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Me prometes que volverás?
Regresare antes de que te des cuenta que me he ido.
¿Me prometes que pensarás en mí?
A cada segundo, amor mío.
Los días pasan y el solsticio invernal está cada vez más cerca, aquellas flores en la enredadera han florecido una vez más y el frio viento que las acaricia solo las embellece como si aquel toque fuese el de un caballero a su dama, aquel viento helado las hace florecer y crecer, tornarse de un color rosado precioso que contrasta con el verde de las hojas, un par de ojos rojos están atentos a sus pétalos, tal parece que aquel color le recuerda a alguien o más bien a un momento y es, quizá aquella vista desde la ventana la que más disfruta, muy por debajo del gusto que tiene por ver los ojos se su amado quien aún duerme bajo las sabanas de seda de un lila pálido.
Es aun temprano pero Ángelo ya está en pie, justo en la cocina prendiendo la hornilla y poniendo la tetera al fuego, esperando a que el silbato anuncie que el agua dentro de esta esta lista, el omelette en la sartén ya casi está listo y las rosas en el florero aún no se marchitan; los pasos de alguien más se escuchan en la casa, lentos, elegantes e inocentes, como los copos de nieve cayendo al suelo o como lo pétalos de las flores volando en compañía del viento, Afrodita entra a donde está el albino y toma entre sus manos dos tazas de porcelana, pone en ellas la menta y la miel y poco despues, el agua bullente mezcla ambas esencias.
— ¿Dormiste bien? — la voz de Ángelo le hace salir de su pequeña distracción.
—Contigo a mi lado, siempre — responde y vuelve su vista a la ventana donde la primera nevada está comenzando.
— ¿Sucede algo, dolcezza*? — pregunto poniendo el plato frente a su amado y sentándose frente a él.
—La primera nevada está aquí — sus celestes ojos se posaron en Ángelo — y te irás, me dejaras solo y no dormirás conmigo, será como volver a antes de conocerte — se abrazó a si mismo con una expresión de tristeza.
Se le apretó el corazón de solo verlo, se levantó lo más rápido que pudo y lo acuno entre sus brazos, nunca le había gustado verlo de esa manera, presa del dolor y la tristeza, sus amargas lágrimas comenzaron a caer silenciosamente, acompañadas de los copos que se habían hecho más grandes y aquella nevada, cuya violencia se hacía cada vez más grande, azotaba las calles Estonianas como si sintiera el dolor de aquel muchacho de cabellos celestes.
—Regresaré pronto — hablo Ángelo besando una y otra vez aquella cabeza.
— ¿Me lo prometes? — alzo la mirada aun cristalizada y le vio directo a los ojos, comprobando que lo que decía era verdad.
—Te lo prometo, amore della mia vita — le sonrió de manera tenue, como le encantaba que le hablara en su hermoso idioma natal. — ahora come que se va a enfriar la comida.
Asintió, y regresaron a su lugar, aquellas horas pasaron sin nada sobre aquel tema, nunca imaginó que aquella salida le afectara de tal manera a Afrodita, sabia de lo sensible que podía ser pero ahora se sorprendía, le miró una vez más y sonrió para sus adentros, quien diría que aquella noche de invierno, justo como la que estaba a unas cuantas horas de suceder, iba a encontrar a su amado, recordaba muy bien aquella noche, fría y blanca como solo las noches de invierno eran, estaba ahí, parado justo debajo de la enredadera que apenas comenzaba a envolver la torre del Viru Gete, estaba esperando a alguien o eso parecía, más bien se estaba escondiendo de alguien, nunca le dijo quién era de quien escapaba y hasta este momento, ni siquiera le importaba.
Salió de sus pensamientos cuando la voz deAfrodita lo llamó, el viento era tan fuerte en ese instante que había abiertola ventana haciendo que el frio y un poco de nieve entraran, lo ayudo acerrarla y despues, se dio cuenta que era hora de irse, el tren partiría prontoy mientras más se apurase, menos se tardaría y estaría de vuelta más rápido, seadentró en la habitación y salió un par de minutos despues con una pequeñamaleta en la mano, sus miradas se cruzaron, ninguno quería que los minutosavanzaran porque sabían lo que seguía despues de eso, quizá una semana, quizá soloun par de días, quizá y el tiempo que estuviesen separados no podía contarsepues, para un corazón enamorado, el tiempo es relativo, un día pueden ser milaños y un par de meses pueden parecer un segundo.
La puerta se abrió, los pasos de Ángelo avanzaban por ese camino, ahora blanco, que le conducía al final de la calle y de ahí a la estación, mientras Afrodita se quedaba ahí, en el marco de la puerta sintiendo aun el sabor a menta en sus labios, el último beso del día y el que añoraría hasta que él volviera, lo vio desaparecer entre la nieve que aun caía del cielo, volvió adentro y se quedó en el recibidor, sentado en aquel sillón de terciopelo rosa pastel, en sus manos sostenía un libro, el que había leído cientos y miles de veces, se sabía cada palabra escrita en él, cada coma, cada punto, cada dialogo, cada página pero no se aburría de leerlo, era su favorito, lo era porque Ángelo se lo había dado como regalo de cumpleaños junto a las rosas rojas y blancas que ahora crecían en su pequeño jardín.
🦀🌹
* del italiano: dulzura.
Me encanta la faceta romántica de Ángelo y también me encanta poner relacion entre el ambiente y lo que pasa.
Me gustaría que se fijasen en el ambiente y el significado que tiene la nieve, las flores y el viento en esta historia porque son importantes.
Dan R
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