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No estaba listo para simplemente soltar y menos cuando él le daba tantas señales.
Señales que tal vez solo sucedían en su cabeza.
Mensajes tan insignificantes que cobraban un valor tan preciado para Unión que no le permitía soltar.
Y el inicio de septiembre fue el momento para dejar que su imaginación volara, esperando escenarios que nunca pasarían.
Creando así una obra de teatro, siendo así, el único lugar en donde ellos dos acabarían juntos, tranquilos y en su final feliz.
1 de septiembre de 1937
A pesar de todo, él no podía dejar de pensar en Reich.
Era un amor que se suponía que debía de quedar en el pasado.
Sin embargo, eran tantas las señales que su mente recibía, tantas señales de que todavía él lo quería, que era inevitable que Urss no pensará de esa forma.
Lo observaba, tal vez un poco más de la cuenta, pero para él era tan inevitable.
Él le gustaba, estaba enamorado de Thrid Reich.
Fijaba toda su atención en Reich y sabía que él, algunas veces, también le daba un poco de su atención.
6 de septiembre de 1937
Fue el día en que más su pequeño corazón se regocijó.
Se habían quedado solos y Reich, con toda la valentía, lo había besado, pasando sus manos con algo de picardía por su cuerpo.
Cosas que Unión normalmente no permitiría, menos en un lugar como ese.
No tenía la valentía suficiente.
Él no era valiente, sin embargo, por Reich, intentaría serlo.
Sin embargo, cuando sintió las manos de Reich pasar de estar sobre a debajo de su ropa, tuvo que detenerlo.
No quiera eso.
Y cada rastro de valentía que había tomado se había esfumado cuando alguien entró.
Con mucha suerte, la persona que había entrado no había alcanzado a ver lo suficiente.
Pudo separarse a tiempo para cuando se acercó a ellos, diciéndoles que un profesor había llamado.
Salió de la sala junto a Reich, queriéndole decir tanto, tanto que su boca todavía no formulaba una oración concreta gracias a los nervios y las mariposas que volaban alrededor.
7 de septiembre de 1937
Había hablado con Reich el día anterior
Claro que lo amaba, le encantaba que le diera besos, abrazos, que le agarré de la mano.
Sin embargo, no se sentía listo para dar ese siguiente paso y con mucha pena se lo había explicado.
Reich acepto, dijo que estaba bien.
Pero no estuvo preparado para el día siguiente, cuando su corazón se estrujo.
Cuando le comenzó a ignorar.
Cuando le comenzó a contestar borde.
Cuando le comenzó a tratar mal.
¿Cómo es que una persona podía cambiar tanto de un día para el otro?
¿Cómo es que un día el me puede dar tantas caricias y besos y al día siguiente ignorarme como si nada?
¿Acaso no era suficiente?
¿Acaso quería otra cosa más?
¿Acaso solo quería ver sufrir a mi pequeño corazón?
10 septiembre de 1937
Suspiro llena de cansancio, estaba tan triste, tan cansado.
Sin embargo, no pudo evitar pensar.
Dejar volar su mente y su imaginación, volviendo a crear aquellos escenarios en donde todo era perfecto, donde todo era como él siempre lo imaginaba.
Y a pesar de que él podría haber imaginado algo ostentoso, desear algo tan lujoso.
Su pequeño deseo era tan simple como una flor amarilla.
Tan simple como una flor, pero tan complicado de entender para Reich.
Porque su corazón daba un vuelco cada vez que pensaba en el regalándole una flor amarilla.
Porque la flor amarilla significaba tanto para Unión que, aquel pequeño regalo podía reemplazar cualquier palabra o gesto que el podía hacer.
Aquella flor amarilla para él era suficiente para saber que él todavía lo quería.
Que Reich todavía lo quería, como Unión lo quería.
14 de septiembre 1937
No pudo evitar llorar toda una hora al saber la noticia del cual todo el mundo hablaba.
Porque él ni siquiera tuvo el descaro de decírselo a la cara.
Apenas y pudo encerrarse en el baño a soltar todo lo que sentía.
Él ya tenía novia.
Y él todavía soñando en cosas que ya no pasaran.
Solo lloraba, era lo único que podía hacer.
¿Qué había de hacer si no?
Sin embargo, una cosa ya estaba clara para él.
La flor amarilla no llegaría y, gracias a eso.
Lamentablemente, solo había una cosa clara.
21 de septiembre 1937
Después de tanto tiempo, tantos días.
Había llegado la meta que el mismo le había puesto a Reich para entregarle la flor.
"Hasta el equinoccio de la primavera tiene él para darme esa flor."
Tan ilusionado y tan emocionado se había puesto esa meta.
Pensaba que el sí se la iba a dar.
Pensaba que el sí lo iba a entender.
Sin embargo, lo decepciono y nunca llegó.
Tal vez, no se la entregó a él, sino a su novia.
Tal vez ella este viviendo todos los escenarios que él se imaginó con Reich.
Con aquella otra mujer que ahora es dueña de su mente, de sus preocupaciones, de sus labios, de sus ojos y de sus manos.
Tal vez Unión solo era el guionista de la historia, más no quien la iba a actuar.
Pero, no podía hacer otra cosa más que mirar.
Esperar que su corazón sane, tratando de no llorar.
Mientras tanto, en secreto, estaría todavía esperando sus flores amarillas.
Ya sea de él o de aquella persona que lo sepa entender de verdad.
Que esté dispuesto a ver sus ojos como él no pudo y bucear entre sus deseos, encontrándose con esa pequeña flor.
Y cumplir su sueño de que, por fin, le hayan regalado una flor amarilla.
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