Epílogo

Cuando el alba se revela completamente, una corriente de aire llega de improviso haciéndome estremecer más de la cuenta. Doy un gran salto de alegría y ensancho mi sonrisa.

Mi día al fin está iniciando.

Hoy es mi cumpleaños número trece, he esperado mucho para que llegue. Sin tiempo que perder, me levanto del tejado y sacudo de forma rápida las hojas que aún recaen en mi abrigo.

Echo un vistazo a mi cuarto desde afuera, mamá acaba de entrar. Vaya, tan temprano y ya sufriré un regaño.

—¡Buen día, mamá! —Entro ruidosamente por la ventana, asustándole en el acto. La encuentro parada frente a mi cama, donde una desordenada pila de almohadas simulaban ser yo—. Antes que me regañes, ¿no crees que hoy es un día mucho más que bueno? ¿Un gran, gran día?

Pongo mi mejor cara, ella mofa. Se acerca para acariciarme la cabeza, donde puedo reconocer un leve olor a fresas, leche y canela sobre ella. ¿Acaso ya ha preparado mi sorpresa? Tengo que averiguarlo.

—Grace, te he dicho varias veces que no vayas arriba. Mírate, estás toda sucia —regaña por lo bajo mientras me limpia el rostro.

—Lo que diga, mi señora.

Soltándole una mirada burlona, corro hacia las escaleras. Fracaso en el intento cuando pone su tobillo en mi pie, provocando que me caiga de brazos cruzados, literalmente. Bueno, creo que esta vez sí me apresuré en ver lo que me había preparado.

—No seas traviesa, eh —dice con aparente voz seria. Ella se está aguantando la risa, no me cabe duda—. Ahora anda a lavarte y luego ayuda a mamá Rocío con el jardín.

Dejándome un beso en la frente; ella se retira con la mano tapando su boca, yo sabía que no evitaría reír. Suspiro a la vez que me pongo de pie, debo apresurarme para llegar a la parte trasera de la casa.

Ayudar a la abuela es mi parte preferida de mi rutina. En su inmenso y bello jardín divisan plantas de todos los colores y tamaños, flores y frutos amontonados junto al cálido chirrido de los insectos y el aire más fresco que uno pueda haber sentido jamás. Es simplemente maravilloso, la mitad de la casa tiene vida gracias a tan bellos cultivos.

Cuando llego ahí me encuentro con cortos trazos de colores y diminutas pelotas que caen desde arriba, aún así puedo ver a toda mi familia reunida en media luna con goce.

—¡Felices trece años! —gritan con ahínco. No hago más que sonreír.

Luego de muchas canciones y lágrimas caídas por el rostro de mamá, llego a abrazar a todos. Papá me carga como si siguiera siendo una bebé, la vergüenza inunda mis mejillas.

—Vamos Samuel, déjame abrazar a mi nieta. —La abuela tiene la ceja levantada y una mano en su cadera—. Mi pequeña princesa ya está vieja, le daré las condolencias.

Hago un puchero, y trato de enviarle mi aura molesta. Nadie presente evita explotar en carcajadas. Mamá Roció siempre ha amado hacer bromas así, por lo que lo ignoro y me lanzo a sus brazos.

—Aún no estoy vieja, abue. Que conste —susurro en su oído—. Además, espero que no te hayas olvidado de mi regalo. Me lo has prometido desde mi anterior cumpleaños.

La razón por la que he esperado con tantas ansias por que llegue este día, es debido a que ella me dará algo muy importante en lo que ha estado trabajando desde el año anterior. Mi emoción no ha parado hasta ahora.

—No me olvido. Ahora vamos a comer pastel que tu mamá olvidó en la mesa y abramos algunos regalos que te han traído. —Me suelta y acaricia mi cabeza. Mamá, papá, Xander, tía Lydia junto a su novio y yo, seguimos a la abuela para la cocina.

El tiempo pasa volando cuando hay risas y alegrías, por tanto, en un abrir y cerrar de ojos, el cielo va oscureciendo, a la par mis visitas van desapareciendo. Tío Xander tiene que ocuparse de algunos asuntos en la fábrica por papá, tía Lydia y su novio deben ir a la iglesia por algo urgente, pues están próximos a casarse.

Me despido de ellos alegremente.

No tengo razones para entristecerme, después de todo ellos son la única familia paterna que tengo y los aprecio por acompañarme a pasar gustosa mi cumpleaños. Mis amigos no pudieron venir pues viven realmente lejos de mis terrenos, pero los veré pronto en la escuela. Me escapo un momento al patio aprovechando que mis papás acorralaron en la puerta a tía Lidia felicitándola y sacándole más información. Les encanta cotorrear y sacar el chisme a toda costa.

Miro arriba, las luces que desprende el cielo parecen querer susurrarme un secreto. Mis pensamientos se desvanecen cuando escucho un leve sonido. Es mamá Rocío, no la logro ver bien porque las luces no están prendidas.

—En un rincón de este gran jardín yace tu regalo, Grace. Hazte camino entre los rosedales, andando ahora.

Desaparece de mi vista, por lo que me apuro en llegar. Siento algunas espinas por mis piernas, pero ninguna me causa realmente daño. Cuando empiezo a preocuparme por dónde estará la abuela, una vela surge de la tierra.

—Eso es... ¿Una puerta? —Limpio mis ojos, sin creer lo que veo—. Siempre he pasado por aquí y no sabía de su existencia. He fallado como niña exploradora, abue.

Escucho su risa, y un pequeño crujir, dejándome ver una escalera de caracol que lleva hacia abajo. Emocionada, me agacho y entro.

Lo que hay adentro es muy acogedor, no solo visualmente. El aroma de los inciensos me hace sentir chiquita y como si flotara. Me recuerda a las casas de las comarcas. Mamá Rocío está apoyada en una pequeña mesa, hay un cuaderno muy bonito a su lado. El ancho de este cuarto no es asfixiante, hay pequeñas repisas y un librero con un reloj antiguo. Quién diría que la abuela sí se guarda buenos objetos.

Me acerco a la mesa, ella me toma la mano.

—Mi regalo para ti, pequeña; son mis memorias. —Ladeo la cabeza confundida—. Disculpa por este aire tan melancólico, Grace. Pero ya es hora de que sepas algo de mí que ningún otro podría saber. Ni siquiera tu mamá.

Pone una mano en mi mejilla, le sonrío.

—No entiendo muy bien, mamá Roció. ¿Me regalarás tu diario? —Frunzo el ceño—. ¿O veremos algún video? ¡Yo hago las palomitas!

—Es correcto, vamos. Extiéndeme tu mano.

Le hago caso y un peso cae en mí. Es el libro que se encontraba a su lado.

—Tu diario, de acuerdo —susurro débilmente—. ¿Puedo leerlo contigo?

—Preferiría que lo hagas cuando estés sola, o cuando sepas que es la ocasión indicada.

—Indicada, claro —hago un sonido entre dientes, nerviosa—. ¿Cómo cual?

—Lo sabrás cuando llegue el momento, Grace... Quiero que sepas que he pasado por  mucho en mi vida, pero pese a todo, logré dejar mis tristezas en el pasado; salí adelante. Cuando alguien intente arrancarte, lucha y refuta, no dejes pisotearte. Eres mucho más que un pequeño brillo. Suelta al mundo todo lo que pienses, esfuérzate en lograr aquello que buscas y trázate metas sin importar cuánto dolor te lleve obtenerlas, porque si tu corazón lo anhela, valdrá totalmente la pena. Deja recuerdos, inmortaliza a los que amas o quienes te acompañaron en tu camino. No odies a nadie, tu alma no merece eso. ¡Pide consejos, crece, siente más de lo que deberías! Pues serás tú la única que puede abrir aquellas puertas nuevas en tu camino, tú construirás todo lo que necesites a tu paso. Creo en ello, porque eres inteligente, generosa y brillante a más no poder.

Mamá Roció me mira severamente sin perder su gentileza. Yo solo siento unas terribles ganas de llorar, entonces cae una gota en mi frente.

—Parece que va a llover, cariño. Debemos volver, esto se inundará un poco cuando pase la noche.

Se levanta y por inercia la abrazo. Estoy actuando muy sensible, no me gusta esta charla, ahora sí me siento triste.

—Grace, ¿te ha comido la lengua el ratón?

Niego violentamente.

La miro dubitativa, ella me señala las escaleras. Pego el libro a mi pecho y subo. Cuando estoy arriba, veo como algunas nubes negras empiezan a acercarse y la lluvia empieza. Espero a que la abuela cierre esa puerta oculta, para ir adentro junto a mis papás.

—¡Mamá, Grace! —escucho gritar a mamá golpear la puerta—. No se queden afuera. Entiendo que amen este inmenso jardín, pero vengan de una buena vez.

—Ya vamos ahora, Lia. —Mamá espera bajo el umbral con los brazos cruzados—. Y Grace, será mejor que te apures.

Abro los ojos sorprendida.

—¿No entrarás conmigo?

—Algunas plantas no deben recibir tanta agua. No te preocupes, ya me encargo.

—Oh, yo entiendo... Muchas gracias por el regalo, mamá Rocío.

Me pongo de puntillas para darle un largo beso en la mejilla y corro hacia la cocina. Cuando llego, veo a la abuela despidiéndose con la mano alzada, se ve tan resplandeciente con las estrellas de la noche atrás.

—Que bonito libro, Grace. ¿Es tu regalo por parte de la abuela? —Mamá me mira curiosa—. Me alegra que obtengas lo que tanto esperaste. —Me guiña un ojo.

Miro el libro cuidadosamente, es muy bonito. También enfoco la portada, tiene grabado de título "Flores para todas esas veces en las que dije no". Leo un poco más, sale el nombre completo de la abuela: Rocío Camelia Saavedra Marslin. La letra está imprentada con una caligrafía delicada y cursiva. Vaya, es tan bello...

—Hija, ¿no hay un buenas noches para este viejo padre tuyo? —papá aparece revoloteándome los cabellos.

—Papá, vamos; déjame. Mañana podemos salir.

—Me parece un trato justo. ¿Un abrazo de buenas noches?

Le doy un fuerte abrazo y corro hacia mi cuarto, lo escucho reprocharme por abandonarle tan rápido, pero lo ignoro ya que él es muy dramático. Tengo una importante misión, tengo que guardar bien lo que me dio mamá Roció.

Luego de lavarme y ponerme el pijama, me quedo a reflexionar sobre las palabras que me dijo la abuela. Una sensación extraña me viene al cuerpo.

—Ya es hora de descansar —mamá interrumpe en mi habitación, no escuché cuando tocó la puerta—. Acuéstate bien, Grace.

Cabizbaja me acomodo en mi cama y suelto un largo suspiro.

—¿Entonces la abuela te mostró algo interesante, no es verdad? —dice en voz baja, dándome pequeños mimos.

Asiento perezosamente. La pequeña tristeza que me invadió y el nudo en mi garganta desaparecen mágicamente por sueño. Cuando apaga la luz y veo como se retira lentamente, susurro levemente:

—Cada día plantó una nueva flor, para todas esas veces en las que dijo no.

Notas finales

La vida de Rocío ha llegado a su fin.

Personalmente he crecido muchísimo con la complicada vida que ha llevado Rocío, espero ustedes también. Esto fue creado y publicado súbitamente en el 2019 —un año inesperado e importante para mí—, mis obras siempre suelen nacer del momento, del silencio, de pensamientos imposibles de ignorar o de sueños que se sienten tan reales. Entonces, desde el fondo de mi corazón espero se lleven una enseñanza o una inolvidable experiencia.

Por tanto, ahora este libro forma parte en su corazón, nos hemos conectado de la mejor forma. Sepan también que les quiero, les quiero, les quiero hasta el infinito y más allá. Si tienen dudas y/o consultas de cualquier tipo, háganmelo saber mediante comentarios. Recuerden que existe un grupo para poder interactuar, subir anécdotas, mensajes, fanarts u otros. Actualmente me dedico más al diseño, pero mi faceta de escritora no tiene fecha de caducidad. 

Y antes de que me olvide... Les tengo que aclarar que la pareja de Ernesto es hombre. La señora de este, hace ilusión a la esposa de su amado que es "amiga" de ellos. Si no se dieron cuenta de este detalle, se los hago saber, porque necesito que sepan del dolor de Ernesto. Imaginen.

P.D. Os dejo abajo una ilustración de Rocío, la realizó «manzanagr» por mi cumpleaños.

❣ ¡Es perfecta! ❣

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