✿-~• ✿ flores del amor ✿-°• ✿
✿ -🌹 Flores del amor 🌹- ✿
Capitulo final
disfrútenlo
Shurein, llena de frustración, observó cómo Shiryu y Lita compartían una risa sincera, disfrutando de su tiempo juntos. La escena le causó un dolor inesperado, algo que no había anticipado. Verlo tan feliz con otra persona, tan alejado de ella, la hizo sentir celos y rabia. No soportaba la idea de perderlo.
Decidida a recuperarlo, dio un paso hacia adelante, lista para enfrentarlos. Pero antes de que pudiera acercarse, una mano firme la detuvo por el brazo. Se giró, sorprendida, y se encontró con Evan, quien la miraba con seriedad.
—No se te ocurra hacerlo —dijo Evan, con tono autoritario, mientras la sujetaba con fuerza.
Shurein intentó zafarse de su agarre, su mirada llena de furia.
—¡Tú no te metas! —le gritó, alejándose de él con un movimiento brusco.
—Déjalos —respondió Evan, esta vez con más calma, pero su voz era firme. No estaba dispuesto a dejarla arruinar lo que Shiryu y Lita habían comenzado a construir.
Shurein lo miró incrédula. No podía creer que Evan, su aliado, le estuviera pidiendo que se apartara. ¿Era posible que hasta él, tan cercano a ella, estuviera en su contra ahora?
—¿Qué estás diciendo? —preguntó, su voz temblando de rabia—. ¡Es mi vida, mi relación! ¡No voy a dejar que me lo arrebaten!
Evan la miró con pena. Sabía lo que estaba pasando en el fondo, aunque Shurein no lo entendiera aún.
—Lo que Shiryu y Lita tienen no tiene nada que ver con lo que tú quieras, Shurein. El amor no se puede forzar. Ya no es el mismo que tenías con él —respondió suavemente, con una mirada que no dejaba espacio para más discusiones.
Shurein se quedó en silencio por un momento, procesando sus palabras. Algo dentro de ella comenzaba a cuestionar sus acciones, pero su orgullo seguía a la vanguardia. Sabía que Evan tenía razón, pero no podía admitirlo aún.
—No puedo... —susurró finalmente, casi derrotada. Pero la rabia seguía ardiendo en su pecho.
Evan dio un paso atrás, dándole espacio para pensar, sin forzarla a hacer nada que no quisiera.
—Haz lo que tengas que hacer, Shurein. Pero no te engañes a ti misma. El amor no siempre se trata de lo que uno quiere, sino de lo que es correcto para ambos. Si sigues adelante, solo vas a herir a todos, incluida a ti misma.
Shurein lo miró por un momento, su expresión en conflicto. Pero Evan no dijo nada más. Sabía que las decisiones de Shurein solo podía tomarlas ella. Sin embargo, al ver que su presencia estaba comenzando a no hacer diferencia, dio un último vistazo a Shiryu y Lita, y lentamente se dio la vuelta, alejándose. Sabía que necesitaba tiempo para reflexionar.
Mientras tanto, Shiryu y Lita seguían conversando tranquilamente, ajenos a la tensión que se había vivido en los pocos minutos previos. Ambos estaban empezando a comprender lo que sentían el uno por el otro, disfrutando del presente y lo que vendría.
Pasaron los meses, y el vínculo entre Shiryu y Lita se hizo más profundo. Cada día juntos era una oportunidad para aprender más el uno del otro, para compartir sueños, risas y pequeños gestos que hablaban más que las palabras. Shiryu sentía cómo su corazón latía con fuerza cada vez que la veía, y sabía que había llegado el momento de dar el gran paso: confesarle sus sentimientos.
Un día, decidió compartir su idea con sus amigos, quienes no tardaron en ofrecerle su ayuda. Sin embargo, ellos sabían que la tarea era más complicada de lo que parecía.
—No tienes ni idea de cómo preparar una confesión romántica, ¿verdad? —preguntó Ikki, cruzado de brazos y sonriendo con diversión.
—La verdad… no. Solo sé que quiero que sea especial, algo que Lita nunca olvide —respondió Shiryu, algo avergonzado.
—¡Entonces necesitamos ayuda de las expertas! —dijo Seiya, sacando su teléfono para llamar a Serena y las demás.
Pronto, Serena, Amy, Rei, Min a estaban en la escena, listas para ayudar. Cada una aportó sus ideas para crear un ambiente perfecto. Serena sugirió un picnic en el jardín de la florería, rodeado de luces cálidas y velas. Mina se encargó de la música, mientras reí y Amy decoraban el lugar con pétalos y arreglos florales únicos.
—Tiene que ser algo íntimo y lleno de detalles. A Lita le encantan las flores, así que juguemos con eso —dijo rei mientras colocaba un ramo especial en el centro del lugar.
—¿Y tú? ¿Estás listo para decirle lo que sientes? —preguntó Serena a Shiryu con una sonrisa tranquila.
Shiryu respiró hondo.
—Sí, estoy listo. No quiero seguir esperando. Lita merece saber lo que siento.
Esa noche, todo estaba preparado. Las luces brillaban suavemente entre las plantas, la fragancia de las flores llenaba el aire, y la música creaba un ambiente cálido. Shiryu estaba nervioso, pero cuando Lita llegó al jardín, todo el nerviosismo desapareció. Ella llevaba un sencillo vestido blanco que resaltaba su belleza natural, y al verlo, su sonrisa iluminó la noche.
—¿Qué es todo esto? —preguntó, sorprendida y emocionada.
—Es para ti —respondió Shiryu, acercándose—. Hay algo que necesito decirte.
Lita lo miró con expectación, su corazón latiendo con fuerza.
—Desde que llegué a tu vida, he sentido cómo mi mundo cambió. Me ayudaste a sanar, a volver a creer en mí mismo y en el amor. Cada momento contigo es único, y no puedo imaginar mi vida sin ti. Lita, estoy enamorado de ti.
Lita se quedó en silencio por un segundo, con los ojos brillantes. Luego, tomó las manos de Shiryu y sonrió.
—Yo también te amo, Shiryu. Siempre supe que había algo especial entre nosotros.
Shiryu sonrió, y en ese momento, bajo las luces y el aroma de las flores, se abrazaron, sintiendo que finalmente sus corazones estaban completos.
Sus amigos veían eso y estaban muy felices de que al fin pudieron ser muy felices y lo serán eternamente...
El tiempo siguió su curso, y Shiryu y Lita disfrutaron de su relación cada día más. Su amor creció con la misma delicadeza y fortaleza que las flores que cuidaban juntos. Compartían sueños, apoyaban sus metas y enfrentaban cada desafío con amor y unión.
Un año después de aquella noche en el jardín, Shiryu decidió dar un paso más. Con la ayuda de sus amigos y en el mismo lugar donde le confesó su amor, organizó una velada especial. Esta vez, bajo las estrellas y rodeados de las flores que tanto significaban para ellos, Shiryu se arrodilló frente a Lita, con una pequeña caja en sus manos.
—Lita, tú eres la flor más hermosa que ha florecido en mi vida. Me has dado amor, esperanza y felicidad. Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. ¿Te casarías conmigo? —preguntó con emoción en la voz.
Lita, con lágrimas de felicidad en sus ojos, asintió y le respondió:
—Sí, Shiryu. ¡Mil veces sí!
Los aplausos y gritos de alegría de sus amigos resonaron en el jardín. Fue una noche inolvidable, llena de amor y promesas para el futuro.
Meses después, celebraron una hermosa boda rodeados de familiares y amigos, en un entorno natural lleno de flores, como siempre lo habían imaginado. Lita llevaba un ramo hecho por ellos mismos, simbolizando el inicio de su vida juntos. Shiryu, emocionado, no podía dejar de mirarla, agradecido por cada momento que los había llevado hasta allí.
Los votos que compartieron fueron sinceros y emotivos, prometiendo cuidar su amor como cuidaban de cada flor: con paciencia, dedicación y cariño.
Con el tiempo, construyeron una familia llena de amor y alegría. Su hogar, siempre rodeado de flores, era un símbolo de su historia: un lugar donde el amor floreció contra todo pronóstico. Tuvieron dos hijos, quienes crecieron rodeados de ese mismo amor, aprendiendo el valor de la dedicación y la importancia de las pequeñas cosas.
Al mirar atrás, Shiryu y Lita sabían que cada obstáculo había valido la pena. Su amor había nacido como una pequeña semilla, y ahora, florecía con más fuerza que nunca, demostrando que el verdadero amor es capaz de sanar, crecer y transformar vidas.
FIN.
Muchas gracias por leer esta historia que llegó a su fin esperemos que les haya gustado y nada sin nada más que decir no vemos
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