Rocío, el miedo se estaba desbordando en ti. Debías luchar, escapar de esa casa, de todo lo que te atormentaba. ¿Pero cómo? No veías escapatoria. 

Habías cumplido la mayoría de edad, estabas segura que por fin te librarías al fin de tus padres. No fue así. Tuviste que ir a una reunión muy importante, no sabías el motivo de tu presencia. Nadie dijo nada por tu mejilla morada, mandíbula temblorosa o tus puños cerrados. Sabían que eras diferente, sin embargo decidieron ignorarte, al igual que a las flores que crecen en el desierto. Entendiste entonces el desprecio que sufrías desde antes que nacieras. Fuiste una obligación, los casamientos por conveniencia eran usuales en ese tiempo. Deseaste que la vida pasara rápido a partir de ese día.

No te negaste cuando te comprometieron.

«Biznaga, como tu 
visible llaga ».