Capítulo 1

Hace tiempo, dos razas gobernaron la tierra: humanos y monstruos. Un día, una guerra se desató entre las dos razas. Tras una larga batalla, los humanos fueron victoriosos. Sellaron a los monstruos bajo tierra con un hechizo mágico.

Muchos años más tarde...

Mt. Ebott, año desconocido.

Las leyendas cuentan que aquellos que escalan la montaña nunca regresan.

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Hacía un espectacular día en las ruinas, la entrada al subsuelo; no tan frío como de costumbre. Allí se encontraba la guardiana de éstas, una cabra humanoide llamada Toriel.

Desde hace mucho llevaba una vida bastante sedentaria, se quedaba leyendo esperando a que algún día ocurriera algo especial en aquel lugar, y así fue.

En una de sus lecturas diarias, escuchó un sonido nada familiar afuera de su hogar, rápidamente salió para verificar qué había pasado.

Al salir, se encontró a una chica humana tumbada en el jardín de flores que solía regar a diario, al parecer había caído desde la superficie. Rápidamente se acercó para auxiliarla.

–¿Estás consciente?– pregunta al ver el estado de la chica, parecía que las flores habían amortiguado bastante bien la caída. Aún así, eso no quitaba el daño que pudo haber provocado.

La chica asintió débilmente mientras empezaba a abrir sus ojos.

–¿Dónde estoy?...– pregunto con una voz bastante baja.

–Eso no importa ahora... Tranquila, todo estará bien, confía en mi– dijo la cabra para luego agarrarla delicadamente y meterla a su casa.

Recostó a la chica en una cama y rápidamente empezó a tratar sus heridas.

–¿Cómo te caiste?

–No lo sé... No recuerdo nada– dice débilmente la chica.

–¿Te acuerdas de tu nombre?– preguntó la cabra.

–Chara...

–Ya veo, Chara... Yo me llamo Toriel, soy la guardiana de las ruinas... Es el lugar donde nos encontramos, la entrada a todo el resto del subsuelo.

–¿Qué es el subsuelo?...

–Es... un lugar que no te recomiendo visitar...

–¿Por qué?...

–Hay monstruos que no dudarán en hacerte daño, mi niña, es mejor prevenirse...

Chara se cansó de hacer tantas preguntas, tras un rato terminó quedándose dormida en esa cama, que había resultado ser bastante cómoda.

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La chica despertaría por un aroma exquisito, empezó a ver su alrededor hasta que notó un plato con una rebanada de tarta de caramelo y canela.

¿Debería comer lo que le ofrece una total desconocida? Realmente Chara ni siquiera lo pensó, tenía tanta hambre que no le importaba si tenía veneno o algo.

Al quedar satisfecha, abrió la puerta de la habitación y empezó a investigar la casa en la que se encontraba. Llegó a la sala principal dónde encontró unas escaleras que daban hacia una especie de sótano.

Guiada por la curiosidad, empezó a bajar las escaleras, agarrándose de la pared para evitar caerse debido a sus heridas.

Al entrar a ese lugar, notó que no era un simple sótano, era un pasillo bastante largo, empezó a caminar a paso lento. Rápidamente, sintió unos pasos atrás de ella y fue agarrada del brazo.

–No deberías estar aquí, Chara– dice Toriel deteniendola.

–¿Por qué?

Toriel ignoró la pregunta y se la llevó al piso de arriba, donde la sentó en la mesa y empezó a hablar con ella.

–¿Cuántos años tienes, Chara?– preguntó la cabra.

–Quince.

–Vaya, te ves menor.

–No soy muy alta, supongo– dice la chica un poco desanimada.

–¿Recuerdas algo de la superficie?

–Un poco.

Realmente la caída había afectado bastante los recuerdos de la chica, se acordaba de lo escencial, cosas que escuchaba a diario en su vida. Su nombre, su edad, tenía recuerdos borrosos de los nombres de sus padres y otras cosas, pero no les daba importancia.

–Bien Chara... Creo que debería contarte
la historia del subsuelo...

Toriel le contó parte de lo que ella sabía, la guerra, las consecuencias y lo más importante.

–Chara... Los monstruos no dudarán en acabar contigo, pero aquí estoy, conmigo estarás a salvo– dijo Toriel con una sonrisa–. Te daré una guia sobre todo lo que tienes que hacer.

Las ruinas no estaban exentas de la aparición de algunos monstruos, de hecho, por los pasillos de ésta se encontraban bastantes, pero en su mayoría eran de un rango bajo.

–Al encontrarte con un monstruo, grita mi nombre tan fuerte como puedas, yo iré a mediar la situación ¿Entendido?

Chara asintió con la cabeza.

–Queda estrictamente prohibido pelear contra alguno, a pesar de lo que te conté... Son seres vivos, merecen compasión y respeto como cualquiera.

–Pero si ellos me atacan primero...

–No importa, tú no serás igual que ellos.

Toriel se levantó de la mesa, antes de marcharse dijo unas palabras que llamaron la atención de Chara.

–Y nada de entrar al sótano... Hay cosas que es mejor evitar...– Toriel le dió un pequeño mapa a Chara–. Si quieres salir a explorar, guíate con esto, lo hice yo misma.

Chara pasó gran parte del día intentando recordar cosas de su pasado, pero no logró nada. No salían de su mente esas palabras de Toriel. ¿No entrar al sótano? Decirle a eso a un adolescente rebelde es lo mismo que decirle que si lo haga, obviamente Chara se iba a llenar de determinación por hacerlo.

En la noche, en silencio, se dirigió hacia el lugar prohibido.

–Maldita sea...– dijo Chara cuando uno de los escalones rechinó bastante fuerte, por suerte Toriel no fue alertada por el sonido.

Continuó a paso lento hasta que finalmente llegó al final del pasillo, era una simple puerta, bastante grande, pero nada especial.

Se acercó y la empezó a inspeccionar.

–Necesito una llave para abrirla...– pensó la chica–. Seguro ella la tiene... Demonios, que aburrido.

Se sentó apoyando su espalda en la puerta, las lesiones no le permitían permanecer tanto tiempo de pie.

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–¡Sans! Despiértate de una maldita vez, por favor– grita un esqueleto bastante alto.

–Dejame dormir, Papyrus– respondió el hermano menor. (Si, sans es el menor aquí)

–¡Te la pasas todo el día dormido!

–Es que me duelen los párpados...

–¡Sans, tú no tienes párpados!

–Si los tuviera me dolerían, hehe.

–No das risa, Sans– dice el otro enojado.

Al final, Papyrus terminó convenciendo a Sans para que se levantara de la cama.

–Ya sabes que tenemos que estar alerta por si algún humano cruza la puerta de las ruinas– dice el hermano mayor.

–Si, lo repites todo el tiempo... ¿A calcio no te cansas? Hehe.

–Sans, no eres gracioso.

–Estas sonriendo...

–Lo sé, y lo odio.

Ambos desayunaron spaghetti, lo cual ya era costumbre en esa casa. Mientras lo hacían, empezaron a platicar.

–Hoy te toca vigilar la puerta de las ruinas... Yo recalibraré nuestros puzzles ¿Entendido?

–Si.

Sans salió de la casa, pero realmente tenía demasiada flojera como para hacerle caso, mejor fue a un pequeño bar llamado Grillby's. No tenía edad para que le vendieran alcohol, pero aunque sea vendían otras cosas.

–¿Qué tal les va a ti y a tu hermano, pareciera que no se toman ni un solo día de descanso– dice el sueño del lugar sirviendole a Sans lo que pidió.

–Mal, estoy cansado hasta los huesos... Pero bueno, parece que a él le hace feliz que le ayude en estás cosas, asi que, ¿Qué importa?

–No sé por qué se preocupa tanto él y todo el reino, nunca ha venido un humano hacia aquí... Estamos a muchísimos metros bajo tierra, la única entrada es el monte Ebott.

–Si, cualquiera que llegue a caer desde ahí se rompería todos los huesos...– dice Sans.

El esqueleto menor se pasó todo el día platicando con todos los presentes en el lugar, hasta que notó una cara bastante familiar entrando.

–¡Sans! Deberías estar en la entrada de las ruinas– dice Papyrus reprimiendo a su hermano menor.

–Ugh, me tomé un pequeño descanso de doce horas, tranquilo, hehe.

–¡Ve a vigilar!

Sans terminó accediendo, caminó un rato hasta que llegó a aquel lugar rodeado de árboles. La puerta era bastante grande, con paredes moradas, se sentó al lado de la puerta para descansar, hasta que escuchó algo detrás de ella.

–Ay, me aburro...– diría Chara.

Sans escucharía la voz femenina, sin nada más que hacer, le habló.

–¿Aburrida?– pregunta el esqueleto a través del ojo de la cerradura.

Chara se sobresalta ¿Era un monstruo? Se supone que no debería hablar con ninguno... Pero parecería sospechosa si simplemente se iba.

–¿Quien eres?...– pregunta un poco asustada.

–Me llamo Sans, Sans el esqueleto, el mejor comediante de todo snowdin, obviamente, hehe.

–Oh... Yo me llamo Chara... Mucho gusto, supongo– respondería la chica.

–No sabía que Toriel tenía acompañantes ahí dentro, pensé que estaba sola todo el tiempo.

–No, nos conocimos hace mucho– miente la chica.

–Eso es sen-sans-cional, hehe– dice el esqueleto.

–Que chiste más malo...– piensa la chica, pero realmente no quería ser grosera, simplemente fingió una pequeña risa.

Y así se pasó el rato, el esqueleto contando sus chistes y Chara fingiendo que le daban risa. Llegó la hora en la que ambos ya se tenían que retirar a dormir.

–Oye, Sans...

–Oigo.

–¿Mañana podrías venir a esta misma hora? Realmente me la paso bastante aburrida aquí.

–Por supuesto, entiendo que no se puede vivir sin mis chistes, hehe.

Chara sonrió ligeramente y se despidió del esqueleto. Se dió cuenta de algo.

Ni siquiera la caída era tan terrible como los chistes del esqueleto... Aún así, le agradaba.

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Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado =)
Les traigo esta historia, no es de los juegos o series que suelo traer, pero me gustó bastante el juego, así que espero que les guste, además, quizá venga nuevo público.

¡Adiós! Nos vemos en el próximo capítulo.


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