncito rebelde.
Miro el reloj de la pared y sonrío.
—¿Ya vieron qué hora es? —pregunto.
Todos están tan entretenidos hablando que no se han dado cuenta que solo falta 1 minuto para que termine el año.
—No puede ser —dice Adela emocionada.
Mi mamá comienza a repartir las copas de champán.
—Feliz año, familia, porque eso somos, una gran familia. Muchas gracias por llegar a nuestras vidas. Brindo por un año más compartiendo todos juntos —dice Alexander y levanta su copa.
—Así es querido consuegro, somos una gran familia. Nosotros también agradecemos por su llegada a nuestras vidas. Feliz año —responde mi papá y todos levantamos nuestras copas.
Le damos un sorbo y comenzamos a abrazarnos. A lo lejos se escuchan los fuegos artificiales y no puedo evitar emocionarme. Es un año más que pude vivir al lado de mi familia y de las personas que quiero, eso lo agradezco mucho.
Abrazo a Julián y él besa mi cabeza.
—Feliz año, florecita. Fuiste lo mejor que me pasó el año pasado y serás lo mejor que me ha pasado en la vida —me separo de él y le sonrío.
—Feliz año, Julián. Sin duda alguna tú siempre serás la alegría más grande de mi vida, te amo —me mira sonriendo.
Finalmente besa mis labios y luego me da un fuerte abrazo.
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