Capítulo 1

El cielo resplandecía con los fuertes rayos del sol. Todo aquel enorme campo era increíble, algo novedoso y nuevo para mí. Sonreí con entusiasmo, cargué mi equipaje y caminé hasta aquel campo, cubierto de bellas flores y rosas.

Bárbara, la jefa del campo, me llevó hasta el invernadero donde yo trabajaría. Ahí conocí a mis nuevas compañeras de trabajo.

Me coloqué un pañuelo sobre la cabeza y un delantal blanco. Miré unas bonitas flores frente a mí, y en eso, una joven se me acercó.

_ Hola, soy Carmen, un gusto ¿Cómo te llamas? – le sonreí.

_ Soy Scarlett, y también es un gusto

_ Jejeje, así que eres nueva aquí en el campo

_ Si, llegué hoy de Chile, así que, recién me estoy adaptando

_ Entonces, bienvenida a Londres amiga. No te preocupes, cualquier cosa que necesites, puedes contar conmigo

_ Okey muchas gracias...

Miré las bellas rosas y sonreí encantada; me volteé y vi a mis compañeras (temporeras) en un círculo charlando. Ellas me miraron y luego siguieron conversando entre ellas, lo que me dio para pensar que estaban hablando de mí y fruncí el ceño.

De pronto, Bárbara apareció. Tenía una cara de disgusto; todas mis compañeras se alejaron rápidamente y ella comenzó a gritarles.

_ ¡Vamos! ¡Muévanse! ¡A trabajar! ¡Aquí no vienen hacer vida social! ¡Vamos!

Todas volvieron a sus labores, yo las miré y Bárbara me miró en seco. Se me acercó.

_ Ya que tú eres nueva, te perdonaré por esta vez, pero espero, por tu bien que no te metas en problemas. Aquí se viene a trabajar y si no cumples con las ordenes, no tendré consideración en mandarte a la calle ¿Comprendes?

_ Si señora Bárbara, descuide - ella advirtió que todas mis compañeras se estaban burlando de ella y se giró furiosa.

_ ¡¿Y ustedes de que se ríen?! ¡Pónganse a trabajar, si no quieren que las corra, ahora mismo de aquí del campo!

Todas intimidadas, se dieron vuelta y siguieron en lo suyo. Bárbara las miró con enfado, y luego volvió a su mansión.

Carmen se me acercó junto con algunas temporeras...

_ ¡Cielos! Esa bárbara es terrible

_ Mira qué no dejarnos hablar un rato

_ Y con todo lo que hacemos aquí en el invernadero - ella me miró.

_ Muchacha, debes tener cuidado con esa mujer. Si no agachas la cabeza, tendrás grandes problemas con ella

_ Se nota que tiene carácter fuerte

_ Como eres nueva aquí en el campo, nosotras te diremos que debes y no debes hacer

_ Ok...

Me acomodé el pañuelo blanco en la cabeza y miré, con calor, el azulado cielo. Todas las temporeras trabajaban las flores y plantas.

Yo acomodaba unas bellas rosas, en su macetero, cuando de pronto, Bárbara entró al invernadero, acompañada de un sujeto alto.

Todas quedaron anonadas al ver a aquel guapo hombre; él actuó de lo más normal y caminó tranquilamente junto a Bárbara. Algunas temporeras sonrieron de oreja a oreja y lo siguieron, pero ella las detuvo en seco.

_ ¡¿Y ustedes que creen que hacen?! ¡Vamos! ¡A trabajar! ¡Si no quieren que se los descuente de su próximo sueldo!

Todas, otra vez intimidadas, frente a esa amenaza, se alejaron rápidamente y él hizo una pequeña mueca de risa.

_ Cielos, señorita Bárbara, disculpe, pero, no creo que fuera necesario haber sido tan enérgica con esas mujeres

_ Con este tipo de mujeres hay que ser firme, o si no se aprovechan. Todas son unas holgazanas y buenas para el chisme

_ Jejeje ¿En serio? Discúlpeme otra vez, pero no creo que todas sean por igual. No es bueno juzgar

_ Eso usted lo dice porque aún no conoce el campo mí estimado...

Él solo sonrió y prefirió guardar silencio. Bárbara lo miró de reojo. En el fondo, se derritió por él, al igual que todas las temporeras que lo habían visto.

_ ¿Y Bien? ¿Ya sabe qué tipo de rosas va a escoger para su hermana?

_ No, aún no. Quiero ir, si no tiene inconveniente, al otro extremo, para ver si logro decidirme por alguna

_ Si, como no. Está en su casa mi estimado. Si quiere yo puedo sugerirle alguna

_ Mmm, no. Prefiero ir yo solo a conocer el invernadero, si me lo permite

_ Pero este invernadero es gigante ¿Está seguro? - sonrió.

_ Si, no se preocupe. Estaré bien

_ Como quiera...

Una de las temporeras lo vio conversar con Bárbara y no se pudo contener y salió corriendo junto a las otras temporeras...

Me encontraba sola en un largo pasillo, rodeado de plantas y flores, y concentrada, no quería que nada malo me saliera; como era mi primer día de trabajo, de modo que, todo lo hacía con cuidado y atención.

Jamás había trabajado, como temporera, y menos en un lugar tan lejano de mi hogar, como aquel, en otro país, pero las circunstancias me habían obligado a hacerlo.

Plantaba unas bellas Albas, cuando aquel guapo sujeto, alto, entró a aquel pasillo a mirar todas las plantas y flores. Yo agachada, le echaba tierra al macetero y él me miró fijamente.

Cansada, me pasé la mano por la frente, y él detrás de mí, sonrió intensó. Quería hablarme, y yo justo me di vuelta y quedé plasmada frente a él.

No lo pude creer, él me sonrió y yo lo miré asombrada, incrédula de que se tratara de él, o fuera, quizás, otra persona muy idéntica a él, y torpe, pase a llevar el macetero y este se cayó al suelo.

_ ¡Oh no, el macetero!

_ Déjame ayudarte...

Me dijo y se agachó rápidamente junto a mí, y yo nerviosa, vi los pedazos del macetero regados en el suelo, y luego me encontré, otra vez, con su profunda y linda mirada hacia mí.

_ Lo siento, no quise asustarte

_... Descuida, fue mi culpa...

Le dije nerviosa; ambos nos pusimos de pie y él me miró fijamente.

_ ¿Estás bien?

_ Si, tranquilo, no fue nada. Lo único malo es que ahora si me he metido en un buen lío. La señorita Bárbara jamás me lo perdonará.

_ No te preocupes por eso, yo pagaré los daños de ese macetero. Fue un accidente

_ ¿Tú? Oh no, no es necesario, de verdad

_ Pero tú misma acabas de decirlo, te meterás en un gran lio con esa mujer, solo por haber tirado por accidente ese macetero

_ Es verdad - sonrió.

_ Vamos, déjame darte una mano, solo por esta vez - sin evitarlo, yo ahora le sonreí.

_ Está bien

_ Soy Joey

_ Jejeje, si ya lo sabía

_ Jajaja, pensé que no me reconocerías

_ Pues sí, al igual que todas mis compañeras aquí en el campo

_ Jajaja, si, si lo noté ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

_ Me llamo Scarlett - sonrió tierno.

_ Que dulce nombre...

Le sonreí y bajé la cabeza con vergüenza. Él me observó, miró mi atuendo y sonrió con destellos. Creí que se iría en ese momento, pero no fue así, y más nerviosa me puse. Sentí mucho calor y el corazón me latió con fervor y muy alborotado.

Al parecer, aquel guapo sujeto famoso, quería seguir charlando conmigo. Sentí su fija mirada en mí y lo miré con disimulo. Él me sonrió enternecido y se rascó la cabeza con nervios; pensaba en que podía hablarme para así no irse.

_ ¿Y eres nueva aquí en este invernadero?- le sonreí.

_ Si, así es. Llegué hoy

_ ¿Hoy?

_ Si, vengo de Chile - me sonrió.

_ Que interesante ¿Y cómo es allá? Me refiero al clima y a la gente

_ Es un clima agradable, sí, y la gente es muy simpática, emotiva y expresiva

_ Jejeje había escuchado algo así de la gente

No pude evitar mirarle sus lindos y profundos ojos celestes y él me sonrió.

_... Bien. Debo seguir trabajando, antes que la señorita Bárbara venga y me vea que no estoy haciendo nada - volvió a sonreírme.

_ Claro...

Lo miré, y luego tomé otro macetero. Él me miró y yo sentí su dulce mirada; más nerviosa me puse y Joey sonrió y se acercó más a mí.

_No sabes nada de plantas y rosas ¿Verdad?...

Me había descubierto. Lo miré aterrada.

_... Eh... puedo explicarlo

_ Tranquila, no se lo diré nadie. - le sonreí agradecida.

_ Gracias...

_ Trata de que esa mujer no te descubra eso sí, o si no, no tendrá consideración en despedirte del campo

Sentí angustia y él lo notó.

_ No, ella no me puede echar...

<< No puedo volver allá. No... >>

Él me miró atento.

_ Tranquila, no te angusties. Todo va a salir bien, ya lo verás...

Me dijo y me sonrió. Yo lo miré, y él a punto de preguntarme algo, yo temí de lo que me iba a preguntar y tomé rápido el macetero y salí huyendo frente a él.

Sin poder retenerme, solo me vio correr y alejarme de él.

Con el corazón en la garganta, solo pensé en aquel sujeto, en mi secreto y más nerviosa y asustada me puse.

Al otro día...

Regaba las plantas del invernadero, cuando de pronto pensé en aquel tierno y guapo sujeto, y sentí que se me aceleró el corazón.

Las demás compañeras se reían y se mojaban con la manguera del agua. Yo levanté la mirada en torno al cielo, y lo miré ida y con atención.

<< Fue tan lindo y atento conmigo >>

<< ¿Por qué se habrá acercado a mí? >>

Entró al invernadero, sonrió contento y Bárbara extrañada por su inesperada visita, se le acercó y le sonrió.

_ Hola Joey

_ Hola ¿Qué tal?

_ ¿Qué haces por aquí de nuevo? No me digas que vienes otra vez a comprarle flores a tu hermana

_... Eh si, algo parecido – ella más le sonrió y le tomó su brazo.

_ Si lo deseas, yo te puedo ayudar a escoger un bello y delicado ramo para tu hermana

_ No gracias. Yo puedo escogerlo solo, además ya conozco todo el invernadero - Bárbara se descolocó y se soltó de su brazo.

_... Bueno, como quieras

_ Ahora si me disculpas. Con permiso...

_ Propio...

Ida no dejaba de pensar en aquel sujeto y todas mojándose con la manguera, Carmen me miró y se me acercó...

_ Scarlett ¿Qué tienes amiguita? ¿Por qué no vienes con nosotras y te refrescas un rato? Mira, que el día esta ideal para darse una ducha así

_ No gracias, ahorita no tengo ganas. No quiero que la señora Bárbara vea que no estoy trabajando y me despida

_ Bueno, en eso tienes mucha razón - me sonrió - Te dejo, pero cuando quieras pasar un rato agradable, me avisas sí - le sonreí.

_ Ok, gracias

_ Por nada, amiga

Volví a sonreírle y miré como todas se mojaban. Me reí y luego tomé unas flores y me fui a arreglaras, sin enterarme jamás que él había regresado al invernadero.

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