(3) Cuidado con lo que deseas
—¿Dónde está el pedido para domicilio? Vamos chicos, que esto acaba de empezar.—Oigo a mi jefe preguntar mientras termino de limpiar la mesa 17.— Campos.—Levanto la mirada al escuchar que me llama.—Cuando termines con esa, deja de limpiar mesas y ve pasando a apuntar pedidos.
Hace ya un año que trabajo en un restaurante de comida rápida, los lunes, miércoles, viernes y algún fin de semana. Es la única manera que tengo de pagar mis gastos. Debo reconocer que es agotador. Salgo de clases a las dos de la tarde muy cansada. Apenas tengo tiempo para comer algo y reponer fuerzas antes de las tres que empieza mi turno.
Cojo la tablet apunto mesa por mesa los pedidos de los clientes.— Señor, me acaban de informar desde cocinas que ya no hacemos la hamburguesa "Big Myke".— Le digo amablemente al cliente.— Si lo desea, puedo recomendarle la "Cheddar Max" que es lo mismo, pero sin beicon y con doble de queso.— Lo piensa durante unos momentos y finalmente acepta mi propuesta.— Perfecto ¿Para acompañar van a querer alguna cosa más?
Todos los días es casi lo mismo. Llego corriendo de la universidad. Me cambio y empiezo a preparar las mesas. Cuando vienen los clientes voy apuntando sus pedidos y cuando salen de cocinas, los entrego para que disfruten de su comida. Se repite todo otra vez, así sucesivamente hasta finalizar mi turno. Una vez salgo del trabajo voy rápidamente a la parada del bus. Debo coger el de las 22:22 que me deja cerca de casa. Es el último que hay, luego debo esperar a los buses nocturnos que son a partir de las 12. Por suerte hoy he llegado a tiempo.
Una vez en casa, veo que son casi las once de la noche. Todo está en silencio. Ni siquiera pienso en mirar si hay comida en la nevera porque sé que si yo no compro, no va a haber nada de nada. Mi padre siempre come y bebe fuera. Con suerte, si tengo tiempo antes de ir a la universidad, nos preparo comida a mi hermano y a mí para pasar el día. Si veo que no tengo tiempo, siempre le doy algo de dinero para que pueda comer en el instituto o comprarse alguna cosa.
Me pongo al día con los apuntes que me ha pasado Jenna. Termino de arreglarme. Me ducho. Me pongo el pijama. Me lavo los dientes y finalmente, me tumbo en la cama agotada. Las 00:12 de la noche marca el reloj. Con pensar que me tengo que levantar a las 6 de la mañana todo se me hace cuesta arriba. Mientras espero que me entre el sueño me pica la curiosidad. Miro mi teléfono por cuarta vez esperando algún tipo de respuesta por parte de Daniela. ¿No puede ignorarme y ya está, no? Me pongo a pensar si fue buena idea mandarle ese mensaje. ¿Quizá fui demasiado dura?
"Soy Lía, la delegada del grado, me he enterado de que has pagado a una compañera del curso para que tome tus apuntes. Parece que no vas a asistir a ninguna asignatura, pero yo me lo pensaría dos veces. Será mejor que empieces a hacerlo si no quieres que derive este pequeño problema a dirección. Atentamente, Lía Campos" —Enviado 14:07—
—Leído 14:10—
Prefiero dejar de darle vueltas al asunto. Luego de ponerme al día con las últimas novedades en TikTok, finalmente caigo rendida ante el agotamiento.
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Su aroma era inconfundible, siempre olía a rosas.
—Te quiero mi amor.— Dice mientras estamos sentadas una al lado de la otra.— Yo también te quiero, mamá.— Respondo cogiéndole la mano. Ella, ante mi respuesta, me regala una de sus brillantes sonrisas.
—Luego de estar aquí contigo me tengo que ir. Esta vez debes dejarme.—Me recuerda ella. Envolviéndome en un cálido abrazo.
— Yo quiero quedarme aquí a tu lado un ratito más.— Respondo sabiendo que pronto esta felicidad va a terminar.
De repente, el cielo se vuelve nubloso.—Mamá, tengo miedo.— Digo aferrándome como puedo a ella esperanzada de que esta vez no me deje.
—Lo sé mi amor, pero ahora es cuando tienes que ser más fuerte, hazlo por Alex . Por la abuela. Por mí. Por el tiempo que yo no tuve.— Dice ella mientras empieza lentamente a desvanecerse.
—Te echo de menos, por favor, no te vayas. No me dejes aquí, no creo que pueda aguantar mucho más sin ti.— Mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas.— Necesito más tiempo a tu lado.
Tarde, ya se ha ido. No has hecho nada por ella. No has podido salvarla.
Me levanto respirando agitadamente. Mi mano se posa sobre mi pecho, notando como mi corazón late acelerado. ¿Qué hora es?
El reloj, la única luz tenue de la habitación, marca las 3 de la mañana. He tenido ese maldito sueño repetidas veces durante estos últimos años. Siempre termina igual. Siempre causa el mismo efecto. Ese dolor insoportable en mi pecho al levantarme y ver que ya nada es ni será como antes.
Sigo tumbada en la cama, apenas sin moverme, han pasado 10 minutos. Maldita monotonía. Eso es lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en mi vida. De imprevisto, alguien da pequeños golpes en mi puerta. La voz de mi hermano me hace reaccionar.
—Lía ¿Estás despierta?.— Dice Alex en voz baja a través de la puerta.— Creo que ha estado bebiendo otra vez.— Me levanto de la cama y voy hacia su voz. Una vez abierta la puerta, veo a mi hermano frotándose los ojos del sueño.— Siento los golpes que da desde mi habitación. ¿Puedo dormir contigo?
—Claro que sí, ven.— Le digo apartándome de la puerta e invitándolo a pasar.— No hace falta que pidas permiso para eso. Si necesitas alguna cosa, solo ven aquí, te voy a ayudar siempre.— Él sonríe y entra en la habitación sin pensárselo dos veces.
Cuando estoy con mi hermano todo es diferente. Me tranquiliza. Me da esa paz que tanto anhelo. Esa fuerza que necesito para ignorar al demonio que una vez llamé papá. En cuestión de segundos, los dos caemos en un profundo sueño, pero esta vez, solo pienso en una sola cosa, hogar. Ojalá sentirme así todo el tiempo.
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La alarma del despertador rompe la tranquilidad que sentía mientras estaba durmiendo placidamente. Parece que ya son las 6:00. Hay que ponerse en marcha.
Después de realizar las rutinas matutinas, acompaño a mi hermano al instituto un día más.
—¿Recuerdas que te dije ayer que no hace falta que me acompañes al instituto?.— Yo le respondo que sí mientras espero su respuesta.— Quiero que lo sigas haciendo. Ayer estuve pensando. He llegado a la conclusión de que no quiero desaprovechar ningún minuto del tiempo que tenga contigo. Nunca se sabe si algún día vas a macharte a cumplir tu sueño.— Dice él sin apartar sus ojos marrones de los míos.
— No seas bobo.— Le digo cariñosamente despeinando su pelo rubio.— Ya sabes que no voy a irme a ningún sitio. Todo lo que quiero lo tengo aquí contigo y con la abuela. Por cierto, esta tarde no trabajo, quedamos a las 5 cuando termines para ir a ver a la abuela a la residencia.
—Vale hermanita.— Aparta mis manos de su cabello.— Y deja de hacer eso en frente de mis amigos.— Ya me esperaba esta respuesta, sigue siendo un adolescente después de todo.— Nos vemos luego Lía, te quiero.
—Yo también te quiero enano, cuídate mucho, nos vemos.— Poco a poco veo como desaparece entre toda la multitud. Después de eso y como hago cada día, pongo rumbo a la parada del bus.
Al bajar me quito los auriculares. Veo como Emma está con la mirada perdida, en su mundo, sentada en el banco de siempre. Parece nerviosa. No deja de mover las piernas inconscientemente. Al verme se levanta de un salto y viene hacia mí. Definitivamente pasa algo.
—Lía, dime que te has enterado del notición.— Mi mirada de incredulidad es suficiente respuesta para contestarle.— Joder tía, hay veces que creo que vives en otro planeta. Mira esta noticia que han publicado hace apenas escasos minutos.— Dice sacando su móvil de la mochila y mostrándome lo que la hacía estar tan inquieta.
"La hija de los neurólogos más importantes del país, Leo Martínez y Erika Weiss, ingresa en una nueva universidad después del gran escándalo. Su familia no ha querido dar más detalles de lo ocurrido."
—Mira la foto de más abajo.— Dice Em después de leer el titular en voz alta.— ¿Te das cuenta de qué universidad están hablando? Es la nuestra.— Sigo leyendo la noticia, ya que ha captado mi atención.
"Daniela Martínez Weiss empezó ayer, lunes 11 de septiembre, en su nueva universidad. Aún no tenemos mucha información al respecto, pero os mantendremos informados de su proceso de adaptación. ¿Va a poner a sus padres en primera página otra vez?"
Incrédula de lo que he leído, vuelvo a hacerlo, esta vez intentando asimilar toda la información en mi cabeza. Esa chica no podía ser la Daniela que acababa de amenazar. Por desgracia, todo apunta a que sí. Mi amiga mueve su mano agitadamente delante de mi cara intentando captar mi atención.— Lía ¿Qué pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma.— Se ríe burlándose de la cara de incredulidad que estoy poniendo. Al ver que sigo sin reírme inmediatamente deja de hacerlo.
—Tengo que contarte una cosa.— Le digo finalmente a Em la cual ya está esperando una respuesta de mi parte.—Ayer conocí a Daniela poco tiempo después que te fueras de la reunión. Estaba por marcharme cuando apareció.— Sus ojos se abren como platos.— Eso no es todo.—Empiezo a explicarle todo lo que pasó a mi amiga, la cual se mantiene callada hasta que finalizo de hablar.
— ¿La has amenazado por WhatsApp? Joder tía, a veces pienso que se te va un poco la pinza.—Es lo primero que dice Emma al oír toda la historia.—Sinceramente, creo que acabas de cavar tu propia tumba.—Se pone a pensar en toda la situación y vuelve a hablar.— A ver, por una parte, no creo que vaya a inmutarse por un simple mensaje, teniendo en cuenta que es Daniela Martínez de quién estamos hablando, no parece que le importe lo que le digan los demás, por lo que me has dicho, claro. Por otra, puede que te coja manía y quiera hacerte la vida imposible o hundir tu carrera universitaria.—Eso no reduce mi estrés. Iba a contestar cuando, de repente, alguien interrumpe nuestra conversación. Por la cara de Emma, ya puedo asumir de quién se trata.
—¿Chicas que hacéis aún aquí?.— Dice Hugo mientras se une a nuestra conversación.— ¿No tenéis clase a las 9?.— Dice mirando el reloj que tiene puesto en la muñeca.
—Pues estábamos hablando de un tema muy importante hasta que has tenido el valor de interrumpirnos.— Le suelta Em inmediatamente después.—¿Qué es lo que quieres? ¿Vienes como amigo o como enemigo?.— Parece que lo diga de broma, pero cuando Emma se dirige a Hugo, nada es de broma.
—Solamente quería saludar a mi novia y su amiga, perdóneme usted.—Dice él con la mano en el pecho, aparentando estar ofendido por la pregunta.— Normalmente siempre entramos juntos a primera hora, por eso me ha extrañado que no estuviera en el sitio donde quedamos siempre.
Verlos a los dos hablando, me recuerda que debo entregarle el USB con la presentación.—Hugo, casi se me olvida, aquí tienes el USB.—Le doy el dispositivo.—Hoy voy a ir con Emma hasta clase, tenemos que hablar una cosa importante.— Por unas milésimas de segundo, puedo ver como se ofende por mi respuesta, pero desaparece poco tiempo después substituyéndola por una expresión seria.
— Sí, claro. Lo entiendo perfectamente Lía.— Dice manteniendo una expresión neutral.—Quería también avisarte de que hoy no voy a estar a la hora de comer contigo, nos han adelantado una reunión y debo ir sin falta.—Dice esperando algún tipo de reacción por mi parte.
—Tranquilo, no hay problema.—Le doy un beso en los labios.— ¿Nos vemos mañana, pues?.— La verdad que no me importa mucho pasar más o menos tiempo con él. Emma dice que eso es porque no estoy enamorada de verdad. No puedo discutirle eso por qué tampoco tengo mucho tiempo para pensar que es lo que realmente quiero.
—No me cae bien. Hay algo en él que me da muy mala espina.— Dice Emma cuando Hugo se marcha y se asegura de que no puede oírla.—¿Sabes que Jenna me dijo que vio a Hugo con una de primero?.— No es la primera vez que alguien me dice que Hugo ha quedado con otras chicas cuando yo no puedo. He hablado con él, pero siempre me lo ha negado. Si me pongo a pensar, puedo ver que la relación va a la deriva de hace meses.
—Créeme que he oído muchos de esos rumores, por desgracia hasta que no tenga alguna prueba no puedo afirmarlo.—Informo a mi amiga mientras nos dirigimos hacia clase.— A pesar de todo eso, tengo que hablar con él, por qué tampoco es que nuestra relación vaya a tener mucho futuro.—Veo como a Emma se le iluminan los ojos de felicidad en un instante.— Em, al menos podrías disimular un poco y hacer como que de verdad te importa mi relación.
Ella solo se ríe.—Lo siento Lía, pero hace mucho tiempo que esperaba que dijeras eso.—Me da palmadas en la espalda.—Por fin has tomado la decisión correcta.—Yo solo suspiro y sigo con mis cosas.
Luego de eso, nos ponemos al día con los últimos chismes de la universidad. Después de un par de minutos, entramos al aula donde se va a impartir Farmacología. Nos sentamos en la tercera fila como siempre. Enciendo el ordenador, preparo la libreta y todo el material que vamos a necesitar. Estoy revisando los apuntes de ayer cuando, sin avisar, Emma me pellizca el brazo.
—¡Oye que eso duele!.— Me quejo frotándome donde me acaba de pellizcar. Al ver que ella está mirando fijamente la puerta, me giro para ver que pasa. En ese momento, mis ojos marrones conectan con los suyos por segunda vez.
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¡Holaaa queri@s Lectores!
Solo decir que me encanta que leáis esta bonita historia.
¡Me ayuda mucho recibir votos y comentarios vuestros!
Así que si os animáis, no dudéis en comentar y votar en los capítulos.
Muchas Gracias, espero que os quedéis hasta el final <3
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