(18) Nunca des nada por perdido
Daniela me observa atenta, espera alguna respuesta por mi parte.—¿De qué hablabais?—Me pregunta con una sonrisa.
Emma se percata enseguida de lo que va a pasar.—Os dejo mejor solas un momento.—Dice excusándose. Me aprieta la mano y desaparece de la zona.
Ante la inesperada reacción de mi amiga, Daniela me mira atenta.—Oye ¿Estás bien? Se te nota preocupada.—Se aproxima a mí y me coge de la mano.— ¿Tiene que ver con esa apuesta que hablabas con ella?
Suspiro antes de contestarle.—Ahora te cuento todo, pero necesito que me dejes terminar antes de decir nada.—Ella acepta y se pone seria. Parece que es consciente que no va a ser una charla muy cómoda.— Hace unos meses, hice una apuesta con Emma. Fue la primera semana que nos conocimos.—Frunce el ceño.— Antes que te diga nada más, necesito que sepas que todo lo que te he dicho y he hecho ha sido porque lo siento así.
—No entiendo que me estás intentando decir. ¿Te arrepientes del beso?—Pregunta ella con la mirada triste.
—No, para nada.—Antes de que piense cosas que no son, sigo explicando— El beso fue increíble, te lo juro, lo repetiría mil veces más.—Eso la hace sonreír.— Solo necesito que me escuches.—Asiente con la cabeza, dándome el visto bueno para continuar.—La apuesta, la hicimos sobre ti. Te juzgué mal, pensaba que eras una prepotente a quién no le importaba nadie más. Sin embargo, no ha sido así. Como consecuencia de esa primera impresión, Emma me retó a hacerme amiga tuya. Aproximarme y descubrir cuál era ese escándalo del cual hablaba la prensa.—Su mirada cambia en segundos. Ya no puedo saber qué está pensando.—Hice mal, me arrepiento. Te prometo que ahora no es así, me gustas, nunca nadie me había gustado tanto como tú.
—¿Y por qué no debería pensar que sigues jugando conmigo?—Pregunta ella molesta por lo que acaba de escuchar.
Noto como levanta esa coraza otra vez. No puedo ni mirarla a la cara. Me duele el pecho.—Porque te lo estoy diciendo sinceramente, no hay nada que ocultar. Ahora mismo tienes mi corazón en tu mano. Lo que siento por ti es real y no tiene nada que ver con ninguna apuesta. Quiero que sepas que desde que te he conocido, mi vida tiene sentido.—Noto como hay algo más dentro de mí que aún no puedo descifrar.— Sin embargo, entenderé que necesites tiempo para procesarlo o si no quieres seguir adelante. La decisión es tuya, Daniela. La voy a respetar sea cual sea.—Levanto la vista para mirarla, está muy triste. Verla así me parte el corazón. Me acerco a ella y la abrazo con fuerza.—Lo siento tanto, Dani. Espero que puedas perdonarme. Las lágrimas empiezan a asomarse del dolor y la culpa que siento ahora mismo.
Ella me abraza, pero dura apenas unos segundos, luego se separa. Veo entonces sus ojos también humedecidos.—Lía, necesito procesar todo esto. Te entiendo, yo también quiero estar contigo, creo todo lo que has dicho y sé que lo dices de corazón, pero ahora mismo, me duele demasiado. No puedo hacer como si no hubiera pasado. Entiéndeme.
La entiendo perfectamente, sé que he perdido parte de su confianza. Es muy difícil volverla a recuperar.—Te entiendo Daniela. Metí la pata y ahora voy a pagar con las consecuencias. Voy a darte el espacio que necesitas.—Ella asiente, su mirada está rota, llena de dolor. Antes que pueda decir algo más, se despide, desapareciendo por el largo corredor.—Aunque separarme de ti sea lo que más me duela.—Al terminar esa frase, me derrumbo, sabiendo que, posiblemente, la he perdido para siempre.
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Estoy tumbada en mi cama, apretando con fuerza el colgante que cuelga de mi cuello, cuando lo miro, me recuerda lo feliz que fui esa noche junto a ella. Todo está en silencio, hasta que la voz de mi hermano, me hace volver a la realidad.—Lía, hace tres días que faltas al trabajo. Si sigues así te van a despedir.
—Me da igual.—Le respondo sin nada de ánimos.—Ya encontrarán a otra que sea mejor que yo.—Ahora mismo no tengo fuerzas ni ganas de nada.
Esta última semana, después de hablar con Dani, me he sentido como un zombi. Estoy físicamente, pero voy sin rumbo fijo. Mi mente está pensando constantemente en ella. Torturándome por todo el daño que le he hecho. Mi hermano llama a la puerta y sin darle permiso, entra en la habitación.—Haz el favor de hablar con ella.—Me mira seriamente.—¿No la ves en la universidad?
—Sí.—Le digo sin más.—Pero le estoy dando el espacio que necesita. No quiero agobiarla. Ahora solo puedo esperar.
Alex suspira.—¿Quieres dejar de decir estupideces?—Esa súbita respuesta, me saca del trance. Me levanto de la cama y miro a mi hermano sorprendida.—No me mires así, si de verdad te importa alguien no puedes dejar que se marche de tu vida. Lía, te conozco desde que éramos pequeños, sé lo que te pasa.
—¿Qué me pasa?—Pregunto confundida
Alex sonríe.—Estás enamorada de Daniela.—Mi corazón da un vuelco. Mi hermano me ha dicho en 4 palabras lo que yo hace tiempo que intento averiguar.— Te has pillado que flipas de ella. Se te nota en la mirada, lo noté ese día en el hospital. Como la mirabas y como te miraba ella a ti. Deberías haberla visto cuando hablaba de ti, su cara irradiaba felicidad.
—Soy estúpida.—Me digo a mí misma.—Daniela no quería marcharse de mi lado. Su mirada rogaba que me quedara. He sido yo la que se ha rendido sin saberlo.
Alex me mira con ternura.—No te culpes, Lía. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y hacer lo posible por enmendarlos. Y si de verdad quieres estar con Daniela, no puedes rendirte tan fácilmente. Tienes que luchar, demostrarle que puedes ser la persona que ella necesita a su lado.
Asiento con la cabeza sabiendo que mi hermano tiene razón. No puedo dejar que Daniela se vaya de mi vida. Tengo que hacer algo para recuperar su confianza y su amor. Pero, ¿Qué puedo hacer?—No sé por dónde empezar, Alex. He metido la pata demasiado.
—Lo sé, Lía. Pero siempre hay una solución. Primero, tienes que pedirle perdón a Daniela de nuevo, de manera sincera. Luego, demuéstrale que eres digna de su confianza y amor. Y si te lo permite, hazle saber cómo te sientes de verdad.
Asiento de nuevo, tomando nota mental de todo lo que me dice Alex. Necesito hacer todo lo posible para recuperar a Daniela, para demostrarle que la quiero con todo mi corazón y que estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para tenerla a mi lado.—El único problema es que no sé dónde está ahora mismo.
Alex sonríe.—Creo que te puedo ayudar con eso.—Lo miro complemente confundida.— Me contó sobre una gala benéfica que hacen sus padres cada año a la que debe asistir. Empieza a cambiarte Lía.—Me ordena.— Yo te llevo.
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DANIELA
Sigo asimilando todo lo que me confesó Lía. Me siento lastimada emocionalmente. Sin embargo, mi cuerpo y mi corazón me piden estar cerca de ella. He pasado toda la semana intentando no mirarla, aunque es difícil considerando cuanto me gusta y lo guapa que es. Mis notificaciones vibran. Se me iluminan los ojos al pensar que pueda ser Lía la que me haya enviado un mensaje.
Valentina: "¿Dani, cómo estás? Desde que me contaste qué pasó con Lía he estado muy preocupada por ti. ¿Sigue en pie lo de esta noche?" —Enviado 19:02—
Frunzo el ceño otra vez al ver que no es Lía, sino Valentina la que me ha hablado. Val ha vuelto a mi vida en un abrir y cerrar de ojos. La última vez que la vi fue en el entierro de mi hermana. El día del juicio, vino a saludarme, me costó reconocerla al principio. Debo admitir que ha cambiado mucho desde aquel entonces. Me dijo también que se alegraba mucho de verme y que le dolió que desapareciera del mapa.
Nos hemos mantenido en contacto, he hablado con ella todo lo de Lía, me ayudó también con el collar. A pesar de eso, noto que nuestra relación nunca va a ser como la de antes. Me contó también que, hace un año, rompió con Raúl. Al parecer, mantuvieron una relación tóxica durante todos estos años.
"Sigo bastante en la mierda la verdad. Y sí, sigue en pie lo de la gala benéfica. Pasaré por ti dentro de media hora." —Enviado 19:05—
No quiero ir a esa gala y menos ahora, no tengo ni las ganas ni los ánimos para hacerlo. Si hubiera ido con Lía, seguro todo sería diferente, pero por más que me duela, no ha podido ser. Alguien llama a la puerta. Es Margaret.—Señorita Daniela, su madre ha dicho que vaya cambiándose, deben estar en el Hotel Graunt en una hora.
—Muchas gracias, ahora voy.—Le respondo amablemente. Respiro unas cuantas veces para calmar mi mente y busco el vestido que me ha preparado mi madre. Voy hacia el ropero. Mis ojos ven la caja con envoltorio que contiene mi nueva prenda de ropa. Una vez la abro, me sorprendo con lo que hay delante de mí.—No está mal mamá, al parecer si tienes buen gusto.—Digo admirando mi nuevo vestido.
No soy de llevar vestidos, pero para mi sorpresa, este me queda genial. Me miro en el espejo para ver como estoy. El vestido es de color rojo intenso, confeccionado con seda suave que se desliza sobre mi piel como una caricia. El escote en V profundo deja al descubierto mi clavícula mientras que la espalda esta cubierta por una red de pedrería que parece flotar en el aire. Acompaño el look con unos tacones color plateado que combinan a la perfección
Bajo las escaleras con cuidado, no soy muy buena manteniendo el equilibrio. Alejandro, mi conductor, me está esperando junto a la puerta para marcharnos.—¿Nos vamos señorita?—Dice él ayudándome a bajar el último escalón.
—Sí.—Respondo con una sonrisa forzada. Por más que lo intento, no puedo dejar de pensar en Lía.
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LÍA
Alex acelera con su motocicleta, esquivando los coches que van apareciendo en su camino.—Alex, ten cuidado.—Le advierto. Aunque parece que por el casco y el viento, no me oye.
Después de 15 minutos, llegamos a nuestro destino.—Bájate rápido, la gala está por empezar.—Dice mi hermano aproximándose a la acera.—Esto está lleno de gente, no voy a poder aparcar por aquí. Entra tú. Voy a buscar sitio.—Asiento mientras bajo con cuidado.
Voy decidida hacia la puerta del hotel. Todo parece ir acorde al plan. Estoy a punto de entrar cuando alguien se posa delante de la puerta, cerrándome el paso.—Lo siento, sin invitación no puede acceder.—Me encuentro frente a frente con un guardia de seguridad. Madre mía, me dobla de estatura.
—Necesito hablar con Daniela Martínez, soy su...—Las palabras se me traban en la lengua. ¿Qué somos ella y yo?.— Soy una conocida suya. Por favor, déjame pasar.—Le ruego al guardia.
Él solo niega con la cabeza.—Lo siento, solo sigo las normas, sin invitación no puede pasar.
Empiezo a perder la esperanza.—¿Lía?— Interrumpe mis pensamientos una voz familiar. Me giro para ver quién me llama y me encuentro con las gemelas Nora y Maya.—¿Qué haces tú aquí?—Pregunta Nora extrañada.
Llenándome de alegría las abrazo a las dos.— Como me alegro de veros.—Digo emocionada. Es entonces cuando me viene una idea a la cabeza.—¿Estáis invitadas?—Ellas afirman mi suposición. Parece que su padre, al ser el rector de la universidad, tiene estos privilegios.—¡Genial! Necesito que me ayudéis a entrar.
—¿Para qué quieres ir a una gala aburrida? Lo único interesante es el discurso de Daniela.—Pregunta Maya confundida.—¡No me digas que el rumor de que ella y tú estáis liadas es cierto!—Mi rubor es suficiente respuesta. Nora aplaude emocionada.—Ven con nosotras Lía, te vamos a ayudar a reunirte con tu amada.—Les agradezco por ese bonito gesto.—Te debemos una, nos sentimos mal después de hacerte perder en el juego de la bebida.—Entonces si era verdad que me pusieron los vasitos con alcohol adrede. Ya hablaré con ellas de eso más tarde.
Sin más tiempo que perder, entro junto a las gemelas. Ellas enseñan sus invitaciones e informan que soy su acompañante. El guardia me mira fijamente con la ceja levantada, suspira y decide no decir nada. Debo admitir que el destino juega de mi parte.
Al entrar en la sala privada donde se realiza la gala, me quedo con la boca abierta. Es enorme. El techo es altísimo, tiene una decoración fina y elegante. Hay varias mesas redondas cubiertas con manteles blancos. La iluminación es tenue, creando una atmósfera íntima y romántica. Las paredes están adornadas con hermosos cuadros de artistas reconocidos. La gente charla animadamente mientras disfruta de la deliciosa comida y bebida que se sirve. El ambiente se siente sofisticado y lujoso, no estoy acostumbrada a esto.
—Oye Lía.—Me llama la atención Nora.—Allí está tu princesa. Debo decir que ese vestido le queda espectacular.—Señala hacia su derecha.
Mis ojos siguen sus indicaciones, posándose inmediatamente en Dani.—Está preciosa.—Digo admirándola con ese vestido rojo.
—¿Quién es la que la coge de la mano?—Pregunta Nora.
Miro a su lado. Al principio me cuesta identificar a la otra persona, pero cuando lo hago, mis ojos casi salen de sus órbitas.—Esa chica es Valentina Torres.—Respondo sorprendida.
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¡Holaaa queri@s Lectores!
Solo decir que me encanta que leáis esta bonita historia.
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Muchas Gracias, espero que os quedéis hasta el final <3
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