Masacre
El Segundo Príncipe decidió apoyar a Okumura siempre y cuando le prometiera regresar con el alimento para el pueblo.
Los preparativos estaban listos, partieron en una enorme caravana 3 días después, Okumura había adelantado muchos de los preparativos con antelación.
A escondidas en el Palacio, Youichi hablaba con uno de sus guerreros más fuertes:
-Escucha Kanemaru, debes alcanzar la caravana pasando las fronteras del Palacio, deberás seguirla sin mezclarte en ella, si llegan a atacarla, traerás a Sawamura Eijun de vuelta al palacio, me preocupa la gente que los acompañara, pero... si su Alteza muere, la irá del emperador no se terminará nunca ¿Entendiste?
-Si, a sus ordenes Segundo Principe.
-Bien, espero mucho de ti, tienes una sola tarea, no me falles.
El joven Sawamura tomó un poco de té antes de subir al carruaje, iba vestido con ropa un poco más sencilla, pero en su mano derecha el emperador puso un anillo de jade con el símbolo del Kwanzan.
-Espero que regreses a salvo, mi pequeño hijo menor.
-Gracias Padre Imperial.
-Okumura, protege bien a Eijun.
-Lo protegeré, volveremos a salvo y con buenas noticias.
Kanemaru partió y se acercó a la caravana en silencio, parecía normal hasta que la noche los alcanzó, apenas pudo ver como un hombre salía montando a caballo y se alejaba de la caravana, lo vio ocultarse como las sombras, pero no dijo nada porque Sawamura estaba bien.
Habían pasado dos noches y en la tercera, se escuchó un alboroto, Eijun vio como las pequeñas antorchas caían al piso y algunos hombres estaban en el piso, tirados y heridos, otros muertos, algunos más protegían el carruaje en el que estaba.
-¡Protejan a Sawamura-sama y Okumura-sama!
El rubio que tenía la misión de protegerlo, se escabulló entre medio mientras veía que Eijun abrazaba un ropaje en sus manos, entró al carruaje y le tomó de la muñeca.
-Ven conmigo.
-Pero yo... los soldados.
-Todos están dispuestos a morir por ti, yo también moriré si es necesario.
Las lágrimas de Eijun resbalaron por sus mejillas por primera vez en mucho tiempo, quiso poner resistencia, pero se vio obligado a seguir al hombre encapuchado.
Unos minutos más tarde, galopaban con velocidad, el desconocido lo había subido a un caballo y lo llevaba enfrente de él por si le disparaban, protegerlo con su cuerpo.
La mañana llegó y no vieron a nadie siguiéndolos, ambos bajaron del caballo.
-¿Quién eres tu?
El joven se quitó la capucha y Eijun pudo reconocerlo.
-Tu eres el joven guerrero Kanemaru Shinji, eres seguidor del Segundo Príncipe.
-Me pidió que lo protegiera a cualquier precio.
-¿Cualquier precio? ¡Muchos soldados murieron!
-¡Murieron porque su Alteza fue terco en venir! ¡No se atreva a decir que no sabía que esto pasaría!
Eijun agachó la cabeza y miró a otro lado, pronto se escucharon unos ruidos de pájaros volando, eso alertaba la cercanía de alguien.
El rubio le tomó la mano para hacerlo correr y ocultarse, se agacharon y vieron pasar algunos caballos, fue una buena idea seguir a pie y dejar que siguieran al caballo, pero no duraría mucho tiempo.
-Tenemos que ir lo mas lejos que podamos, debemos correr.
-Esta bien, puedo seguirte.
-Ese traje que traes en tu mano estorba, debes soltarlo.
-Nunca lo dejaré, es de Okumura.
-¿Del consejero? A propósito... no lo vi en el asalto.
-El ya no viajaba con nosotros desde hace mucho, ellos no encontrarán lo que buscan, pues los que buscan esta más lejos que yo.
No podía entender esas palabras, pero... estaba bien, si no quería soltar esa ropa, lo permitiría.
-Solo démela, yo la llevaré para que pueda correr mejor.
Siguieron corriendo por algunos minutos más hasta encontrar un acantilado, estaban cerca de una costa, la altura era inmensa, no podrían huir, los caballos galopando se escuchaban cerca.
-Sawamura-sama, perdóname por lo que voy a pedirte, pero quiero que te quites la ropa de arriba.
-¿Para que?
-Escucha, confía en mi, voy a mantenerte con vida.
-Esta bien.
El pequeño castaño se dio prisa en quitarse la ropa de arriba y se la dio a Kanemaru.
-Perdóname por no conservar esta también, pero estoy seguro de Okumura-sama preferirá perder su ropa que perderte.
Al terminar de hablar, arrojó la ropa al acantilado y obligó a Eijun a sujetarse de la orilla, si bajaban dos metros más, había una grita, podrían caminar por ella. Sawamura no quería mirar para abajo, pero tropezó y volvió la vista al mar, Kanemaru le tomó de la cintura y lo pegó a la pared.
Justo a tiempo, vio un pequeño agujero y se metieron en el, no tan grande como una cueva, apenas y podía ocultar sus presencias, cuando escucharon voces gritando.
-¡Es la ropa de ese omega!
-¡Debió caer en el acantilado junto con ese tipo!
-¡La marea subirá pronto y en esta parte abundan los tiburones, si están vivos, los animales se los tragarán!
Eijun temblaba de frio y estaba por estornudar, lo cual hubiera alertado a los soldados de su presencia, el rubio le dio un golpe en el cuello para noquearlo y que no hiciera ruidos.
Después de varias horas en esa posición, finalmente dejó de escuchar ruidos, los caballos se retiraban y notó que justo a unos metros estaba una cueva de verdad, le tapo la boca a Sawamura y lo movió para despertarlo.
Al abrir los ojos, el castaño prestó atención a las señas, ambos caminaron lentamente hasta entrar en la cueva.
-Solo tengo un poco de agua conmigo y un pequeño bocado, lo dividiré en dos y debe resistir un poco más.
-Esta bien, no me quejaré.
-Pensé que por los rumores de como su majestad lo trata, sería un niño mimado.
-Kanemaru, si nos atrapan, quiero que tomes tu vida y te vayas.
-Jamás le fallaré al Segundo Príncipe.
Algunas horas después, Eijun se encontraba sediento, habían pasado ya dos noches desde que se ocultaron en ese lugar y Kanemaru había estado buscando como sacarlo de ese lugar, el castaño no se dio cuenta que detrás de él había una víbora moviéndose, cansado de esperar trató de levantarse pero su brazo derecho fue mordido.
se quitó la peineta que traía en la cabeza por acto reflejo, mientras la víbora aun lo estaba mordiendo, y le clavó la peineta en la cabeza, esta lo soltó y Eijun la arrojó al acantilado, había estudiado un poco de este tema, ocupó otra de sus peinetas para cortar la herida y su sangre salio de los dos puntos, al poco tiempo, se quitó la cinta que ataba su cabello y la enredó en su brazo.
Después limpió sus peinetas y las coloco en el cabello para no perderlas, esperó sentado a que llegara el rubio.
-Encontré una salida, nos vamos de aquí, la marea esta por bajar y ellos harán una inspección del lugar, si nos encuentran estaremos en graves problemas.
-Te sigo.
-Lamento no haber traído más comida o agua, pero no tenía tiempo para eso, debo sacarte de aquí.
Shinji no pudo ver el sudor frío en la frente de Eijun, ni prestó atención al brazo del castaño, porque su cabellera lo cubría.
-Andando.
Los dos caminaron por mucho tiempo hasta salir lejos del acantilado, siguieron caminando y encontraron un pequeño pueblo, el rubio observó el letrero, no podía creerlo, frente a sus ojos estaba el reino de Yakushi, ese túnel era un atajo a un reino vecino.
Estaban por llegar al pueblo cuando notó que el castaño temblaba de frio y que parecía sudar mucho, se quitó su capucha y se la dio a Sawamura para cubrirlo, había sido un estúpido al olvidarse por completo que el joven era un omega y que debía protegerlo.
-Cubrete...
-Gracias...
Ambos caminaban por las calles cuando Sawamura no pudo más y se desvaneció, se golpeo de llenó con la pared.
-Youichi-sama, lo hago por usted, pero cuidar de un omega no es lo mio, son tan débiles.
El guerrero se acercó y lo cargó, le quitó las joyas que portaba y entró a una posada para pedir una habitación, llevaba algunas monedas y piedras preciosas, pagó con algunas de ellas y entró a la habitación.
-Este niño no me simpatiza.
-¿Cliente?
Abrió la puerta y vio a la anciana que estaba parada frente a la puerta.
-Digame.
-¿Hay algo más que pueda ofrecerle?
-Si, ropas para mi omega, agua y comida.
-Si señor.
Al recibir las prendas, le pidió a la mujer que lo ayudara a cambiar al omega por la ropa cómoda en lo que él tomaba un baño.
La mujer se quedó maravillada de la hermosa piel del joven castaño omega, una piel bien tratada, como algo casto, puro y preciado, todo en él era perfecto hasta que le vio el brazo y notó que había una mordedura, le tocó la frente para notar que estaba ardiendo en fiebre, el joven había sido envenenado.
-¡Traeré medicina de inmediato, mi señor! ¡Si me lo permite, igual conseguiré un medico!
La mujer le habló en la puerta del baño y el joven rubio se alarmó de pensar en un desconocido, salió para verla y se nego.
-Señor, si no hacemos algo, el joven morirá en poco tiempo por envenenamiento.
-¿Veneno? ¿De que habla?
-Fue mordido por una vibora.
Kanemaru palideció al acercarse y notar que era cierto, no lo había notado ¿Desde cuando el joven omega fue herido?
Al final, aceptó la ayuda de la mujer y se sentó a lado del joven para sujetar su mano.
-No te mueras o el país sufrirá la irá de nuestro emperador.
Unos segundos después, Eijun hablaba en susurros, apenas de forma audible, de sus ojos resbalaban lágrimas sin parar, mientras sus labios pronunciaban dos nombres en especial.
-You... Ryo...
Al escucharlos se dio cuenta de la verdadera razón por la que el Segundo lo había comisionado para protegerlo y llevarlo a casa a salvo.
El doctor le había dado remedios, había curado la herida y miró con insistencia al joven guerrero.
-¿Esta seguro de que este omega le pertenece?
-¡Claro que estoy seguro! ¿Por qué lo dice?
-Tanto la anciana como yo somos espías del palacio de Yakushi, hemos convivido con esta clase de omegas por mucho tiempo, sólo un experto podría saber que este omega es de clase superior, y que usted no es un alfa superior.
-¿Son del palacio?
El doctor se conmocionó por la repentina atención del rubio.
-Si son de palacio, llevadnos con ustedes, si es con su rey, hablaré, lo juro.
-¿Que si eres un asesino?
-Jamás... no puedo probarlo, sólo puedo darte mi palabra, pero si le permiten llegar a su majestad, prometo que no llevaré armas conmigo.
Okumura seguía en su viaje sin saber que Sawamura lo estaba pasando mal, su familia lo apoyaba para continuar con el viaje sabiendo que el joven omega, dijo adoptivo del emperador se había jugado la vida para cubrirlos, prometiendo no faltar a su palabra.
Mientras tanto, en el Palacio, las noticias finalmente llegaron, un caballo cansado entró por la puerta principal, traía a un hombre herido y moribundo.
El general Masuko salió a recibirlo y de pronto...
-¿Que te sucedió?
-Lo siento mucho, yo... no pude protegerlos, ¡Nos emboscaron en el camino! ¡Fuimos saqueados!
-¡¿Dónde esta el consejero imperial y el Kwanzan?!
-Yo... nos emboscaron en el paso del Halcón...
El guerrero no pudo más y falleció desangrado en el piso. El general Masuko tembló de miedo y decidió mandar un águila a la ubicación del Segundo.
Caminó inmediatamente a Palacio Central para hablar con su majestad, al hacerlo se encontró con la concubina favorita del emperador.
-¿Masuko?
-Lady Takashima...
-¿Que te pasa muchacho? Te vez pálido.
-Es que yo... no tengo el valor para hablar con su majestad.
-¿Hablar? ¡No te hará nada! ¡Entra muchacho!
-Traigo malas noticias...
-¿De que se trata?
-No puedo decirlo... es un tema delicado.
-Entonces permíteme estar a tu lado cuando le des la noticia a Kataoka-sama.
-Se lo agradezco.
Ambos entraron y Kataoka parecía contento, estaba trabajando con los documentos que indicaban los resultados de las medidas recientemente propuestas, sus resultados eran visibles y satisfactorios.
-¡Masuko! Pasa, no te quedes en la puerta.
El emperador lo había visto y lo invitó a pasar, mientras que el joven guerrero entró, estaba por decir lo más dificil cuando se arrodilló y pegó la cabeza al piso.
-Majestad... yo -dijo apenas en un susurro.
-Habla ¿Qué ha pasado?
Kataoka estaba por tomar su taza de té cuando acercó la mano y la taza se estrelló derramando todo su contenido, indicando un mal augurio, las sirvientas miraron aterrorizadas a su emperador, mientras el cielo tronaba anunciando una tormenta.
-Debo notificar a su majestad que el noble Consejero Imperial y el Kwanzan... fueron saqueados en el camino de ida en el paso del Halcón, hasta el momento se desconoce su paradero, el hombre que ha traído la noticia, ha muerto ya.
Takashima vio como Kataoka se quejaba del corazón y su disgusto le hizo derramar sangre de su labio roto, llamó al doctor por el susto del ataque, el emperador quedo inconsciente.
-¡Majestad! ¡Majestad! ¡Despierte majestad!
Tres horas después, el emperador despertó, pero recordó todo lo que le dijeron y miró al techo, pronunció unas palabras en el oído de Masuko que seguía cerca.
-Haz volver a Youichi, envía a Tetsuya al frente en lugar del Segundo, trae el decreto para que lo firme.
-Si su majestad.
El emperador esperó con impaciencia a que su hijo regresara, mientras él había mandado a varios soldados experimentados a rastrear al joven Okumura y a Sawamura.
-Quiero que limpien el país entero si es necesario, pero tráiganlos de vuelta y que sea con vida, si vuelven sin ellos, les cortaré la cabeza.
Al recibir la carta de su padre, Youichi volvió por un atajo sin decir nada a nadie, para protegerse de cualquier emboscada, tenía un mal presentimiento de todo esto.
5 días después, el Segundo entró al Palacio Central y fue directo con su padre.
-Yo... lo siento padre, he tardado mucho en volver, ¿Qué es esa tarea tan urgente?
-Youichi... -era la primera vez que veía a su padre tan débil, en su rostro se notaba la enfermedad -en la plaza hay 5 guerreros, quiero que les cortes la cabeza por incompetentes.
Apenas termino de decir eso, el joven se asombró, puesto que el emperador siempre era justo, Takashima lo recostó porque el hombre se quedó dormido por su frágil salud.
-¿Consorte Takashima?
-Dime...
-¿Me puede explicar?
-Yo... tu padre... hay algo que debes saber, la razón de la enfermedad de tu padre se debe a que el consejero imperial y el Kwanzan... están desaparecidos, tu padre los ha buscado por 10 días, no hay rastro de ellos.
-Entiendo la situación, cuando mi padre despierte, dile que yo mismo los buscaré, mientras tanto, que no condene a nadie a muerte, por favor.
-¿Te vas?
-Si, debo partir.
El joven fue a su habitación, tomó algunas de sus cosas, se dio un baño y luego salió con un grupo de guerreros, entre ellos, los 5 que estaban condenados a muerte.
-Si quieren seguir con vida, síganme y yo les doy mi palabra de que nadie morirá.
-¡Si señor!
La caballería salió con velocidad, Youichi fue al paso del Halcón y revisó todo el lugar, no vio el cuerpo de Kanemaru, así que supuso que su aliado lo había sacado con éxito de allí.
Tres días despues, encontró el caballo cerca de un acantilado, el caballo no se movía de allí, parecía triste, Youichi bajo de su azabache y se acercó al otro, pero... el caballo rascó en el piso y él pudo ver lo que su pata ocultaba, en la tierra estaba un anillo blanco de jade, tenía el símbolo del Kwanzan, era el último regalo de su padre a Sawamura.
Youichi toma en sus manos el anillo y sus dedos tiemblan con dolor, se acerca a la orilla del acantilado y ve la ropa de su Alteza desgarrada, sabe que esa es una zona de tiburones; de pronto cae al piso, las lágrimas no dejan de salir, el anillo se limpia con ellas, sus hombres no dicen nada, excepto que voltean la mirada para no ofenderlo.
Al caer la noche, el joven con los ojos olivo se pone de pie y monta su alazán, sujeta las riendas con firmeza y ordena a todos que lo sigan. Pasan las horas cabalgando con lentitud al palacio, sólo para entrar a Palacio Central y bajar de su caballo con desagradable calma.
Para entonces, todos los príncipes han vuelto de sus misiones, todos las tareas han sido cumplidas... así que Tetsuya se asombra cuando ve a su hermano menor entrar con esa actitud fría y vacía, para enfrentar a su padre que apenas se esta recuperando.
-¿Dónde esta Eijun? Youichi...
-Su majestad... yo...
El segundo pone en el piso una de sus rodillas por primera vez en su vida, no sabe como romperle el corazón a su padre
-Lo lamento mucho su majestad.
Sus ojos vacíos dicen miles de palabras, pero de su boca sólo hay un par de ellas
-Ambos fallecieron.
El emperador vuelve la vista a su segundo hijo que parece tan muerto como él, sabe el profundo dolor que le genera pronunciar esas palabras, así que no estaría mintiendo.
Kazuya y Rei se sorprenden de ver derrotado al siempre sapiente e impasible Segundo Príncipe, el orgullo del emperador, el siempre victorioso, pero... desearían que fuera derrotado con otra cosa, menos con esta.
-Su majestad... no quedo nada de su consejero imperial, pero yo he traído lo que queda del Kwanzan conmigo.
El joven de cabello olivo sabe que mientras Eijun ha muerto el consejero sigue con vida, pero mandará a alguien para que no regrese jamás a Seido. Detrás de él hay un cofre pequeño y plano, que acerca a Kataoka para que este lo abra, lo ve sujetarlo con los dedos temblorosos, de él salen unos pedazos de la ropa de su hijo adoptivo, desgarrados.
-Parece que en su persecución, cayeron en un acantilado, era zona de tiburones...
Kataoka tiene la vista nublada imaginándose al joven castaño siendo desgarrado por los animales.
-Algo más, en la tierra donde estaba el caballo en el que escaparon... estaba esto.
Una vez más, extiende su mano y descubre el objeto que guardaba recelosamente en el pañuelo, Kataoka puede ver el anillo de jade blanco que le regalo en su partida, finalmente de sus ojos salen unas pequeñas lágrimas y se da la vuelta.
-Puedes quedarte con él... no lo pongas de nuevo frente a mi cara.
El emperador se retira y Kazuya se levanta de su asiento para sacudirlo.
-¡No es verdad! ¿Me oyes? ¡No es verdad! ¡Sawamura no está muerto!
-Tranquilízate Kazuya -la consorte Takashima hace lo posible por separarlo de su hermano mayor.
Tetsuya no dijo nada y se dispuso a moverse de su asiento, cuando la voz de Youichi resonó:
-Estoy seguro de que si alguien ocasionó esto, tendré la satisfacción de atravesar con mi espada su garganta de lado a lado, sin importar quién haya sido.
Separa las manos de Kazuya de su ropa y se pone de pie para salir antes que Tetsuya del gran salón.
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