Era dorada

Seido es magnífico, siempre ha tenido un maravilloso ecosistema, al inicio fue complicado realizar trabajos de agricultura debido al clima, pero todos trabajaron duro para hacer crecer la economía y mantener a los habitantes en buenas condiciones, con vidas ligeramente acomodadas.

El emperador de la era actual acababa de tomar el trono y de él se auguraban cosas grandiosas, incluso su oráculo fue por mucho mejor que el de otros emperadores, conocido por ser también un alfa de casta superior.

En su familia, con sus 10 concubinas, solo tuvo 3 hijos, algo verdaderamente preocupante, porque entonces la familia podría poner en riesgo su descendencia, no importaba cuántas omegas de clase noble le fueron otorgadas, ninguna era lo suficiente para embarazarse de un alfa superior.

Para entonces el mayor de sus hijos tenía tres años, a quien llamaron Tetsuya, seguido de Youichi que había cumplido dos años recientemente y finalmente Kazuya de casi dos años. Su padre orgulloso de ellos anunció que los tres eran alfas superiores, pues nacieron con la misma marca que él.

Haruno, madre de Tetsuya era la emperatriz, dejando en claro que el imperio sería de él; la concubina Yoko quien falleció al año del nacimiento de su hijo, era la madre de Youichi y la concubina Rei era la madre de Kazuya y la preferida del emperador, siendo su hijo el único apto para competir por el trono debido a la devoción que su Majestad le tenía a su madre e incluso al pequeño.

Este magnífico imperio tenía familias nobles de posiciones altas y medias, de entre todas ellas estaba el clan Sawamura, de todas las familias el clan más sencillo y con la posición más baja, pero con un secreto importante.

Cada año se notaba que la familia se hacía corta, pues parecía que los hijos no se lograban con frecuencia, incluso causando pena a las demás familias, que no sabían porque en esta noble casa solo había alfas y omegas de rango menor.

Los omegas eran incapaces de procrear... La mayoría pensaba que esta familia terminaría desapareciendo, lo que no sabían era que bajo la tierra ocultaban otra ciudad donde los omegas de clase alta eran escondidos y custodiados por los alfas más fuertes del clan. Sus omegas eran incapaces de embarazarse de alfas de rango menor, por tener la mejor clase de todas; sin embargo, los integrantes no estuvieron dispuestos a entregar a sus hijas pues las amaban demasiado.

Sólo que ese año nació un omega muy peculiar, hombre y de clase alta, su oráculo auguró la cima, la grandeza, el poder y una basta descendencia, pero también el sumo sacerdote de la familia dijo que para encontrar grandes cosas siempre hay que sacrificar cosas del mismo valor, así que ese pequeño tendría mas que ninguno y también sacrificaría más que cualquiera, por nombre le fue otorgado "Eijun" que podría significar amor y bondad, el cual recibió los rayos del sol en su pequeña cabellera como símbolo de bendición y protección.

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Once años después

La familia Sawamura no había visto nacer un solo alfa desde el día en que nació Eijun, todos fueron omegas y de clase baja, inclusive se empezaba a mostrar el descontento del emperador por la familia y por la muerte de la mayoría de los alfas de ese clan, estaban a un paso de caer en el abismo.

Kataoka no era un emperador malo, pero si estaba extrañado de que en su reino ya no hubiera buenos omegas... y se preguntarán la razón, fue tan obvia: sin omegas de clase alta, la probabilidad de que sus hijos pudieran procrear era casi nula y por lo tanto la familia imperial  podría llevar a la decadencia del reino.

El sacerdote que auguró la era dorada fue puesto en el calabozo ya que por ahora parecía que el reino estaba cubierto por una nube negra de desgracias.

Mientras que Sawamura Eijun fue vigilado y resguardado en los confines del palacio donde habitaban sus padres, los lideres del clan y todo habría seguido de la misma manera si el pequeño no fuese tan travieso y desobediente.

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-Sawamura-sama, no olvide que no puede salir de aquí.

-¿Por qué me encierran?

 -Es por su bien, la señora sólo desea protegerlo.

-No es verdad ¿Qué hay afuera que no me es permitido salir? ¿No vez que aquí soy el mas joven y los demás van muriendo? La enfermedad está aquí, quiero salir.

-Por favor... un día podrá salir, se lo aseguro, sea paciente.

Ese día fue el inicio de la era dorada.

Aquella noche Sawamura se escapó de su habitación y apenas tocó el aire exterior el emperador pudo percibirlo, la mayoría de los alfas notaron el dulce aroma a flores de cerezo en el aire que sólo podría pertenecer a un omega, pero la presencia era tan peculiar que la única forma de sentirse así era... por un omega de clase superior.

El bello kimono azul se balanceo con el viento y las flores de cerezo adornaron su camino, los guardias del emperador salieron a capturar a la omega que tendría una presencia tan pura como esa.

Los jóvenes líderes de la familia asustados buscaron a su hijo, rogando a los cielos que no hubiera salido de la casa pero fue tarde, pues se enfrentaron a la cruda realidad, su hijo se encontraba rodeado por guardias imperiales arrodillados frente a él. El pendiente de oro con jade que tenía talladas las flores de cerezo que colgaba en su oreja de lado izquierdo se agitó con el viento y les dejó conocer que era hijo de la familia Sawamura y más aún, era hijo de los jefes del clan.

La cinta blanca que rodeaba su delicada figura se agito más y de su cabeza se desprendió el largo pañuelo que protegía su rostro y cabellos dejando ver su fina faz, impactando al consejero imperial pues el pequeño era hombre, pero... tenía larga cabellera castaña, ojos dorados y piel morena clara, cuerpo delgado y con los ropajes que cubrían su cuerpo lo hacían ver hermoso y elegante; sus blancos dientes expuestos por la sorpresa de ver a tanta gente rodeándolo, sus abultados labios y su tersa piel.

El consejero tomó al pequeño de sus brazos y le colocó en la mano izquierda la pulsera imperial que es otorgada a las posibles concubinas de la familia del emperador, se arrodilló frente a él y lo subió a la tradicional carroza haciendo que se revelaran en ese momento unas delicadas lágrimas en sus mejillas.

-Alteza ¿Cuál es su nombre?

-Mi nombre es Sawamura Eijun.

Esa noche el clan Sawamura fue masacrado por el enemigo, aunque muchos acusaron al emperador, haciendo que ese pequeño perdiera todo, incluso el estatus social que había tenido anteriormente, aunque fuera bajo, seguía siendo noble y ahora ya no era nada.

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-Kataoka-sama... hemos traído al niño y lo hemos puesto en resguardo, ahora que no tiene familia la posición sobre su nobleza es complicada

-En realidad no me importa si es noble o no, tu sabes perfectamente que durante toda mi vida no hemos conseguido encontrar muchos omegas de clase alta, por lo que no hay mucha descendencia, incluso Rei y Haruno tardaron mucho en embarazarse... Yoko tardó menos, pero una enfermedad se la llevó súbitamente.

-Sigue siendo hombre...

-Lo sé... y por su edad, lo más probable es que se lo otorgue a alguno de mis hijos.

-Señor...

-Definitivamente no tomará el titulo de emperatriz, sólo de "concubina" de bajo rango.

-¿Qué pasa si nos decepciona?

-Enséñale bien, no puede decepcionarnos, si no aprende será tu cabeza la que corte.

-Si señor.

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El consejero estaba preocupado, después de todo no conocía al pequeño y desde que salieron de su territorio este no había dejado de llorar llamando a sus padres.

-Silencio Sawamura.

-¡Quiero ver a mis padres!

-Sobre eso... tus padres han realizado un largo viaje, así que no puedes verlos.

-¡Llévame con ellos!

-Escucha bien, mi nombre es Kominato Ryosuke, de ahora en adelante seré tu maestro y como tal yo te protegeré siempre, te referirás a mi como.

Eijun lo interrumpió y con voz baja e inclinándose levemente  -Kominato-sensei... -sus respetos se vieron tan delicados y hermosos que el mayor continuo hablando hasta que salió de su shock.

-Ah... parece que has sido bien educado, entonces sólo puedo decirte sobre tus padres.

Una ligera sonrisa en respuesta hizo que Ryosuke sonriera y se sintiera apenado de contestar la verdad.

-Después de que te trajimos, alguien atacó la casa, así que mataron a todos los que tu conoces, se les ha dado una sepultura a tus padres...

-Entiendo.

Kominato se sorprendió al ver al niño que mostraba una mirada dolida pero sin refutar nada.

-No era la primera vez que nos atacaban.

-¿Qué? -cuestionó nervioso.

-Mi padre siempre buscó protegernos y mantuvo el secreto.

Para ser un niño sabía demasiado y mantenía la calma, pasando de ser un niño a un adulto en segundos, Ryosuke se mostró sinceramente conmovido por saber que la persona a quien cuidaría sería interesante y preocupado al saber que por momentos podría ser impulsivo.

Desde ese momento Kominato le enseñó todo lo que requería para ser "una concubina" excelente.

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-Kominato-sensei... Usted es un alfa... ¿Por qué le han puesto a enseñar este tipo de cosas?

-Su Majestad me lo ha ordenado y...

-"No debemos cuestionar sus decisiones" ¿Verdad?

-Sí ya sabes, no preguntes.

Kominato se encontraba recargado de la ventana viendo las nubes justo cuando su idiota alumno se acercó y miró su oreja, el pequeño arete que tenía un cristal azul brillaba y por eso Eijun se había acercado, dejándolos entonces en la posición actual, ambas respiraciones chocando y sus ojos tintinando, con los labios ligeramente abiertos y a unos escasos centímetros.

Al observarlo detenidamente pudo notar su belleza sin referirse a la de su cuerpo, notó algo más allá... la belleza de su corazón.

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