Capitulo 5
Escalofríos invadian el cuerpo de Chara, lo que más temía estaba pasando. Encontrarse con ese esqueleto la ponía en una situación bastante complicada... ¿Qué debía hacer? Su primer instinto fue ponerse en guardia.
–¿Qué?... ¿Te comió la lengua el esqueleto? Hehe– dijo Sans mientras se prepara para atacar–. Bueno, en realidad eso suena muy mal.
Chara no respondió, simplemente esperó pacientemente al primer ataque del esqueleto.
–Vaya... Así no es divertido– dijo Sans quien atacaría rápidamente lanzando huesos de un metro de longitud.
Chara como pudo los esquivó, eran bastante rápidos y estaba segura que si una de esas cosas la llegaba alcanzar probablemente la atravesaría.
–Perdoname Sans...– pensó la chica mientras lanzaría un ataque el cual Sans esquiva fácilmente.
–¿Qué? ¿Creíste que me quedaría allí para recibirlo?– dijo con su típica sonrisa para luego contraatacar con más huesos.
Continuaron la pelea hasta que Sans comenzó a agotarse, sus ataques empezaron a volverse más lentos lo cual la chica aprovechó. Tiró su cuchillo al suelo en señal de paz.
–¿De verdad piensas que voy a caer en tus mentiras?– Sans continuó atacando, lo cual empezó a acabar con la paciencia de Chara.
Cuando el esqueleto lanzó un ataque más se empezó a escuchar un sonido extraño. Cuando la pelirroja volteó para atrás pudo observar que el puente estaba cediendo ante su peso.
Chara empezó a hacer una señal para que Sans dejara de atacar, apuntó con el dedo la estructura del puente que estaba bastante dañada pero el esqueleto hizo caso omiso.
Nuevamente atacó, lo cual terminó de romper el puente.
–¡Ya basta, Sans! ¡Nos vamos a caer!
El esqueleto se quedó mirando fijamente su rostro después de decir eso, obviamente reconocería esa voz.
–¿¡Chara!?...
No pudo decir nada más, el puente colapsaría haciendo que ambos cayeran del acantilado.
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Recuerdos borrosos se mostraban en la mente de la chica. Se encontraba en una no muy grande aldea, los caminos eran de tierra y rodeados de hermosas flores.
Lo que más le llamaba la atención era en el centro de la ciudad, un gran y hermoso jardín lleno de flores doradas.
Chara, quien en ese sueño tenía alrededor de diez años, se agachó para recoger una de esas preciosas flores y ponérsela en el pelo.
–Vaya que son hermosas– repetía en su mente mientras las rozaba con la palma de su mano.
Su tranquilidad fue destruida por un fuerte golpe que retumbó en su cabeza.
–¡Le di!– gritó una voz que provenía de un grupo de niños que rápidamente salió corriendo del lugar.
Chara volteó a ver el suelo y vió una piedra, un poco ensangrentada. Rápidamente se tocó la cabeza y notó un poco de sangre escurriendo por su delicado rostro.
Lejos de asustarse e ir lo más rápido posible a buscar un adulto, lo ignoró.
Solo se puso a ver fijamente las plantas antes mencionadas.
–Desearía ser una flor...– pensó la chica mientras las acariciaba–. Quizá si fuera tan hermosa como una... La gente dejaría de ser tan cruel.
La niña se levantó, ya era un poco tarde para seguir en ese lugar. Se retiró mientras continuaba pensando lo mismo.
Quisiera ser una flor.
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Chara se despertó de un brinco. Rápidamente sintió una incomodidad bastante extraña y notó que estaba atada con una cuerda.
–Por fin te despiertas... Chara– dijo el esqueleto quien estaba sentado a unos metros de ella.
–¿Donde estamos?...
–Pues caímos de ese puente... Por suerte había un gran río debajo de nosotros, de lo contrario... Seguirías durmiendo, por así decirlo, hehe.
Ambos se callaron por algunos segundos, hasta que Sans continuó hablando.
–No sabía que eras una humana...
–Jamás me preguntaste.
–¿Me hubieras dicho la verdad?
Chara no contestó la pregunta.
–Si te soy sincero, me da flojera llevarte hasta el castillo del rey en estas condiciones... Llamé a Papyrus, en cualquier momento llegará con algunos otros.
–Sans...– la pelirroja comenzó a trabarse al hablar–. No tienes que hacer esto...
–Es mi trabajo, Chara.
–Lo sé, pero... ¿A calcio no éramos amigos?– dijo la chica con una sonrisa intentando aliviar el ambiente.
–Ya quemaste el chiste.
Sans se levantó, pero la pelirroja continuó insistiendo.
–¡No he matado a nadie! Ni lo pienso hacer... ¡Yo solo quiero tranquilidad!
–¿Por qué saliste de las ruinas? Si te hubieras quedado allí nada de esto estaría pasando...
–Quería conocerte...
El ambiente se quedó en silencio. Sans notó en el rostro de Chara una sinceridad que no se podría fingir, pero no podía darse el lujo de dejar ir a un humano.
–Ésto lo arreglará contigo el Rey Asgore... Él decidirá si vivirás o no.
–Oh, vamos ¡Es obvio que me va a matar! Lo único que sabe es que soy humana, no conoce mis intenciones.
–Ni siquiera yo sé si las conozco– dijo Sans, lo cual provocó que Chara se quedara callada unos segundos.
–¿No confías en mí?
–Tendrás que esforzarte más, soy un hueso duro de roer, literalmente, hehe.
Pasó el rato y finalmente Papyrus y un perro gigantesco con armadura llegaron.
–¡La capturaste!– gritó de emoción papyrus–. ¡Esto es genial, Sans!
–Soy genial, hehe– respondería el hermano menor.
–¡Cuando la llevemos al castillo seremos tan... FAMOSOS Y POPULARES!– dijo el esqueleto mayor mientras daba saltitos de emoción–. ¡Bien, súbela a la carreta, la llevaremos con el rey!
Sans se acercó a Chara, la agarró de un pedazo de la cuerda y la llevó arrastrando hacia la carreta.
–Un poco más gentil ¿No? Aunque sea me hubieses cargado.
–Que flojera, hehe.
Tras unos minutos, todos empezaron su viaje. Su destino era el castillo del rey, dónde le entregarían a la humana.
–Sans... ¿Ya mero llegamos?
–Todavía ni llegamos al pueblo.
–Aahh, ¡Que flojera!– se quejó Chara.
–Si yo fuera tú no estaría tan tranquilo...
Pasaron los minutos y Chara notaba una mirada de Sans sobre ella.
–¿Qué me ves?
–Nada, es que nunca había visto a un humano.
–Ni yo a un esqueleto... ¿Cómo demonios puedes comer si no tienes estómago?
–Buena pregunta.
–Ehh, bueno.
Ambos veían el paisaje mientras continuaban movilizándose.
–Es bastante lindo el bosque– dijo Chara.
–¿Verdad que si? Lo único bueno de tener que hacer vigilancia es poder caminar todo el día por él.
–Jaja... Hey, ¿Habrá algún lugar donde hayan flores doradas?
–¿Flores doradas? En Snowdin no vas a encontrar... Tengo entendido que en Waterfall y en el castillo hay algunos jardines que tienen... ¿Por qué?
–Oh, nada en especial... Simplemente me gustan bastante, jaja– dijo la pelirroja mientras veía los arboles–. De las pocas cosas que me acuerdo de la superficie son las hermosas flores doradas que habían en mi pueblo.
–Las he visto algunas veces, es un milagro que se puedan encontrar aquí en el subsuelo– dijo el esqueleto–. Supongo que por el viento habrán caído semillas desde el monte Ebott...
–Que interesante... Lastima que no te pregunté, jaja– dijo Chara con la intención de molestar a Sans–. Jaja, ya, es broma.
–Ojalá te ejecuten.
El frío del bosque ya estaba empezando a afectar a Chara, quien no estaba acostumbrada.
–¿Ya casi llegamos?– preguntó la chica temblando.
–Estamos a unos minutos... ¿Tienes frío?
–¡No! ¿Cómo crees? ¡Estoy temblando de emoción, Sans!– respondió sarcásticamente la pelirroja.
–Si, fue un poco estúpida la pregunta.
Sans se quitó la chamarra y poniéndosela a la Chica.
–Ay, que lindo, gracias– dijo con una sonrisa Chara.
–No quiero que te mueras de hipotermia, recuerda que tengo que entregarte al rey.
–Mmh, y yo que pensé que habías dejado de ser tan grosero.
–Es que lo tengo en los huesos.
–¡Sans!– gritaría Papyrus–. baja a la humana, ya llegamos!
Todos se bajaron de la carreta, incluida la humana.
–¿Donde estamos?– pregunto Chara todavía amarrada
–Llegamos a Snowdin.
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Fin del capítulo.
Una disculpa por la tardanza.
Nos vemos!! =)
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