4:4 La cuarta nota con frustración.
Te desmayaste. ¿Estás bien?
Oí que te encontraron en el suelo
tirado cuando Aizawa fue a
buscar unas cosas al aula en la
noche.
Te deje en tu casillero de
zapatos una cajita con algunas
cositas naturales para los mareos
y un líquido turquesa para poder
dormir bien. Puedes tomarlo
tranquilo, yo nunca haría nada
para hacerte daño.
Solo echas dos gotas en tu bebida,
cualquiera que sea, caliente o
tibia y ya. Da un suave sabor a
menta dulce. Espero te guste.
Si pudiera, yo misma te cuidaría,
si me dejarás te arrullaria cada
noche para proteger tus sueños y
descanso.
Si tan solo pudiera acercarme a
ti como algo más que una
compañera, ya que ni tu amiga
soy. Solo soy alguien que te
observa y admira desde lejos.
Alguien que no cuenta con la
fortuna de ser cercana a ti, o al
menos no como yo quisiera.
Cuando me entero de que te
lastimaste en algún entrenamiento,
o te veo con tus brazos vendados,
enyesados o simplemente todo
golpeado, no sabes cuántas ganas
tengo de olvidar toda la realidad y
simplemente acercarme y cuidarte
como si fueras mío. Como si
tuviéramos una relación tan fuerte
que me permitieran protegerte de
todo.
Pero eso nunca pasará. Lo sé
muy bien.
No te merezco. Ni siquiera debería
estar escribiendo ésto. No se
porque continúo amándote cuando
este sentimiento está prohibido.
Estoy frustrada Midoriya, estoy
demasiado frustrada de no poder
tenerte, tanto así que me quiero
arrancar el corazón para que deje
de latir como loco cada que te veo
o recuerdo.
¿Acaso me hechizaste?
Atte. Alguien que ya no quiere sentir.
Leyó una vez más la carta mientras tomaba otro trago de aquel té que se había hecho y al cuál le agrego aquél líquido que nunca había visto en su vida. Él frasco con un gotero, no tenía etiquetas o algo parecido, sin embargo su sabor era único. ¿Sería algún producto extranjero?
Sintió como el leve dolor de cabeza que había tenido todo el día se detuvo súbitamente, llegándole un alivio. Se sintió relajado, tranquilo, pero cuando sus ojos esmeralda volvían a la carta su corazón se estrujaba.
Si la extraña estaba frustrada, él creía estarlo mucho más.
Le era angustiante no poder comprender el sentir de alguien tan enamorado como lo era el remitente, y sentía un pequeño desespero en su mente porque sentía que había olvidado algo muy muy importante.
—Deku-kun, veremos una película, ¿vienes?— Su querida novia lo llamo desde atrás, colocando su mano en su hombro, haciendo que el peliverde se sobresaltara y tirará un poco de su bebida sobre la carta.
—¡Ah! ¡U-uraraka, ya voy! Dame un momento.—Habló nervioso de que la castaña viera la carta de amor.
Para ocultar el hecho de que estaba leyendo algo que él creía prohibido debido a su "estado civil", intentó limpiar con la carta la mesa del comedor donde estaba sentado, arrugandola y empapandola toda.
Aquél papel con sentimientos tan fuertes había quedado un asco.
—Ahm, ¿te traigo un trapo? —Preguntó Uraraka al ver la sospechosa actitud de su chico.
—No, no, no, esto está bien, no era nada importante.
A penas las palabras salieron de boca del chico, ambos escucharon a alguien a sus espaldas, en el pasillo que llevaba a la sala común, soltar una arcada, como si quisiera vomitar.
La pareja volteó y vió a aquella rara chica de cabellos de serpiente como medusa y de piel verde, aquella chica en la que al menos la mitad del aula no confiaba y que se había divido en opiniones debido a su historial familiar.
—¿Estás bien? —Ashido que caminaba a su lado se agachó a ayudarla al ver qué su respiración comenzó a agitarse mientras seguía dando arcadas—. ¿Te llevo con Recovery? —Le pregunto más preocupada.
—¿Qué pasa? —Los demás chicos que ya estaban acomodados en los sofas o en el suelo, se acercaron.
Midoriya se levantó e hizo lo mismo que los demás, rodearla. Solo que se quedó muy atrás, pero apesar de eso, cuando la chica sintió que pudo contener las flores que exigían salir de su cuerpo para adornar el piso a su alrededor, alzó la mirada desesperada, como buscando a alguien.
Entonces dió con los ojos esmeraldas que la veían preocupada, pero que al hacer contacto con ellos, éstos simplemente se apartaron algo incómodos.
Otra punzada en sus pulmones, y no pudo más. Una pequeña florecilla se escapó de su boca.
Asustada, la de piel verdosa fijo su mirada en ésta, rogando porque nadie lo viera. Y justo cuando estaba por tomarla para esconderla, la pantufla de alguien la piso.
Llevo su mirada verdosa de reptil a la persona que se había dado cuenta de la florecilla, y que, sin embargo, había optado por ocultarla de los demás. No se espero encontrar con un par de ojos oscuros, sorprendidos, y que apenas hicieron contacto vió nervioso a su alrededor.
—Va-vamos, te llevo a tu cuarto. —Sero Hanta dio un paso adelante y se agachó delante de ella, dándole la espalda—. Sube. —Habló tímido, y aprovechando que todos empezaron a murmurar entre ellos y ver qué haría la chica, acercó su mano al pie que aún guardaba la flor debajo.
Con discreción alzó levemente su pantufla, y tomó rápido lo que guardaba debajo de está.
La chica logro obligarse a tragar las flores que subían como si fueran reflujo por su garganta, causándole un dolor y una extraña sensación debido a la sangre que las acompañaba.
—Puedo sola. —Habló con voz ronca intentando ponerse de pie pero tambaleando hacía adelante, cayendo de rodillas pero logrando apoyarse en la espalda del pelinegro.
—No puedes, lo sé. —Soltó un poco más seguro y sin esperar respuesta, echo los brazos de la joven alrededor de su cuello y se levantó de golpe, haciendo que por inercia, está se colgará de él con sus piernas.
—¡Es-espera! —Intentó protestar pero no pudo evitar toser un poco de sangre en su mano, aunque por suerte, lo pudo ocultar sin que nadie viera la mancha en su palma.
—Sin quejas. —Le dijo Sero y echo a andar al elevador.
Nadie más lo sabía. Había logrado ocultar bien el hecho de que padecía esa enfermedad que ella calificaba como "patética" por no poder controlar sus emociones. Sin embargo, ahora había alguien que se daba por enterado por una simple florecilla de musgo.
Sin pensarlo, volteó de reojo a ver si su peliverde seguía ahí, viéndola marcharse. Para suerte de su magullado corazón, así fue.
Midoriya la veía preocupado como los demás.
«No quiero preocuparte ni un poco, aún tu atención me guste. » Pensó y jalo con cuidado la playera de Hanta.
—¿Qué sucede? —Giró un poco su cabeza, indicando que le prestaba atención.
—Puedo caminar bien. ¿Podrías bajarme, por favor? —Pregunto tímida pero amable.
—¿Segura? —Ella asintió y Sero alcanzo a verla —. De acuerdo. Pero te acompaño a tu cuarto.
—No hace falta. —Contesto cuando puso sus pies en el suelo.
—Si que la hace. No estás bien. —Se giró a verla.
—Solo me atragante con saliva.
—No es cierto. —Saco del bolsillo de su pantalón bombacho la flor con sangre y se la extendió—. Quieres hablar. Yo lo sé. Todos quieren hacerlo cuando "eso" se padece. — Sero tomó la mano de la piel verdosa que solo mantenía su cabeza baja, y colocó en ella la flor—. Esta casi completa. Es muy peligroso.
—¿Pero qué más puedo hacer aparte de tragarlas en público y vomitarlas en privado? ¿Qué solución tiene un corazón lastimado y olvidado? —Alzó su mirada
—¿Quién es él que te lo causó? —Preocupado, paso sus ojos por toda la expresión dolida de la joven.
Gracias por leer, y disculpen la demora, no he tenido mucho tiempo últimamente.
Qué tengan linda noche!
Liian, cambio y fuera!
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