Capítulo 25
Me quedo helada al ver que dentro de la caja hay otra más pequeña, es negra aterciopelada. Julián me la quita y se arrodilla frente a mí.
—Sé que esto puede parecer muy pronto para las demás personas, incluso para ti, pero no puedo esperar —abre la cajita y cuando veo el anillo que hay dentro llevo mis manos a mi boca con asombro —. Florecita, desde que llegaste a mi vida, esta dio un giro de 180°. Tú eres ese esa mujer con la que yo soñaba tener una familia. Con esa mirada y esa sonrisa llegaste a darle paz a mi vida, me ayudaste a sanar todas esas heridas que seguían abiertas. Te apareciste cuando menos lo esperaba, pero cuando más te necesitaba. No sabes cuanto te amo, Jazmín, las palabras se quedan cortas para expresarte lo que siento. Como bien dice la canción, si Dios me mandó algún milagro, fuiste tú... Sería el hombre más afortunado si aceptas casarte conmigo, ¿qué dices? —de mis ojos salen lágrimas de alegría.
Asiento.
—Yo... Te amo con todo mi corazón, Julián y claro que acepto casarme contigo —sonríe y se pone en pie.
Desliza el anillo por mi dedo y lo beso. Escuchamos aplausos y nos separamos. Julián se ríe.
—No llores —me susurra y limpia mis lágrimas.
Besa mis mejillas y yo lo abrazo.
—Gracias, muchas gracias por llegar a mi vida —besa mi cabeza.
No puedo estar más feliz, en estos momentos es como si no hubiera nadie a nuestro alrededor.
—Que hermoso, felicidades —escuchamos la voz de mi hermana y nos separamos.
Ella lo abraza y luego a mí. Azucena corre muy entusiasmada a los brazos de Julián y me rio, luego me abraza a mí.
—Serán muy felices.
Adela tiene sus ojos cristalizados, aún así, nos abraza a ambos.
—Yo... Deseo que sean muy felices juntos —la sinceridad es notoria en sus ojos.
El señor Alexander me da un fuerte abrazo.
—Ya puedo verte como una hija. Gracias por hacer tan feliz a mi hijo y devolverle esa paz que tanto necesitaba —sonrío.
—Usted sabe que yo a Julián lo amo y haría lo que fuera para verlo feliz, no tiene nada que agradecerme —él sonríe.
Mis padres se acercan y mamá me envuelve en sus brazos.
—Mi pequeña... Es una decisión un poco apresurada, pero lo respeto.
—Gracias, mamá.
Mi papá cruza algunas palabras con Julián que no logro escuchar, pero la cara de mi prometido es muy chistosa en estos momentos. Mi padre viene a abrazarme y yo le correspondo el abrazo.
Nos sentamos nuevamente en los sillones y yo no he podido dejar de ver mi anillo, está hermoso.
—Vas a desgastarlo de Tanto que lo ves —bromea Julián y lo miro sonriente.
Beso sus labios.
—No puedo creer que esto esté pasando —suspiro.
—¿Para cuando la boda? —pregunta Sam.
—Eso que lo decida mi florecita —besa mi cabeza.
—Si fuera por mí me casaba mañana mismo —todos se ríen.
Pero yo no lo dije en broma.
—¿Y si se casan a mitad del año que viene? —sugiere mi madre.
—Por mí está bien, ¿qué dices? —me pregunta y asiento.
Minutos después mis padres deciden que ya es tiempo de irnos. Pero yo me quedo a dormir en casa de Julián, al principio protestaron, pero con la ayuda de Sam los convencimos.
Subimos a su cuarto y Adela me presta una pijama para dormir más cómoda.
—Lo correcto sería que yo durmiera en otro cuarto —sonríe.
—No hay problema con que duermas aquí, se supone que nada más vamos a dormir —alza una ceja.
—Se supone —reímos.
Camina hasta mí y enrollo mis manos en su cuello.
—No sabía que cantabas tan bien.
—Es un don que tengo guardado para casos especiales, como este —sonríe.
Una idea pasa por mi cabeza y me separo de él, me siento en la cama.
—¿Ocurre algo? —se sienta a mi lado.
—¿Estás seguro de que quieres casarte conmigo? —lo miro a los ojos.
—No tengo ninguna duda sobre eso, ¿por qué me lo preguntas?
—Es que... No quiero que hagas esto solo porque una vez me prometiste que me ayudarías a cumplir todo lo que yo escribí en esa lista. Además, atarte a mí es egoísta de mi parte, porque... No quiero que sufras si algo me pasa —él suspira.
—Es cierto que tengo muy presente todas las cosas que leí en esa lista y voy a hacer que las hagas realidad, pero también es cierto que no lo hago por obligación, lo hago de corazón, porque te amo y quiero que seas feliz —sonrío tenue —. No te voy a decir que no voy a sufrir si algo te sucede, pero es mejor saber que te hice feliz a que me alejé y no hice nada por los dos —tomo sus manos.
—¿Sabes? Con el tiempo la vida te enseña a valorar hasta los detalles más pequeños. Y esto que tú estás haciendo por mí te lo voy a agradecer toda la vida. Aunque yo no cumpliera todo lo que escribí allí, también estaría feliz, porque el regalo más valioso que me ha dado la vida en este momento, eres tú —sus ojos están llenos de lágrimas.
Me abraza con fuerza.
—Vivamos cada día como si fuera el último, florecita —me susurra y besa mi mejilla.
Me separo de él y lo beso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top