11
Mírame y dime que todo va a estar bien...
Que mañana no despertaré con el miedo a perderte...
Que puedo dormir abrazado a ti...
Mírame y dime , otra vez, que me amas...
Definitivamente dormirían hasta tarde, amaban sus sábados de flojera y mucho más porque estaban juntos, como siempre, como lo había prometido, escuchaba de cerca los latidos del corazón de Afrodita y sobre su cabeza, aquella calmada respiración, sus manos estaban enrolladas en su cintura y por si fuese poco, sus piernas estaban entrelazadas, como si ninguno quisiera separarse, la mañana, como todas las demás desde que comenzó el invierno, era fría, pero pese a ello, adentro de aquella casa no había más que la calidez de dos corazones que laten al unísono como si fuesen uno solo, como si el alma hubiese sido dividida en dos personas que ahora duermen plácidamente...
Toc, Toc, alguien llama a la puerta de aquel hogar; Toc, Toc, alguien ha llegado tal y como lo prometió; Toc, Toc, está casi muriendo de frio afuera, pero espera pacientemente a que aquel madero se abra; Toc, Toc, alguien se acerca, del otro lado de la puerta, con los ojos somnolientos y con el pijama aun puesto; Toc, Toc, la puerta se abre y ahí, de pie, esta aquel que hace apenas un día ha llamado, de pie, frente a él, yace aquel joven que parece ser su única ayuda en todo ese embrollo.
— Buenos días, Ángelo — saluda con seriedad.
— Buen día, Shura — responde el albino y hace una ademan para que su invitado pase a su hogar — disculpa el haberte recibido así — se talla una vez más los ojos y le invita a sentarse. — te agradezco que hayas venido y por favor, no hagas mucho ruido.
— Entiendo — se limita a decir — puedo esperarte.
Solo asintió y fue directo a su habitación, encontrando a su pareja sentado en la cama con un rostro de confusión, se sentó a su lado y le explicó la situación, Afrodita escuchaba atentamente a su pareja, quien no dejaba de decirle lo necesario para que aceptara su decisión, en un principio pensó lo peor, incluso esperaba que la blanca mano de su amada flor de invierno se estampase en su mejilla pero en lugar de ello, solo sintió sus brazos rodearlo y sus labios juntarse con los suyos.
Unos minutos despues, ambos salían de aquella habitación ante la mirada oscura de Shura, quien los veía con una sonrisa muy tenue, sabía quién era aquel muchacho de piel tan pálida que parecía porcelana y cuyos ojos celestes eran la expresión misma de la perfecta combinación entre la elegancia y la belleza, se levantó de su asiento y saludo a sus anfitriones como es debido, sintiendo como aquella invitación, era mucho más que un favor hacia aquel que ahora prepara el desayuno para ambos.
— Es un honor al fin concerté, Afrodita; Ángelo me ha hablado de ti y puedo decir que mi imaginación se quedó corta.
— Gracias, supongo — le sonrió, y siguieron hablando de cosas sin sentido, despues de todo, no les haría mal un poco de conversación.
Más allá de aquella casa, dos personas aún están encontrando la manera de conseguir su objetivo, uno que es producto de un capricho, de uno que siendo de otro modo sería un cruel y avaro deseo, porque aquellos corazones son así, tan orgullosos y crueles que solo entre ellos logran entenderse, solo ellos logran saber la verdad de los deseos del otro y es entonces cuando sus pensamientos se convierten en un regalo en charola de plata para el contrario, y aunque nadie lo sepa, se hacen más y más fuertes.
—Es hora — escucha la voz de su hermano y levanta la vista para encontrarse con aquel pa de ojos iguales a los suyos. — ¿Estás listo?
—Más que nunca, Saga — le sonríe y ambos salen de aquella casa.
El aire gélido de Estonia les golpea el rostro, sus mejillas se enrojecen con la fiereza de un rayo de sol que ha caído a la tierra, sus manos están casi congeladas como si de ellas ya no quedase nada, pero siguen ahí, siguen caminando hacia aquella casa que conocen bien y que una vez visitaron, se miran de nuevo y como si fuese una señal, sonríen, aun con el aire gélido golpeando con fuerza sus rostros y con ello ha venido el deseo de conseguir a Afrodita, cueste lo que cueste, con ello vino también aquel deseo que se ensancha cada vez más en sus almas.
El cielo en ese instante, blanco y frio como el ártico mismo, anunciaba la desgracia, aquella que nunca debía suceder pero que de un momento a otro, el destino mismo ha cambiado de planes, puesto que ninguno ha sabido cómo lidiar con ello, sienten que en un momento aquella grieta entre ellos es cada vez más grande y que en algún punto se romperá y dará lugar a la peor de las tragedias.
Toc, toc, la desgracia toca a la puerta, toc, toc, es hora de la verdad que han querido ocultar por los últimos dos años, toc, toc, una sorpresa esta a punto de abrir, y la puerta sigue siendo tocada con desesperación por ambos gemelos, sin dejar tan siquiera un poco de espacio, y dentro de aquella casa hay incertidumbre, miedo, duda y enojo; mientras afuera, la desesperación y la impotencia yacen anidadas entre ambos.
—¿A quién buscan? — la voz de aquel chico que no conocen les hace levantar la vista, aquellos ojos verdes se encuentran con la seriedad de esa oscura miradas.
🦀🌹
Ahora si, agárrense de sus asientos que esto se va a descontrolar.
Hoy llegué temprano porque ya no hay trabajos ni exámenes de la Universidad.
Dan R
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