Atracción

Eijun llevó a Okumura a la que había sido la casa de Kominato, lo dejó tomar sus pertenencias y recorrer el lugar, a cada paso se ponían de acuerdo.

-Primero... Creo que debemos ponernos de acuerdo con las listas de los posibles candidatos y revisar los actuales funcionarios.

-Sawamura-sama... Hay algo que no quiero que olvide nunca.

-¿De que hablas Okumura?

-Es cierto que prometí ayudarlo, pero por encima de usted siempre estará la voluntad del emperador y la del pueblo.

-No serías el sobrino favorito de Ryosuke si fuera de otra forma.

-¿Qué quiere decir?

Los ojos de Eijun se nublaron un poco, pero no sé permitió llorar.

-No tengo tiempo para lamentarse, ahora tenemos un pueblo por salvar, las plagas no esperarán a que me sienta mejor, Kataoka-sama es un segundo padre muy amado para mí.

-Lamento si fui descortés.

-No Kou, yo lamento si no fui directo desde el principio.

Los dos tomaron asiento mientras la joven sirvienta Wakana se hacía cargo del resto.

-Supongo que ya lo habrás notado, sobre la cantidad de funcionarios.

-Si, del total el 80% de los funcionarios pertenecen a la emperatriz.

-Este es el problema, ella obtiene muchas ganancias de allí, a este paso en 5 años ella tendría más poder y riqueza que nuestro propio emperador.

-Entonces empecemos por allí.

Ambos siguieron hablando del tema, tomando como segundo punto la plaga.

-¿Que haremos con la plaga?

-Sugiero la quema de los cultivos con plaga.

-La tierra sufrirá las consecuencias.

-Lo sé, pero haremos algunas pruebas para regresar las bondades a la tierra.

-¿Te refieres a pruebas con tierra infértil?

-Si, en mi pueblo natal era muy difícil cultivar, pero le hemos puesto algunas compostas para que la tierra fuera más nutritiva, después de 5 años logramos ver resultados.

-No tenemos 5 años para cultivar.

-La diferencia es que mi tierra es infértil.

-Deberíamos habilitar cultivos en otros lugares.

-¿Te refieres a usar lugares donde nunca hemos plantado?

-Tengo entendido que mi tío tenía unas tierras.

-Si, pero nunca las uso, fueron un regalo de su majestad.

-Podríamos usarlas para cultivar y distribuir alimento en lo que las tierras se reestablecen.

-No será suficiente, no sabemos cuánto tardará en recuperarse la tierra.

-Por supuesto que no espero que sea el sustento, solo quiero que nos de tiempo para conseguir un proveedor.

-¿Comerciaremos por alimento?

-Si, debe existir una nación con la que podamos aliarnos.

-Cerca están Inashiro, Yakushi, Ichidai y las Pequeñas Naciones Unidas.

-Las pequeñas deben tener problemas atendiendo a Inashiro, e Ichidai tiene un rey prepotente que podría causar estragos a nuestro pueblo.

-Siendo así, solo resta Yakushi.

-Si Inashiro se entera que tenemos desabasto, impedirá nuestro paso a Yakushi.

-Tomaremos una ruta de mar.

-Debemos buscar navegantes de confianza y tenemos el problema interno.

-Nos dividiremos Sawamura-sama.

-Pensaste engañar a Haruno sobre la ruta.

-Si, no le diremos la ruta de comercio, usaremos la más peligrosa para la ida y la más lejana para el regreso.

-Entonces debemos poner una carnada.

-Buscaré en mi familia quién esté dispuesto a ayudarnos.

-De ninguna manera.

-Es necesario poner a alguien con un poder que Haruno anhele tener.

-No dejaré que otros hagan lo que yo puedo hacer.

-¿Que?

-Si yo tomo la ruta de la carnada, Haruno vendrá por mí sin duda.

-¡De ninguna manera! ¿Cómo vería a mi tío en el otro mundo si algo te pasará?

-Okumura... No olvides lo que hablamos hace poco, el pueblo es primero, si me tocará encontrarme con Ryosuke estaría satisfecho. Cuando tú lo veas le dirás que hiciste lo que era correcto.

-¡No pienso dejarte morir!

-¡Es una orden! ¡Tu juraste obedecerme!

Sawamura se levantó de su asiento y se dio la vuelta dejando a Okumura con una notable preocupación.

-¿Cómo puedo evitar que Sawamura-sama vaya?

La sirvienta Wakana se acercó y pidió permiso para hablar.

-Habla...

-No hay forma de que lo evites, solo hay algo que puedes hacer y es protegerlo.

-No dejará que nadie de mi familia muera por él.

-Puedes pedir ayuda al Segundo Príncipe, él nunca permitirá que Su Alteza muera.

-Estará ocupado con su partida al norte.

-Dudo mucho que sea así si se trata de su Alteza, fueron amigos de la infancia.

-Sawamura-sama nunca dijo nada de que el segundo Príncipe fuera un aliado.

-Eso es complicado... Si su Alteza algún día decide hablar, te lo contará... yo debo ir tras él, pero no lo olvides, el Segundo Príncipe, jamás permitirá que lo maten.

-Wakana, vigila a su Alteza, si se pone en peligro, quiero que me lo digas, protegerlo también es una de mis prioridades, pero él jamás debe saberlo.

-Como ordene mi señor.

Días después, Okumura finalmente fue a ver al Segundo Príncipe sin tener otra opción.

-Segundo Príncipe, el Consejero Real está aquí.

Youichi levantó la vista dejando de mirar sus documentos, estaba alistando sus papeles para su partida.

-Si viene traerá problemas.... No estoy seguro de verlo. Sawamura jugó un papel que no debió, debería tomar su responsabilidad solo.

-¿Debo negar una audiencia?

-Sal y dile que estoy ocupado y que por ahora no puedo atenderlo.

Okumura cerró los ojos al recibir la negativa, sabía por rumores que el Segundo era precavido y quisquilloso, audaz para no meterse en problemas.

Lo visitó en varias ocasiones sin conseguir una reunión.

En la última vez que estuvo dispuesto a insistir le llevo una flor de cerezo blanco, el guardia de la puerta miró la flor y Okumura sacó su daga, cortó su mano y pusó su sangre en la flor frente al soldado.

-Ya no pediré una audiencia, solo entregale está flor y dile que pasará lo inevitable.

Okumura se dio la vuelta y se marchó antes de recibir una respuesta.

-Segundo Príncipe.

-Si es sobre el consejero, no quiero saber nada.

-Sólo trajo un extraño mandado.

-No quiero verlo.

-Esta bien... Lo guardaré para cuándo tenga humor de verlo.

-Sawamura-sama... ¿De verdad no hay forma en que cambies de opinión?

-Ya deberías saber la respuesta.

-Entonces déjame ir contigo, moriré a tu lado si es necesario.

-Si yo muero tu tienes una tarea que cumplir, así que no puedes ir conmigo.

-Yo...

-Okumura, hoy es la reunión para presentar las propuestas, así que no olvides lo que acordamos.

El rubio soltó una lágrima y se puso de pie para caminar a lado de su Alteza, ya no había tiempo y el Segundo no había acudido en su llamado, eso dejaba a Eijun solo en este peligro.

Varios guerreros de su familia aguardaban en el barco oculto, Okumura partiría solo después de salir de Palacio para tomar el mando del barco y negociar, mientras que Eijun seguiría en el camino que se le presentará al emperador.

Al llegar a la sala, ambos tomaron su lugar.

-Okumura, comienza diciendo la propuesta.

-Debido a la plaga y la falta de tratamientos, lo más conveniente sería quemar los cultivos.

-¿La tierra no sufrirá daños?

El consejo se mostró renuente a quemar los cultivos.

-Si los movemos, la plaga podría terminar afectando más a las personas, y si, la tierra será dañada, para ello tengo otra solución.

-Habla.

-Usaremos los terrenos otorgados por su majestad a mi tío para cultivar alimento que se pueda distribuir en un primer plano al pueblo, en segunda instancia buscaremos un aliado, propongo al reino de Yakushi y con nuestro aliado comerciaremos por alimento.

-Inashiro supone un problema para este punto.

-Busqué una ruta segura para traer alimentos.

En esta reunión, aunque las mujeres pudieran estar, no tenían permitido hablar, porque era un tema político diferente a la sucesión.

-¿A quién asignarías en este arduo trabajo?

-Si me lo permite, me gustaría agradecer a su majestad la oportunidad que me dio trayendo personalmente el alimento para el pueblo, como una forma de honrar su confianza.

-Entiendo, si es así, te lo permito.

-Mientras estamos de viaje, podría asignar a mi tío Kominato Haruichi para ayudar con los cultivos que se dispusieron y al general Kijima Rei para que ayude con la solución a las tierras dañadas.

-¿Cómo arreglaremos lo de las tierras?

-Haremos composta y nutriremos el suelo, normalmente se toma de fruta, pero tomaremos las bondades de los bosques para regresar nutrientes a la tierra.

-Esta bien, lo aprobaré.

Al escuchar a Okumura hablar, Youichi no sintió que tuviera un problema, así que su cabeza dudó sobre su insistencia por verlo.

Más tarde la cena con toda la familia se inició.

-Este té es bueno ¿Quién lo ha preparado?

La pregunta de su majestad fue el inicio de la charla, que permitiría a Eijun cumplir con su objetivo.

-He sido yo su majestad, disculpe si no he preparado un buen vino en vez de un té.

-Puedo percibir el sabor de las flores de cerezo en él.

-Le agradezco su cumplido su majestad.

-Te daré una recompensa, dime lo que quieres recibir.

-Su bondad es suficiente recompensa.

Youichi notó que Eijun estaba apuntando a una recompensa y cabeceo un poco en confusión.

-Pide lo que quieras Eijun.

-Su majestad -Eijun se arrodilló y pregunto -¿Puede ser lo que sea?

-Si, anda y dime lo que te gustaría recibir.

El emperador tomó otro sorbo de su té.

-Tengo una petición si me lo permite.

-Adelante.

-Me gustaría acompañar a Okumura en su expedición, para transmitir su labor a Kominato-sama.

Youichi palideció al escucharlo decir esas palabras, eso era como arrojarse a la boca de la Emperatriz, quién al oírlo sonrió con tranquilidad.

-No dejaré que te pongas en peligro, escoge otra cosa.

-Su majestad, por favor, no hay nada más que desee.

-¡Eijun!

-Su majestad, no hay nada que temer, he escuchado que Okumura es un excelente guerrero, a diferencia del accidente de la vez pasada, irá acompañado de alguien muy audaz que lo mantendrá a salvo, permítale ir.

Takashima, Kazuya y Youichi sabían que la emperatriz abogaba por él porque así sería fácil deshacerse de él, así que pensaban negarse.

-Ya que lo mencionas, quizá sería bueno que se despejará en un viaje.

-Así podría aliviar un poco sus preocupaciones -dijo refiriéndose aun a su luto.

Tetsuya no entendía que el Omega fuera tan tonto como para ponerse en peligro.

-Esta bien Eijun, ve con Okumura.

-Gracias su majestad.

Los ojos de Eijun brillaron y disiparon las dudas de Haruno y Tetsuya, haciendo que se confiaran sobre que de verdad deseaba ir por Ryosuke.

El Segundo Príncipe entró a su oficina y tomó asiento, le habló a su sirviente.

-Trae a mi lo que Okumura trajo en su última visita.

-Si señor.

Al recibir la caja, notó una flor marchita de cerezo blanco cubierta de sangre.

-¿De quién es está sangre?

-El joven Consejero Imperial se cortó la mano con su daga y baño está flor con ella, parece una especie de código, pero...

-Si...

Youichi lo pensó detenidamente, después de la cena, era obvio que la flor era Eijun, pero la sangre...

En la soledad lo pensó.

-Sé cortó la mano por voluntad propia y la sangre baño a Eijun... Esto suena a sacrificio... ¿Pretendes sacrificar a Eijun para está batalla?

El Segundo Príncipe se volvió contra la pared y tomó su capucha negra, salió por un pasadizo y tomó un caballo para salir en dirección a Okumura.

La puerta de su habitación fue abierta, Okumura se enderezó de su cama tomando su espada.

-¿Quién eres?

-Dime ¿Qué pretenden tú y Eijun?

-¿Cómo puedo confiar en ti, si me diste la espalda?

-Habla, depende de lo que digas que te ayude o te mate.

Okumura tomó asiento en la cama, se puso su bata y se levantó. Movió su cama y abrió una puerta diminuta en la pared, de ella sacó un mapa y lo extendió en su mesa central para hablar con Youichi.

-Esta es la ruta que se le mostró al emperador, desde luego Sawamura-sama y yo sabemos que la emperatriz irá por nosotros, nos querrá quitar de su camino, pero el pueblo se verá afectado por ello, entonces decidimos otra ruta, una por mar, tomaremos este camino, mi familia ya está allí, y nosotros saldremos de Palacio en unos 3 días, en cuanto salgamos de la vista del Palacio, Eijun y yo nos separaremos, el seguirá la ruta que le mostramos a su majestad y yo iré a la ruta por mar.

-¿Estas diciendo que planeas usarlo de carnada?

-Yo no quiero usarlo como carnada, su Alteza no cambia de opinión, no importa cuánto le rogué para que no fuera, se niega a hacer caso.

-Pudiste darle la orden y ya.

-No puedo...

-¿Tu? ¿El consejero Imperial no puede?

-Le jure mi vida a su Alteza, nunca por encima de su majestad y del pueblo, pero mi vida es suya para complacerlo.

-Eres un verdadero idiota, Eijun está siendo visceral por la muerte de Ryosuke y sus elecciones no han sido correctas, no ha pensado con la cabeza al empezar una guerra con la emperatriz y tú... Me decepcionas, Kominato jamás le habría permitido a Eijun ser tan tonto, el lo habría detenido.

-No puedo decir que fue astuto dejarlo empezar esta guerra, sabiendo en lo que me metía, pero...

-¿Pero? ¿Hay un pero que compense tu estupidez?

-Cuando miré a su Alteza por primera vez, sus ojos deseaban sangre, saber que mi tío lo amaba fue suficiente para no dejarlo arrojarse sin un plan, lo único que quiero de ti es que lo mantengas con vida en ese viaje.

-¿Esperas que los ayude y proclame mi suicidio ante la emperatriz?

-Ya comprendo.

-No los ayudaré y de paso, le diré la verdad a su majestad.

-Si lo haces, su Alteza... No te perdonará

-¿Crees que me importa?

-Si no te importará no estarías aquí, la razón por la que quieres evitar que vaya es porque te importa y correría un grave peligro, no porque lo que estamos haciendo este mal.

-Yo...

-Wakana me dijo lo importante que es para ti su Alteza, en tus ojos puedo ver la innegable atracción que tienes por él.

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