- Doce -
Su sonrisa se notaba a leguas que era forzada, podía calificar ese momento como uno de los más incómodos de su vida.
Tener a la señora Isagi colgada de su brazo, hablando sin parar de lo hermosa pareja que haría con su hijo mientras esté solo reía junto a ellos realmente era incómodo para Rin.
Pero no la culpaba, la señora en sí era un amor, buscaba solamente lo mejor para su cachorro y al parecer ahora no quería a nadie más para Yoichi, que su media Luna.
¿Estaría pagando algún mal pasado?, si es así, que la Diosa Luna tuviera piedad de él.
— Vamos a tomar un batido y volvemos a casa, se hará tarde —Sonrió la mujer— ¡Iré a encargar!, ¿De que sabor gustan? —Les miró.
— Vainilla, mamá —Yoichi sonrió, Itoshi solo sonrió con pena.
— Chocolate.
— Está bien —La mujer sonrió dulcemente y se retiró diciéndoles que buscarán una mesa.
El Isagi más joven solo asintió y fue a buscar una mesa para tres rápidamente, Rin solo le siguió contando los minutos para volver a casa.
Solamente habían caminado y hecho algunas compras para el invierno, además de que le regalaron un lindo llavero y un ramo de flores.
Solo suspiró inaudible, la verdad, en lo más profundo, si disfrutaba aquello, Pero su mente y su conciencia le daba una mala jugada en esos momentos.
— Rin-San —El menor de ambos le miró al Alfa, este solo reverenció— Quiero pedirle una disculpa por lo intensa que puede ser mi mamá...
"¿Ella solamente?", pensó, Pero solo asintió ante eso.
— Y por el mío igualmente.. no conozco sus razones para rechazarme, tampoco es algo que está obligado a contarme.. Pero solamente pido una oportunidad y prometo realmente tratarlo como a un príncipe —Soltó con seguridad, Rin en cierto modo sintió ternura y su lobo movía su cola.
"Saco de pulgas, quieto", regañó a su lobo y miró al muchacho.
— .. son cuestiones personales y familiares... Sé que no eres un mal chico Yoichi, Pero realmente, no puedo aceptarte y lamento eso... —Negó, el brillo en ojos del Alfa se fue y aquello en cierto modo le dió pesar.
— Está bien... Comprendo, lamento tanto haber sido tan intenso.. —Asintió el contrario y reverenció leve para tratar de sonreír cuando su madre volvió para entregarle los batidos.
Trataron de llevar ese rato de una forma tranquila por aquella dulce señora que parecía no notar el ambiente entre ambos.
Y finalmente, tras una eterna hora, volvió a su hogar, volvió a su rutina.
Desde ese día, no supo más de Isagi.
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