(5) Empieza el juego

Han pasado dos semanas desde que decidimos apostar. Os preguntaréis si ha habido algún avance, la verdad, es que no. Para ser exactos, nada de nada.

Emma y yo estamos sentadas en nuestro sitio de siempre a punto de empezar anatomía. Mientras estamos manteniendo una conversación sobre cuál de los One Direction ha envejecido peor, puedo oír al grupito de Daniela entrar. Sí, grupito, porque al parecer todo el mundo está interesado en conocer a la famosa Daniela Martínez. Toda esa gente me parece patética. ¿De verdad creen que haciéndose sus amigos van a conseguir algo a cambio?

— Si sigues mirándola así, al final va a creer que la estás acosando.— Dice mi amiga.—¿Sabes que solamente maquinando contra ella no vas a conseguir ganar nada?

—Lo sé, créeme que lo sé, pero lo he intentado todo durante estos días.— Digo empezándome a sentir desesperada con la situación.— Cada vez que intento empezar una conversación hace como si yo no estuviera allí, eso me saca de quicio ¿Es demasiado tarde para decir que no a lo de la apuesta?.— Le pregunto esperanzada a Emma.

Ella solo sonríe antes de contestarme.—Siempre puedes admitir que te equivocaste y que no puedes ser amiga de todo el mundo, además de aceptar la beca e irte a vivir tu sueño, que ya te toca.— Eso es verdad, una apuesta es una apuesta.— ¿Por qué no intentas primero de todo disculparte por el mensaje?

—¿Disculparme? No soy yo la que ha intentado por medio de sobornos conseguir apuntes y deberes de las asignaturas. Hice lo correcto diciéndole todo eso. Era mi deber como delegada. No tengo por qué disculparme con ella.— Me empiezo a sentir ofuscada.

Em solo se encoge de hombros.— Amiga mía, solo quería ayudarte. Si de verdad quieres sacar a la luz ese secreto, debes hacerte su amiga. Y no te voy a motivar más, si no, ya me veo haciéndote los apuntes el año que viene.—Menuda mejor amiga tengo.

Parece que el destino ha escuchado mis plegarias porque, al parecer, se me presenta una gran oportunidad.—Señorita Martínez, ¿Podría ir a buscar los maniquíes? Están en la sala 213.— Dice el profesor Garrido mientras se limpia sus lentes. Parece que hoy si me van a salir las cosas bien. Daniela asiente con la cabeza y empieza a levantarse. No debo desaprovechar esta oportunidad. Levanto la mano lo más rápido que puedo.— ¿Si señorita Campos?

— Alguien debería acompañarla.— Daniela parece sorprenderse al escuchar mi propuesta, pero decido continuar con mi plan.— Lo digo por qué es nueva aquí y puede que no sepa como llegar a la sala de materiales. Además, los maniquíes pesan demasiado para una sola persona.— Me felicito al instante por mi gran ocurrencia. Hasta yo misma me he creído que de verdad quiero ayudar a Daniela, debería de hacer teatro, no medicina.

— Tiene razón señorita Campos.— Dice el profesor percatándose al instante de su error.— ¿Sería tan amable usted de acompañarla?

— Por supuesto que sí.— Digo levantándome de mi mesa. Mi amiga me mira y asiente diciéndome en voz baja "bien jugado".

Él sonríe al ver mi entusiasmo.— Es usted muy buena delegada, siempre se preocupa por los demás.— Me sonrojo al ver que toda la clase me está mirando.— Pues perfecto, aquí estaremos. Los demás, abrid el PowerPoint titulado estudio de las estructuras macroscópicas, vamos a continuar donde lo dejamos el jueves pasado.— Me giro para ver donde estaba Daniela y me doy cuenta de que ya ha salido de clase. Esa chica no se encanta ni un pelo.

Nunca he estado a solas con ella, tampoco puede ser tan malo ¿No?

>>>

¿Sabéis esos silencios incómodos que quieres que terminen pronto? Pues este es uno de ellos. Daniela va unos pasos delante de mí. Ha ignorado mi presencia desde que hemos salido de clase y parece que no tiene ninguna intención de esperarme o de hablar conmigo.— ¿Sabes al menos por donde tienes que ir?.— Le pregunto con la esperanza de iniciar una conversación.

Daniela simplemente ignora mi pregunta.—¿Piensas ignorarme hasta que lleguemos otra vez a clase?.— Le pregunto empezando a estar cansada de su actitud.

—Sí.—Responde ella inmediatamente después.— Y como sigas molestándome e intentes amenazarme otra vez, voy a arruinarte el curso.— Dice ella con ese tono de superioridad. Puedo observar que su mirada solo refleja desprecio hacia mí. Dejándome con la palabra en la boca, vuelve a caminar ignorando mi presencia.

Me hierve la sangre. Normalmente, no tengo problemas en controlar mis emociones, he aprendido a madurar incluso mucho antes de que tuviera que hacerlo. Pero hay algo en esa chica que no puedo soportar. Sin tener control sobre mi cuerpo, me adelanto furiosa hacia su posición y la cojo del brazo haciendo que pare de caminar. Nos encontramos ahora frente a frente. A escasos centímetros. En ese momento, me doy cuenta de la diferencia de altura, siendo ella más alta que yo. Sin embargo, no voy a dejar que eso me intimide.

Sin dejar que se vaya, empiezo a soltar todo lo que se me viene a la cabeza.—Me parece muy bien, que no te caiga bien, el sentimiento es mutuo, créeme.— Digo yo sin apartar la vista de esos ojos verdes.— Y no me importa lo más mínimo, lo que pienses de mí.— Acerco mi cara a la suya inconscientemente.— Pero quiero que sepas una cosa, me apasiona la medicina. No voy a dejar que una irresponsable y mimada como tú arruine todo por lo que he estado trabajando todos estos años. No todos tenemos la suerte que tú tienes. Así que sí, ignórame todo lo que quieras, pero si alguna vez intentas hacer algo que pueda perjudicar mi carrera, no va a haber padres famosos que puedan ayudarte.— Digo finalmente. Ahora me doy cuenta de que nos encontramos apenas a centímetros la una de la otra. Antes no me importaba mientras le estaba diciendo todo eso, pero ahora, empiezo a ponerme nerviosa. Sin que pueda percatarse de ello, me doy la vuelta y sigo mi camino, dejándola ahí plantada sin poder decirme nada.

Puedo oír como parece seguirme unos segundos después. Es en estos momentos cuando me arrepiento de la apuesta. Por desgracia, como ya he dicho, soy una mujer de palabra, así que necesito averiguar qué pasó con Daniela Martínez en su anterior universidad.

Por fin llegamos a la sala de materiales. El camino se hizo muy largo. Abro la puerta cuidadosamente. El olor a mueble viejo inunda mi nariz. Aquí hace tiempo que nadie ha entrado, dios mío, un alérgico al polvo se lo pasaría fatal.—Quédate y vigila que no se cierre la puerta.— Le ordeno a Daniela sin mirarla a la cara. Es una se las salas más viejas del campus y la puerta puede atorarse fácilmente. Ella no me responde, solo se queda quieta junto a la puerta y ya. Me sirve.

Cuando entro en esa sala oscura, un escalofrío recorre mi cuerpo. Esto sería perfecto para filmar una película de terror. Empiezo a buscar las luces. Son unas pequeñas bombillas que cuelgan del techo. Las enciendo estirando del cable, pero apenas consiguen iluminar una parte de la habitación.

Desde el rabillo de mi ojo puedo ver como Daniela se limita a observar atenta mis movimientos. A saber que debe estar pensando. Maldiciéndome para que me caiga un mueble encima tal vez. Después de buscar durante unos instantes, encuentro los maniquíes arriba del todo de la estantería. Genial, nada que mi estatura, con una pequeña ayuda, no pueda solucionar.

Uso una silla vieja para poder llegar a ellos. Consigo bajar uno, pero el otro se encuentra más lejos de lo que mis brazos puedan alcanzar. Decido que es buena idea hacer puntillas. Tremendo error. Mientras intento coger el último maniquí, noto bajo mis pies como la silla vieja se quiebra. Pierdo el equilibrio y caigo hacia atrás. Cierro los ojos mientras estoy esperando el impacto contra el suelo. No obstante, ese momento no llega.

—Ugh, joder.— Oigo su voz. Abro los ojos lentamente y veo que Daniela se encuentra debajo de mí.— Ya podrías haber caído bien y no encima de mi espalda.

Me tomo unos segundo para analizar lo que ha pasado.— Si tú estás aquí, ¿Quién coño está sujetando la puerta?— Mis ojos miran desesperadamente hacia la salida que ahora se encontraba cerrada.— No puede ser...— Me levanto lo más rápido que puedo esperando que ese gesto pueda solucionar algo. Piso a Daniela sin querer al levantarme, puedo oír su queja, pero estoy concentrada en ir hacia la puerta.

Cerrada.

—No puede ser, por qué a mí...—Empiezo a lamentarme sin acabar de ser consciente de lo que está pasando. Desesperada, aporreo la puerta llamando al exterior. Es inútil, esta sala es una de las pocas que sigue funcionando en el antiguo edificio del campus. Ya nadie pasa por aquí.

Oigo como Daniela viene hasta mi posición. Se pone a mi lado e intenta abrir la puerta por su cuenta.— Nada, no se abre. Estamos encerradas.—Lo dice como si yo aún no lo supiera.

— No me digas, genio. Solo tenías que hacer una cosa. Ahora por tu culpa, vamos a estar encerradas aquí a saber por cuanto tiempo. Dios, solo por imaginarme cuanto temario me estoy perdiendo me agobio.— Empiezo a ponerme nerviosa y a dar vueltas pensando posibles soluciones a nuestro problema.

— ¿Mi culpa?.— Veo como cruza los brazos ofendida.— Si no fuera por mí, estarías en el suelo, probablemente muerta de dolor y tendríamos un problema mayor a este.—Pone sus ojos en blanco.

—Pero que dices. No seas exagerada.— Le respondo mirándola seriamente.— Solo hay unos 2 metros, probablemente tendría una contusión leve, nada más.— Miento para no darle la razón.— A lo mejor si intentamos forzar el picaporte...— Apenas decir eso, ya me encuentro moviéndolo arriba y abajo tratando de escapar.

—No deberías hacer eso.— Dice Daniela tratando de pararme los pies. La ignoro completamente. Lo siento, soy muy testaruda bajo presión. A pesar de eso, ella sigue advirtiéndome.— Si sigues así vas a conseguir que-

CRACK

Me quedo inmóvil con el picaporte en la mano.

—Te he avisado.— Dice ella apartándome de la puerta.— Dios mío, no me creo que tengas las notas más altas de la carrera.— ¿Me acaba de llamar tonta?.— Yo ya lo vi venir de lejos. ¿Cómo no puedes pensar que se va a romper? Es bastante obvio que ese picaporte es más viejo que matusalén.

—Primero, a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.— Ella solo me mira indiferente.— Y segundo, ¿Cómo sabes tú mis notas? Creía que eso era algo privado.—Sí que es verdad que recibo la beca de mejor estudiante, pero ella acaba de llegar, no puede saber nada de eso.

Ella solo sonríe.—Contactos querida.— Responde en tono burlón.— Ahora lo importante es salir de aquí, cuanto menos tiempo pase contigo mejor.— Voy a protestar ante esa ofensa cuando ella se gira mirándome esperanzada.— ¿Tienes tu móvil?.— Pregunta ansiosa.— Yo lo tengo en clase.

Claro el móvil, me duele pensar que ha pensado una buena idea. Saco el móvil de mi bolsillo rápidamente. Llamo a Emma. Estoy esperando que de señal, pero, por desgracia, no le llega mi llamada. Cuando miro mi teléfono puedo ver no hay cobertura. Genial. Estupendo.— Nada, no hay cobertura.

Esta información no parece sorprender del todo a Daniela.—Pues nada, a esperar que alguien se dé cuenta de que no volvemos.— Dice ella sentándose en el suelo.— Yo me voy a limitar a esperar, así que si puedes hacer mi espera más amena, te agradecería que no hablaras conmigo, gracias.— Dice ella cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la pared.

—Tranquila no pensaba hacerlo.— Digo yo sentándome lejos de donde está.— Con suerte en unos minutos nos sacan de aquí.

>>>

Tasty!

Oigo al señor del juego hablar por quinta vez. Yo me limito a seguir juntando caramelos.

Sugar Rush!

Ha pasado una hora y nada. Estoy jugando al Candy Crush en mi móvil. Suerte que Emma es insistente y al final hizo que me instalara el juego, si no, ahora mismo, no podría con tanta tensión en la habitación. Sigo juntando chuches cuando oigo a Daniela dirigirse a mí.

Divine!

—¿Cómo puede tu amiga no darse cuenta de tu ausencia?.— Dice ella incrédula. Parece que se ha cansado de escucharme jugar al Candy Crush.

Yo me rio ante su comentario. Se nota que no conoce nada a Emma—Te sorprendería la capacidad que tiene Emma de jugar y desconectar de todo lo demás. Hasta que la clase no termine, no va a volver a conectarse al mundo real.— Suspiro tratando de entender a mi amiga. Emma es un caso muy especial, la verdad.

—El profesor Garrido tampoco es que vaya a darse cuenta.— Escucho a Daniela intrigada, verla hablar es un mundo que hasta ahora, desconocía.— A veces parece que tenga demencia. Se le olvidan las cosas más obvias.— Dice burlándose. 5 segundos ha tardado para ofenderme otra vez.

No puedo evitar sentirme mal ante su comentario.—No bromees con eso.— Respondo cortante, ella me mira sin saber que más decir y el silencio vuelve a inundar la habitación. Pasan unos minutos más en absoluto silencio. Esa burla por parte de ella ha provocado que ahora no pueda dejar de pensar en mi abuela. La echo mucho de menos.

—Lo siento.— Daniela rompe otra vez el silencio.— No he pensado cuando he dicho eso, en mi mente ha sonado de otra manera, perdón.— La observo atentamente. Está con la mirada concentrada en el suelo, haciendo pequeños círculos con su dedo índice. Parece que esta vez sí que está arrepentida de verdad. Esa acción me parece muy humana de su parte.

Cuesta creer ver a Daniela Martínez disculpándose conmigo, es algo que no me había imaginado nunca que llegara a pasar.—Tranquila, no te preocupes.— Digo yo intentando empatizar con ella.

Me mira fijamente durante unos instantes. Parece como si dentro de su cabeza estuviera luchando para decidir si seguir hablándome o no.— No te odio, ¿Sabes?— Dice ella poco tiempo después.

—Gracias ¿Supongo?.— Digo yo sin saber muy bien que contestar a eso.

Veo como parece que quiere continuar hablando. Así que me limito a escucharla.—El primer día del curso, cuando nos conocimos, me sorprendió que me plantaras cara. Nadie lo había hecho hasta entonces. Siempre me habían dado todo lo que quería. Todo siempre me había salido bien.— Ella sonríe levemente recordando ese momento— Me di cuenta de que podrías ser una amenaza en mi camino, así que simplemente hice como si no estuvieras. Aunque ha sido difícil viendo lo insistente que te has vuelto estas últimas semanas.

Puedo ver como ha notado que estas semanas mi interés en acercarme a ella ha aumentado. A pesar de todo, veo que no se le escapa nada.—¿Piensas seguir haciendo de las tuyas durante el curso? Las cosas no van así y lo sabes.— Le informo seriamente.

—Sí, voy a seguir a la mía. Todo son ventajas.—Veo como me mira y levanta ligeramente la cabeza antes de hablar.— Además, me gusta ver como intentas pararme los pies.— Dice ahora vacilándome.— Es un juego divertido. Quiero ver como acaba.

No soy experta en el amor, pero creo que está ¿Ligando conmigo? No sé si lo dice en serio, trato de buscar la respuesta a mi pregunta mirándola fijamente. Eso solo causa que me pierda en su profunda mirada. Estamos las dos frente a frente. Me hipnotizan tanto sus ojos verdes que no puedo apartar la vista de ellos. Busco una forma de romper esa extraña tensión que se ha formado entre nosotras.—Estás loca si piensas que voy a ir detrás de t-

Sin esperarlo, la puerta que nos mantenía casi oscuras se abre de sopetón. Nos levantamos las dos rápidamente. Mis ojos se ajustan a la luz tenue proveniente del pasillo. En ese momento veo a mi amiga sosteniendo la puerta metálica.

—¿Qué coño Lía? Hace más de una hora que el profesor Garrido os ha mandado a por los maniquíes.



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¡Holaaa queri@s Lectores!

Solo decir que me encanta que leáis esta bonita historia.

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Así que si os animáis, no dudéis en comentar y votar en los capítulos.

Muchas Gracias, espero que os quedéis hasta el final <3

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