16

Cuando te vi, vi un poco de mí en ti,

Me identifique. Y aunque no lo creas

Sentí una paz enorme, regocijo,

Y una conexión instantánea contigo,

Al ver tu caparazón me vi yo.

Sentí que podía quedarme a tu lado

Por un largo rato, por una vida,

Siendo yo, amando tu fragilidad

Y compartiéndote lo que soy.

Caminan bajo las farolas de aquella calle, justo como aquella vez, y tras sus huellas van un par de lobos hambrientos que rastrean a su presa con una meticulosa precisión, son ellos, no se han rendido y no lo harán hasta que aquel que debió de ser suyo, lo sea en verdad, y el cielo parece haber entristecido por el simple hecho de saber que ahora, en aquella calle se desata de nuevo una historia: de amor y de guerra, de princesas, dragones, caballeros y hechizos, de enfrentamientos, victorias y derrotas y tal parece que nadie más que el astro nocturno se ha dado cuenta que está a punto de romperse la más sublime pieza de porcelana nunca jamás creada.

Algo pasa y Ángelo sospecha porque lleva de la mano a Afrodita y aquella mano blanca a apretado la suya, como advirtiéndole del peligro inminente que ha de llegar justo cuando sus pies estén cerca del punto exacto donde aquella noche, su plan fue destruido por aquel que ahora se cree invencible, pero que en cierta manera y de hecho no lo es y eso todos lo sabemos, no obstante creemos, al igual que él, que nada pasará y que aquellas señales solo son: una estúpida paranoia suya.

— ¿A dónde quieres ir ahora? — aquella voz conese hermoso acento italiano le hace alzar los ojos al cielo y ver que aquellasestrellas están más luminosas que de costumbre y titilan al son de una tonadaque no logra identificar. 

—Italia suena perfecta — le devuelve la mirada y le sonríe: con amor, como siempre.

—No creo que suena buena idea.

Iba a decir otra cosa cuando cayó en cuenta que esa no era la voz de su amado albino, hizo como que no la había escuchado porque tampoco quería voltear y ver ese par de ojos verdes que seguro le veían con el destello de la maldad creciendo cada vez más y más, se mordió el labio y se aferró al brazo de Ángelo quien al igual que su pareja, había notado la intromisión de aquel timbre tan conocido pero nada deseado, deshizo la unión de sus manos para pasar a tomar la cintura de Afrodita, como queriendo protegerle más, como si supiera que quizá era una última prueba del inclemente universo que al parecer estaba en su contra.

—No es de tu incumbencia — fuerte y claro, así salió su voz — es de mala educación meter las narices en donde no nos llaman — indignado siguió caminando con Afrodita a su lado, restándole importancia al miedo que se había instalado en su hombro y que le susurraba al oído que no tenía oportunidad.

Aquel intruso solo pudo apretar el puño en seña de enojo y estaba a punto de seguirle de no ser por una mano que le detuvo del hombro negando y haciéndole una seña que indicaba que tenía que esperar pacientemente, despues de todo tenía un plan maestro para que funcionara y quizá era hora de probar sus habilidades: el perfecto mentiroso y el perfecto estratega, ninguno de los dos actuaba sin el otro y aquellos pares de ojos verdes parecían haber cambiado su color a un tono bélico y sanguinario, violento y hasta peligroso... ERA HORA.

 —Esta vez no escaparas — el menor de aquellos dos se adelantó y primero se aseguró que Ángelo no fuese un problema y luego tomó entre sus manos las de Afrodita.

—Bien hecho, hermano — el mayor solo se quedó ahí, admirando la escena como si fuese el logro del año.

— ¡SUELTAME! — Ordenó el sueco pero su voz pareció no llegar — ¡QUE ME SUELTES, TE DIGO! — una vez más con un poco más de volumen y forcejeo en aquel agarre que le lastimaba, Ángelo apenas y se paró del suelo, Saga le encesto un nuevo golpe en el rostro para hacerlo caer de nuevo.

Ahora no estaba Shura para ayudarlo einternamente se golpeaba por no haberse quedado un poco más en casa de Queen,pero para lamentos y "hubieras" ya no había ni un segundo; por ahora solo lebastaba con saber que su amada flor de invierno estaría bien y poder mantenersede pie por lo menos unos minutos sin que ese par de abusivos lo golpearan denuevo, ahora solo había un objetivo en su mente: recuperar lo que esos dos lerobaron.

—Te vas a quedar ahí — escucho de nuevo al mayor antes de sentir de nuevo un golpe, esta vez en su estómago.

— ¡SUELTAME, IMBECIL! — de nuevo intento zafarse de aquel agarre sin resultados, le dolía ver como su amado albino era masacrado una y otra vez e internamente creía que era su culpa y se sentía así, aunque no lo fuese.

Apenas se levantaba otra vez esperando el golpe de ese hombre pero nunca llegó, en cambio, sintió como sus brazos eran aprisionados por un brazo de Saga mientras el otro viajaba directamente a su mentón para obligarle a ver a Afrodita ahí, prisionero de su hermano y tratando sin lograrlo de liberarse de su suplicio, hizo lo mismo, luchó con todas las fuerzas que le quedaban tratando de liberarse, se sentía impotente al no poder hacer nada y estaba a punto de hacer algo que jamás había hecho: llorar de rabia.

—Tú te quedaras aquí — escucho muy cerca de su oído la voz del mayor — y él — vio como le movía el rostro para que supiera a quien se refería aunque era obvio — se irá con nosotros.

 Escucho la risa malvada de Saga mientras sentía el pavimento chocando contra su espalda y el concreto de aquella banqueta con la parte izquierda de su cabeza, de pronto todo se volvió oscuro y lo último que sus oídos pudieron captar fue el estruendoso grito de Afrodita diciendo su nombre una y otra vez... ya no había nada que hacer, más que esperar a que alguien llegase a su rescate, pero quizá esa era una falsa esperanza que era mejor no creer y al mismo tiempo era, por mucho, una de esas chispas que podría desatar el peor de los incendios.


🌹🦀
ese par esta loco.

Temprano otra vez. 

no sé si decirlo o no... creaturas bellas hechas por los dioses, esta historia esta cerca del fin, yo sé que les duele tanto como a mí pero no hay nada que hacer.

no se asusten aun quedan capítulos por leer, pero les voy avisando para que preparen las municiones 

Dan R  

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