(7) Otra vez tú
Su mirada penetrante no deja que llegue el aire a mis pulmones. Me encuentro a escasos centímetros de ella. No sé cuanto tiempo ha pasado, pero sigo sin poder mover ni un músculo. Después de unos segundos, la voz de mi jefe me saca del trance.—Campos, esa no es forma de contestar a los clientes.— Oigo como me llama la atención desde la cocina.
Inmediatamente recobro la compostura. Veo como a Daniela parece divertirle la situación, no quita esa sonrisa burlona de su cara. Le hablo lo más normal que puedo.—Buenas noches, podría decirme si prefiere dentro o fuera en la terraza.—Me mira atentamente sin apenas parpadear.
Observo como se lo piensa durante unos instantes, luego sin esperarlo se gira hacia atrás para hablar. En ese momento veo que ha venido acompañada.— ¿Tú que prefieres? La verdad es que a mí me da completamente igual. Solo tengo hambre.— Ahora puedo ver bien a la persona con la que ha iniciado la conversación. Una chica joven no muy alta, de tez morena y cabello negro ondulado. Ella es la que por fin responde a mi ansiada pregunta.—Nos gustaría comer dentro si puede ser, gracias.
Bueno, al menos es educada, más que Daniela.— Perfecto, pues si pueden acompañarme, las voy a guiar hacia su mesa.— Cojo dos cartas y voy hacia el lugar que les he asignado.— Pueden sentarse, en unos minutos vendrá mi compañera a tomar nota.— Apenas me giro para marcharme cuando oigo que me llama. Suspiro antes de girarme para atender su petición. Dios ¿Qué te he hecho para merecer esto?
—¿No podrías tomarnos tú la nota?.— Pregunta ella con su sonrisa tan característica.— Yo ya sé lo que quiero pedir.— Sigue sin apartarme la mirada mientras apoya la cabeza en su mano.
No puedo evitar maldecirla en mi cabeza ¿Qué estará haciendo esta chica aquí? Y lo más importante ¿Por qué parece que ya sabía que me encontraría aquí?.— Siento informarles que no estoy ahora tomando pedidos, si me disculpan, voy a buscar a mi compañera que enseguida estará para ayudarlas en lo que haga falta.— Antes de que pueda decirme algo más, desaparezco de la escena lo más rápido posible.
Mientras vuelvo hacia el mostrador, veo pasar a Bea. Interrumpo lo que estaba haciendo para hablar con ella.— Dime que puedes atender a la mesa 4.— Le ruego con la mirada.
—Tía, ahora no puedo, ya sabes que te haría ese favor, pero estoy con 6 mesas a la vez, pídele al jefe que se ponga él en el mostrador y atiende tu el resto de mesas, es que te juro que voy a tope.— Luego de eso, sale pitando a cocinas a coger los platos que justo acaban de salir.
No tengo más remedio que tragarme a la insoportable Daniela. Genial.
Voy a avisar al jefe quien por supuesto y para mi suerte, no tiene problema en vigilar caja. Cojo un bloc de notas y voy hacia las recién llegadas. No puedo evitar preguntarme quien es esa chica que acompaña a Daniela esta noche. ¿Amiga? ¿Novia? Bueno, tampoco me importa lo que haga o deje de hacer.
— Al parecer mi compañera no puede atenderlas ahora mismo, así que voy a hacerme cargo de vuestra mesa.— Digo sin levantar la vista del papel.— ¿Qué desearán tomar?.— Puedo notar como sus ojos están clavados en mí. Levanto la vista y efectivamente, allí está ella, mirándome otra vez. Sigue pensándoselo unos minutos más mientras veo que llegan más clientes que deben de ser atendidos.— Si aún no lo saben les dejo unos minutos más.
Daniela sigue mirando la carta ignorando lo que acabo de decir. Me parece muy bien que ella no tenga prisa, pero ahora debo atender más mesas y sigue sin pedir nada.—Yo voy a tomar una cerveza y un combinado número 7, sin huevo.— Dice ella finalmente. Apunto su orden y espero que pida su acompañante.— Yo una hamburguesa BigMyke sin cebolla y para beber un Sprite.
Termino de apuntarlo todo.— Perfecto, si desean alguna cosa más no duden en llamarme.— Puedo jurar que, mientras me marcho, oigo a Daniela decirle a su acompañante en voz baja "Por supuesto que te llamaremos". Hoy definitivamente va a ser una noche muy larga...
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Solo queda una mesa para que podamos cerrar ¿Adivináis quien podría ser? Efectivamente, la señorita Martínez.
He ido varias veces a recoger sus platos, pero cada vez que llegaba me pedían alguna cosa más. Así sucesivamente durante todo mi turno. Ahora me encuentro secando los vasos tras el mostrador. Observo como Daniela sigue conversando plácidamente con su acompañante ¿No podrían hacerlo fuera? Quiero irme a casa, estoy cansada.
—¿Aún están los clientes de la mesa 4?.— Dice mi jefe interrumpiendo mis pensamientos.—Es hora de cerrar Lía, vete a casa, ya me encargo yo.— Al fin una buena noticia. Ya puedo irme a casa después de este largo turno.
Salgo del mostrador y me quito el delantal. Mientras voy hacia la zona de empleados, no puedo evitar volver a girarme para ver si Daniela aún está sentada. Mi sorpresa viene cuando veo que, al verme marchar, misteriosamente se han levantado ellas para marcharse también. Lo de esta chica es increíble. Me incordia en la universidad y ahora aquí, el lugar que tengo para desconectar de todo. Decido no darle más vueltas al asunto y hacer como si la noche de hoy no hubiera pasado. Será lo mejor.
Una vez cambiada salgo del restaurante. Mientras espero el bus en la parada leo todos los mensajes que tenía pendientes.
Alex, 1 mensaje no leído: "Hoy he terminado más pronto de la autoescuela, nos vemos en casa."
Emma, 15 mensajes no leídos: "Tía." "Responde." "Tíaaaaaa." "Ahora que lo pienso creo que debes estar trabajando." "Bueno, te lo cuento igual." "¿Sabes quien ha venido preguntando por ti?" "Sí" "Hugo." "Le he dicho que ni siquiera se moleste en contactar contigo porque ya has encontrado a alguien mejor que él." "¿Soy o no soy la mejor amiga del mundo?" "Por cierto." "Daniela también me ha preguntado que por qué no has vuelto a clase." "Le he dicho que te habías marchado a trabajar." "Se ha interesado un poco más y le he contado de tu trabajo." "Parece que la apuesta va viento en popa para ti ehhh." "Nos hablamos cuando salgas." "Besosss."
Al menos ahora ya sé por qué Daniela sabe donde trabajo. Genial Emma. Un día de estos me va a matar del estrés. En cuanto a Hugo, sé que tengo que hablar con él. No me malinterpretéis, no volveremos nunca a estar juntos, pero quiero decirle personalmente que me deje en paz. No quiero saber nada más de él.
Mientras estoy inmersa en mis pensamientos, el sonido de una bocina me hace sobresaltar.
Levanto la vista y veo como un Mercedes negro se para delante de mí. Empiezo aasustarme por qué las ventanas negras no dejan que pueda ver a su conductor. Cuando me iba a levantar para empezar a correr por mi vida, veo la ventanilla desciende, dejándome ver al misterioso conductor. Otra vez ella.— ¿Qué haces aquí sola?.— Me pregunta Daniela mientras para el motor del coche.
— No todos tenemos un papi rico que nos pueda pagar el carnet y el coche que deseemos.— Contesto ofendida cruzando los brazos.—Así que te agradecería que me dejaras esperar el bus en tranquilidad, gracias a ti, he tenido un turno agotador.
Ella solo se ríe ante mi comentario.— Hace mucho frío.— Dice mientras abre la puerta y baja del coche.— ¿Por qué no te llevo a casa?.— Me ofrece abriendo la puerta del copiloto.
Esta chica es increíble. Por su culpa he tenido que quedarme hasta más tarde. He perdido el bus que normalmente tengo que coger y encima, viene aquí a regodearse delante de mí y ofrecerme su hospitalidad. No entiendo por qué actúa así conmigo.— Paso la verdad, prefiero esperar al bus por muy tarde que pueda llegar.— Le contesto cortante rechazando su propuesta. Ella no responde, simplemente cierra el coche y viene a sentarse a mi lado.— ¿Qué haces?.— La miro extrañada sin entender nada.
—Pues esperarme contigo, ¿No es evidente?.— Responde con chulería.— Puedes caerme mal, lo admito, pero tampoco soy tan mala persona para dejarte aquí y que te pueda pasar algo.— Al menos el sentimiento parece que es mutuo.
Después de decirme eso, saca el móvil y empieza a jugar. Por un momento tengo una especie de déjà vu, recordando cuando nos quedamos encerradas. Tampoco lo pasé tan mal por qué al menos, no estaba sola, como ahora mismo. Sacudo la cabeza evadiendo ese recuerdo.
Otra vez ese silencio incómodo que ya parece normal cuando nos juntamos ella y yo. Solamente puedo oír los escasos coches que pasan por esta solitaria carretera. Voy mirando a Daniela para ver qué intenciones lleva, pero no parece que vaya a moverse pronto de aquí. Me levanto para ver cuanto queda para que llegue el próximo bus nocturno. 1 hora. Increíble. Si tengo que aguantar una hora más así me muero. Prefiero llegar a casa, bañarme y dormir, ya que hoy ha sido un día bastante mierda.— Vale, llévame a casa.— Le digo finalmente dándome por vencida.
Al principio no contesta. Sigue con su teléfono. Empiezo a creer que no me ha oído. Estoy a punto de retirar lo que he dicho cuando veo que se levanta y se guarda el móvil en el bolsillo.—Pues vámonos, que no tengo tampoco toda la noche.— Yo la miro incrédula, ya que hace nada dijo que se esperaría. Esta chica definitivamente es bipolar.—Las señoritas primero.— Se burla mientras abre la puerta del copiloto. Yo solo la ignoro mientras entro en su auto.
Debo admitir que su coche es bastante aceptable. Es muy moderno y los asientos de piel son muy cómodos. Podría acostumbrarme a que me llevaran a los sitios. Lía céntrate.
Mientras sigo observando el auto, noto que no avanzamos. ¿A qué está esperando? Me giro y veo que está mirándome. ¿Qué querrá ahora?.—¿A qué esperas?.— Le pregunto tratando de averiguar porque no avanzamos.
—¿A qué me des la dirección de tu casa?.— Me dice como si fuera obvio.— ¿Cómo te piensas que te voy a llevar? ¿Me invento la ruta?.— Le encanta vacilarme por lo que veo. No estoy segura en darle la dirección de mi casa, si ha venido al restaurante puede que un día de esos la encuentre en la puerta de mi casa. No estoy dispuesta a pasar por eso.
—Tu tira, yo te voy indicando.— Ella solo suspira y enciende el motor. El silencio vuelve a ser el protagonista de la noche.
Las calles de la ciudad están vacías, no hay nadie. Da miedo. Debo admitir, muy a mi pesar, que Daniela tenía razón, era peligroso quedarse sola en la parada tan tarde, pero esto me lo voy a guardar para mí, no tiene por qué saberlo. Si se llega a enterar capaz de que me lo recuerde hasta final de carrera.—¿Qué música te gusta escuchar?.— Me pregunta ella navegando por los canales de radio desde el volante. Qué práctico eso.
— Pon lo que tú quieras, no creo que te guste lo que me gusta a mí.— Le digo sin apartar la vista del teléfono mientras le escribo a mi hermano avisándole que estoy de camino.
—¿Pop? ¿Rock? ¿Heavy Metal?.— Insiste ella.— Venga tan mal gusto, no puedes tener, dime que te gusta que seguro que encontramos algo para hacer este pequeño viaje más ameno.
Suspiro y cierro los ojos un segundo antes de contestar.—Me gusta la música clásica.— Digo finalmente.— Me transmite mucha calma, me ayuda a estudiar y concentrarme. Gira ahora a la derecha. Luego todo recto.—Daniela asiente mientras no separa la vista de la carretera y sigue mis indicaciones.—No me malinterpretes, tolero todos los tipos de música, pero lo que más me gusta es la música clásica. Adelante ríete si quieres, me da igual.— Lo que más me sorprende es que no lo hace. Giro la cabeza para ver si ha oído todo lo que he dicho.
Puedo ver que mantiene la mirada pegada a la carretera.—Es un gusto poco común, pero está bien. Mi hermana tocaba el violín, fui a varios de sus conciertos con la orquesta, era muy buena. No está mal.— Parece que esto es un tema sensible para ella. No debería preguntar más.
—Genial.—Respondo mientras sigo indicándole la dirección hacia mi casa.— Si giras a la izquierda ya puedes dejarme, no estoy lejos de donde vivo. Así no tienes que dar tanta vuelta.— La verdad es que no quiero que sepa donde vivo. Además, no puedo arriesgarme que vea a mi padre, normalmente si llego tarde siempre se espera fuera nervioso para que le prepare algo de comer.— Muchas gracias, aquí va bien.— Daniela se aproxima a la acera y para el motor.
Empiezo a desabrocharme el cinturón cuando ella me interrumpe.—Oye, si necesitas algún día que te lleve, puedes decírmelo.— ¿Lo está diciendo en serio?.— Tienes mi teléfono. Puedes usarlo para algo más aparte de para amenazarme.
—Gracias.— Le digo amablemente.—Pero lo de hoy ha sido una excepción. Normalmente, no terminaría tan tarde si tú y tu amiguita no hubierais tardado tanto en recoger.—Acentúo la palabra amiguita. Eso parece divertirle.— Así que gracias otra vez.— Quiero llegar ya a casa y tumbarme en la cama. Después de decir eso, abro la puerta del coche, bajo y cierro.
Daniela solo me mira divertida durante todo el proceso hasta que estoy fuera plantada en la acera. Observo como baja la ventanilla antes de volver a arrancar.—Buenas noches, Lía, comí muy bien en tu restaurante, te aseguro que volveré.— Se burla ella mientras vuelve a encender el motor. Sin dejarme responder se va y se pierde entre la oscuridad de la noche.
Yo solo me limito a suspirar. ¿Qué problema tiene esa chica? Después de todo eso, voy hacia el portal de mi casa. Estoy a punto de poner las llaves en el picaporte cuando la puerta se abre de repente delante de mis narices.
El aroma que desprende a alcohol inunda mis fosas nasales.
—¿Por qué has tardado tanto niña?.— Dice él en tono amenazante.
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¡Holaaa queri@s Lectores!
Solo decir que me encanta que leáis esta bonita historia.
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Muchas Gracias, espero que os quedéis hasta el final <3
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