Te necesito
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Okumura estaba demasiado efusivo, abrazaba fuertemente a Eijun, desesperado de no poder tocarlo más, temiendo lastimar su frágil figura, sus manos sostenían su frágil cintura deseando acercarlo un poco más.
Pasaron algunos minutos antes de que pudiera controlarse y que soltara el cuello de Eijun.
-Yo... ¿Por qué te detienes?
-Puedo lastimarte, ahora no es el momento.
-Entiendo.
Ambos pusieron una mirada de necesidad y de molestia al tener que separarse, pero la marca tranquilizaba sus corazones.
Cuando los otros guardianes del castaño entraron, fue inevitable ver aquella mordida rojiza en su glándula.
Kanemaru estaba molesto, iba a decir algo cuando escucho la peculiar dulce voz de Eijun.
-Esta bien, estoy bien con esto, a decir verdad, parece que soy yo quien más lo desea.
Su sonrisa fue tan especial y diferente, era como cuando todo esto inicio, antes de que Ryosuke muriera.
-He prometido mi corazón a Koushuu y estoy de acuerdo en renunciar a mi venganza, ¿tu... Deseas ir con nosotros a casa? A las tierras de Okumura.
-Si -respondió Wakana.
-Mi esposo y yo también iremos.
Respondió Shinji con tranquilidad.
Tres meses después, Eijun estaba sano, se encontraba tan bien que ya podían viajar de vuelta a casa, así que solicitaron una audiencia con el emperador para viajar al territorio del rubio.
-Su majestad, ya que no contamos con ningún título, y hemos sido perdonados por el malentendido que hubo, nos gustaría regresar a casa.
Tetsuya notó que su hermano estaba de pésimo humor, no había nada que hacer para detener al Omega, que no había hablado nada hasta ahora.
-Okumura... Puedes volver, pero me temo que Sawamura debe quedarse.
Al llamarlo por su apellido, significaba que en cierta forma rechazaba la idea de entregarlo al alfa rubio.
El joven sostuvo la mano de Eijun y respondió con una tranquila sonrisa.
-Me gustaría llevar a mi Omega de viaje y mostrarle lo maravilloso que es el mundo.
-Cuidado con tus palabras Okumura.
Eijun tomó su mano y le sonrió tranquilamente esperando su permiso para hacer cualquier movimiento, una clara muestra de sumisión ante su alfa y también de obediencia, algo que él jamás había querido hacer con nadie.
-Esta bien Eijun, adelante.
-Gracias Koushuu.
Esas palabras resquebrajaron internamente una herida en el corazón de Youichi.
-Le agradezco a su majestad su preocupación, pero todos sabemos que una vez que he sido marcado por mi alfa, él toma las decisiones, por lo tanto, estoy de acuerdo con la voluntad de quién pronto será mi esposo.
El castaño descubrió un poco su ropa y mostró la marca aún rojiza y a medio cicatrizar.
Después de cubrirse pidió nuevamente.
-Por favor, permítame volver a casa con mi alfa, no puedo estar sin él.
Eijun bajó su mirada en espera de la respuesta.
-Vete a casa.
Todas las personas miraron a Youichi salir del salón, estaba demasiado triste notoriamente.
Una semana después, la flor de Cerezo salió del palacio imperial y se fue con Okumura y sus amigos.
A la semana llegaron a casa y finalmente entraron juntos, fueron recibidos por Furuya y con ellos estaba su hijo, Isao los abrazó con fuerza, porque durante mucho tiempo no vio a sus padres.
-Mamá... ¡Te extrañé mucho!
El rubio los abrazó y sus amigos decidieron darles espacio.
-Isao... Yo... Me he enlazado con Koushuu... ¿Puedes aceptarlo como parte de la familia?
-¡Papá! ¡Tengo un papá!
El niño gritaba con alegría a todo pulmón, y fue así hasta que se quedó dormido y Wakana se lo llevó.
Después de eso, el joven alfa de ojos verdes tomó la mano de Eijun.
-Te llevaré a escoger tu habitación.
El castaño le apretó la mano, se recargo en su espalda y le susurró con voz temblorosa y baja.
-Quiero... Dormir contigo, si tú... Estás dispuesto.
Al darse la vuelta, las hermosas esmeraldas que tenía por ojos, se encontraron con el oro líquido en la mirada de Eijun.
-Te necesito, te deseo tanto...
Un beso, el beso entre los dos fue apasionado, fue diferente a los actos de entrega que se solían vivir entre los nobles, Eijun enlazo sus manos en el cuello del rubio, quién lo abrazo por unos minutos antes de aventurarse a viajar por su espalda y luego... bajar más de la cadera.
Unos minutos después, Okumura cargaba a su Omega abrazándolo hacía su pecho para ir a una habitación, la cual era suya.
Apenas entraron, lo puso de pie y lo abrazó nuevamente de la cadera, el sonrojo en las mejillas de Eijun fue tan evidente que Okumura le sonrió con dulzura un poco alabándolo y otro poco burlándose de su timidez.
Cuando vio que el castaño estaba a un paso de refutar, lo beso de nuevo y bajo saboreando su cuello, su nuca, sosteniendo sus manos para evitar que se escapara.
Tantas veces soñando con besarlo y ahora tenía el privilegio de hacer algo más por él. Cuando el emperador le ofreció la mano de Eijun, tontamente lo rechazó, pensando que solo estaba allí para servirle, pero el día que su actual Omega besó a Youichi por primera vez frente a sus ojos, se arrepintió, sintió la ira recorrer su sangre como un veneno que lo estaba matando, deseaba que nadie tocara a esta persona, y enfurecia cuando lo lastimaban hasta casi perder la cordura.
Fue entonces cuando Chris lo escuchó y protegió su secreto, revelándose la verdad, él estaba enamorado y lo que sentía en el fondo de su ser eran celos.
Subió sus manos para acunar el rostro de Eijun y luego con lentitud las bajó por su espalda para retirar la parte delantera de su ropa, llevaban puesto algo discreto, después de todo al llegar cada uno fue a arreglarse y cuando Eijun fue a verlo destacó su ropa realmente ligera.
Al sentir el nudo deshacerse, el castaño pego su frente al pecho del rubio, antes de sentir como su ropa fue despojada de su cuerpo, hasta dejarlo completamente desnudo.
Okumura también retiró su ropa y vio a Eijun cubriendo sus ojos.
-No cierres los ojos, por favor mírame.
El castaño levantó la mirada a su rostro y luego sonrojado recorrió todo su cuerpo, viendo cada parte de él.
Se abrazaron, dejando que el contacto de la piel contraria los estremeciera y caminaron lentamente hasta recostarse en la cama, sintieron el choque eléctrico de su piel, cada caricia era fuego y cada beso era lleno de locura, una pasión que Eijun nunca experimentó con nadie más.
Okumura dejó marcas en su cuello, su pecho, el abdomen, sus piernas, acarició lentamente su entrepierna, haciendo que un pequeño sonido distorsionado saliera de los labios del Omega.
-Tranquilo... No tengas miedo, soy sólo yo.
-No eres sólo tu, es por que eres tú, que me haces tan feliz.
Esa sonrisa de Eijun lo cautivó por completo, el joven le estaba sujetando el rostro, y se escondió en su cuello buscando su protección.
Apenas pudo contenerse cuando sintió el líquido lubricante saliendo con lentitud del cuerpo del castaño, con sus dedos rozó su entrada erizandolo y haciendo que brincara de placer.
De pronto el rubio brincó en su lugar, cuando sintió que su miembro era tocado por la mano de su pareja.
-Si haces eso, no podré esperar más.
-No me hagas esperarte más.
Sus ojos verdes brillaron con la respuesta y mirando el cuerpo del dulce Omega tomó su miembro y lo colocó en su entrada.
-Si te duele dime y me detendré.
Estaba tan hinchado que le era algo difícil penetrarlo, pero se amoldaba perfectamente a él. Un grito sonoro salió entre mezclado cuando se unieron por completo.
Un movimiento lento en su interior se hizo frenético.
-Yo...
-Por favor... Quédate dentro de mi, un poco más.
-Eijun...
Era un momento tan mágico, como estrellas brillando en los ojos de ambos.
-Tantos años anhelando tenerte.
-Koushuu...
El alfa soltó un gruñido cuando se terminó anudando dentro de Eijun, bajo sus colmillos hasta la marca y volvió a morderlo de forma tan posesiva y desesperada, casi destilando por los poros de su piel todos sus deseos, el fuerte aroma de sus feromonas salió por primera vez, como el fresco aroma de los árboles en un bosque, y el sereno en la mañana, Eijun quedó prendado de las feromonas de su alfa.
El alfa le pidió con dulzura, al verlo soportar frenéticamente la idea de mezclar sus aromas.
-Esta bien Eijun, puedes dejarlo salir, puedo protegerte, lo prometo.
Con la mirada perdida por su excitación, el castaño derramó algunas lágrimas de felicidad y sonrió para el, para su esposo, liberando lentamente su aroma, llenando todo el lugar de la dulce fragancia de los árboles de cerezo blanco.
Las feromonas eran mezcladas perfectamente, los dos se sujetaron las manos con amor y la explosión de aromas llegó hasta afuera, demostrando así a todos, que estaban durmiendo juntos.
Takuma suspiró y negó con la cabeza, el siempre supo de los sentimientos enterrados en el corazón de Koushuu, sabía que era celoso de Eijun, que deseaba poseerlo y que lo amaba tanto que le era imposible respirar el oxígeno del lugar donde su amado no estaba, supo siempre que se contenía con su mirada fría e indiferente sobre la relación de cualquiera que tocará al Omega, pero era el que menos podía soportarlo.
Y allí, en la calidez de la habitación, Eijun y Koushuu, siguieron acariciándose y disfrutando de su amor durante varios días.
Recostados en la cama, con Eijun entre sus brazos y recargando su cabeza en su pecho, mientras el castaño dormía plácidamente, Okumura le beso los labios para despertarlo, recibiendo el sol de sus ojos más que de una ventana y vista al cielo.
Ambos se sonrieron hasta que bajaron la vista por un pequeño hilo que estaba en la cama, uno que jamás habían visto.
La hermosa maraña de hilo rojo estaba desde uno de los dedos de Koushuu y terminaba en uno de los dedos de Eijun.
-¿Que es esto?
-No lo sé... Es hermoso.
Ambos se levantaron y se vistieron, pero... Para su sorpresa, el hilo no desapareció y tampoco era tangible por otras cosas.
Más tarde se reunieron con sus amigos y los dos se mostraron sonrojados por sus miradas indiscretas.
-Hehe...
-¿Que pasa? Parece que quisieran preguntarme algo...
-Taku... ¿Qué es este hilo rojo que tenemos en las manos?
-¿Hilo rojo?
-Si... Es hermoso, brilla como estrellas y no se ha ido... ¿Qué no lo vez?
Confundido, Takuma bajo la mirada y concentro todo su poder espiritual en sus ojos hasta ver el hermoso hilo del que hablaban.
-No puede ser... Creía que era solo un mito.
-¿De que se trata?
-Es... El hilo rojo del destino.
Ahora lo sabía con certeza, Eijun y Koushuu estaban destinados.
Al escuchar eso, todos se sorprendieron, a Takuma le llegó una idea vaga, "obtendrá mucho más que cualquiera", se referían al destino... Pero si Eijun estaba destinado a Okumura ¿Cómo podría ser que también estuviera destinado al asiento de la emperatriz?
¿Acaso esto significa que Okumura debe morir? No... Rogaba a los cielos que esto no fuera así, si Eijun lo perdía, entonces estaba seguro de que esta vez no lo soportaría y moriría con él.
El joven sacerdote guardó sus sospechas para si mismo, sólo les dijo que estaban destinados.
Un par de meses después... Eijun se desmayó en el jardín, Wakana le sonrió con amabilidad mientras Chris le respondía...
-Felicidades, estás embarazado.
Isao estaba feliz con la idea de tener un hermano, así que corría y abrazaba a Okumura, le preguntaba cuando tendrían la oportunidad de ver a su hermanito.
Mientras su felicidad era vista por los espías enviados del palacio imperial y Youichi recibía la noticia de que Eijun sería mamá de nuevo, y que su hijo Isao ahora llamaba padre a Okumura.
-Chris...
-Dime Eijun.
-¿Hay alguna posibilidad de que después de este hijo yo... No pueda embarazarme más?
-¿Koushuu lo sabe?
-No, no se lo he dicho.
-Por el momento no se de una, pero... Buscaré una solución y mientras tanto, me gustaría que tú lo comentarás con él, es posible que quiera tener más hijos, y si tú no quieres, puede que se sienta deprimido.
-No es por eso... Por supuesto que quiero que Koushuu cumpla su deseo, es por otra razón. Es por la profecía, debe haber algo que yo pueda hacer para romperla.
-Ryosuke me platico sobre la profecía ¿Okumura sabe de ella?
-No, no lo sabe, estoy tan asustado.
-Recuerdo que cuando se la dijiste a él, fue a la semana cuando murió.
-Si...
-Hasta ahora hemos guardado ese secreto, pero... Creo que debes decírselo a tu alfa, ten confianza.
-Creo que se lo diré, es necesario, pero estoy asustado.
Chris lo abrazo de la cabeza y lo escuchó sollozar.
-No llores más Eijun, todo estará bien.
-¿De que profecía hablas Eijun?
-¡Koushuu!
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