- Ocho -
Rin ya estaba seguro que su tic nervioso tenía un causante con nombre y apellido, y para su muy enorme desgracia, vivía en la casa de al lado y se hizo amigo de su mamá.
Isagi Yoichi lamentablemente logró encantar a su madre, quien solía invitarle seguido (para no decir cada día) a tomar el té y charlar, incluyendo a la madre del muchacho peliazul también.
¿Y él?, él fue invitado y llevado contra su voluntad a estar en esas reuniones allí, con mala cara, soportando al Alfa.
Oh, su ojo temblaba cada vez que ese muchacho reía y su maldito lobo le estresaba más estando atento al muchacho, estando recostado.
Definitivamente el mundo le odiaba.
Pero ese día, ese día sería distinto.
Ese día finalmente llegaba a esa casa el odioso de los odiosos y el hater número uno de los Alfas después de él.
— ¡Buenas, buenas!¡Ya llegué! —Miró a Kaiser sonreír entrando a la cocina, su bebé aferrado a su suéter viendo perdido en el espacio y tiempo a su madre.
Oh, su fé de espantar a ese chico estaba, por primera vez, en Kaiser.
Por culpa de Isagi, ahora debía tenerle fé a ese Omega.
— ¡Micha!¡Bienvenidos! —Su madre fue gustosa a recibir a su, casi, tercer hijo y le arrebató al bebé, Rin solo soltó a reír viendo la cara de ofensa del rubio.
— Definitivamente quieren más a mi hijo que a mi —Negó dramático el de puntas azules y fue a saludar a su padre y luego a él.
—Oye idiota, necesito hablar contigo —Soltó y técnicamente lo arrastró al patio, su cosecha estaba a poco de estar lista.
— ¿Y tú qué?¿Qué hice ahora? —Le miró el contrario.
— Necesito tu ayuda para espantar a un Alfa —Soltó, el rubio le miró confundido.
— ¿Eh?¿Tu papá no se encargaba de eso?
— Osea sí, Pero es otro Alfa distinto —Hizo una mueca— ¿Recuerdas el Alfa que destruyó los girasoles de Sae?, bueno, ¡Mamá de algún modo está encantada con él y ahora viene seguido a tomar café!¡¿Qué es?!¡¿Doña Yoichi?! —Gruñó.
— ... ¿Qué? —Pestañeó— Oh, tengo nueva presa, dejamelo a mí Rinrin —Sonrió el alemán, Rin sabía que esa sonrisa significaba alguna locura y por primera vez estaba feliz de verla.
Horas más tarde, la puerta fue tocada, Rin tomó aire para mentalizarse otra tarde con ese chico.
— ¡Yo abro! —Y Michael fue dejando a su bebé en la alfombra.
Rin miró con gracia a Seishiro, el pequeño albino solo miró alrededor y se tiró en la alfombra acolchada buscando dormir.
Levantó la mirada y pestañeó, su quijada se desencajó en su lugar viendo al Alfa peliazul entrar con un ramo de flores, atrás Michael parecía en shock mientras pestañeaba.
— ¡Oh!¡Rin-Kun!, contigo necesitaba hablar —Yoichi sonrió y tendió las flores, el peliverde palideció— ¡Son para tí!
No, no, no, esto debía ser una pesadilla, una muy horrible.
— ¿Pero que carajo-? —Y fue interrumpido por su madre quien entró y sonrió con emoción.
— ¡Ay que lindo! —Aplaudió la mujer— ¡Rin tu destinado es un Alfa muy atento!
Oh, definitivamente esta debía ser una pesadilla horrenda.
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