Irresistible

El cielo de la noche se iluminaba con la hermosa luz de las estrellas, Youichi había decidido ir a ver a Eijun después de cinco años de no saber nada de él, ni siquiera puso espías en su Palacio, realmente no sabía nada.

Al llegar allí, antes de ser visto y anunciado miró a Eijun sonriendo, a su lado estaba Okumura y en sus brazos el pequeño a quien tampoco conocía.

Los tres parecían una familia, se atragantó pensando que la Emperatriz le hubiese sido infiel y eso le preocupaba.

De pronto Wakana llegó y tomó a Isao en sus brazos para llevárselo a dormir, pero el niño se aferró con sus pequeñas manitas a Okumura.

-No te vayas papá, cántame una canción de cuna para que me duerma.

-Te la cantaré, pero sabes que te he hablado mucho de tu padre.

-No he visto nunca a Padre Imperial, tampoco ha venido a ver a mi madre, me pides que lo ame a pesar de que nunca me ha cargado como tú, puedo darle mi respeto y lealtad por ser su majestad, pero mi amor es tuyo.

El niño no sabía que su padre lo escuchaba, en seguida el séquito entró y Youichi vio a sus hombres a un paso de tocar a su hijo para reprimirlo por la grosería que dijo, no movió ni un dedo.

Su rostro era idéntico al suyo de cuando era un niño, sus hombres estuvieron a un dedo de tocar a Isao cuando Eijun les respondió.

-No te atrevas a tocar a mi hijo.

Iban a responder, pero fueron aterrorizados por el enorme poder de Eijun, fue difícil de respirar por su creciente sed de sangre.

Okumura resguardó en sus brazos a Isao que se quedó dormido y se despidió para llevarlo a su cama.

-He visto todas tus obras, no parece que quieras detenerte, no te alejas de la política y te estás volviendo un problema para la corona.

El Omega se mantuvo en silencio, quería llorar por eso, y recordó que ahora Youichi tenía 5 hijos, todos con concubinas diferentes, pero su hija predilecta era la llamada Princesa de las flores.

Todos sus hijos tenían uno o dos títulos, excepto Isao, a quien eso le reducía poder a pesar de ser el primogénito.

-Isao nunca tendrá poder si su madre no se comporta.

Wakana escuchaba y tenía en sus manos el sagrado pergamino del difunto emperador.

-No me importa si no le das poder, a él tampoco le hace falta.

Los hombres lo miraron con curiosidad y sin entendimiento.

-Si piensas que hago todas mis obras por ganar poder, estás equivocado, poder ya tengo, lo he tenido siempre, no te confrontare porque no quiero, no gano nada discutiendo contigo.

-No te atrevas a subestimar el poder del imperio Eijun.

-No, tú no te atrevas a subestimar a Padre Imperial. Wakana, tráelo contigo.

La mujer salió corriendo y le dio el pergamino.

-Padre imperial dejó esto para mí, es su testamento, si quisiera hacerte daño, hace mucho que lo habría usado, me quedo a tu lado para proteger a Seido de invasiones, para evitar una crisis financiera y porque te respeto, pero si te atreves a hacerle daño a Isao, a mi hijo, no dudes que me iré de tu lado.

-¿Qué significa eso?

-Padre Imperial me dijo que siempre creyó que se había equivocado al aceptar que me casará con su majestad, incluso le preocupaba mi futuro, así que me dejó esto como recordatorio de que puedo ser libre en el momento en que yo lo desee.

Okumura volvió a lado de los dos y se arrodilló frente a Eijun.

-Si me provocas Youichi, me llevaré a mi gente y a mi hijo, porque después de todo, tu nunca le darás nada, así que él no necesita permanecer a tu lado.

El emperador miró a sus espaldas, Eijun brillaba como el sol incluso cuando era de noche, a sus pies el hombre más inteligente de todo el reino, Okumura Koushuu.

Detrás de él, a su izquierda, su fiel sirviente Aotsuki Wakana, su guardián inquebrantable y brillante a la derecha Kanemaru Shinji, detrás de él estaba Seto Takuma con la bendición de los cielos, Takigawa venía camino con sus medicinas, el doctor más brillante, el mejor espía de todos Hideaki Tojou...

Si Eijun quisiera irse, hace mucho que lo hubiera hecho, si quisiera tener más poder, hace mucho que lo habría conseguido irremediablemente.

-Desde ahora cortaré todos los fondos del Palacio de la flor de Cerezo.

Pero la cara de Eijun no mostró preocupación, así que los dejó de lado y se inclinó como reverencia para retirarse.

Okumura estaba preocupado, muy en el fondo le preocupaba que Eijun siguiera discutiendo con el emperador, pero siempre hay sucesos inesperados.

Dos meses después de esa noche, Eijun tomaba una taza de té con sus amigos cuando hablaron.

-Inashiro se ha recuperado de la guerra anterior, pronto atacarán, esa mujer es astuta, así que ella también les ayudará.

-Fundiste la colección, no hay nada que podamos hacer.

-La fundí para que todo mejorará en el reino, hace tres años que empezamos a estabilizarnos, estoy listo, tengo todo lo que necesitamos.

El imperio se volvió poderoso de forma económica, las tierras eran fértiles de nuevo y las cosechas eran prósperas, pero Youichi redujo las inversiones militares del reino para conseguirlo, aunque no fue tan evidente, ahora que un castillo fue atacado y que perdieron ese lugar, era cuando se notaba la reducción del presupuesto militar.

El reino se iba a tambalear de nuevo, y fue cuando Okumura habló en el consejo.

-Si me permite su majestad, hay una persona en este reino que notó nuestra debilidad.

Kazuya miró a su hermano mayor porque le preocupaba que esto fuera un problema.

-¿De quien hablas?

-Su majestad, la Emperatriz se dio cuenta hace cinco años.

El consejero respondió con firmeza, y luego el emperador se molestó.

-No quiero nada de ese Omega, guarda silencio.

Eijun escuchaba desde afuera y escuchó lo despectivo que era con él.

Por eso, a pesar de que lo rechazaron de forma clara, se enderezó y camino suavemente por la alfombra roja que llevaba tantos años sin pisar.

Tetsuya casi se atraganta al verlo caminar con esa energía devastadora, en sus manos llevaba un pergamino.

-No te he dado permiso de venir al palacio central, retírate.

A lado de Youichi había una hermosa Omega con el anillo que debería pertenecer a la Emperatriz Regente.

Eijun puso una extraña mirada de nostalgia al mirarlos a los dos, realmente hacían una buena pareja, y sentía que estaba interponiéndose entre ellos dos.

-Retírate.

Eijun se quedó parado por un minuto sin decir nada, pero... En cuestión de segundos siguió caminando al frente y miró a Sayuri, la concubina con desprecio y retándola, la mujer se movió incómoda y se puso de pie por instinto.

Eijun habló finalmente, con una voz tan firme, como nunca lo había hecho en su vida.

-Tetsuya.

El primer príncipe dio un paso por instinto.

-¿Cuánta fuerza militar queda en el Palacio central?

-Un 30% de nuestra fuerza anterior.

-Es suficiente. Okumura.

El consejero se acercó y Eijun le entregó el pergamino.

-Aun hay tiempo para proteger a Seido.

Levantando su mano mostró algo jamás visto, era la pulsera de jade blanco, la que se supone debe ser retirada cuando el emperador anterior fallece y renovada por el nuevo emperador, pero al mostrarla significaba que estaba siguiendo la voluntad de Kataoka, era una clara protesta.

Okumura extendió el pergamino, y miró un mapa de Seido y sus fronteras, tenía marcas en color azul, rojo y café.

-Los azules son los guerreros de Seido, el color café nuestros aliados y el rojo nuestros enemigos, mandaremos tropas a las fortalezas seleccionadas, pondremos un ejército en la muralla sur y uno en la muralla central, nos vendrán a invadir por el territorio central superior.

Okumura miró el plano y luego vio unas marcas en dorado y preguntó.

-¿Qué son estos lugares?

-Enviaremos caballería especial a esos lugares.

Kazuya... Tu cuidarás el palacio central, Shirasu cuidará la región derecha, Asou cuidará la región de la izquierda, Tetsuya cuidará la muralla de la primera, Hideaki cuidará la muralla de la tercera región y Okumura cuidará la defensa de los territorios centrales, Su majestad se hará cargo del ataque y yo me haré cargo de la estrategia, todos los guerreros deben hacer que el enemigo se acerque al valle de los Sawamura, es allí donde los destruiremos.

Un águila se escuchó en el cielo, Eijun escuchó varios silbidos y entendió.

-Estas olvidando algo muy importante Eijun. En primera, no tenemos armamento suficiente, ni oro para solventarlo, y la segunda es que no te he dado permiso para involucrarte.

-Okumura...

El emperador miró al joven acercarse más y sacó una especie de flauta que emitió el sonido del águila, 9 águilas contestaron.

-Ya hemos distribuido el armamento, lo hicimos a tiempo, solo falta que cada quién tome sus posiciones.

Eijun lo miró nuevamente con un poco de soledad y luego dijo con firmeza.

-He distribuido armamento para 200,000 guerreros, es eso suficiente para reorganizar la batalla a nuestro favor, sabía que Haruno volvería a atacar. También he enviado provisiones suficientes y he pagado a mis hombres por adelantado, tus filas ascienden a 100,000 hombres, mis hombres cubrirán la otra mitad, hay tácticos, y guerreros de élite, entrenados por su propia cuenta.

Youichi no podía ignorar esto, Eijun estaba sugiriendo que era lo suficientemente rico para solventar más de la mitad de la guerra y eso era un abuso de poder.

-¿De dónde sacaste el dinero para hacer todo esto?

Okumura tomó su cuaderno de notas y miró que había un registro contable, se lo entregó a Tetsuya y este supo que debía revisarlo detenidamente.

Eijun se puso de pie del asiento y se acercó a Okumura.

-Te dejo el resto, ya hice lo que tenía que hacer, ahora me regreso a mi Palacio.

-No he aceptado tu ayuda.

-Con todo respeto, no creo que tengamos otra opción.

Eijun miró a su majestad ahora con evidente dolor en su rostro y respondió.

-No me he unido a usted por mi beneficio, o porque me pueda recompensar de alguna forma, me he unido porque no quiero que la gente de Seido sufra la agonía de perder a sus seres queridos sin hacer nada, estoy aquí por el reino, por sus habitantes y porque Padre Imperial me pidió proteger su amado pueblo, "Haz que este reino prospere y protege a mi pueblo" esa fue su última voluntad para mí, no puedo hacer oídos sordos a la petición de mi padre.

Pero en el rostro de Eijun había un par de lágrimas no derramadas, y una fracción de mucha tristeza que dejó en silencio a todos los demás.

-Adiós su majestad.

Wakana se acercó y entregó el papel a Tetsuya, después retrocedió y este lo abrió, vio el sello de su padre en el texto y empezó a leerlo.

-En voluntad del sol y la luna, sírvase a dar consuelo a un corazón afligido, es mi mayor deseo conceder a Sawamura Eijun, el Kwanzan de Seido, la libertad para volver a unirse a quién él desee con la bendición de los cielos por testigos, como recompensa por sus grandes logros destruyendo la corrupción, entregó 15 cofres de oro y 1000 caballos, podrá dejar el reino para vivir en paz con la persona que desee estar a su lado, pero el reino no lo buscará ni lo perseguirá. Le relevo de todos sus deberes y compromisos con el reino, le regaló a sus esclavos y fieles seguidores.

Mi muy amado hijo, ten paz en esta vida que has elegido seguir.

El emperador Kataoka Tesshin.

Tetsuya terminó de leer con sobresalto, técnicamente estaba divorciado a Eijun del imperio y entonces él se quitó la corona, miró a su alrededor y dijo con un suspiro.

-Cuida bien de ti Seido, me iré en cuanto termine la guerra, ahora no soy nada más que un Omega millonario, sin títulos ni poder en este reino. Me llevaré a mis seguidores conmigo su Majestad, y me iré a tierras nuevas y lejanas.

El joven salió sin mirar a sus espaldas y lloró en silencio, hasta que llegó a su Palacio y se derrumbó en los brazos de Wakana.

Dejó todo en orden excepto las joyas que el antiguo emperador le obsequió, devolvió el sello imperial, y su anillo de bodas a Youichi antes de salir vestido como un hombre, en vez de con los kimonos que solía lucir al ser un Omega, en su cintura habían dos katanas y...

Al estar en el patio y mirarlo vestido así, Youichi no pudo hacer nada más que suspirar, estaba dolido porque Eijun lo evidenció frente a todos al divorciarse, pero miró que de sus ojos corrían gruesas lágrimas, miró el árbol de Cerezo y luego camino siguiéndolo hasta la tumba de su padre, donde Okumura lo mantuvo firme.

-Alteza... Aún puede retractarse, estamos a tiempo, por favor, reconsidere esto.

-Mmm... No... Esta bien ahora Okumura.

El joven saco la espada de su funda, era la misma que le regalaron los Natsukawa en ese entonces y Eijun le respondió a la Katana.

-Quien diría que esto sería lo primero que cortarías, pero está bien, todo está bien.

Eijun tomó su cabello y lo corto tanto que ya no quedaba nada de su larga cabellera castaña y preciosa.

Después de cortarla, dejó la trenza en la tumba del emperador y salió vestido como si fuera un beta...

En la guerra su nombre resonó en todas partes y finalmente... Estaba parado frente a una de las dos personas que odiaba con toda el alma.

-Tú eres aquel Omega... El de ropas hermosas de esa vez, el emperador te adoraba y mírate cómo estás, herido y con ese semblante de ser un beta.

-Narumiya Mei... Hoy es el día en que te cobraré lo que le hiciste a mi hombre más leal, hoy pagarás por herir a Okumura Koushuu.

El joven mostró la espada de Narumiya y la apuntó, mientras el joven rubio no podía quitar la mirada de sus fieros ojos, era irresistible, quería seguir mirándolo.

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