010 ; 🥀

Aun sigo buscando en las caras de ancianos, pedazos de niños.

. . .

─ ¿Qué me dices de la historia de los mellizos?

─ ¿Mellizos? ─ La Nana Kaede estaba confundida.

Era una visita de rutina con los interesados en los huérfanos. La Nana Kaede se encargaba de ser la guía a los potenciales futuros padres y por supuesto, convencerlos de tomar la decisión correcta.

─ Me refiero a ese par de niños, Sesshomaru y Kagura, no me diga que estoy equivocado. ¡Es que fue mi primer pensamiento! Parecen estar pegados con goma de mascar.

Una comparación no tan alejada de su presente. Los últimos meses habían sido tan amenos y felices.

Ellos habían aprendido a convivir especialmente entre sí, ello era ya una costumbre.

─ Oh vaya. Entonces ¿No son hermanitos?

─ No lo son.

─ Es bueno saberlo, me hubiera roto el corazón separarlos, puesto que me interesa el niño. Aunque quisiese, no puedo adoptar a ambos.

─ Es de lo más entendible.

...

¿Alguien intentaría robarse a Sesshomaru una vez que todo iba bien?

¿Qué es lo que podría hacer una niña inmadura con miedo al abandono, más que hacer un escándalo?

─ ¡Si va a llevárselo, tiene que llevarme a mi también!

─ ¡Kagura! ¡Cállate por favor! ─ La señorita Meiyou regañó, al mismo tiempo que intentaba devolver a la niña a la sala de juegos. ─ No puedes estar gritando esas cosas, estás incomodando a todos.

─ ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero quedarme si Sesshomaru se va! ¡No quiero!

El chico había sido testigo numerosas veces de los berrinches de Kagura pero nunca algo tan extremadamente dramático a su edad y encima, él se veía involucrado.

Principalmente involucrado.

Al menos tuvo tiempo para pensar su situación. Puede que le sea difícil de admitir, sin embargo, también le provocaba una sensación se vacío la sola idea de irse y cambiar de vida. Siendo que estaba tan acostumbrado a su ritmo actual. Todo para ir con un completo desconocido y como cereza del pastel, a primera pinta no le caía absolutamente para nada bien.

Gracias, el que sigue.

Hubo silencio una vez que sacaron a la niña de la oficina. Solo la sonrisa incómoda de la Nana y el sudor en frío del solicitante.
El ventilador de escritorio parecía dar más señales de vida que el propio Sesshomaru.

Hasta que decidió hablar antes que su Nana.

─ No quiero ser adoptado.

...

Así fue como otro sujeto fue bateado olímpicamente por un niño en su primer década.
Si bien, Sesshomaru no tenía de por si voto en lo que en trámites se refiere, su opinión era válida para la decisión de Kaede como directora.

La mujer confiaba en la intuición especialmente de sus pequeños. Nunca podría dormir tranquila si entregara a su niños a cualquiera que de sospechas.

Aunque esta vez, puede que el motivo de este último rechazo haya sido influenciado en su mayoría por una niña gritona. Kaede lo dejaría pasar esta vez.

Por otro lado, gracias a su decisión, Sesshomaru se había convertido en una víctima de ataques de abrazos seriales, por lo menos las siguientes horas.

Los siguientes días.
Los siguientes meses.
Los siguientes años.

...

─ Ya se va a cumplir dos años desde que Jaken vive con nosotros.

─ ¡Hay que hacerle una fiesta!

─ Me sorprende que todavía siga vivo.

─ Si sobrevivió cuando lo pisaste, sobrevivirá a cualquier cosa.

─ Deja de recordame eso, Kagura.

El tiempo pasa volando, parpadeas, y los niños evolucionan tanto que ya se cayeron todos sus dientes de leche. Tienen que cambiar de zapatos y otros hasta ya saben leer y escribir a la perfección.

Jaken, el señor Sapito era oficialmente la mascota del orfanato.  Siendo un anfibio muy consentido y querido, especialmente con los más pequeños.
A pesar de que la mayoría de las veces, Kagura y Sesshomaru respondían por él. Parecían sus padres. Al menos así lo veían los demás.

Aunque para ese curso de la historia, quienes disfrutaban más jugando con él eran los demás niños.

Nada le pasará.

¿Verdad?

─ Eres una pesada. ¿Quieres que te recuerde quien estaba llorando para que no me vaya?

─ ¡Ay, Cállate! ¡Nadie estaba llorando! ─ Kagura había desarrollado una glándula de vergüenza que antes no tenía. Su rubor era evidencia.

─ Sentía que un oso me estaba por partir a la mitad esa tarde. ─ Sesshomaru también disfrutaba molestarla como venganza.

─ Hermano Sesshomaru. ─ Uno de los niños de edad preescolar llamó, aunque no fue escuchado.

─ ¡Pero, te quedaste por mi, a fin de cuentas!

─ Sandeces.

─ ¡Oigan!~

─ ¿¡Qué quieres!? ─ ambos, sin querer, gritaron al unísono.

─ ...

El pequeño parecía un cachorro regañado. Congelado en su lugar, parecía querer llorar.

─ No quería gritarte.

─ Lo siento. No llores, no llores.

─ ¿Qué necesitas?

─ ... El señor Sapito se salió... ─ por lo menos no olvidó lo importante de su mensaje.

...

Solo un par de tontos podían distraerse fácilmente en una discusión tonta y descuidar a los menores con un animal de por medio. La sola idea de volver a repetir la escena pasada causaba escalofríos en Sesshomaru.

Siendo este muy cuidadoso por donde pasaba mientras buscaban al anfibio.

Antes de que las autoridades se enteraran de este desliz.

No había ninguna señal de él y eso era muy malo.

Kagura mientras tanto buscaba en otros lugares, desgraciadamente sin éxito.

La Nana Kaede estaba despidiendo a un visitante en la puerta principal cuando de repente, una mancha verde posaba a los pies de los adultos.

Sesshomaru detuvo su rápido andar para mirar bien. Oh ese maldito escurridizo. Con la puerta abierta expandiendo el mundo exterior, la luz natural, los ruidos de la calle, un aturdimiento total.

Ya noa había tiempo para llamar a alguien que lo atrapara por él.

Jaken de a brincos cruzó del otro lado de la puerta. Las personas caminando de a dos sentidos marearon al sapo, quien buscó alejarse de los pies ajenos.

Como consecuencia, llegando a la calle de asfalto. Luces que se aproximan a toda velocidad, encandilando su visión.

─ ¡Sesshomaru, no!

Gritos, derrapes, bocinas.
Todo sucedió muy rápido.

Jaken se quedó congelado mientras era protegido por los brazos de su dueño. Quien había caído a un lado de la calle luego de tanta adrenalina.

Ese auto pudo frenar a tiempo.

Hay mucho más aturdimiento con la banda Sonora de bocinas y maldiciones. El chico ignoró todo el espectáculo. Solo quería ponerse de pie y volver a guardar a su traviesa mascota.

Siendo ayudado por su Nana que casi muere de un infarto por tal escena que sus ojos presenciaron.

Y no fue la unica.

Sesshomaru y Jaken estaban fuera de peligro, sin ningún rasguño. Los regaños quedaron en segundo plano en cuanto estuvo de regreso dentro del instituto.

─ ¡Por todos los dioses! ¿Llamamos a una ambulancia? ¿Te golpeaste la cabeza?

─ Estoy bien, creeme. Estamos bien.

...

Luego de la conmoción, hubo una seria charla sobre responsabilidad, prudencia, que los animales no son juguetes y que principalmente no hay que arriesgarse a jugar a ser el héroe. Y agradecerles a Dios por haber salvado la vida del chico.

Aunque Sesshomaru no cree en eso.

─ ¿Qué te sucede? Estás agitada. ─ Sesshomaru notó aquel comportamiento de parte de Kagura.

Como el buen obversador que era.

─ Estoy bien. Solo que... mi corazón todavia está latiendo muy rápido. ─ se quejó ─ Es molesto.

Un evento inusual.

─ Relajate, ya todo pasó. Y ni siquiera fuiste tú.

─ Por eso. Ay. ─ su rostro se contorsionó de dolor al sentir una punzada. ─ Duele, duele.

Era alarmantemente inusual.

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