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La punta del lápiz se había desvanecido con cada trazo que daba a la hoja de mi cuaderno, sólo dibujaba dos líneas y cambiaba de hoja, era algo frustrante y encantador. Un sentimiento inexplicable. El profesor Flinch hablaba sin parar de la geometría, lo hacía con tanta pasión que estaba a punto de creer que se largaria a llorar.
El timbre sonó por varios minutos provocando que los alumnos se levantarán y se lanzarán sobre la puerta lo más rápido posible para poder ser los primeros en escapar de este "infierno", sin embargo yo salí con tranquilidad igual que Jazmin.
Jazmin la bella y dulce Jazmin.
Quién venía hablando con Tania, me acerqué para escuchar su conversación -demasiado inapropiado ya lo se-
-Sebastian me envió un ramo de flores desde Corea, no es increíble. Debe haberle tomado horas organizar todo e incluso enviarlas hasta aquí - dijo Tania con un entusiasmo fatal.
-Yo jamás he recibido flores, pero me encantaría que alguien me diera unas- respondió ella.
Luego de escuchar esas pocas palabras me eché a correr hacia mi casa como sino hubiera un mañana. Tome una hoja y mis acuarelas para comenzar a pintar.
Dibuje y dibuje durante toda la noche hasta que por fin lo logré, tome el lápiz y escribí.
Doble la hoja y la dejé sobre la mesa de dormir, estaba decidido, cuando el despertador sonará a las 12:00 am le enviaría el dibujo a Jazmin.
Así fue como todo comenzó
...con una conversación inesperada, un lápiz, pintura y un papel.
Cuatro elementos que le demostrarían a Jazmin mi amor por ella, era todo o nada. El momento era ahora.
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