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Justo y como una vez te lo dije: yo no entré a la universidad.
La escuela había sido suficiente tortura para mí y no quería desperdiciar mi tiempo en educación innecesaria.
Cuando todos mis compañaros partieron ese septiembre camino a la universidad, yo tomé el viejo auto de mis padres y conduje sin rumbo alguno.
Cuando el dinero se me agotaba, paraba en un pueblo por unos días. Tocaba la guitarra en estaciones de buses, trenes, afuera de restaurantes, ¡y para cualquier ocasión!
No era una excelente paga, pero me ayudaba a continuar.
Crecí en experiencia y además estaba cumpliendo mi sueño, con limitaciones, pero después de todo, era lo que me gustaba.
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